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gaza_massacre_latuff.jpgEstamos entrando en otro ciclo de violencia entre la clase dominante israelí y Hamás. Estos ciclos comenzaron con la apertura de Israel a la OLP en 1994. Cada ciclo provoca en Israel una respuesta más violenta.

La semana pasada, en un ataque sorpresa, la fuerza aérea israelí entró en la Franja de Gaza y comenzó el ataque. El sábado, la fuerza aérea estuvo acompañada por los ataques de la armada, la entrada de tanques y soldados en la franja, provocando una muerte y destrucción de dimensiones horribles. Hasta ahora, la lista de muertos palestinos está en 526 personas, con 2.500 heridos. Los portavoces israelíes, en particular el ministro de defensa Ehud Barak, nos recuerda que «sólo es el principio». Los medios de comunicación israelíes se regocijan insistiendo en que la «mayoría» de las víctimas son soldados de Hamás. No sabemos exactamente cómo definir un «soldado de Hamás», pero el hecho de que 107 de las víctimas asesinadas fueran niños hace que nos cueste creer este tipo de excusas. La naturaleza de este ataque es evidente. Parece ser que desde la guerra de 1967 Israel no utilizaba este tipo de ataque aéreo masivo. gaza_massacre_latuff.jpg

 

Este ataque estuvo precedido por una serie de maniobras engañosas por parte de Israel para pillar por sorpresa a Hamás. Israel seguía con la pretensión de mantener negociaciones sobre el alto el fuego e incluso permitió la entrada de mercancías en Gaza. Este engaño no debería sorprender a nadie que conozca la forma de pensar de Ehud Barak, utilizó las mismas tácticas engañosas para tranquilizar la situación con los colonos derechistas judíos de Hebrón antes de evacuarles por la fuerza.

 

Un político en una posición tan alta normalmente no utiliza estas tácticas a menos que esté desesperado. La desesperación de Barak es lo que está detrás de este ataque sin precedentes. Aparentemente el ataque llegó en un momento especial para Barak, porque podría ayudarle a mejorar su posición en las encuestas ante las próximas elecciones generales. Estas encuestas mostraban que su partido podría recibir en las próximas elecciones el menor número de votos conseguidos hasta la fecha. Durante mucho tiempo Barak retrasó el ataque para no dar la impresión de que actuaba bajo la presión de sus oponentes. Quería llevarse él todos los honores. Barak planea basarse en una ola de sangre palestina para conseguir un mayor número de escaños en el parlamento.

 

En muchos sentidos, este ataque guarda similitudes con el fiasco libanés de 2006. También es un fracaso asombroso para Israel desde el mismo momento en que se gestó en las mentes retorcidas de Barak y sus generales. Como en Líbano, también aquí el ejército no ha conseguido detener los cohetes lanzados sobre Israel. Hamás lanzó cientos de ellos ininterrumpidamente, asesinando a 3 israelíes en un día e hiriendo a varios. Tampoco sería sorprendente si lo que quiere el ejército es incitar a los israelíes contra los palestinos y mantener su apoyo para esta operación. Como en Líbano, también aquí la operación no tiene un propósito concreto. Es obvio que no puede destruir a Hamás, que seguramente se rearmará dentro de unos meses cuando termine la operación. Todo apunta a un ataque de violencia aleatoria por parte del ejército y sin otra razón obvia que la simple venganza. La diferencia entre esta operación y la libanesa es que ahora los medios de comunicación están llenos de alabanzas al ministro de defensa y al ejército.

 

 

Colaboración con el imperialismo

 

¿Cómo explicar una situación donde han agitado tanto a las masas israelíes como para crearles una situación mental vegetativa y miope cuyo objetivo es «vengarse» de los palestinos? No se debería subestimar es la psicología belicista de la elite dominante israelí que ha estado inculcando a las masas israelíes. Los medios de comunicación, el ejército y los políticos han estado colaborando para dar la impresión de que el lanzamiento de cohetes desde Gaza ha convertido los asentamientos israelíes en algo similar a una zona de guerra. En realidad, desde 2004, mucho antes del inicio de esta operación militar, el número de israelíes asesinados por estos cohetes es inferior a 15. Para situar las cosas en perspectiva, el número de trabajadores israelíes muertos en accidentes laborales en este mismo período fue 10 veces superior a ese número. Este dato también es similar al número de israelíes que mueren en accidentes de tráfico en menos de dos semanas. Si Barak realmente quiere proteger las vidas israelíes a través de métodos militares, debería movilizar a la fuerza aérea contra la burguesía israelí y los burócratas estatales responsables de la seguridad en el transporte y no contra las masas palestinas.

