Ayer el gran ayatolá Alí al Sistani consiguió un acuerdo para acabar con el conflicto de Nayaf que duraba ya más de tres semanas. Al Sistani de repente regresó a Irak después de pasar las últimas tres semanas en Londres para recibir tratamiento médic Ayer el gran ayatolá Alí al Sistani consiguió un acuerdo para acabar con el conflicto de Nayaf que duraba ya más de tres semanas. Al Sistani de repente regresó a Irak después de pasar las últimas tres semanas en Londres para recibir tratamiento médico y durante toda esta crisis ha guardado absoluto silencio. El resultado fue que su popularidad comenzó a decrecer y que Muqtada al Sadr, el líder de la lucha de Nayaf, cada vez se hacía más popular.

La situación llegó a ser crítica. El prolongado conflicto de Nayaf ha conseguido desacreditar aún más al gobierno interino de Allawi. La disyuntiva era dejar el control de Nayaf a al Sadr o enviar a las tropas para aplastar la rebelión. Las fuerzas estadounidenses parecían decididas a aplastar la milicia de Sadr, pero al mismo tiempo, durante la crisis, se pudo ver que estaban aterrorizados ante la posibilidad de dañar el lugar sagrado y que esto encendiese la mecha que provocara aún más resentimiento entre todos los musulmanes.

Pero esto es lo que ocurrió precisamente el martes de esta semana. Un avión norteamericano lanzó uno de los ataques más violentos contra los militantes chiítas que se encontraban en la mezquita del Imán Alí de Nayaf. Según algunas informaciones el ataque dañó la cúpula dorada, uno de sus minaretes y la pared externa. Ahora se puede ver un gran agujero en la cúpula. Los estadounidenses dijeron que los daños eran obra de la milicia chiíta que se encontraba dentro de la mezquita. Se trataba de un intento de desviar la atención del ejército estadounidense y evitar así más furia por parte de las masas iraquíes. Las mas no se creyeron esta burda mentira y consideran el ataque una profanación de uno de los lugares islámicos más sagrados. Esto sólo servirá para enfurecer aún más a la población local y fortalecer su determinación para luchar contra las fuerzas ocupantes.

Los estadounidenses han dicho que su plan era echar a los milicianos que apoyan al clérigo chiíta Muqtada al Sadr y dejar el control de la mezquita en manos de las fuerzas iraquíes. Es más fácil decirlo que hacerlo. En una situación similar ocurrida el pasado mes de abril, muchos de los policías iraquíes desertaron antes que luchar contra sus propios compatriotas. Algunos incluso se pasaron al ejército de Mehdi de al Sadr. Durante esta crisis se han podido ver escenas similares. Funcionarios del Ministerio de Defensa anunciaron recientemente que cien soldados y guardias nacionales iraquíes se habían negado a luchar contra el ejército de Mehdi. Un batallón entero en Nayaf abandonó sus armas y se negó a luchar.

Esto demuestra que los estadounidenses sólo pueden basarse en sus propias fuerzas. Aunque han intentado crear una especie de policía iraquí, no pueden contar con la posibilidad de que sea una fuerza de lucha seria contra los insurgentes iraquíes. No están dispuestos a luchar contra sus compatriotas. Esto demuestra lo que hemos explicado en otras ocasiones: no existe lo que se llama soberanía iraquí. El estado en última instancia está formado por cuerpos de hombres armados, como explicó Engels hace mucho tiempo, y ¡en Irak estos cuerpos de hombres armados son norteamericanos!

Es ridículo pensar que fue el gobierno iraquí quien ordenó a los norteamericanos atacar a los milicianos que se encontraban en la ciudad sagrada de Nayaf. Sería más correcto decir que fueron los estadounidenses quienes dieron la orden al gobierno iraquí. De esa forma puede quedar muy bonito ante la opinión pública internacional, los estadounidenses pueden ocultarse detrás de la gran hoja de parra de “servir al gobierno de Iraq”, en lugar de presentarse abiertamente como los opresores imperialistas. Sin embargo, ni un niño de seis años puede creerse esta propaganda.

El problema es que este escenario ha encendido el fuego por todo Irak. En lugar de pacificar y estabilizar el país lo que han conseguido es empeorar las cosas para el gobierno Allawi y el imperialismo norteamericano. Por eso al Sistani ha acudido en su ayuda.

