Se calcula que el número total de víctimas muertas en el World Trade Center fue de 2.750. De nuevo este año, los políticos estadounidenses se disponen a explotar los acontecimientos del 11-S para beneficiar sus carreras personales. Rudy Giuliani estará allí otra vez, pero ahora en su carrera hacia la presidencia. La senadora demócrata Hillary Clinton también se prevé que asistirá a las ceremonias en Nueva York, en busca también de su nominación presidencial por el Partido Demócrata.

Las familias de los que murieron conmemoran los acontecimientos de 2001, los que murieron eran trabajadores inocentes y las conmemoraciones oficiales nunca dirán la verdad de lo ocurrido el 11-S.

Dicen que Bin laden está detrás del ataque, por esa razón las tropas norteamericanas y de otros países fueron a Afganistán, pero no apresaron le apresaron. Por otro lado, muchos afganos murieron debido a los bombardeos de los estadounidenses y de las fuerzas aliadas. Mientras tanto, en alguna parte de las montañas de la frontera entre Pakistán y Afganistán, al Qaeda reagrupa sus fuerzas y aparentemente mantiene reuniones regulares para planificar sus ataques utilizando la última tecnología, teléfonos móviles y redes de radio, y también siguen haciendo sus cintas de grabación, mofándose del gobierno norteamericano. A pesar de que el ejército de EEUU tiene a su disposición la tecnología más avanzada, parece que no les sirve de nada para detener esta situación.

Como temen emprender operaciones terrestres serias en algunas zonas del país, se limitan a los bombardeos. Todo lo que consiguen es un mayor alejamiento de la población local que ahora participa activamente en la resistencia. Tarde o temprano las tropas extranjeras saldrán de Afganistán, sin ningún beneficio para los invasores imperialistas. Todo lo que han conseguido es mayor inestabilidad e incluso más soldados muertos.

Invadieron Iraq, también con la excusa del 11-S y el ataque a las Torres Gemelas. Pero Iraq no tuvo nada que ver. Al Qaeda y el régimen baathista de Sadán Hussein eran enemigos mutuos. Sadán Hussein no era un santo, pero no fue el responsable del 11-S. En realidad, fue aliado de EEUU en la guerra contra Irán. Como la excusa es tan endeble tuvieron que buscar otro pretexto, las armas de destrucción masiva que no existían.

A pesar de todo esto decidieron invadir igualmente Iraq. Lo que querían principalmente era el petróleo. En esta guerra murieron más norteamericanos que en el trágico 11-S de 2001. La operación fue un truco a gran escala, pero querían poner sus manos en el petróleo y al mismo tiempo "estabilizar" Oriente Medio, estos ladrones llevan trajes y corbatas cumplieron su deseo aunque no de la forma deseada.

En su lugar, incluso desde el tosco punto de vista de Bush y su camarilla, ha sido un fracaso. En 1979, cuando Sadán Hussein era un "amigo", cada día se sacaban de los pozos petroleros iraquíes cuatro millones de barriles. El efecto inmediato de la invasión norteamericana fue reducir la producción a 2,6 barriles diarios. Nos dijeron que era una situación temporal, provocada por el caos de la guerra y que en dieciocho meses la producción alcanzaría los 3,5 millones de barriles diarios. Y ahora, según las previsiones de aquella época, la producción debería haber alcanzado los 5 o 6 millones de barriles diarios.

Ahora, según informa el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Iraq, la agencia norteamericana responsable de supervisar la reconstrucción del país, la producción petrolera en Iraq está sólo en 1,95 millones de barriles diarios y sólo están produciendo 27 de los 78 campos petroleros.

El "gobierno democrático al estilo occidental de Iraq" descansa sobre las bayonetas norteamericanas y es incapaz de garantizar las condiciones para el funcionamiento normal de la economía. Ninguna de las fracciones del parlamento iraquí parece capaz de llegar a un acuerdo incluso con la nueva ley del petróleo que le gustaría aprobar a Bush. El conflicto de intereses está paralizando el proceso.

