El domingo 8 de agosto Venezuela gritó más alto que nunca ¡¡NO¡¡. No al imperialismo. No al golpismo. No a la corrupción y al saqueo que ha dilapidado durante décadas las principales riquezas del país mientras condena a la gran mayoría de la població
El domingo 8 de agosto Venezuela gritó más alto que nunca ¡¡NO¡¡. No al imperialismo. No al golpismo. No a la corrupción y al saqueo que ha dilapidado durante décadas las principales riquezas del país mientras condena a la gran mayoría de la población a la pobreza, la carencia de infraestructuras y viviendas dignas y la ausencia de un futuro digno. No a la contrarrevolución que intenta aplastar el creciente proceso de participación y organización de las masas obreras y populares en lucha para intentar cambiar esta situación y resolver sus problemas.

Una marcha que hace historia

Parecía imposible repetir la grandiosa demostración de fuerza con la que los trabajadores y pueblo venezolano respondieron el domingo 6 de junio a la convocatoria del referéndum, sin embargo una vez más el movimiento revolucionario ha demostrado su poder. La primera conclusión que se deriva de ello es que el movimiento revolucionario de las masas – las ganas de participar, de defender y empujar hacia delante el proceso revolucionario- está en ascenso y no en declive.

El ambiente de la marcha era muy festivo, de gran euforia, más que una manifestación era la celebración de una victoria que todo el mundo considera segura. Sólo un gigantesco fraude podría cambiar la firme voluntad popular -manifestada inequívocamente durante estas semanas de campaña en cada barrio, en cada plaza, en cada acto de masas- de ratificar a Hugo Chávez como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela el 15 de agosto.
Hay quien habla de un millón de personas, hay quien habla de más… ¿cómo saberlo? Era un inmenso caudal humano que se apoderó de toda Caracas y teñía de rojo todas las calles. Una imparable marea roja de gorras, banderas, pancartas, franelas con el No, con la imagen del propio Chávez, del Che, de Ezequiel Zamora, de Bolívar, de las diferentes Misiones. Buena parte de la marcha del domingo no pudo ni siquiera entrar en la Avenida Bolívar, inundada de pueblo como nunca. Y los que estábamos en la Avenida levantábamos la vista y veíamos un horizonte rojo que no se terminaba nunca.

Según anunció el propio Chávez en su discurso, la multitud llegaba hasta la Plaza Venezuela y se extendía también por la Avenida Universidad, esto significa varios kilómetros llenos de centenares de miles personas. La marcha duró nueve horas. A las 9 de la mañana, cuando empezaba a salir la multitud agrupada en el terminal de autobuses de La Bandera y en otros lugares de Caracas, ya había un contingente inusualmente nutrido de manifestantes en el final de la marcha, la Avenida Bolívar. Y desde las 10 de la mañana hasta las tres o cuatro de la tarde no cesó de pasar gente. La jornada de movilización terminó a eso de las seis y media o siete de la tarde después del discurso de Chávez

Pero no era sólo la marcha, cualquier calle, cualquier esquina, gritaba “no” con carteles, con franelas, con banderas. Un taxista decoraba su carro con propaganda del NO (“para que no se suba ningún escuálido”). En varias camionetas (pequeños autobuses para el transporte urbano) los choferes habían pegado carteles en las ventanillas con el NO. En un par de casos, para que quedase bien claro, cuatro “noes” enmarcados en rojo, uno en cada esquina de la camioneta. De los enormes edificios y torres de Parque Central también colgaban unas enormes pancartas de varios metros de largo con un gigantesco NO.

Sólo un fraude puede impedir la victoria de Chávez

En su discurso el Presidente Chávez llamó a mantener las patrullas y las UBEs creadas para organizar la movilización de las masas para la batalla electoral después del 15 de agosto y convertirlas de Unidades de batalla electoral en Unidades de batalla social. El resto del mensaje de Chávez fue de celebración, aunque alertando de que no había que caer en el triunfalismo, que esta era la última semana de la batalla y había que asegurar el que la gente fuese a votar y la defensa del resultado contra cualquier posible intento de la oposición.