Antes de su regreso, al Sistani ya estaba claramente colaborando con el gobierno interino y los imperialistas. Su salida de Irak durante tanto tiempo, mientras continuaba la lucha en Nayaf y otras ciudades, fue vista como dar mano libre al gobierno de Allawi y EEUU para que se ocuparan de los insurgentes en la mezquita de Alí. Pero la fuerza bruta por sí sola no puede solucionar la crisis. Al Sistani tuvo que regresar.

La importancia de la tumba del Imán Alí

La mezquita del Imán Alí es el lugar más sagrado del Islam chiíta y quien la controla también tienen el control de la población chiíta de Irak. Durante la ausencia de al Sistani, la popularidad de al Sadr creció. Al Sadr está en territorio iraquí y lucha contra los imperialistas, mientras que se considera que al Sistani ha abandonado Nayaf. Por esa razón regresó rápidamente e intentó recuperar el control de la situación y mantener su autoridad. El hecho de que el miércoles el gobierno de Allawi hiciera una declaración alabando a al Sistani demuestra que le estaban esperando.

Contrariamente a lo que se podría pensar, el clero islámico no está demasiado contento con el desarrollo de la situación. El clero forma parte de la elite privilegiada, aunque algunos de ellos tuvieran malas relaciones con el régimen de Sadam Hussein. Ellos quieren un movimiento que puedan controlar y no uno que venga desde abajo y comience a dictar al clero que debería hacer.

Al Sistani, a pesar de su colaboración con el imperialismo, durante algún tiempo ha sido la figura más popular de Irak. Se encuentra en la cima de la jerarquía de los ayatolás de Iraq, la mayor autoridad religiosa y por lo tanto tiene una gran influencia sobre la población chiíta. También es considerado un moderado y su gran influencia sobre los chiítas es vista como un elemento clave en el proceso de pacificación del país. Esto significa que a pesar de la retórica en la práctica está colaborando con el gobierno y, por lo tanto, con los estadounidenses. Esto explica porque el discurso más radical de al Sadr ha comenzado a crecer en popularidad.

Lo que ahora estamos presenciando es una lucha dentro del clero chiíta para conseguir el control. Este conflicto implica fuerzas de masas. Ayer al Sistani se dirigió a cientos de miles de sus seguidores en la ciudad de Nayaf y en la mezquita del Imán Alí. Al Sistani ha conseguido ahora un acuerdo y parece poner fin a la actual lucha de Nayaf, aunque se sigue luchando en otras ciudades, como es el caso de Kufa.

Una de las condiciones clave que exigía el gobierno era el desarme del ejército Mehdi, condición aceptada por al Sadr. Este último está de acuerdo en evacuar la mezquita y a cambio tendrá algún papel político. Pero la milicia, el ejército Mehdi, se niega a disolverse. Así que, aunque la crisis de Nayaf por ahora parece haberse solucionado, el problema subyacente continúa.

La escalada reciente del conflicto armado entre los luchadores de la resistencia en Irak y las fuerzas ocupantes, que comenzó a principios de agosto, y la escala de la violencia, demuestran las enormes dificultades a las que se está enfrentando el imperialismo norteamericano para “pacificar” y establecer alguna forma de gobierno del país.

Debemos recordar que la lucha no estaba aislada en Nayaf. Durante el mes de agosto se ha producido una intensa lucha en el barrio de Sadr City de Bagdad, en la ciudad sureña de Basora, en Nasiriya y Samarra, al norte de Bagdad, y en otras ciudades. La lucha incluye tanto a la comunidad sunnita como a la chiíta. No se trata de un conflicto entre iraquíes, era y sigue siendo una lucha contra el agresor imperialista.

El alcance de la lucha se puede ver en que cientos de milicianos y civiles han sido asesinados. Esto no es sorprendente si consideramos que las fuerzas estadounidenses han utilizado bombarderos F 16, AC 130 y helicópteros Apache para bombardear, y asesinar, a los milicianos mal equipados y entrenados. Militarmente es una lucha entre David y Goliat. Pero a pesar de la aplastante superioridad del ejército estadounidense y sus aliados, se están enfrentando a una situación muy difícil. Esto se explica por el hecho de que están intentando someter a todo un pueblo que no les quiere allí.

