Más de un millón de trabajadores y jóvenes participaron en las manifestaciones de masas durante el día nacional de protesta que se celebró en Francia el 4 de octubre, con más de 100.000 personas manifestándose en París. Este nueva cota de la historia Más de un millón de trabajadores y jóvenes participaron en las manifestaciones de masas durante el día nacional de protesta que se celebró en Francia el 4 de octubre, con más de 100.000 personas manifestándose en París. Este nueva cota de la historia reciente del movimiento obrero, es una indicación más de la explosiva situación social y política que existe en Francia. El día de acción, que incluía huelgas en el sector público, fue apoyado por las principales organizaciones sindicales. Junto a la tradicionalmente militante CGT, estaban la CFDT y FO, incluso el sindicato de directivos (CGC) y el católico CFTC. Resulta significativa la participación de la CGC, ya que fue probablemente la más alta de la historia reciente. Incluso la policía participó en las manifestaciones de algunas ciudades.

El día de acción estuvo acompañado con un espectacular movimiento huelguístico en Marsella y Córcega contra la privatización de SNCM y que entra ya en su tercera semana de lucha. SNCM gestiona el servicio de ferry que une Francia, Córcega y los puertos del norte de África. El 19 de septiembre el gobierno anunció la “privatización total” de la empresa Los marineros y estibadores de SNCM organizados en la CGT iniciaron inmediatamente una huelga, secundada por el minoritario STC (Sindicato de Trabajadores Corsos). Poco después los trabajadores portuarios del Puerto Autónomo de Marsella (PAM) se declararon también en huelga contra la privatización de las instalaciones y servicios del PAM, además protestaban contra los avisos de despido a algunos sindicalistas. A los pocos días más de cincuenta barcos estaban atrapados en Marsella, no pudiendo abandonar el puerto o esperando en alta mar, incapaces de entrar en el puerto.

Las privatizaciones con frecuencia se producen a “precios amistosos”, como dicen los franceses. Sucesivos gobiernos han vendido a precios de saldo las empresas públicas a sus amigos de las grandes empresas. Pero la privatización de SNCM es seguramente la operación de este tipo más escandalosa. Según algunas estimaciones, el valor de la empresa se sitúa entre 450 y 500 millones de euros. El gobierno había llegado a un acuerdo con Butler Capital Partners para vendérsela por sólo 35 millones de euros. Ese hecho por sí solo ya es escandaloso, pero es que además el acuerdo también incluía una ayuda de 113 millones de euros a Butler para “reflotar” la empresa. En otras palabras, Butler adquiriría la empresa no por 500 millones de euros, ¡sino que recibiría del gobierno 78 millones de euros! El gobierno también estaba de acuerdo en eliminar 400 empleos que exigía Butler, en manos de un asesor y amigos personal del primer ministro Dominique de Villepin.

Frente a la escalada huelguística que provocó esta operación, el gobierno cambió sus planes para intentar mientras tanto calmar a los huelguistas El lugar de entrar a Butler toda la empresa el estado mantendría el 25 por ciento de la misma y otra empresa, Connex, que pertenece a un amigo del presidente Jacques Chirac, también recibiría una parte de la privatización. Butler y Connex compartirían el regalo de 113 millones de euros. La pérdida de 400 puestos de trabajo seguía en el acuerdo.

El 27 de septiembre, sindicalistas de STC ocuparon el Pasca Paoli, abandonando Marsella y poniendo rumbo hacia el puerto corso de Bastia. Este fue un punto crítico en el nuevo desarrollo de la lucha. El puerto de Marsella ya estaba en manos de los trabajadores portuario. La pesca estaba totalmente paralizada, miles de turistas no podían salir de la isla y ahora la tripulación del Pascal Paoli había organizado un motín y puesto rumbo a Córcega, donde se encontraría con el apoyo masivo de la población local, de la misma manera que los trabajadores marselleses de SNCM eran animados y alentados por la población local.

El gobierno estaba muy preocupado ya que la ocupación de esta “fábrica flotante” podía servir de ejemplo para otros sectores de trabajadores. La GIGN – la “fuerza de intervención” especial de la Gendarmería Nacional – , normalmente utilizada contra los terroristas y peligrosos armados, fue enviada en helicóptero, se apoderó del barco y arrestó a cuatro “cabecillas” del STC.