Para cualquiera que haya pisado Venezuela en los últimos meses es evidente que si el referéndum es limpio Chávez no sólo ganará sino que debería arrasar. Ya hemos dado bastantes datos sobre el entusiasmo con el que se están movilizando las masas para reafirmar al Presidente y defender el proceso revolucionario. Pero hay más: el número de inscritos en el registro electoral se ha incrementado en varios millones, los cuales pertenecen en su inmensa mayoría a los sectores más pobres y oprimidos de la población. Es decir, precisamente la base social que apoya a Chávez. El ambiente entre esta base social es ,como hemos dicho, por una parte de euforia y confianza en la victoria, pero por otra de preocupación, alerta y expectación. Sólo hay que repasar la historia reciente de Venezuela y escuchar el agresivo tono de muchos dirigentes políticos y medios de comunicación de la oposición durante los últimos días para encontrar suficientes motivos para mantener una actitud vigilante.

La única posibilidad que tiene la oposición de “ganar” este referéndum es mediante un fraude de gigantescas proporciones. Un sector parece estar preparando el terreno para intentarlo, presionando mediante declaraciones y amenazas cada vez más agresivas de desconocer los resultados al CNE y a otras instituciones , incluidos sectores militares, para burlar la voluntad popular y adulterar los resultados de la votación. De hecho del millón de muertos que se calcula que están inscritos en el Registro Electoral sólo han sido eliminados unas pocas decenas de miles.

Si no lograsen organizar el fraude no podemos descartar que intenten la vía de un golpe militar (si encontrasen puntos de apoyo suficientes en el ejército), una nueva “guarimba” o una combinación de ambos escenarios. Las declaraciones de varios dirigentes de la oposición amenazando con proclamar los “resultados” (ya sabemos quién, cómo y en qué sentido va a cocinar esos resultados) antes que el CNE, los insistentes rumores sobre la probable participación de la CANTV (compañía telefónica nacional encargada de transmitir los datos desde las máquinas de votación al centro receptor central) en un intento de fraude, o sobre el plan para que distintos medios de comunicación opositores anuncien también esos resultados manipulados antes de que lo haga el CNE son suficiente motivo para que estemos alerta. También se ha filtrado la noticia de que Carlos Ortega, líder de la mafia sindical golpista de la CTV durante el paro golpista de diciembre de 2002 y enero de 2003, ha entrado al país. Las declaraciones de destacados burócratas cetevistas como Alfredo Ramos al respecto parecen confirmar esta provocación.

Derrotar cualquier posible maniobra opositora

Ante esta posible amenaza de fraude o golpe –o ambos- para el día 15 los trabajadores de Venezuela tenemos que movilizarnos masivamente y tomar las calles. En primer lugar para asegurar la victoria electoral movilizando a todos los compatriotas que tengan problemas para ejercer su derecho al voto, en segundo lugar vigilando e impidiendo cualquier intento de fraude o irregularidad que detectemos. Al finalizar la jornada electoral debemos concentrarnos en los centros de votación de cada barrio y en todos los puntos estratégicos (CNE, Canal 8, Palacio de Miraflores) para defender la limpieza del proceso electoral y abortar cualquier tentativa de convertirla en papel mojado.

El Presidente ha dicho que si se demuestra que la CANTV está implicada en un posible fraude la intervendrá. Si eso es así el gobierno no sólo debería intervenirla, sino reestatalizar la empresa y ponerla bajo control obrero y social. En nuestra opinión, los trabajadores de la propia CANTV que apoyan el proceso deben organizar desde ya Comités en defensa de la revolución y ante cualquier sospecha de fraude tomar la empresa y exigir al gobierno que la nacionalice bajo control obrero. Esto mismo es válido para los medios de comunicación privados. Los marxistas de la CMR ya hemos defendido en otros materiales la expropiación sin indemnización de estos gánsteres y reivindicado que los medios de comunicación sean puestos bajo el control de los trabajadores y los sectores populares. Hoy esto es si cabe más urgente. El 15 de agosto el movimiento revolucionario debe estar más mosca que nunca con estos contrarrevolucionarios y ante cualquier intento de apoyar un posible fraude o llamar a la desestabilización tomar los medios y exigir al gobierno que los expropie bajo control obrero y social.