 

El ejército convierte la vida de los israelíes de los asentamientos colonos de Gaza en algo realmente temeroso. Les induce un sentimiento de pánico utilizando para ello medios como las sirenas, medidas arbitrarias de «defensa» como agacharse y ocultarse, obligando a la población a refugiarse en los refugios antiaéreos, todo como respuesta a unos cohetes que representan una amenaza mínima para la seguridad. Todo este horror está diseñado con un objetivo: hacer que los israelíes corrientes apoyen la continuidad del control de Israel sobre Gaza, y  de esta manera presionar o ayudar a políticos elegidos democráticamente para que sigan la línea que corresponde con los intereses imperialistas. gaza_protest04.jpg

 

En la actual crisis económica, el control de Gaza es crucial para el imperialismo israelí, más aún que durante la primera insurrección palestina de 1987. Sobre todo, satisface el hambre que tiene el ejército de gasto en armamentos. El ejército y los políticos bajo su influencia, han demostrado estar muy dispuestos a hacer la guerra en cualquier período cuando sus prerrogativas fiscales están en peligro.

 

Lo más crucial para el imperialismo israelí, sin embargo, es mantener la estabilidad de la OLP «moderada» en Cisjordania que proporciona a Israel numerosos recursos en términos de una de las manos de obra más baratas del mundo, un mercado cautivo del que depende la absorción del excedente israelí, además de la tierra y el agua que necesita desesperadamente Israel. Eso requiere «pacificar» Gaza para garantizar que el terrorismo no se desliza a Cisjordania y socava el régimen de la OLP.

 

Esto no quiere decir que Gaza no tenga ningún valor para Israel. A pesar de sus masivos niveles de pobreza, la realidad es que las masas de Gaza dependen de las mercancías que llegan desde Israel y que da a los capitalistas israelíes una ventaja en cuanto se trata de un mercado cautivo, es decir, como perspectiva a largo plazo. Esto también podría explicar por qué el ejército israelí ha hecho muchos esfuerzos para destruir los túneles por los que se pasaban mercancías de contrabando procedentes de Egipto y que fueran los primeros objetivos de la operación.

 

 

¿Qué quiere Hamás?

 

A diferencia del reduccionismo económico del sentido común que muchos en la izquierda comparten, los grupos terroristas no sólo nacen de la pobreza. Como en el caso de la OLP, Hamás tiene su origen en la pequeña burguesía palestina. Utilizan a las masas y su sufrimiento sobre todo como un instrumento para conseguir sus intereses de clase que en este contexto incluyen puestos y empleos más lucrativos. Después de que Israel coaptara a la OLP, colaborando con empleos creados especialmente para miembros de la OLP (los empleos creados bajo la capa de la «Autoridad Palestina»), Hamás quería también su pedazo de pastel.

 

Comenzó reuniendo el apoyo de muchos palestinos frustrados ante la traición de la OLP, utilizando entre otras cosas actos terroristas de venganza contra los israelíes. Al mismo tiempo, utilizaba tácticas similares al terrorismo para convencer a Israel de que se sentara a negociar, corriendo el riesgo de la venganza militar, más que diplomática, de Israel.

 

Como la clase dominante israelí, Hamás también se beneficia de la ocupación. La utiliza para conseguir apoyo por los mismos métodos populistas de la retórica y acciones violentas utilizadas por los políticos israelíes. También disfruta de los beneficios políticos y económicos a través del control del contrabando de mercancías en Gaza, como Israel, es decir, se beneficia también del mercado cautivo de Gaza.

