El caso de Julián Assange ha sido objeto de intensa especulación y controversia en los medios de comunicación y también entre los sectores de la izquierda. A fin de tener una posición correcta es necesario abrirse camino a través de la niebla de la propaganda y las mentiras, separar lo esencial de lo secundario y distinguir lo que es progresivo de lo que es reaccionario.

«La actividad imperialista del Presidente recibió otro nombre. Los republicanos ahora simplemente lo llaman ‘diplomacia del dólar’.» (Beard, Historia básica de los Estados Unidos.)

«¿Cómo sabe usted que soy un diplomático?
«Por la habilidad con que esconde sus garras.» (Edmond Rostand)

Los marxistas no se basan en la moralidad abstracta o principios que están fuera del tiempo y del espacio. Es moral lo que sirve para promover la causa del socialismo y elevar la conciencia de la clase obrera. Es inmoral y reaccionario lo que actúa para retrasarlo.

Alguien dijo alguna vez que la política del poder es el nombre diplomático que se da a la ley de la selva. Si hubo dudas alguna vez acerca de esto, las revelaciones de WikiLeaks han demostrado de una vez por todas el carácter cínico de la diplomacia occidental. Aquí se utiliza el lenguaje de San Francisco de Asís para ocultar los métodos de Al Capone.

Los métodos de los imperialistas tienen mucho en común con el gansterismo, no sólo en la forma sino también en el contenido. Para comprender el funcionamiento de la diplomacia imperialista no es necesario pasarse años en una universidad. Más bien hay que mirar la película de El Padrino.

Los objetivos determinan los métodos. El objetivo del imperialismo estadounidense es imponer la voluntad de los gánsteres más poderosos sobre todos los demás. Los métodos vienen directamente de Maquiavelo: la amenaza de violencia, respaldada con violencia real, con chantaje, soborno y corrupción como apéndices útiles. Mentiras, trampas, traiciones y engaño son la especialidad de la diplomacia imperialista. Esto se aplica tanto a los amigos de uno como a los enemigos, porque, como sabemos, las naciones no tienen amigos, sólo intereses.

La revelación hecha por WikiLeaks de los crímenes de los imperialistas ha prestado un gran servicio a la clase obrera mundial. Ha desgarrado el velo de la «respetabilidad» que oculta las actividades delictivas de la diplomacia oficial para revelar ante la opinión pública del mundo la realidad podrida, corrupta y despiadada que se camufla detrás de ella. Este es un desarrollo muy importante y merece un estudio muy cuidadoso de todos los trabajadores con conciencia de clase.

Crímenes del imperialismo

Cuando algún pacifista lloroso le dijo a Lenin que «la guerra es terrible», éste le respondió: «Sí, terriblemente rentable». Las guerras emprendidas por el imperialismo de EE.UU. son terribles para millones de pobres, pero terriblemente rentables para los grandes fabricantes de armas que engordan con los contratos provistos por el gran presupuesto militar de EE.UU. de igual manera que los vampiros se alimentan de la sangre de los animales y de los humanos.

Bajo un Presidente «amante de la paz» y “pacifista”, EE.UU. gasta 708.000 millones de dólares al año en armas. Contrariamente a sus promesas electorales, Obama no ha retirado el ejército norteamericano de Irak. Ha intensificado la agresión contra el pueblo de Afganistán y se ha involucrado en otros actos de agresión en Somalia y el Yemen. Y grandes empresas como Halliburton, cuyos tentáculos llegan a los niveles más altos del Estado y el gobierno de los EE.UU., están obteniendo lucrativos beneficios.

