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palestina13g.jpgEl 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurion, líder de la Agencia Judía en Palestina, declaró la independencia del Estado de Israel. Poco después, la lucha constante entre las milicias árabes y judías estallaría en una guerra de gran alcance que arrastraría a los vecinos Egipto, Transjordania, Siria, Líbano e Iraq, con más de un millón de personas desplazadas.

Introducción

El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurion, líder de la Agencia Judía en Palestina, declaró la independencia del Estado de Israel. Poco después, la lucha constante entre las milicias árabes y judías estallaría en una guerra de gran alcance que arrastraría a los vecinos Egipto, Transjordania, Siria, Líbano e Iraq, con más de un millón de personas desplazadas. Aunque las cifras varían, se calcula que más de 700.000 palestinos huyeron o fueron expulsados de sus casas por la naciente Fuerza de Defensa Israelí (FDI) y las milicias judías. Igual de trágico fue la huída o expulsión de sus hogares del mundo árabe de más de 600.000 judíos, muchos fijarían su hogar en el nuevo Estado de Israel.

Han pasado sesenta años y aún persisten los problemas en esta región, con repercusiones para el resto del mundo. Los refugiados palestinos y sus descendientes, ahora se calculan en 3-4 millones, aún viven en campos de refugiados miserables, y diariamente se enfrentan al acoso y el terror a manos de la FDI. En el otro lado, la creación de Israel, que se suponía resolvería la «cuestión judía» y emanciparía a los judíos del antisemitismo, ha fracasado de manera evidente en la consecución de este objetivo: los ciudadanos de Israel han tenido que sufrir varias guerras importantes y la amenaza terrorista constante, además del trasfondo de antisemitismo que hoy existe incluso en occidente (aunque a niveles relativamente muy bajos).

¿De donde procede el movimiento para fundar el moderno estado israelí? ¿Qué papel jugó el imperialismo y la Unión Soviética en este proceso? ¿Cuál es el futuro para los pueblos judío y palestino?

Las raíces históricas del sionismo

El término sionismo hace referencia al movimiento nacionalista que tiene como objetivo el establecimiento de una patria judía en Palestina. Su origen se atribuye a Theodor Herzl, un adinerado periodista austro-húngaro, que planteó la idea en el primer Congreso Mundial Sionista celebrado en Basilea, Suiza. Al principio, el sionismo implicaba en su mayor parte a judíos ricos que compraron tierra en Palestina de los terratenientes árabes ausentes (con frecuencia llevaba al desahucio de los inquilinos palestinos que allí vivían), y se la donaban a colonos judías que formarían colectividades y trabajarían la tierra.

El sionismo fue la respuesta de Herzl a la vieja «cuestión judía» de que la emancipación del pueblo judío de la discriminación antisemita y la igualaba al mismo nivel que otros pueblos. En el siglo XIX se vio una seria reacción antisemita en toda Europa, particularmente en la Rusia zarista, donde muchos fueron asesinados en pogromos. Sin embargo, el sionismo era una respuesta burguesa a la cuestión, buscaba la emancipación separando al pueblo judío de las luchas de otros pueblos por la emancipación del trabajo pesado y la esclavización del capitalismo.

En la primera época el sionismo despertó poco interés entre los judíos europeos, tanto rico como pobres, burgueses o proletarios. Mis propios ancestros, que eran de la pequeña burguesía alemana, tenían poco interés, abandonando el duro desierto de Palestina por un entorno más hospitalario en Inglaterra (aunque muchos de sus descendientes terminarían en Israel después del Holocausto). Para el proletariado judío de Alemania y Europa del Este, la lucha de clases en forma del Bund y los bolcheviques, era más atractivo que el aislacionismo del sionismo. Sin embargo, a principios del siglo XX en Palestina entró un chorro continuo de judíos, en su mayoría de origen europeo, en 1914 unos 60.000 judíos (el 7 por ciento de la población total) consideraban a Palestina su hogar, en 1941 esta cifra había pasado a 475.000 (el 30 por ciento de la población total) [i].

