En el segundo día de debate en el Congreso se vivió otra jornada de violencia indiscriminada desatada por las fuerzas represivas de Patricia Bullrich.

Mientras el circo parlamentario avanzaba y el presidente se sentaba a tuitear en su sillón, las “fuerzas del orden” desataban nuevamente una violencia brutal contra la concentración, en la puerta del Congreso, de militantes de organizaciones de izquierda y piqueteras, asambleas barriales, trabajadores y trabajadoras que llegaban luego de la jornada laboral y jubilados. Periodistas, fotógrafos y hasta diputados nacionales también sufrieron el embate de las fuerzas represivas. La jornada sumó en total siete detenidos en Buenos Aires mientras protestaban pacíficamente, seis artistas detenidos en Rosario y dos detenidos en Mendoza. Decenas de personas resultaron heridas por el nuevo gas pimienta, las balas de goma y los bastones policiales.

El protocolo antiprotesta de Bullrich ha vuelto a demostrar que solo sirve para despejar las calles con el garrote, y como excusa utilizan la represión contra quienes protestan contra la violenta austeridad de Milei. Los propios gendarmes federales cortaron varias calles con sus camiones hidrantes, colectivos blindados y motos. La violencia tampoco se limitó a su supuesto objetivo de mantener las calles abiertas, como quedó demostrado cuando los gendarmes atacaron con bastones a la gente que estaba en la vereda y luego cargaron, a balazos de goma, contra los manifestantes que estaban en la Plaza del Congreso.

Lamentamos la vergonzosa ausencia de las organizaciones tradicionales de la clase obrera argentina, la CGT y las CTAs, en la primera línea de resistencia a las contrarreformas de Milei/Macri/Caputo, al igual que la UTEP. La presencia de estas organizaciones de masas haría dudar a la policía antes de desatar la violencia sobre los trabajadores. Recae la responsabilidad en los jefes sindicales y dirigentes que no movilizan, aislando a las organizaciones que rechazamos el paquetazo en la calle.

La violencia desproporcionada está calculada para infundir miedo en la clase obrera y quebrar su voluntad de luchar contra los planes de Milei. Pero por otro lado se enfrentan a la violencia del hambre, los despidos y una sociedad que se desmorona, lo que reforzará su determinación de luchar hasta el final.

Hay que poner en pie un polo duro de resistencia y autodefensa, amplificándolo al conjunto de la clase trabajadora para discutir la necesidad de un plan de lucha en cada lugar de trabajo y en las barriadas populares para derrotar el plan de hambre de Milei, que no es otro que el plan de hambre de los capitalistas.

Repudiamos la violencia de Milei y Bullrich, como parte de nuestra lucha por un futuro digno. Derrotar el paquetazo de Milei y Macri implica derrotar a los partidos del régimen que facilitan la gobernabilidad haciendo que el ajuste caiga sobre nuestros hombros. Y sobre todo derrotar a los empresarios, banqueros y terratenientes que los sostienen, dirigen y financian. Los trabajadores debemos gobernar y poner en pie una nueva legalidad.

¡Abajo Milei, su Ley Ómnibus y las facultades delegadas!

¡Abajo Bullrich y su protocolo antiprotesta!

¡Por un gobierno de los trabajadores!