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800px-secretary_of_defense_william_s._cohen_welcomes_nawaz_sharif.jpgLa dimisión de quince ministros del gabinete federal pertenecientes a la Liga Musulmana de Pakistán de Nawaz Sharif (PML-N) ha demostrado la frágil naturaleza del actual sistema democrático. La «coalición» estaba basada en la presunta «gran reconciliación nacional» y se ha escindido 41 días después de su llegada al poder. Este gobierno de coalición se formó apresuradamente bajo los auspicios del imperialismo norteamericano y del Estado pakistaní, para evitar la crisis inminente que amenazaba a todo el sistema. Pero ahora esta frágil coalición ha fracasado, otro fracaso de la clase dominante pakistaní y del imperialismo.

La dimisión de quince ministros del gabinete federal pertenecientes a la Liga Musulmana de Pakistán de Nawaz Sharif (PML-N) ha demostrado la frágil naturaleza del actual sistema democrático.

La «coalición» estaba basada en la presunta «gran reconciliación nacional» y se ha escindido 41 días después de su llegada al poder. Este gobierno de coalición se formó apresuradamente bajo los auspicios del imperialismo norteamericano y del Estado pakistaní, para evitar la crisis inminente que amenazaba a todo el sistema. Pero ahora esta frágil coalición ha fracasado, otro fracaso de la clase dominante pakistaní y del imperialismo. El 10 de mayo la revista británica The Economist daba una imagen pesimista de la situación:

«Pakistán de nuevo es un caos. Se balance al borde de motines por la comida, despidos en la industria y huelgas contra los cortes energéticos diarios de 12 horas en todo el país. La economía se hunde. La huída de capital ha hecho que durante las últimas semanas la rupia haya caído un 5 por ciento frente al dólar. La guerra contra los extremistas en las tierras tribales no va a ninguna parte. La inestabilidad ha regresado a la guarida política».

Desde el regreso de Benazir el 18 de octubre del año pasado, ha habido insurrecciones de masas y turbulencias en toda la sociedad. Los acontecimientos se están desarrollando a un ritmo rápido y explosivo que no tiene precedentes.

Es tal la seriedad de las sublevaciones que sectores del Estado decidieron asesinar a Benazir Bhutto el 27 de diciembre de 2007 en Rawalpindi, fue un intento de ahogar la ascendente marea de las masas que estaban protagonizando un movimiento de masas que desafiaba a este corrupto sistema capitalista. La comida, la vivienda y la roja eran sus principales reivindicaciones. Intentaban a través de este levantamiento liberarse de la pobreza, el desempleo y la miseria a los que les ha condenado el capitalismo pakistaní. La rabia de las masas oprimidas fue evidente en la reacción ante el asesinato de Benazir, como si fuera una lava de la furia y resentimiento de masas inundando las calles de Pakistán que quedó paralizado durante 48 horas.

Sin embargo, la dirección del PPP se negó a convocar una huelga general contra el aplazamiento de las elecciones de su fecha original del 8 de enero de este año, un retraso que se hizo con el beneplácito del imperialismo norteamericano. Los resultados de las elecciones del 18 de febrero fueron organizados meticulosamente para que se adecuaran a los intereses de las clases dominantes pakistaníes y de EEUU. El PPP ganó, pero fue el mayor perdedor. Si el PPP hubiera conseguido dos tercios de la mayoría, que era un resultado previsto, la marea ascendente de la insurrección de masas habría supuesto una tremenda presión para un gobierno del PPP que no habría sido capaz de eludir las reivindicaciones básicas de los oprimidos que le apoyan.

Antes, durante y en el momento de las elecciones, los funcionarios del Departamento de Estado jugaron un papel destacado en la fabricación de esta coalición de derecha e izquierda. La embajadora de EEUU en Pakistán, Anne Peterson, ha sido la política más activa y entusiasta de este país desde entonces. Se ha entrevistado con cada uno de los ministros y dicta cada uno de los pequeños detalles de los movimientos de este gobierno.

El ministro de economía, de la PML-N, inmediatamente viajó a Washington para recibir instrucciones económicas frescas del Banco Mundial y del FMI. A pesar de todo esto, la coalición ha colapsado. La «causa» inmediata fue la restitución en sus puestos de los jueces despedidos por Musharraf.

Por otro lado, las distintas fracciones dentro de esta clase dominante retrógrada y superflua se disputan el poder. Están enfrentadas entre sí y todas desean utilizar el recién conseguido poder político para cancelar sus enormes deudas y saquear lo que queda del Estado y el tesoro. En la breve historia de Pakistán, todos los regímenes han disfrutado de esta descarada orgía de corrupción y nepotismo.

Pero el motive real ha sido las subidas sin precedentes de los precios, la alta tasa de inflación y el aumento de los niveles de pobreza que han sacudido a la sociedad. En los primeros veintiocho días de este nuevo sistema democrático, aclamado casi por todos, desde el imperialismo norteamericano a los ex – izquierdistas de las ONG, han subido más los precios que en los cinco años precedentes.