Esta acción provocó el bloqueo total de Córcega debido a la huelga. Los petroleros se pusieron en huelga, cerraron los depósitos de gasolina y se suspendió el envío de combustible a las gasolineras. El servicio postal paró. El personal de Air France se unió al movimiento, suspendieron todos los vuelos de Bastia y casi todos los de Ajaccio. En Bastia y en otras partes, la población se enfrentó a la policía en las calles. Unas 15.000 personas necesitaban abandonar la isla – principalmente trabajadores y turistas – pero no pudieron hacerlo. Los supermercados tuvieron que cerrar debido a la escasez y el temor a los asaltos.

El ministro de interior, Nicolás Sarkozy – un reaccionario particularmente violento, impulsivo y ambicioso – insistió en que al menos dos de los cuatro trabajadores seguirían detenidos, a espera de juicio. Pero el juez encargado de la audiencia preliminar entendió el carácter inflamable de esa decisión y liberó a los cuatro acusados pendientes de juicio.

Inmediatamente después de su liberación, el dirigente del STC Alain Mosconi, adoptó un tono muy conciliador. “Es el momento de la calma. Debemos sentarnos con el gobierno para encontrar una solución”. Sin embargo, esta moderación no encontró ningún eco, porque incluso cuando él pronunciaba estas palabras, Sarkozy planeaba una masiva operación policial contra los huelguistas que consiguió abrir los puertos a la empresa privada y rival de SNCM, conocida como Corsica Ferries.

La huelga aún así ha continuado, a pesar de la tremenda presión del gobierno, a pesar de los dirigentes y de los problemas relacionados con la cuestión nacional y el terrorismo.
El gobierno quiere aplastar a los trabajadores de la empresa. O los trabajadores aceptan la privatización y la pérdida de 400 empleos, o la cerrarán perdiendo todos los 2.400 empleos de la empresa. Frente a este chantaje, la dirección nacional de la CGT no han presentado una alternativa seria de lucha a este problema. Acepta como inevitable la privatización parcial, pero espera que el gobierno aumente su participación, si es posible al 51 por ciento. Esto no resolvería nada fundamental. Las pérdidas de trabajo se producirían igualmente y el problema de la injusta competencia privada – subvencionada por el estado – continuaría. Una privatización parcial sólo sería el preludio de nuevas medidas contra los trabajadores, incluidos más despidos en una fecha futura.

La posición de los trabajadores se ha complicado más con la actividad terrorista. El 29 de septiembre estalló un artefacto contra un edificio de la autoridad regional. No hubo víctimas y los daños materiales fueron limitados. Se han producido explosiones en Marsella y hubo una “amenaza de bomba” en un ferry. Estos incidentes pueden ser obra de los grupos nacionalistas corsos, pero también pueden proceder del estado francés. Las dos posibilidades no son mutuamente excluyentes. Los grupos nacionalistas corsos tienen una larga historia de complicidad con el estado, a cambio de distintos favores, como contratos y permisos de construcción, pagos en efectivo, perdón de impuestos y reducción de las penas de prisión para los “patriotas” acusados o implicados en actividades terroristas.

Una cosa es cierta: estos acontecimientos han servido de excusa al estado para desacreditar a los huelguistas. La ocupación del Pascale Paoli fue asociada con la “actividad terroristas” y los atentados, tanto en los discursos de Villepin como de Sarkozy, en la prensa, la radio y la televisión. El noticiario vespertino del canal privado de televisión TF1, por ejemplo, emitió una larga “historia resumida” del terrorismo corso en medio de la información sobre la huelga. En los puertos, los huelguistas pusieron pancartas en las que se podía leer: “¡Somos trabajadores, no terroristas!”

El veneno del nacionalismo es otro peligro. El STC es un sindicato minoritario de carácter nacionalista. Se formó sobre la base de dar prioridad a los trabajadores corsos sobre los no-corsos en los empleos de los ferris y otros sectores, ha organizado varias huelgas sobre esta base durante los últimos años. La dirección del STC defendía durante la huelga que la empresa SNCM se convirtiera en una empresa puramente corsa, algo claramente inaceptable. En un contexto donde cientos de empleos están amenazados de forma inmediata, dada la actitud conciliadora mostrada por la dirección del STC después de la liberación de sus militantes detenidos, esta actitud podría dar a entender que si se pierden empleos, éstos deberían ser los de los trabajadores “franceses”. El gobierno está intentando utilizar esta fuente de división. Pero por ahora la huelga parece sólida.

Sea cual sea el resultado final, la implacable ferocidad del gobierno, el uso de la policía como rompehuelgas, los subterfugios y las tácticas divisorias, el magnífico espíritu de lucha de los trabajadores es una prueba clara de las luchas que se avecinan para los trabajadores franceses.