Las relaciones entre los judíos y los árabes en Palestina

La forma en que el movimiento sionista se confabuló con los terratenientes árabes ausentes para expulsar a los campesinos palestinos de su tierra, naturalmente, creó hostilidad entre los colonos judíos y los habitantes árabes. No obstante, hubo ejemplos de lucha conjunta de trabajadores judíos y árabes contra sus patronos.

En 1920 se creó la Federación General de Trabajadores Judíos en Palestina, también conocida como Histradut. Una coalición de distintos partidos políticos o movimientos, su papel incluía la absorción de los nuevos inmigrantes judíos, estableció cooperativas de trabajadores y proporcionaba los servicios sociales básicos.  La industrialización provocada por los asentamientos fue atrayendo a trabajadores árabes de los países vecinos, cuyo nivel de vida en general era mucho más bajo que el de los judíos europeos. En cuanto a lo relacionado con los capitalistas, las empresas buscaban emplear a estos trabajadores y así ayudaban a mantener bajos los salarios (y al mismo tiempo fomentaban el racismo). Sin embargo, se desarrolló una contradicción, la base social del movimiento sionista era la inmigración judía (muy basada en ayudar a los judíos fuera de Palestina) y, por lo tanto, existía un compromiso ideológico de proporcionar empleo a los inmigrantes judíos.

En 1921, David Ben-Gurion propusó un programa de crear sindicatos paralelos para los trabajadores árabes, de esta manera impedían que fueran utilizados para reducir los salarios judíos. Sin embargo, bajo el capitalismo, las contradicciones no desaparecerían y Ben-Gurion, gradualmente, llegó a la conclusión de la necesidad de la separación total de árabes y judíos, es decir, Palestina debía ser dividida.

A pesar de este papel reaccionario de la dirección del Histradut, sí hubo luchas conjuntas. Por ejemplo, en 1931 hubo una huelga conjunta de conductores, árabes y judíos, de autobuses y taxis contra los impuestos elevados que imponían los ocupantes británicos. Tanto los dirigentes del Histradut como del creciente movimiento nacionalista panárabe se opusieron rotundamente a esta huelga y fracasó. Otro acontecimiento de este período se puede encontrar en las luchas conjuntas de trabajadores árabes y judíos antes de la partición de Palestina.

Lamentablemente, estas luchas conjuntas fueron ejemplos aislados. El papel reaccionario del Histradut y de la Sociedad de Trabajadores Árabes Palestinos (un sindicato árabe formado debido a la exclusión de los trabajadores árabes del Histradut), además del papel traidor de los estalinistas en la Unión Soviética (¡que de manera oportunista oscilaron entre el antisemitismo gratuito y el apoyo al sionismo!), al final, sabotearon el potencial de la unidad en líneas de clase.

El Holocausto, los imperialistas y el estalinismo. La partición fue un crimen contra ambos pueblos

El Holocausto cambió considerablemente la dinámica. La matanza de seis millones de judíos provocó millones de refugiados en busca de patria. Muchos de éstos huyeron a Palestina. Sin embargo, a pesar de la propaganda sionista, hay que decir que el movimiento sionista no jugó un papel honrado con relación a la salvación de estas pobres almas. Mientras que los movimientos obreros de EEUU, Gran Bretaña y en otras partes organizaban campañas para abrir las fronteras de sus países a los refugiados judíos, el movimiento sionista y las direcciones comunitarias judías jugaron un papel pequeño, su interés estaba en poblar Palestina con judíos, no en salvar a los judíos de las cámaras de gas.

Tampoco los imperialistas británicos y norteamericanos fueron los «salvadores de los judíos». Constantemente se negaron a bombardear las líneas férreas que llevaban a los campos de exterminio, como también se resistieron enérgicamente a la inmigración judía a sus propios países, Gran Bretaña restringió duramente la inmigración judía a Palestina. El gobierno estadounidense desvió al célebre S.S. St. Louis, un barco lleno de refugiados que huían del terror nazi en 1939 (muchos de los refugiados al final murieron a manos de los nazis), y los británicos igualmente se negaron a permitir que el Struma llegara a Palestina en 1942 (el barco más tarde fue hundido por un submarino soviético).