Todo un pueblo, una vez movilizado, no se puede someter sólo con la fuerza bruta. Por eso han tenido que descartar un conflicto armado abierto para tomar la mezquita y en su lugar han utilizado los servicios del ala moderada del clero islámico. Esta no es una buena situación. En la medida que esta ala tiene influencia sobre la mayoría es posible mantener un equilibrio inestable, pero las masas apoyarán a Sistani en la medida que crean que es la mejor de las soluciones para la crisis actual. Pero colaborando con el gobierno y el imperialismo no puede haber solución duradera a los problemas que se enfrenta la población iraquí, y por lo tanto la situación no puede mantenerse así para siempre. Las masas volverán de nuevo a entrar en acción.

La resistencia del ejército Mehdi de Muqtada al Sadr en y alrededor de la mezquita del Imán Alí en Nayaf es un símbolo. Se ha convertido en un punto de referencia para todos los guerrilleros de Irak. Durante tres semanas han contenido a las tropas estadounidenses. Ahora al Sadr ha aceptado el acuerdo propuesto por al Sistani. Puede decir que ha luchado contra los imperialistas, puede decir que no ha luchado contra sus hermanos musulmanes, en ese sentido, aunque se haya visto obligado a llegar a un acuerdo, su posición ha salido fortalecida. Y esto es algo a tener en cuenta en el futuro.

La naturaleza de Muqtada al Sadr

Independientemente del actual resultado de Nayaf, lo que si permanece es el deseo de la población iraquí de dirigir su propio destino. Quieren que los imperialistas se vayan. La tragedia de la situación es que el movimiento obrero iraquí, debido principalmente a las limitaciones de la dirección de los dos grandes partidos comunistas (Partido Comunista Iraquí y Partido Comunista de los Trabajadores de Iraq), no está dirigiendo el movimiento de resistencia. Para un análisis más detallado de la situación recomendamos a nuestros lectores que lean nuestro artículo anterior: ¿Qué papel está jugando la clase obrera iraquí en el movimiento de resistencia? Pero la población iraquí, especialmente las capas más pobres de la sociedad, no pueden esperar a que los dirigentes de la izquierda asuman su papel correcto y por esa razón se vuelven hacia la única fuerza seria organizada: el clero islámico.

Sin embargo, aquí reside la contradicción entre las aspiraciones de las masas pobres y la naturaleza reaccionaria del clero islámico, incluso de su ala más radical. Muqtada al Sadr es uno de estos líderes radicales. Su base de apoyo procede de las capas más pobres de la sociedad, los que “no tienen nada” como les gusta llamarles a algunos comentaristas burgueses. En Irak los “que no tienen nada” se cuentan por millones. El suburbio de Sadr City en Bagdad es un ejemplo del tipo de base de apoyo que tiene Sadr. Lo mismo se puede decir de la ciudad de Kufa, cerca de Nayaf.

Al Sadr en más de una ocasión -incluso antes de la intervención de al Sistani- ha demostrado su disposición a transformar su ejército Mehdi en un movimiento político, un partido político, y participar en el intento de estabilizar el país. Esta en realidad es una de las exigencias que ha planteado el gobierno, junto con el desarme del ejército Mehdi. Pero Sadr siempre ha insistido en que estaría dispuesto a emprender este camino en la medida que las otras fuerzas políticas también defiendan la salida de suelo iraquí de las fuerzas estadounidenses.

Aquí también vemos el dilema al que se enfrenta el gobierno Allawi. Podría conseguir el apoyo de dirigentes como al Sadr que tiene su base dentro de los sectores más explotados de la sociedad, algo de lo que carece el gobierno iraquí. Pero Sadr tiene esta base en la medida que se opone a la ocupación de Irak. Si él apoya abiertamente al gobierno comenzaría a perder ese apoyo. ¡El círculo no se puede cuadrar!