Paralelamente a todo esto, es necesario organizar la defensa de los canales públicos de TV, de Miraflores, de las radios y televisoras comunitarias y de todos los centros de poder ante cualquier posible tentativa contrarrevolucionaria. Para ello debemos celebrar asambleas en todos los barrios y sectores con las patrullas, UBES, círculos bolivarianos, CTUs, la gente de las distintas misiones y todos los colectivos que apoyamos el proceso para organizar las fuerzas. .¡ Si los contrarrevolucionarios se ponen cómicos el día 15 debemos responder inmediatamente y de forma expeditiva¡ La experiencia del 11 de abril ha quedado grabada a fuego en la mente de muchos camaradas y no debe pasar en vano. Cualquier tentativa contrarrevolucionaria, si finalmente se produce, debe ser derrotada mediante la movilización de las masas.

Si la contrarrevolución intenta cualquier maniobra golpista o desestabilizadora (ya sea organizando un fraude o desconociendo los resultados) debemos tomar las calles, organizar brigadas de defensa de la revolución en cada fábrica y cada barrio y demandar al gobierno el reparto de armas a estas brigadas controladas por el movimiento popular para defender la revolución. Es especialmente importante la movilización de los reservistas y que los soldados y oficiales revolucionarios estén en contacto permanente con las UBES y asambleas de cada zona, con el movimiento obrero y popular, y creen sus propias asambleas y comandos en defensa de la revolución para estar vigilantes ante cualquier movimiento contrarrevolucionario en el seno de la FAN.

Después del referéndum…¿qué?

La Misión Florentino y la Batalla de Santa Inés han demostrado la fuerza y la creatividad que existe en los corazones y los cerebros de millones de trabajadores venezolanos. La reciente marcha del domingo 8 de agosto ha confirmado que esa fuerza está preparada para el combate y esperando la orden de ataque. Esta es una fuerza invencible si se pone en marcha de forma unificada y es movilizada y organizada hacia un mismo objetivo. No cabe ninguna duda de que si la oposición contrarrevolucionaria y el imperialismo intentan doblar la voluntad del pueblo trabajador venezolano y esta fuerza es llamada a movilizarse responderá. Si a la burguesía se le ocurre intentar levantar el látigo de la contrarrevolución en estos momentos lo más probable es que el resultado no sea precisamente la derrota de la revolución ,como ellos desean, sino un nuevo paso delante de esta. Incluso no es descartable que se pudiese dar una situación como la de Cuba en 1961-62 donde la presión de la burguesía y el imperialismo y la respuesta popular a esta empujó a los dirigentes revolucionarios, que inicialmente se habían mantenido dentro del capitalismo, a nacionalizar varios sectores y avanzar hacia la instauración de una economía planificada.

Todo indica que un sector de la burguesía y del imperialismo también entiende que en estos momentos intentar organizar un fraude, o no reconocer los resultados y llamar a la desestabilización o al golpe, puede ser la chispa que haga estallar a las masas y empuje el proceso revolucionario hacia delante. Este sector podría estar trabajando por un plan más a mediano plazo: reconocer la victoria de Chávez, frenar cualquier posible radicalización del proceso ahora y ganar tiempo. Una posibilidad es que estén negociando con un sector de derechas del movimiento bolivariano una victoria de Chávez por mucha menos diferencia de la que existe realmente, de modo que esto le permitiese a un sector de la oposición salvar la cara ante su base social y a la derecha del movimiento bolivariano tener una excusa para frenar la revolución y llamar a la negociación (“hay una minoría importante en el país que debemos tener en cuenta”, etc).

En días pasados una asociación de empresarios al margen de Fedecámaras (la federación claramente golpista), ProVenezuela, se reunió con José Vicente Rangel (vicepresidente del gobierno) y se ofreció como mediadora para un diálogo nacional tras el 15. Pidieron una reunión con la Coordinadora Democrática (CD) ,que engloba a los principales partidos de oposición, y también pidieron al CNE que llame a abrir mesas de diálogo después del 15. En su declaración apelaban a los empresarios a “construir país” y aprovechar el crecimiento económico. Este se calcula en un 10% para este año y de seguir altos los precios del petróleo –lo que es bastante probable- podría ser más.

Chávez (al mismo tiempo que insistió en su alocución en seguir desarrollando el proceso, intensificando las políticas sociales, misiones, etc y criticó con dureza el “capitalismo salvaje”, el “neoliberalismo” y al imperialismo) envió un mensaje directo a la clase media y a los empresarios, llamándolos a invertir, estar tranquilos y “participar en la construcción y desarrollo del país” . También se dirigió a sectores de la gran burguesía y al propio imperialismo cuando les dijo que supiesen que “la única garantía de estabilidad, equilibrio económico, social y político y paz en Venezuela es el gobierno bolivariano”.