Contrariamente a algunas ideas defendidas por la izquierda, ni los imperialistas británicos ni los norteamericanos dieron un respaldo incondicional al movimiento sionista (para más detalles ver: Algunas aclaraciones históricas sobre Israel/Palestina). Gran Bretaña primero prometió Palestina a los árabes (en 1916), después a los judíos (la famosa Declaración Balfour de 1917). Después siguió su histórica política imperialista (repetida, por ejemplo, en la India), intentaron mantener el control enfrentando a los diferentes pueblos de la región. En realidad, Gran Bretaña estaba en contra del surgimiento de un estado judío fuerte, ¡oficiales británicos estuvieron al mando de las unidades jordanas que atacaron a Israel en 1948! Lo Holocausto había provocado que judíos de todas las franjas políticas (incluidos… comunistas) emigraran a Palestina y los británicos temían que el Estado judío pudiera caer bajo la influencia soviética.

Asombrosamente, algunos estalinistas creen que Stalin fue un enérgico luchador contra el sionismo. ¡Esta idea no podría estar más alejada de la realidad! Mientras que Stalin era indulgente con el antisemitismo más repugnante (incluido el asesinato de muchos bolcheviques judíos), en realidad apoyó la partición de Palestina y la creación de un estado judío, creía que podría utilizarlo como un baluarte contra las monarquías árabes de influencia británica. La Checoslovaquia dominada por los soviéticos fue uno de las primeras naciones que armó al nuevo estado judío después de que las Naciones Unidas aprobaran la partición de Palestina.

Igualmente, EEUU al principio apoyó el embargo de Israel. Pero cambió su postura debido a sus maniobras contra el imperialismo británico, así se debilitaba la influencia británica en Oriente Medio. Aún así, Gran Bretaña y EEUU apoyaron (y dominaron) Israel sólo para impedir que la Unión Soviética extendiera su influencia a otros estados árabes, en particular a Egipto y Siria.

El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU votó la partición de Palestina en un estado árabe y otro judío. Gran Bretaña aceptó la retirada gradual de Palestina cediendo el control a la ONU. No obstante, como hemos visto, EEUU ya estaba maniobrando para fortalecer sus propios intereses. La ocupación británica de Palestina se había caracterizado por la constante violencia entre bandas judías y árabes, entre las guerrillas judías y el ejército británico (en 1946 el Irgun, un grupo guerrillero judío hizo estallar el Hotel Rey David, donde se alojaba el mando militar británico, en el atentado murieron 92 personas). En 1948 estos conflictos desembocaron en una guerra a gran escala. Como ya hemos visto, más de 700.000 palestinos huyeron o tuvieron que abandonar sus casas debido a la presión de la Fuerza de Defensa Israelí (FDI) y las milicias judías, y más de 600.000 judíos salieron o tuvieron que abandonar sus hogares en todo el mundo árabe. Mientras que los judíos más tarde se convertiría en ciudadanos de Israel (hay que admitir que formarían el sector más pobre de la sociedad), los palestinos aún siguen siendo refugiados.

Las secuelas

Cuando la Unión Soviética extendió su influencia sobre Egipto y Siria, Israel se fue convirtiendo cada vez más en un baluarte importante del imperialismo estadounidense en la región. La Guerra Fría transformó Oriente Medio en un campo de batalla y la corta historia de Israel ha sido sangrienta. Desde la caída de la Unión Soviética, Israel ha sido una parte clave de los intentos norteamericanos de mantener el control sobre la región. La pobreza en Israel también ha aumentado. El capitalismo no ha conseguido crear una sociedad próspera para los judíos de Israel. Los pensionistas se ven reducidos a comer la fruta podrida tirada por los supermercados al final del día, los funcionarios llevan más de un año sin cobrar y los estudiantes están asfixiados por el aumento de las tasas y la deuda.

