represion_honduras.jpg

represion_honduras.jpgEl lunes 21 de septiembre a las 11 de la mañana se confirmó que Mel Zelaya, el presidente legítimo de Honduras, estaba en la capital Tegucigalpa, alojado en la embajada brasileña. El presidente Zelaya hizo un llamamiento a la población para que saliera a protegerle y decenas de miles han respondido. Fue derrocado por un golpe de estado militar y perpetrado por la oligarquía el 28 de junio y durante 86 días los trabajadores, campesinos y jóvenes, el pueblo de Honduras, han mantenido una lucha heroica contra el golpe enfrentándose a la represión, a los asesinatos selectivos, a las detenciones masivas y al bloqueo de los medios de comunicación. Sólo la resistencia de las masas, dirigidas por el Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe, hizo posible el regreso de Zelaya al país el 21 de septiembre. Ni las maniobras diplomáticas, ni la presión de los distintos organismos internacionales (que en el mejor de los casos ha sido tímida) sobre el régimen. 

El lunes 21 de septiembre a las 11 de la mañana se confirmó que Mel Zelaya, el presidente legítimo de Honduras, estaba en la capital Tegucigalpa, alojado en la embajada brasileña. El presidente Zelaya hizo un llamamiento a la población para que saliera a protegerle y decenas de miles han respondido. Fue derrocado por un golpe de estado militar y perpetrado por la oligarquía el 28 de junio y durante 86 días los trabajadores, campesinos y jóvenes, el pueblo de Honduras, han mantenido una lucha heroica contra el golpe enfrentándose a la represión, a los asesinatos selectivos, a las detenciones masivas y al bloqueo de los medios de comunicación. Sólo la resistencia de las masas, dirigidas por el Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe, hizo posible el regreso de Zelaya al país el 21 de septiembre. Ni las maniobras diplomáticas, ni la presión de los distintos organismos internacionales (que en el mejor de los casos ha sido tímida) sobre el régimen. 

El regreso de Zelaya tomó al régimen totalmente por sorpresa. Primero negaron las noticias de que el presidente había regresado al país. Pero las imágenes de él en la embajada brasileña ya se habían publicado en los medios de comunicación de todo el mundo. Miles se han congregado a las afueras de la embajada y Zelaya se ha dirigido a la multitud con el grito de batalla: «¡Patria, restitución o muerte!» Durante más de cinco horas no hubo respuesta oficial del régimen de Micheletti. A las 5 de la tarde hora local, Micheletti dio una rueda de prensa, rodeado por representantes de la clase capitalistas y exigió que Brasil entregara a Zelaya para llevarle a juicio. Él ya había anunciado un toque de queda desde las 4 de la tarde hasta las 6 de la mañana del día siguiente (que después amplió hasta las 6 de la tarde del jueves). Esto provocó pánico y los trabajadores del sector público y privado abandonaron sus puestos de trabajo y regresaron a sus hogares. 

El régimen está claramente intentando utilizar la represión para detener el movimiento. Las fuerzas armadas en una declaración separada anunciaron que defenderían el «orden constitucional» (es decir, el golpe ilegítimo), «incluso si eso significa pérdidas de vidas». Se ha desconectado la red de telefonía móvil, las emisoras de radio de la posición han sido cerradas y han dejado de emitir, el ejército ha tomado los cuatro aeropuertos del país y los ha cerrado.

honduras2.jpgPero el entusiasmo creado por el regreso de Zelaya después de 86 días de resistencia de masas no se puede detener con la represión. Es probable que estemos presenciando los últimos días del golpe. A final de la tarde una masiva multitud de 50.000 personas, desafiando el toque de queda, ya se había reunido en los alrededores de la embajada brasileña y Zelaya se estaba reuniendo con los dirigentes de la resistencia. El ambiente era de júbilo y las calles estaban llenas de risas y celebraciones. En el barrio obrero de Kennedy, 3.000 personas también desafiaron el toque de queda, manifestándose hasta la media noche. Escenas similares se han repetido por todo el país. 

Sin embargo, se debe poner una nota de advertencia. La lucha no ha terminado. Los golpistas aún están en el poder y controlan el aparato del estado (incluido el ejército y la policía). Si el golpe es derrocado por una insurrección popular tienen mucho que perder y por lo tanto recurrirán a medidas desesperadas para mantenerse en el poder. 

Por otro lado, sectores de la oligarquía y sobre todo el imperialismo norteamericano rápidamente intentará llegar a un acuerdo negociado, para salvar lo que puedan. Washington ya ha insistido en que la salida es el «Acuerdo» de San José, que como hemos explicado, ataría de pies y manos a Zelaya y da a la oligarquía lo que quería conseguir a través del golpe. ¡Debe ser rechazado! No debe haber amnistía para los golpistas. La voluntad del pueblo se debe expresar democráticamente en unas elecciones libres y democráticas a una Asamblea Constituyente Revolucionaria, no las elecciones amañadas preparadas para el 29 de noviembre por los golpistas. 

Se ha convocado una reunión de emergencia de la OEA para discutir los acontecimientos, se ha aprobado una resolución reafirmando el Acuerdo de San José. No obstante, tanto Nicaragua como Venezuela votaron en contra y manifestaron su protesta. El embajador nicaragüense dijo que había hablado con Zelaya y que ésta también rechazaba el acuerdo de San José, que anteriormente había aceptado. Eso es correcto y debe ser aplaudido. Otros gobiernos latinoamericanos deberían presionar para seguir la misma línea (comenzando con Bolivia, El Salvador y Ecuador). 

En las próximas horas podemos esperar frenéticas negociaciones para salvar la legalidad capitalista y las cabezas de los golpistas más destacados y sus seguidores en la clase capitalista, combinado con intentos de disolver el movimiento con represión. 

Las masas han dado el último golpe al régimen. El Frente Nacional ha hecho un llamamiento para una manifestación nacional a la capital que podría ser mucho mayor que la manifestación histórica de principios de julio cuando Zelaya intentó regresar en avión. Eso debería ir acompaña por una huelga general con ocupaciones de los centros de trabajo. Los trabajadores deben convertirse en los dueños de la situación. SI el régimen apaga las emisoras de radio, los trabajadores deben volver a encenderlas. Si el régimen corta la cobertura de los teléfonos móviles, los trabajadores de telecomunicaciones deben restaurarla. Los sindicatos de profesores ya han convocado una huelga que empezará el martes por la mañana. Los comités de vecinos, locales y regionales del frente deben tomar el control de la situación y coordinar sus acciones a través de representantes elegidos democráticamente, así se puede crear un poder alternativo al del ilegítimo régimen golpista. 

Debería hacerse un llamamiento claro a las filas del ejército y la policía para que se nieguen a cumplir las órdenes. Zelaya ya les ha pedido que vuelvan sus armas contra sus oficiales. Esto debe ser apoyado por la presión de las masas en las calles y fuera de los barracones militares. Al mismo tiempo, el movimiento debe defenderse contra las provocaciones y la represión. Se han levantado barricadas a las afueras de la embajada brasileña. También se deberían organizar escuadrones armados de defensa. 

Las próximas horas serán decisivas. La correlación de fuerzas está al lado de las masas. Pueden asestar el último golpe al régimen golpista y comenzar la construcción de un nuevo régimen político basado en la organización de las masas. Una asamblea constituyente revolucionaria convocada bajo la autoridad del Frente Nacional de Resistencia es la manera de poder satisfacer las aspiraciones de las masas. 

¡No al golpe de estado! 

¡Huelga general, manifestación en Tegucigalpa e insurrección popular! 

¡Por una asamblea constituyente revolucionaria!