Ministerio de Educación

El lunes 9 de enero, los docentes, jubilados, pensionados y demás trabajadores del sector educación, salieron a las calles de distintas ciudades de Venezuela para exigir salarios y pensiones justas y el respeto a sus derechos laborales, vulnerados y pisoteados por la crisis y la política laboral del gobierno. Se trató de una jornada de protesta nacional, que por su magnitud sorprendió incluso a las dirigencias sindicales, al contar con el apoyo y la presencia de trabajadores del sector salud y de otros sectores.

En horas de la mañana, ya se registraban protestas en Caracas, Miranda, Aragua, Lara, Mérida, Táchira, Zulia, Barinas, Portuguesa, Sucre, Anzoátegui, Monagas, entre otros Estados del país, lo cual dio al gobierno nacional una muestra clara del gran descontento y la capacidad masiva de convocatoria de este sector, que decidió entrar a la arena de la lucha desde los primeros días del año, al igual que lo han hecho los obreros de la empresa SIDOR en Guayana, quienes también denuncian el incumplimiento de su contrato colectivo y sus derechos laborales.

En Caracas se convocó a una concentración frente a la sede del Ministerio de Educación, en donde no solo se exigieron mejoras salariales, sino también la renuncia de la Ministra del sector, Yelitze Santaella, con la invitación a realizar un paro nacional si las autoridades siguen haciendo caso omiso a sus reivindicaciones.

A pesar de las nutridas movilizaciones registradas en todo el país, hasta el momento no ha habido ningún tipo de respuesta gubernamental. Por ello, se anunciaron nuevas protestas para el próximo 26 de enero, donde el sector educación buscará obtener respuestas ante sus exigencias.

Los trabajadores de la educación constituyen uno de los sectores más afectados por los bajos salarios y el desconocimiento institucional de las convenciones colectivas. Las implicaciones del Instructivo Onapre y del Memorando 2792, que achica las primas, beneficios de remuneración laboral y los salarios de los trabajadores de la administración pública hasta en un 40%, se hace sentir con fuerza en el sector educativo. La situación de indefensión laboral, donde la inflación de noviembre a enero ha erosionado los sueldos del sector hasta en un 70% en los casos más extremos, los seguros funerarios y HCM son inexistentes, y muchos no logran cubrir siquiera sus costos de transporte a sus planteles, se torna insostenible.

Este panorama se repite en el resto de la administración pública, donde la clase trabajadora resiste la política de “déficit fiscal cero” del gobierno, basada en pulverizar los salarios, beneficios y la seguridad social, para “derrotar la inflación”. Por otro lado, los trabajadores del sector privado, aunque reciben nominalmente salarios un poco más elevados que sus pares empleados por el Estado, resisten el desconocimiento generalizado de la integralidad de sus derechos laborales, la flexibilización de los despidos y la ausencia de regulaciones en materia de salud y seguridad laboral.
No está de más recordar que, en agosto del año anterior, el mismo sector educativo hizo retroceder al gobierno en su intento de fraccionar el pago del bono vacacional y recreacional. Este hecho significó la primera victoria de la clase trabajadora en más de ocho años de crisis capitalista nacional. Tal ejemplo mostró al conjunto de la clase obrera que solo la lucha es el camino efectivo para que los trabajadores hagan respetar sus derechos y puedan alcanzar sus objetivos.

El objetivo inmediato imperante es derrotar la política antiobrera y antipopular del gobierno nacional. Para alcanzarlo, es necesaria la articulación de todas las batallas dispersas de la clase obrera a nivel local, regional y nacional, en el marco del desarrollo de un plan de lucha unificado, que levante las fuerzas de los trabajadores y una nueva referencia orgánica capaz de esgrimir, de manera consecuente y tenaz, sus intereses de clase.

Los marxistas venezolanos tenemos el deber de manifestar nuestro total apoyo a la lucha de los trabajadores del sector educativo, en tanto constituye el ejemplo que marca el camino a tomar para el resto de la clase obrera. Creemos además que, tan vital como la articulación de todas las batallas de los trabajadores públicos y privados, también lo es la garantía de independencia de clases. Esto es, impedir, por todos los medios de presión desde abajo posibles, que las direcciones sindicales vuelvan a traicionar a sus bases o vinculen los propósitos de las protestas a los objetivos de la derecha política, esa misma que hoy negocia con el gobierno el futuro del país de espaldas al pueblo trabajador y que está de acuerdo con la política antiobrera y antipopular de este.

Sin duda, el planteamiento que presentamos implica la organización, la movilización y un proceso de acumulación de fuerzas para arrancar al Estado y la burguesía el conjunto de reivindicaciones que reclamamos los trabajadores. Sin embargo, comprendemos que, en función de nuestros intereses de clase, para preservar dichas conquistas, haciéndolas sostenibles en el tiempo, es necesario llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias. Lo señalado implica derrumbar la fuente última de todos los problemas que nos aquejan: el capitalismo venezolano en crisis, que tanto el gobierno como la burguesía se empeñan en salvar en detrimento nuestro.

En razón de lo anterior, el reto de los revolucionarios es vincular la lucha reivindicativa de los trabajadores con la necesaria transformación revolucionaria de la sociedad, comenzado por un plan de lucha nacional que aborde, en principio, las siguientes exigencias:

• Derogación del Instructivo Onapre, del Memorando 2792 y de toda legislación que vulnere los derechos y conquistas progresivas de la clase trabajadora.• ¡Salario igual a la canasta básica!

• Escala móvil de salarios, que equipare el poder de compra de los sueldos con la subida constante de los precios de la canasta básica.

• Reactivación de las discusiones de los contratos colectivos de trabajo, con participación plena de las genuinas representaciones de la clase obrera y total transparencia ante las bases sindicales.

• ¡Libertad inmediata y plena a todos los trabajadores presos por luchar!

• Creación de Comités de Defensa del Salario en cada fábrica y centro de trabajo. ¡Reactivar y despertar la protesta de la clase obrera!

• Elección y renovación de sindicatos vencidos.

• Creación de Consejos de Trabajadores en las fábricas e instituciones.

• Coordinación local, regional y nacional de todas las luchas obreras.

Las exigencias anteriores son de carácter defensivo y demandan la movilización y organización de la clase trabajadora en su conjunto. Pero los objetivos de la misma deben ser más ambiciosos, como consolidarse como un poder político y social capaz de trascender al viejo orden capitalista, y emprender medidas integrales para superar las relaciones de propiedad burguesas y erigir un gobierno de y para los trabajadores.

¡Por un salario igual a la canasta básica!
¡Por un gobierno obrero y popular!