En cuanto a los palestinos, continúan viviendo como refugiados en los Territorios Ocupados, en Líbano y Jordania, confinados a los márgenes de la sociedad. Décadas de campaña guerrillera por parte de distintos grupos pequeño burgueses alrededor de la Organización de Liberación para Palestina, no han conseguido liberar a este pueblo, en realidad, los dirigentes de la OLP se han transformado (como ocurre en Irlanda con el Sinn Fein) en colaboradores del peor tipo. Hamás no puede proporcionar tampoco una alternativa a los palestinos.

Por lo tanto, es acertado concluir que el sionismo ha fracasado totalmente para los pueblos de Israel y Palestina. ¿Qué ha hecho por los judíos en occidente? A pesar de la relativa prosperidad económica de los judíos en occidente (por ejemplo, en Gran Bretaña casi el 60 por ciento de los hombres judíos y el 30 por ciento de las mujeres trabajan en ocupaciones de «dirección y profesionales», mucho más que en otros grupos religiosos [ii]), pero aún se producen ataques violentos contra los judíos y en realidad van en aumento. Muchos de estos ataques son de jóvenes musulmanes impactados por las imágenes de televisión que muestran el sufrimiento de los palestinos y alentados por líderes religiosos reaccionarios para que ataquen a sus vecinos judíos.

Además, una parte del discurso política respetable se centra en teorías conspirativas sobre el dominio judío, particularmente del gobierno estadounidenses (El informe Mearsheimer y  Walt de 2006, por ejemplo, se propone demostrar que el lobby judío dirige la política norteamericana en Oriente Medio en contra de los intereses estratégicos de EEUU). La realidad es que el antisemitismo aún juega un papel política porque la cuestión judía se ha transformado en una cuestión nacional (algo que Marx no podía esperar cuando pronosticó que los judíos se liberarían del antisemitismo cuando se emanciparan económicamente). El regalo del sionismo al pueblo judío es una continuación del antisemitismo.

¿Hay solución?

El capitalismo, con su historia de enfrentar a distintos grupos étnicos y religiosos entre sí en busca de salarios más bajos no es una solución. Tampoco se puede tener fe en las maniobras de las potencias imperialistas y en sus presuntos «planes de paz», que llevarían a un batustán palestino débil (como los guetos del apartheid sudafricano que realmente servían para reserva de mano de obra barata para el capitalismo sudafricano) bajo el talón económico de Israel, y supondría la continuación de la explotación de los trabajadores árabes y judíos.

Algunos sectores de la izquierda pequeño burguesa apoyan el fundamentalismo islámico, defienden  la destrucción de Israel y su sustitución por una Palestina árabe (posiblemente islámica). Obviamente no podemos apoyar esta postura. Para empezar tendría consecuencias desastrosas para los judíos de Israel, que se convertirían en una minoría perseguida en un estado árabe/islámico. En segundo lugar, una Palestina capitalista, incluso una Palestina capitalista árabe/islámica, sería incapaz de sacar al pueblo palestino de la pobreza. El capitalismo reduce los salarios y empeora las condiciones de vida, no lo mejora en nada. En tercer lugar, Israel tiene la maquina militar más grande de Oriente Medio. Aunque las tácticas de guerrilla han tenido cierto éxito y han derrotado una agresión israelí (la victoria de Hezbolá en 2006 es un ejemplo), destruir el estado de Israel es algo completamente diferente.

En última instancia, los únicos aliados que tienen los trabajadores y pobres, tanto israelíes como árabes, son ellos mismos. El maravillo movimiento de los trabajadores en Egipto demuestra que se puede desafiar el poder del capitalismo y el imperialismo. Sólo la unidad en la lucha revolucionaria contra el enemigo común, la vampírica clase capitalista y sus maestros imperialistas, es lo que puede hacer que los trabajadores de Palestina, Israel y todo Oriente Medio transformen la sociedad en algo mucho mejor.

 

[i] Israeli – Palestinian ProCon.org – Estadísticas de población

[ii] La segunda cifra está en National Statistics – Employment Pattern