Lo paradójico de la situación es que bajo Sadán Hussein si había una industria con buena reputación era la petrolera. El ministerio del petróleo tenía un personal conocido por su eficacia y eran tecnócratas cualificados que hacían bien su trabajo. Ahora ese personal ha sido sustituido en muchos lugares por individuos menos cualificados nombrados no por sus habilidades, sino por su afiliación política, es decir, ¡nepotismo!

Además, la lucha constante, los ataques armados, combinado con la corrupción y el contrabando generalizado dificultan la reconstrucción de la industria petrolera iraquí. No sólo se trata de la lucha de milicias rivales por el control del contrabando del petróleo, hay noticias de funcionarios y policías implicados en el contrabando de petróleo por el sur del país.

Los pozos petroleros Rumaila del sur dicen que pueden producir 1,6 millones de barriles al día, según el experto petrolero estadounidenses Jerry Kiser, ahora 300.000 barriles cada día atraviesan la frontera con Irán. El verdadero poder en la región no está en manos del consejo provisional local y la policía, sino en las manos de las milicias. El hecho de que las fuerzas británicas recientemente tuvieran que salir de Basora no es una prueba de "trabajo bien hecho", como pretenden, sencillamente es la confirmación del hecho de que las tropas británicas fueron incapaces de controlar la región.

Ahora admiten abiertamente que el contrabando que ya existía con Sadán simplemente sigue pero con nuevos gobernantes. La situación en el sur se repite en los campos del norte que rodean a Kirkuk, se trata de un fenómeno generalizado.

Es una prueba de que toda la aventura de la administración Bush ha fracasado. Ningún socialista se sorprendería de la ausencia de progresos en el establecimiento de la "democracia" en Iraq. Pero esa no era la razón de Bush, su verdadera razón para invadir Iraq era material y estratégica. Iraq tiene las segundas o terceras reservas más grandes de petróleo del mundo. Bush, Cheney, Wolfowitz y compañía querían poner sus manos en ellas. También querían demostrar al mundo que EEUU es todopoderosa y que pude dictar la ley en cualquier país que desee. En su lugar lo que han conseguido es un caos enorme.

Debido a este caos, Bush envió más tropas el pasado mes de febrero, la llamada "oleada". Ahora la fuerza norteamericana en Iraq asciende a 162.000 soldados, pero no han conseguido nada. Simplemente han dado a los "insurgentes" más soldados a los que disparar. El número total de soldados estadounidenses es más elevado que los muertos en los ataques del 11-S, todo para "defender las vidas de los norteamericanos".

La presión se está acumulando dentro de EEUU para que regresen las tropas. Tarde o temprano, tendrán que salir. Pero lo harán sin haber conseguido ninguno de los objetivos que tenían cuando fueron. Es una prueba de que incluso la superpotencia más poderosa del planeta no puede controlar la enorme presión acumulada en todas partes. No pueden gobernar sólo a través de la espada, no pueden someter a miles de millones de personas a la abyecta pobreza, no pueden pisotear a millones de personas y salir como si hubiera pasado nada.

Bush, de manera cínica, explotó los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 para imponer su propia agenda. No era interés ni del pueblo norteamericano ni de los pueblos de Oriente Medio o más allá, todo fue en interés de una pequeña camarilla de super-ricos, pero incluso en este frente han fracasado.

Una cosa sí ha conseguido Bush, esa es llevar a EEUU los problemas del antiguo mundo colonial. Los trabajadores norteamericanos son explotados, con largas jornadas laborales, ataques a las pensiones y derechos sanitarios. Bush intentó desviar la atención de estos problemas buscando un "enemigo" externo. Todo lo que ha conseguido es radicalizar a una nueva generación de trabajadores y jóvenes en EEUU, de una manera similar a lo que vimos después de la guerra de Vietnam. Ahora, los crecientes problemas sociales de EEUU junto a la idea de la inutilidad de enviar a miles de jóvenes estadounidenses a la muerte para defender los beneficios de los barones del petróleo, es una mezcla poderosa que impulsará la lucha de clases.