La economía pakistaní ahora está en caída libre. Una inflación cada vez más alta, el déficit comercial, el déficit por cuenta corriente y los peores indicadores macroeconómicos jamás vistos, son una prueba de la putrefacción y enfermedad terminal del capitalismo pakistaní. La economía está al borde de una profunda recesión azuzada además por una crisis económica global. La podredumbre es mucho mayor que el déficit presupuestario y por cuenta corriente. La economía de Pakistán se enfrenta a una alta inflación, una crisis alimenticia, petrolera y financiera global, escasez energética, huida de capital, estancamiento de las exportaciones, caída de las reservas de divisas extranjeras, a una rápida depreciación de la moneda y al declive de los niveles de inversión. El principal objetivo de ataque de esta crisis capitalista, una vez más, son las ya empobrecidas masas oprimidas de Pakistán.

Según funcionarios del Programa Mundial de Alimentos, más de la mitad de casi 170 millones de personas ahora deficiencia nutricional debido a la subida de precios. Según el PMA, la «inseguridad alimenticia» ha pasado de 60 a 77 millones en marzo. Pero desde la llegada al poder de este gobierno encabezado por el PPP, esta inseguridad alimenticia ha aumentado a un ritmo horrible.

El informe del PMA dice: «Existe un gran abismo entre el aumento de los precios y el de los salarios… el poder adquisitivo de los pobres ha caído casi un 50 por ciento». Y eso sólo fue en marzo. La UNICEF dice que 200.000 niños pakistaníes mueren cada año debido a la falta de agua potable, la disentería, diarrea, tifus y gastroenteritis. De los 137 países más pobres, el porcentaje del PIB pakistaní gastado en educación le sitúa en el puesto 134 y respecto a la sanidad ¡en el 37! Pakistán es el undécimo mayor importador de armas del mundo.

El impacto de esta severa crisis socio-económica tiene implicaciones para el estado y la política. La extensión de la violencia, las guerras civiles y los bombardeos, están destruyendo el tejido social de Pakistán. Igualmente, las distintas instituciones del Estado están corruptas y en una situación de decadencia interna debido a esta crisis. En última instancia, la intensa inestabilidad es el reflejo de esta crisis. La explotación imperialista y la codicia capitalista de más y más beneficios, exacerban aún más estas contradicciones e intensifican el caos.

La red de medios de comunicación, el Estado y los políticos, bajo el mecenazgo del imperialismo norteamericano, intenta desviar a las masas de las cuestiones reales mediante el ingenio y fabricación de toda una serie de cuestiones no relacionadas con estos problemas. Uno de los principales temas utilizados ha sido la cuestión de la judicatura. En un país donde el 90 por ciento de la población no tiene dinero para comprar comida ¿cómo van a poder comprar justica con los exorbitantes honorarios de los abogados y los tribunales?

El conflicto entre la judicatura y otras instituciones del Estado es un síntoma del fracaso de Pakistán como estado nacional. El renacer del movimiento de masas después del 18 de octubre ha sobrepasado a todos estos movimientos y toda la «sociedad civil» ha pasado a un segundo plano mientras que las cuestiones reales, privación, pobreza y explotación se han puesto en primera plana.

Sin embargo, después de utilizar a las masas, la dirección del PPP traicionó el programa fundacional del propio partido y comenzó el juego absurdo de la «reconciliación nacional» con la intención de preservar este sistema explotador. Formaron una coalición con la derecha, sobre todo con la PML-N de Sharif, el partido tradicional de la clase dominante reaccionaria. Esta coalición incluía también a los fundamentalistas islámicos del JUI-F y al ANP, los nacionalistas de derechas pastunes. El hecho de que todos votaran unánimemente en el parlamento al candidato a primer ministro del PPP, Yasuf Raza Gillani (un antiguo ministro de la dictadura de Zia), fue una prueba del temor de la clase dominante a las masas oprimidas.

En el parlamento regional de Sindh, la dirección del PPP fue aún más lejos. Incluyeron en el gabinete a 13 ministros del MQM, el movimiento neofascista basado en las zonas urbanas de Sindh. Esta organización ha sido responsable del asesinato de cientos de activistas del PPP durante estas dos últimas décadas. En Baluchistán, donde salieron elegidos 63 miembros de este movimiento para la asamblea provincial, 62 se han unido al gobierno encabezado por el PPP en Quetta. En la Frontera Noroccidental (NWFP), el PPP ha formado una coalición con los nacionalistas pastunes de derechas, el Partido Nacional Awami. El 13 de mayo esta presunta coalición de gobierno progresista y liberal, anunció la imposición de la ley Sharia (la ley islámica) en distintas zonas de la provincia. En Punjab, la provincia más grande de Pakistán, el PPP está en una coalición de gobierno encabezada por la PML-N.