Resulta irónico que el movimiento de Sadr no comenzara inicialmente como un grupo armado. Se formó como un organismo de bienestar social-político. Comenzó con una red de apoyo a los pobres, se estructuraba alrededor de las mezquitas chiítas en las zonas pobres de Bagdad y otras ciudades. Al mismo tiempo inició una campaña consistente contra la presencia de las tropas extranjeras en Irak. Publicaba un periódico semanal que fue prohibido el 28 de marzo. Sólo entonces este movimiento adoptó la lucha armada. Los estadounidenses hicieron esto a pesar de que el periódico tenía sólo una circulación limitada de unos 20.000 ejemplares.

Los estadounidenses no estaban dispuestos a tolerar ninguna forma de oposición a su ocupación de Irak. Incluso hasta hace unos días, cuando el “gobierno” estaba intentando algún acuerdo en Nayaf, los norteamericanos no mostraban ningún tipo de interés. Querían aplastar el movimiento de al Sadr. El problema para los norteamericanos era que el movimiento de Nayaf no estaba -y no lo está- controlado únicamente por un hombre. Al Sadr es dirigido y dirige al mismo tiempo. Una cita del periódico británico The Economist (14/8/2004) nos da una idea de la relación que existe entre al Sadr y sus seguidores:

“Al principio, el gobierno empujó a al Sadr para que se distanciara de la insurrección. ‘No pensamos que las personas que están cometiendo los crímenes en Nayaf y en otras partes sean gente de al Sadr’, estas eran las palabras del primer ministro el 7 de agosto antes de visitar Nayaf. Estas palabras podían haber estado motivadas por los signos de que Sadr estaba cada vez más impaciente por el radicalismo de sus seguidores. Cuando los congregados interrumpieron el reciente sermón del viernes con cánticos denunciando al gobierno, él les llamó ‘ignorantes’. Pero a los pocos días, el joven tizón estaba ardiendo de nuevo. El 10 de agosto juró luchar hasta la ‘última gota de mi sangre’. Al día siguiente, pidió a sus seguidores que lucharan incluso después de su muerte”.

Unos cuantos días después, el 18 de agosto, al Sadr parecía haber aceptado las condiciones planteadas por los representantes de la Conferencia Nacional (un organismo que reunió a unos mil delegados para crear un parlamento interino). El problema es que esas condiciones implicaba la rendición total de los insurgentes. Esto suponía el final de la rebelión, la evacuación de la mezquita del Imán Alí y, lo más importante, el desmantelamiento de la milicia del ejército Mehdi. A cambio se les ofrecía la perspectiva de convertirse en un movimiento político. Está claro que lo conseguido ahora es un intento de ganar a al Sadr para una posición de cooperación con el nuevo gobierno. El problema es que eso significaría muy poco para las masas empobrecidas. Eso podría explicar porque la luchando sobre el terreno continuó durante otros diez días y todavía no ha terminado totalmente. En junio la milicia del ejército Mehdi declaró otro alto el fuego, dos meses después colapsó y la lucha se reanudó.

Esto demuestra que la existencia del ejército Mehdi no es la creación de un hombre. Es una necesidad objetiva de las masas pobres. Sus condiciones de vida son insoportables. El ejército Mehdi en lugar de debilitarse con los ataques norteamericanos se ha fortalecido. No le faltan voluntarios. El gran número de trabajadores y jóvenes parados que hay en Irak proporciona nuevos reclutas para la resistencia.

Chiítas y sunnitas juntos

Otro efecto del asedio de Nayaf fue la unión de los grupos de resistencia sunnitas y chiítas. Los ataques del ejército estadounidense en lugar de debilitar a la resistencia han conseguido fortalecerla. También ha conseguido unir a grupos de resistencia dispersos. La prohibición del periódico de al Sadr es un ejemplo de la estupidez de los norteamericanos. El problema es que este comportamiento no es el producto de la simple estupidez estadounidense, aunque puede jugar un papel importante, las contradicciones entre los deseos y aspiraciones de las masas iraquíes, y los planes del imperialismo norteamericano son tan grandes que no permiten un acuerdo serio duradero. Las masas quieren gobernarse y eso significa conseguir empleos, salarios decentes, vivienda, agua potable, etc., Los imperialistas norteamericanos y sus lacayos locales quieren el control de la industria petrolera, grandes beneficios para sus empresas que están funcionando en Iraq, y bases militares como una forma de defender sus intereses en toda la región.