Pero la gran pregunta es: ¿realmente los capitalistas y el imperialismo están dispuestos a aceptar la voluntad popular el 15 de agosto y después? Y, si no les queda más remedio que hacerlo temporalmente porque no son lo suficientemente fuertes en estos momentos para imponer su voluntad ¿durante cuanto tiempo lo harán? A fin de cuentas la respuesta a estas cuestiones pasa por otra pregunta mucho más de fondo:¿puede el proceso revolucionario venezolano seguir avanzando y encontrar una solución los problemas de educación, salud, vivienda, empleo que padecemos millones de trabajadores venezolanos sin romper con el capitalismo, sin expropiar a los capitalistas y avanzar hacia una sociedad socialista?

Los marxistas de la CMR hemos insistido una y otra vez en que la respuesta a esta pregunta es “NO”. La causa hay que buscarla no en los deseos de unos u otros actores de este proceso sino en las contradicciones inherentes al funcionamiento del propio sistema capitalista y la crisis orgánica, estructural, de este. Dicha crisis afecta a toda la economía mundial y a un ritmo u otro , con unas peculiaridades u otras, acaba expresándose en cada una de las distintas economías nacionales.

Completar la revolución exige romper con el capitalismo

El Presidente Chávez desde su llegada al poder ha demostrado una gran honestidad. Él proclamó un objetivo: una revolución democrática y antiimperialista que diese participación y poder al pueblo, que pusiese las gigantescas riquezas del país (particularmente el petróleo) en manos del soberano y redistribuyese la riqueza de manera que se crease empleo, se erradicase el analfabetismo y la pobreza, se garantizase una educación, salud, vivienda y un futuro digno a cada venezolano. Un sector de la burguesía y del imperialismo tras contemplar impotente la victoria arrasadora del huracán Chávez en 1998 intentó domesticarle y, como hicieron con otros líderes en el pasado, o como han hecho con Lucio Gutiérrez en Ecuador y están haciendo con Lula en Brasil, intentar utilizarlo para llevar a cabo sus planes de ataque al movimiento obrero y popular. Pero la honestidad de Chávez y los vínculos de este con el movimiento de masas, que le hace chocar una y otra vez con los intereses del imperialismo y de los propios capitalistas (a veces incluso sin pretenderlo) les convencieron de que tenían que tumbarlo.

En plena crisis del capitalismo los burgueses venezolanos y las multinacionales no pueden tolerar ningún gobierno que se proclame revolucionario y estimule la organización, participación y movilización de las masas. Es más, incluso gobiernos reformistas que quieran llevar a cabo realmente sus propósitos son hoy un obstáculo para los planes capitalistas. Estos necesitan privatizar la salud, la educación y las principales empresas públicas, precisan gobiernos sumisos dispuestos a decir sí a todas sus exigencias y que les entreguen las riquezas del país en bandeja, pero sobre todo exigen gobiernos que repriman la movilización de las masas. Chávez en cambio aceleró el despertar de las masas y las anima con su discurso antiimperialista y eso es algo que a la larga no pueden tolerar. Esa es la explicación de que , a pesar de que el presidente ha llamado una y otra vez a los empresarios a invertir y desarrollar el país estos , una y otra vez, se han dedicado a sabotear la economía e intentar derribarle.

La revolución ha logrado algunos avances, especialmente las misiones: el plan de salud Barrio Adentro (que en colaboración con el gobierno cubano, que ha enviado miles de médicos, por primera vez ha llevado atención sanitaria a millones de personas de las zonas más olvidadas de los barrios humildes), las misiones educativas de alfabetización Robinson y Robinson II, las misiones Rivas y Sucre que pretenden que centenares de miles de personas que se vieron privadas de la posibilidad de acceder o finalizar el bachillerato y la educación superior puedan hacerlo; los Mercal – mercados que ofrecen productos a precios más baratos a los sectores populares-, etc. Pero nada de todo esto ha sido fruto de la inversión privada de los capitalistas sino resultado de la inversión del estado combinada con la participación popular. En particular los ingresos aportados por la industria estatal petrolera PDVSA han sido determinantes. Se ha incrementado la aportación de esta a los ingresos del estado y el porcentaje de los mismos destinados a gastos sociales.