 

En esta situación algunos en la izquierda internacional sienten la tentación de apoyar a Hamás. Normalmente dicen que a pesar de la ideología reaccionaria de Hamás, se debe apoyar debido a su «lucha progresista contra el imperialismo israelí». La locura de esta idea resulta obvia si analizamos a Hamás desde un punto de vista materialista y nos preguntamos ¿qué ocurriría si Hamás ganase este conflicto? ¿Debilitaría al imperialismo israelí como pretenden los idealistas de izquierdas? Una victoria de Hamás sólo podría significar que Israel tendría que negociar con ella y dar concesiones políticas similares a las que tiene la OLP. La relación imperial de Israel hacia los palestinos podría adoptar una forma distinta, pero seguiría intacta. Como bajo el capitalismo Palestina no puede estar totalmente separada de Israel y siempre dependerá de este país, un movimiento de liberación nacional que se limite a luchar dentro de los límites del capitalismo no puede ir en ninguna otra dirección.

 

Además, los líderes burgueses y pequeño burgueses del movimiento de liberación nacional normalmente tienden a empujar al proletariado de la nación oprimida para que acepten su dirección, porque son conscientes del poder político de los trabajadores. Fue esta alianza entre los trabajadores sudafricanos y los dirigentes del ANC (Congreso Nacional Africano) lo que derribó el régimen del apartheid. Pero aquí Hamás ha hecho muy pocos esfuerzos para conseguir una alianza con los trabajadores palestinos. Hasta el momento lo que ha hecho sobre todo es acosar a sus sindicatos. Así que Hamás sólo tiene el poder del terrorismo y los enfrentamientos con el ejército israelí para conseguir concesiones de Israel. Se basa en un junco roto y sus credenciales «antiimperialistas» parecen algo exageradas.

 

 

¿Hay salida?

 

Estamos entrando en otro ciclo de violencia entre la clase dominante israelí y Hamás. Estos ciclos comenzaron con la apertura de Israel a la OLP en 1994. Cada ciclo provoca en Israel una respuesta más violenta. Sin embargo, el ejército no tiene intención de mantenerse durante mucho tiempo enredado en Gaza. Esta operación podría ser un poco más larga y mucho más violenta que la de sus predecesores porque la campaña electoral de Barak tiene esto en consideración. Aunque también es cierto que una vez termine, la operación siempre deja tras de sí los requisitos previos para la siguiente operación.

 

El chovinismo sionista que caracterizó los primeros días de la operación, poco a poco es sustituido por el miedo a otra debacle como la de Líbano. Los periodistas preguntan constantemente a los líderes políticos y militares por los objetivos reales que pretende conseguir esta operación. Las respuestas son siempre vagas e ilusorias, como «cambiar radicalmente la situación de disuasión». En ese contexto, el anuncio que hizo Barak el sábado era especialmente alarmante. Dijo que la operación sería larga y que costaría numerosas víctimas. Nadie sabe el porqué de esta operación, pero sí será un peligro para la futura estabilidad del sistema político israelí: después de que desaparezca el chovinismo, la lista de muertes aumentará y las masas comenzarán a hacerse muchas preguntas.

 

Para consternación de la clase dominante israelí, miles de judíos y palestinos se manifestaron contra la guerra este sábado en Tel Aviv. Este es un hecho sin precedentes. En la guerra libanesa costó dos meses de conflicto sangriento para que apareciesen las primeras protestas. Los manifestantes son constantemente acosados por contra-manifestantes sionistas que demuestran estar muy asustados por el incipiente movimiento de protesta israelí. Por ahora es pequeño, pero los sionistas son conscientes de que se trata de la verdadera clave de su caída.

 

En muchas ocasiones hemos repetido que no puede haber solución alguna dentro de los límites de la política burguesa, ni para este ni para cualquier otro conflicto político importante en el mundo. No obstante, por ahora Israel y Palestina están privados de cualquier otra forma de política. Mientras persista esta situación continuarán estos ciclos de violencia. Podemos estar seguros, a partir de la imposibilidad de una solución a esta situación bajo el capitalismo, surgirán nuevas fuerzas políticas en ambos lados. La naturaleza de estas fuerzas es imposible de prever en esta etapa. Pero si no se basan en la colaboración revolucionaria de los trabajadores y pobres, palestinos e israelíes, contra sus mutuos opresores, no habrá ningún cambio progresista dentro de las fronteras palestino-israelíes.