Otro ejemplo de la extensión del movimiento de resistencia procede de la ciudad de Samarra. Aquí el clero islámico a principios de este mes pidió a los jóvenes que se unieran al ejército Hadi (tiene ese nombre en referencia al Imán Ali al Hadi que está enterrado en la ciudad). Este ejército se unió al ejército Mehdi en Nayaf. De este modo, la insistencia por parte del gobierno Allawi y las fuerzas norteamericanas en resolver la crisis con métodos puramente militares, lo que consiguió es empujar a más iraquíes a las filas de la resistencia, uniendo dos grupos diferentes que anteriormente estaban divididos. La experiencia de Faluya tampoco ha escapado a la atención de la población de Nayaf. El fracaso en controlar Fulaya el pasado mes de abril fortaleció la determinación de la población iraquí en otras ciudades.

Tenemos otros ejemplos de la unión de los movimientos de resistencia sunnita y chiíta. Como señalaba un antiguo oficial de seguridad iraquí que participó en la defensa de Sadr City en Bagdad: “No hay diferencia entre sunnitas y chiítas. No defendemos sólo Sadr City, defendemos todo Iraq”. Otras informaciones revelan que los guerrilleros sunnitas de Faluya, que parecen tener mayor gran experiencia y preparación militar que los de Nayaf, han estado entrenando a los guerrilleros chiítas. La comunidad sunnita también ha estado dando a los chiítas comida y medicinas. Se pudo ver una caravana de camiones desde Faluya a Nayaf con pancartas en las que se podía leer: “Ayuda de Faluya para los hermanos muyahidines de Nayaf”.

Esto resulta muy paradójico para los estadounidenses. Durante los primeros días de la ocupación nos intentaban dar la imagen de una población chiíta contenta por haberse liberado de Sadam Hussein y dispuesta a colaborar con las fuerzas de ocupación. Los chiítas fueron un sector oprimido de la población y sufrieron mucho con Sadam Hussein, conforman el 60% de la población total de Irak. Esto parecía ser una buena base para los norteamericanos. En su lugar, vemos como la resistencia más seria procede precisamente de este sector de la población.

No es difícil comprender por qué ocurre esto. Los chiítas iraquíes necesitan empleos, vivienda, agua potable, electricidad, comida… Sin este tipo de cosas la palabra “libertad” tiene poco significado. Su situación es la de estar obligados a vivir en la pobreza, e incluso en condiciones peores a las que tenían antes de la caída de Sadam Hussein, y al mismo tiempo, un ejército ocupante está gobernando su país y avalando la continuación de estas condiciones de vida. Por lo tanto, los iraquíes, chiítas y sunnitas, están unidos en una lucha común, una lucha de liberación nacional.

La debilidad del gobierno Allawi

Frente a esta creciente resistencia y la unión de diferentes grupos armados, tenemos la situación del gobierno Allawi. Este “gobierno” iraquí no tiene poder. Sin las tropas estadounidenses caería mañana mismo.

El 15 de agosto, mientras continuaba la lucha, 1.300 delegados se reunieron en el llamado Congreso Nacional. Este es un organismo que supuestamente debe crear un “parlamento” interino de 100 miembros. Es un organismo nombrado a dedo, donde 19 de los 100 escaños deben ser reservados para los miembros del Consejo de Gobierno, es decir, para los títeres del imperialismo. Los otros 81 escaños serán para la coalición de partidos que gane una serie de votaciones. En realidad, esto significará dar el control a aquellos partidos que se han mostrado dispuestos a colaborar con el imperialismo norteamericano, los mismos partidos que ahora están participando en el Consejo de Gobierno. Este parlamento interino formalmente tendría el poder para quitar el gobierno. Todo esto forma parte de un intento para evitar que el poder se le vaya de las manos a los títeres locales del imperialismo.

El gobierno en realidad no controla directamente el país. El poder real no está en manos del gobierno. Hay dos poderes. Uno está formado por los ejércitos de ocupación y el otro son las milicias locales, principalmente bajo el control del clero chiíta o sunnita. La realidad es que -y esto se ha demostrado en muchas ocasiones- la policía realmente simpatiza con la resistencia.