Sin embargo, la revolución no se ha completado ni mucho menos. Es más, hay muchas más cosas que mejorar en las propias misiones y ello pasa precisamente entre otras cosas por intensificar la inversión y sobre todo el control y participación de los propios trabajadores y sectores populares. Incluso los objetivos más modestos de la agenda bolivariana siguen pendientes. Sigue habiendo mucho desempleo y desigualdades, muchas carencias en la salud y la educación, millones de personas que todavía no pueden habitar una vivienda digna ni tienen resueltas sus necesidades fundamentales. Y si hablamos de objetivos tan queridos por Chávez como la soberanía plena, una unidad latinoamericana real, etc queda prácticamente todo por hacer.

En estos momentos la economía está creciendo bastante y, si siguen altos los precios del petróleo, podría crecer más durante un tiempo. Temporalmente esto puede incluso permitir efectivamente mantener las misiones y llevar a cabo algunas otras reformas pero no puede resolver de forma duradera ninguno de los problemas decisivos de las masas. El problema es que finalmente una revolución sólo se consolida y vence si consigue resolver definitivamente los problemas de las masas en las que se basa su apoyo. Y esto bajo el capitalismo es imposible. Es imposible construir un capitalismo que no sea salvaje, un capitalismo humano, independiente, soberano, etc. Tanto para Venezuela como para América Latina

En Venezuela, como explica en el artículo “¿Existe una burguesía nacional nacionalista?”, el camarada R.Galíndez (ver http://venezuela.elmilitante.org o El Topo Obrero n7) la burguesía ha demostrado a lo largo de nuestra historia una y otra vez ser absolutamente incapaz de desarrollar una industria nacional. Y en este momento ,en el que el dominio del imperialismo, de un puñado de multinacionales que controlan toda la economía mundial, se hace más intenso, esto es aún más imposible. Los capitalistas nacionales dependen para la estabilidad de sus negocios y propiedades de la estabilidad del mercado y la economía mundial, tienen negocios con las grandes multinacionales o dependen de los negocios que ellas hacen (transacciones comerciales, inversiones financieras, movimientos de capitales, etc) Incluso burguesías que ,a diferencia de la venezolana, han tenido cierta tradición nacionalista en el pasado hoy se limitan a jugar al gato y al ratón con el imperialismo en determinados momentos para arrancarle algunas migajas pero acaban cediendo a todas sus pretensiones fundamentales, es el caso de las burguesías argentina o brasileña.

En todos los países los capitalistas están intentando competir en el mercado mundial aplicando las mismas políticas de ataque y explotación brutal sobre los trabajadores. Incluso en el caso de que sectores importantes de los empresarios venezolanos decidiesen , ante la evidencia del apoyo masivo de que goza Chávez y atendiendo a las ayudas que este les ha prometido, abandonar (o dejar temporalmente de lado) la desestabilización política y dedicarse únicamente a hacer negocios el único modo de hacer esto bajo el sistema capitalista es incrementando la explotación de los trabajadores como están haciendo sus competidores de todo el mundo. Pero con un movimiento obrero y popular que ha despertado y está a la ofensiva esto es una receta acabada para la intensificación de la lucha de clases.

¿Negociar qué?

Si se diese un diálogo o negociación como el que piden los empresarios de ProVenezuela, antes o después los capitalistas (posiblemente con el apoyo de los sectores más a la derecha del movimiento bolivariano) exigirían al gobierno que renuncie a sus objetivos, incluso a las reformas más limitadas. Si este no lo hiciese no tardarán mucho en volver a la vía del saboteo y la desestabilización. Lo más probable es que ni siquiera abandonen esa vía nunca.
Si el gobierno bolivariano intenta seguir impulsando las misiones, desarrollar las cooperativas, etc sin sustituir el aparato del estado capitalista por un estado basado en organismos de poder obrero ( en asambleas de los trabajadores y los sectores populares y representantes de estas elegidos y revocables en todo momento) ni tocar la propiedad privada de los medios de producción, antes o después se encontrará con que sus intenciones chocan con los objetivos de los capitalistas y con la propia dinámica del capitalismo, que en todo el mundo está exigiendo a los gobiernos reducir los gastos sociales, privatizar los servicios públicos y empeorar las condiciones de vida de los trabajadores.