El significado de todas estas coaliciones es que la dirección del PPP quiere utilizarlas como una excusa, un velo tras el que ocultarse para poner en práctica la política del capitalismo agresivo. El ministro federal de privatización del PPP, Naveed Qamar, ha anunciado la privatización del 10 por ciento de las acciones de la acería de Pakistán (Pakistan Steel Mills). El intento de privatización de esta empresa por parte del anterior régimen fue derrotado gracias a la lucha militante de los trabajadores dirigidos por el PTUDC. Ahora el gobierno del PPP quiere vender la acería por partes. El régimen del PPP también ha pedido a la Comisión de Privatización que cumpla su objetivo de privatizaciones por valor de 21.000 millones de dólares para el 30 de junio de este año.

En realidad, el nuevo régimen «democrático» encabezado por el PPP continúa con la política del anterior gobierno de derechas. Pero la economía y sociedad pakistaníes sufren una crisis mucho mayor y esta política de presunta «economía dirigid», dictada por el imperialismo, sólo conseguirá empeorar la crisis.

Con este empeoramiento de la crisis, por un lado habrá más turbulencia y agitación, pero por otro lado, cada vez es más probable otra explosión de masas. Los trabajadores de las telecomunicaciones, ferrocarriles, agua y electricidad, y de otros sectores de la economía, han comenzado a protagonizar manifestaciones y mítines de protesta contra esta política que pretende poner en práctica el gobierno del PPP. Estas protestas se intensificarán en el próximo período y puede estallar un movimiento en el frente industrial como reacción al engaño y traición que han sufrido en el plano electoral.

Aunque los norteamericanos y otros estrategas burgueses intentan arreglar de manera provisional el conflicto entre el PPP y la PML-N, esta crisis continuará. Incluso si tienen éxito, esta coalición artificial se romperá más pronto que tarde. Napoleón dijo en cierta ocasión que puedes hacer todo con las bayonetas excepto sentarse sobre ellas. La crisis es tan intensa y el capitalismo pakistaní tan corrupto que la crisis empeorará en las próximas semanas y meses.

Esta crisis provocará escisiones dentro del mismo PPP. Aunque no existe un ala de izquierdas real en la cúpula del PPP, las masas que se han orientado hacia el PPP comienzan a hacer preguntas, mostrar su furia y desean un cambio. No hay solución sin una revolución socialista. Ese era el tema principal de los documentos fundacionales del PPP escritos hace cuarenta años. La dirección, una vez más, ha violado ese programa y el manifiesto.

A pesar de todo esto, las masas se aferraron durante casi tres generaciones a sus tradiciones con absoluta lealtad e innumerables sacrificios. ¿Cuántas veces van a tolerar una nueva traición? Pakistán y el PPP han entrado en un período crucial. Para las masas el capitalismo se ha vuelto insoportable. Buscan una alternativa a este sistema socio-económico. Las capas más avanzadas de la juventud y los trabajadores están comenzando a sacar conclusiones revolucionarias. La base social del fundamentalismo está en profundo declive y el nacionalismo en un callejón sin salida. La democracia sobre bases capitalistas está fallando para las masas.

Si miramos la realidad de la experiencia de esta «democracia» para las masas oprimidas de Pakistán, la definición de Lenin en su brillante obra: La revolución proletaria y el renegado Kautsky, es extraordinariamente adecuada. Lenin escribía:

«Si no es para mofarse del sentido común y de la historia, claro está que no puede hablarse de ‘democracia pura’ mientras existan diferentes clases, y sólo puede hablarse de democracia de clase.

«La ‘democracia pura’ es un embuste de liberal que embauca a los obreros. La historia conoce la democracia burguesa, que reemplaza al feudalismo, y la democracia proletaria, que sustituye a la burguesa.

«(…) La democracia burguesa, que constituye un gran progreso histórico en comparación con el medievo, sigue siendo siempre -y no puede dejar de serlo bajo el capitalismo- estrecha, amputada, falsa, hipócrita, paraíso para los ricos y trampa y engaño para los explotados, para los pobres».

La cohesion y disciplina del ejército se han visto seriamente afectados por la afluencia del capital financiero. Una dictadura militar, aunque no se puede descartar, no podría mantenerse ya como hizo en el pasado. Las opciones para la clase dominante se desvanecen rápidamente. Las fuerzas del marxismo revolucionario, aunque modestas, ganan fuerza. No es casualidad que el Primero de Mayo de 2008 las manifestaciones convocadas por el PTUDC doblaran la asistencia respecto al año pasado.

Para la intelectualidad liberal, la sociedad civil y los ex de la izquierda, no obstante, todo parece sombrío y lúgubre. El pesimismo y el escepticismo son lujos de unos pocos. Nosotros los revolucionarios y las masas proletarios no podemos permitirnos este tipo de extravagancias. Para las masas se trata ahora de una lucha por la supervivencia y la existencia. Esta lucha puede estallar en un movimiento revolucionario más pronto que tarde. Una organización bolchevique-leninista con un programa correcto, una estrategia y una dirección marxista, puede convertirse en un partido revolucionario y dirigir a los oprimidos de esta tierra hacia la victoria socialista. Y la repercusión revolucionaria de esta victoria se extendería más allá de sus actuales fronteras.