El primer ministro iraquí, Allawi, desde que llegó a su despacho ha tenido dificultades en muchas ciudades sunnitas, como es el caso de Faluya, para que se reconozca la autoridad de su gobierno. En abril, antes de la “entrega del poder”, las fuerzas norteamericanas intentaron controlar la ciudad sunnita de Faluya. La resistencia fue tan feroz que provocó un baño de sangre. El resultado fue el mismo que ahora. La unión de distintos grupos de resistencia en Irak contra las fuerzas de ocupación. Los estadounidenses tuvieron que retirarse sin cumplir sus objetivos.

La situación actual de Nayaf tiene muchas similitudes con la de Faluya. Los estadounidenses se enfrentan a un dilema. Si no aplastan a las fuerzas de al Sadr, como en Faluya, será una indicación clara de su debilidad y esto alentaría a la resistencia. Si deciden entrar y aplastarles, entonces provocaría una reacción aún mayor.

¡Este dilema explica por qué al final tuvieron que recurrir a los servicios de al Sistani! Pero como ya hemos dicho, sólo pueden acuerdos inestables y temporales, pero no podrán resolver las contradicciones básicas subyacentes. Los enfrentamientos como los que hemos presenciado en Nayaf este mes, y en Faluya a principios de este año, surgirán de nuevo.

Las masas, que todavía están dispuestas a escuchar a al Sistani, esperarán resultados concretos de este acuerdo. Pero estos no llegarán.

Independientemente de las acciones de los imperialistas, sus acciones sólo llevarán a una cosa: el endurecimiento y fortalecimiento de la resistencia iraquí. La Institución Brookings, con base en Washington, calculaba hace poco que durante los últimos meses el número de guerrilleros iraquíes ha pasado de unos 5.000 a 20.000. La cifra va en aumento.

El potencial para un movimiento revolucionario

La situación que se está desarrollando en Irak potencialmente es revolucionaria. Los salarios son muy bajos, la inflación es muy alta, hay un gran número de parados y la infraestructura general está seriamente dañada. Ya hemos publicado anteriormente la situación dentro del movimiento obrero iraquí. Sin embargo, el movimiento de protesta no está aislado sólo a la cuestión de empleos y salarios. Hay constantes cortes de electricidad. En muchas zonas no hay agua potable. A principios de agosto, antes de que estallara el conflicto de Nayaf, la población local ocupó la central eléctrica para protestar contra los continuos cortes de electricidad. La policía anunció un corte desde las 11 de la noche a las 6 de la mañana en respuesta a esto. Muqtada al Sadr mencionó este tema en su sermón, anunciado que si las cosas continuaban así entonces el Hawza, la autoridad religiosa, tendría que hacerse cargo de estos servicios.

De este modo podemos ver como el clero islámico está llenando un vacío. Está conectando con las preocupaciones reales de las masas, como son el agua y la electricidad, y está dando al menos una voz a la población iraquí. Esto también explica su enorme capacidad para movilizar a las masas. El 13 de agosto en Sadr City, milicianos del ejército Mehdi salieron a las calles con automóviles y altavoces pidiendo a la población que se congregara a las afueras del edificio de gobierno de Bagdad. Según testigos presenciales, la manifestación abarcaba dos kilómetros. Una vez más, vemos el comportamiento de la policía iraquí. Algunos de ellos se unieron a la manifestación, mientras que otros llevaban fotografía de al Sadr ante los aplausos de los manifestantes. En la ciudad de Amara a principios de agosto, la población participó en una manifestación, organizada por los seguidores de al Sadr, para exigir la dimisión del consejo local.

Todo esto demuestra que hay un enorme descontento entre la población y que existe el potencial para el desarrollo de un movimiento masas contra el gobierno y los ejércitos extranjeros de ocupación.

El deber del movimiento obrero

Por ahora, debido a que no hay otra alternativa seria, las reivindicaciones de las masas se están expresando en el clero islámico. Pero como hemos visto, este clero no puede dirigir un verdadero movimiento de liberación nacional. Aunque hacen discursos radicales, al mismo tiempo negocian con el gobierno y los imperialistas. Está claro que al Sistani ha jugado un papel importante para los estadounidenses y el gobierno Allawi intentando mantener la situación bajo control. Sin embargo, al Sadr da una cal y otra de arena. Ha pronunciado los discursos más radicales porque sufre directamente la presión de las capas más pobres de la sociedad, pero también está dispuesto a traicionar el movimiento.