Incluso en los países de Europa en los que en los años 50 y 60 se intentó la experiencia de un “capitalismo de rostro humano” este hoy está siendo eliminado y las políticas son igual de reaccionarias que en Estados Unidos y los países modelo del llamado “neoliberalismo”. No hay otro capitalismo posible y el rostro de ese capitalismo es de todo menos humano. Si la dirección del movimiento bolivariano intenta seguir avanzando en el proceso revolucionario sin tener en cuenta esto y manteniéndose bajo el capitalismo a medio y largo plazo el peligro para la revolución será que si no se resuelven rápidamente los problemas de las masas sectores de estas podrían ir cayendo en la desmoralización y esto ser aprovechado por la reacción para pasar nuevamente a la ofensiva. Así lo hicieron en Nicaragua y aunque el petróleo conceda en estos momentos al gobierno venezolano mayor margen no cambia el hecho fundamental que es que bajo el capitalismo es imposible garantizar beneficios crecientes para los capitalistas y condiciones de vida dignas para la clase obrera y los sectores populares. O se imponen nuestros intereses o se imponen los de ellos.

La contrarrevolución por “vías democráticas” o la contrarrevolución a través de la represión fascista o las dictaduras militares sólo son dos armas que el imperialismo y los capitalistas emplean alternativamente. Cuando les falla una intentan la otra. En estos momentos, como decíamos, un sector de la burguesía venezolana y del imperialismo tras fracasar en reiteradas ocasiones en derribar a Hugo Chávez y constatar en la Batalla de Santa Inés que el apoyo popular al proceso encabezado por Chávez no sólo no disminuye sino que aumenta podría estar tratando de imponer ese giro táctico hacia una estrategia de negociar y mientras preparar la “contrarrevolución democrática”. Para ello puede encontrar como aliados a esos mismos sectores de derechas que dentro del movimiento bolivariano vienen pensando desde hace tiempo en un “chavismo sin Chávez” y en frenar el proceso revolucionario. Pero da la sensación de que las divisiones dentro de la propia burguesía son considerables y es posible que incluso dentro del imperialismo existan. En cualquier caso los revolucionarios debemos mantenernos firmes en la necesidad de luchar por completar la revolución hacia el socialismo. Esto es lo único que garantiza el éxito de la revolución a corto, medio y largo plazo.

Mantenerse vigilantes y organizar la defensa de la revolución

Volviendo a las perspectivas inmediatas para el 15 de agosto y los días posteriores la pregunta clave es hasta qué punto este sector de la burguesía que tiene una visión más realista de la correlación de fuerzas, y de los riesgos que se derivarían de una aventura golpista por su parte en esta coyuntura, puede mantener controlada toda la oposición o al menos a los sectores decisivos de esta. En principio se supone que deberían poder hacerlo ya que para cualquiera que tenga ojos en la cara y dos dedos de cerebro es evidente que la correlación de fuerzas para una tentativa contrarrevolucionarias es bastante más desfavorable en estos momentos que en otras coyunturas decisivas como abril o diciembre de 2002 en las que lo intentaron y salieron derrotados.

Los datos sobre la asistencia y ambiente de la marcha, el aumento de la organización y la actitud vigilante que predomina entre sectores muy importantes de las masas son suficientemente elocuentes a este respecto pero, por si fuera poco, hay un dato bastante revelador y es el del giro a la izquierda que se aprecia entre un sector de la clase media, y que se ha evidenciado en la importante presencia y movilización de la campaña por el NO en zonas donde hace unos meses era casi impensable que un partidario de Chávez pudiese aparecer como tal públicamente. También hemos visto como sectores de los llamados “niní” (gente sobre todo de clase media que en abril o diciembre de 2002 fueron movilizados por la campaña manipuladora de la oposición y luego estaban escépticos: “ni con unos ni con otros”) han vuelto a apoyar a Chávez.

Sin embargo, a pesar de todos estos datos, no podemos descartar totalmente que un sector desesperado de la oposición rompa la baraja ya en estos momentos y precipite los acontecimientos. Da la sensación de que hay una cierta división entre los sectores decisivos de la burguesía y buena parte de sus representantes políticos. El primer sector no ve amenazados a corto plazo sus intereses por ningún plan del gobierno para expropiarlos. Naturalmente les gustaría sacar a Chávez del poder y aplastar el movimiento revolucionario. Sin embargo, son gente práctica: los más inteligentes de ellos, como decíamos, comprenden seguramente que en este momento es bastante difícil lograr esto y que, por el contrario, una nueva tentativa fallida sí que podría empujar al movimiento y al propio Chávez más lejos y amenazar de forma mucho más directa e inmediata sus propiedades. ¿Porqué no aprovechar el actual crecimiento económico para hacer negocios y mientras esperar mejores tiempos en lo político y preparar una estrategia a medio plazo para librarse de Chávez y las masas que le siguen?

A muchos de los representantes políticos de la burguesía agrupados en la CD en cambio la derrota les produce pánico. Podría erosionar aún más su base social y hacerles perder las elecciones regionales y locales que tendrán lugar en un mes si Chávez es ratificado y acabar con la influencia y privilegios de varios de ellos. Por otra parte, este sector de la clase dominante es precisamente el que más directamente sufre los efectos del chavismo (pérdida de influencia y prestigio social, etc) y ,como demuestra la experiencia de los últimos años, no se caracteriza precisamente por su agudeza en el análisis, rapidez de reflejos y capacidad para captar el ambiente entre las masas.

Muchos dirigentes de la oposición pertenecientes precisamente a este sector se han embarcado ,especialmente en los últimos días, en un discurso muy agresivo (denuncias de posible fraude de Chávez, calificativos como dictador, etc). Este discurso hace más difícil luego poder retroceder ante su base social y justificar la aceptación de una derrota. Este domingo Mendoza y Ramos Allup (portavoces de la Coordinadora) hicieron declaraciones bastante duras, el primero planteó que daría sus propios resultados sin esperar al anuncio oficial del portavoz del CNE y ambos denunciaron un posible fraude organizado por el gobierno.

En otras ocasiones hemos visto estas divisiones en el seno de la clase dominante y aunque lo más probable es que el sector más inteligente pueda imponerse ya que en teoría es el sector más fuerte y con más poder económico, no podemos descartar que sean los sectores más desesperados los que impongan la línea a seguir. Dependiendo de qué dirigentes encabezasen eso (los dos citados son de los principales dirigentes opositores), si la CD no reconociese los resultados oficiales estaríamos hablando de un intento de golpe de facto. Si se implican sectores mínimamente importantes del ejército, la PM, etc, una situación semejante podría radicalizar a las masas y actuar una vez más como látigo de la revolución. La situación está bastante abierta y es muy volátil. Tenemos que estar preparados para todas las posibilidades y actuar muy rápida y ágilmente.

Por lo que parece, el gobierno sí contempla que al menos un sector más lunático y desesperado de la oposición pueda intentar algo y su táctica es combinar la movilización de las masas como elemento disuasorio con llamados a un sector de la burguesía y el imperialismo a que no lo intenten. Para el 15 se ha llamado ya ,además de a movilizarse desde primera hora en colegios electorales, etc para velar por el normal desarrollo de la jornada electoral a concentrarse en lugares estratégicos después de la votación: CNE, Canal 8 (televisión del estado que se encuentra en el Este de Caracas, la zona de mayoría opositora), el propio Palacio de Miraflores y otros. Como decíamos antes, el elemento decisivo para hacer fracasar cualquier plan contrarrevolucionario es la participación y movilización de las masas y especialmente del movimiento obrero.

La clase obrera es la clase más fuerte de la sociedad , sin nuestro permiso nada se mueve. La clave para defender y profundizar la revolución es que el movimiento obrero venezolano se ponga al frente de la movilización de las masas con una política revolucionaria e independiente. Ello exige luchar por un programa basado en la creación de asambleas revolucionarias en las fábricas y los barrios, la elección de comandos en defensa de la revolución y formación de brigadas de defensa de la misma. Al mismo tiempo es preciso defender un programa socialista que proponga la nacionalización de sectores básicos y estratégicos de la economía (bancos, CANTV, medios de comunicación privados, transportes, etc) bajo control obrero y social y que sus recursos sean planificados democráticamente en función de las necesidades sociales y destinados a desarrollar el país. De este modo sí podríamos resolver todos los problemas que padecemos y empezar a caminar hacia un nuevo sistema socialista. Este es el programa que los revolucionarios que participamos dentro del movimiento bolivariano y de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) debemos defender.