Con esta dirección el movimiento de resistencia no tiene una estrategia o guía claras. Estalla aquí y allí debido a la presión de las masas. Por ahora una capa significativa de la población sólo da un apoyo pasivo a la resistencia. En realidad, los estrategas más serios del imperialismo norteamericano están preocupados ante el desarrollo de este movimiento de resistencia.

En abril el profesor Ahmed Hashim -del departamento de investigación estratégica del US Naval War College- se dirigió al comité de relaciones exteriores del senado estadounidense y dijo lo suguiente:

“La violencia en Irak no está dirigida por una banda pequeña de individuos, ni tampoco por diplomados en insurgencia nacionalista que incorpora a todo el país. La mayoría de los insurgencias nunca han presenciado a una mayoría de la población en armas. La población o apoya pasivamente a la insurgencia en el sentido de que no la traicionan ni se oponen a ella, o la apoyan activamente suministrando información, comida, suministros y reclutas. La insurgencia iraquí todavía no es una insurgencia autosuficiente. Nuestra tarea es garantizar que no esto no ocurra”.

Según pasa el tiempo y las condiciones sociales y económicas empeoran, cuando este gobierno no parece dar ninguna solución, cada vez son más las personas que tomar parte activa en la lucha. Como hemos visto, el número de guerrilleros va en aumento. Este proceso continuará. Pero bajo la actual dirección islámica reaccionaria este proceso será largo. Habrá nuevas insurrecciones y acuerdos aún más corruptos. Esto supondrá mucho sufrimiento para la población iraquí.

La liberación nacional de Irak se podría conseguir más rápidamente si estuviera bajo la dirección de la clase obrera. Si los dirigentes del movimiento obrero iraquí fueran marxistas revolucionarios, entonces se comportarían de una forma totalmente diferente. Trabajarían para la convocatoria de una huelga general de todos los trabajadores de Iraq, haciendo también un llamamiento a los pequeños comerciantes y tenderos. Participarían activamente en el movimiento de resistencia, proporcionándole un contenido de clase. Una huelga general combinada con una insurrección armada en todo el país supondría el final de la ocupación extranjera.

Esto tendría que ir vinculado con un llamamiento a los trabajadores de los países circundantes. En Irán ya existe el principio de un movimiento de los jóvenes y trabajadores contra el corrupto régimen islámico. Están empezando a producirse acontecimientos similares en otras zonas de la región. Una insurrección y una huelga general, dirigidas por los trabajadores iraquíes, tendrían un impacto inmediato entre los trabajadores de Oriente Medio y más allá. También tendría un impacto en los soldados que han sido enviados a Irak para hacer el trabajo sucio del imperialismo. Si los sindicatos dirigieran este movimiento, harían un llamamiento a los británicos, estadounidenses, italianos… a los trabajadores de uniforme, entonces la moral de estos ejércitos extranjeros colapsaría. Este proceso ya existe, pero tendría un impulso mayor si la resistencia estuviera basada en la clase obrera.

La tarea es abrir una discusión en las filas de los sindicatos iraquíes y los partidos de izquierda, en particular el Partido Comunista de Irak y el Partido Comunista de los Trabajadores de Ira, sobre estas cuestiones. Es una desgracia que los dirigentes de estos partidos limiten su perspectiva a conseguir algún tipo de democracia burguesa en Irak. Ven en esto la siguiente etapa. No tienen una perspectiva real de lucha por el socialismo. Esto significa que están dispuestos a colaborar con el gobierno interino y por lo tanto también con el imperialismo. La base de estos partidos debe exigir a sus dirigentes que cambien de rumbo.

Dotando a la resistencia de una perspectiva de clase y socialista, los comunistas iraquíes podrían jugar un papel crucial acelerando el proceso. A partir de la barbarie creada por la guerra imperialista contra Iraq, podría surgir un punto de referencia para la lucha de clases de los trabajadores de toda la región y del mundo.

Traducción de After the compromise at Najaf – what future for the Iraqi resistance movement?