Un millón de personas han muerto en Irak desde la invasión, y el 90 por ciento de ellos eran civiles. Las fuerzas de ocupación (británicas y americanas) son culpables de los crímenes más abominables: el asesinato de hombres, mujeres y niños desarmados, la tortura sistemática de los detenidos, el asesinato de prisioneros, y todos los otros horrores que son necesarios para someter a todo un pueblo contra su voluntad. Incluso antes de la invasión, medio millón de niños iraquíes murieron como consecuencia de las vergonzosas sanciones impuestas por la ONU a instancias de los EE.UU. y Gran Bretaña. Este bloqueo, que negó acceso a agua limpia y medicamentos al pueblo iraquí, fijó su objetivo en las mujeres y los niños en violación de la Carta de derechos de las Naciones Unidas.

Estos hechos monstruosos han sido ocultados cuidadosamente al público en Gran Bretaña y los Estados Unidos: El mismo público que fue informado de que el propósito de la guerra en Irak era destruir las inexistentes armas de destrucción masiva. Cuando estas no aparecieron se transformó en una «guerra por la democracia». El «crimen» de WikiLeaks fue el de levantar una esquina del espeso telón de mentiras y engaños que oculta la verdad al pueblo norteamericano y a los pueblos del mundo. Por esto son acosados, calumniados, perseguidos, les secuestran sus fondos y detienen a su figura principal.

Estas cosas no deben hacerse públicas. La gente cuyos impuestos se destinan a pagar a los multimillonarios de las empresas armamentistas nunca debe conocer el verdadero propósito de las guerras libradas en su nombre. En Gran Bretaña, la Ley Oficial de Secretos es una de las más draconianas en el mundo. La guerra de Irak mostró cómo la llamada prensa libre puede ser engañada o presionada a apoyar un acto criminal de agresión con el más débil de los pretextos. Toda la fuerza del Estado se movilizó para asegurarse de que las tropas británicas participaran en la invasión, a pesar de que la inmensa mayoría del pueblo británico se opuso.

En 2007 WikiLeaks publicó secuencias filmadas de un acto atroz de masacre perpetrado deliberadamente por un helicóptero de combate de EE.UU. contra la población civil en Irak. Este asesinato a sangre fría fue denunciado por un soldado de EE.UU. que trató de rescatar a los niños. Cuando protestó, la reacción de la tripulación del helicóptero de combate fue: «Es su culpa por traer a sus hijos a la batalla». Su oficial al mando, con un lenguaje obsceno, lo maldijo por haber ido a la ayuda de los niños, diciendo que esto se trataba de un «hecho cotidiano».

La persecución de Julián Assange

Un gran problema para los imperialistas es que hay signos de malestar en el vientre de la Bestia. Un número creciente de funcionarios y personal militar están indignados con lo que ven y oyen y se inclinan a filtrar información. Las filtraciones son cada vez más numerosas y esto es motivo de preocupación real y creciente para la institución militar y el servicio de inteligencia que están decididos a acabar con ellas. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo.

El primer paso es llevar a cabo un castigo ejemplar de los que son responsables. Bradley E Manning, el joven soldado que filtró la información más reciente, no puede esperar ninguna piedad. Ha sido mantenido totalmente incomunicado en una prisión militar durante cuatro meses en condiciones que rayan con la tortura. Pero, desde el punto de vista del gobierno de EE.UU., él por lo menos es un ciudadano de los EE.UU. que puede (con razón o sin ella) ser acusado de deslealtad a su propio país. Julián Assange no es un ciudadano de los EE.UU., y no está ligado a las leyes de este país. Tampoco puede esperarse que sea leal a un país al que, como extranjero, no debe ninguna lealtad. Pero desde el punto de vista del Imperio, estos son detalles legalistas insignificantes que no pueden interponerse en el camino de un derecho moral más alto: El Sagrado Derecho a la Venganza.

Hoy, Bush y Blair están disfrutando de un cómodo retiro en lugar de enfrentarse a un juicio como criminales de guerra, que tanto se merecen. Sin embargo, los valientes individuos que se han atrevido a desenmascarar la cruda realidad de la política de la Gran Potencia son perseguidos, acosados, arrestados e, incluso, denegados los derechos elementales que habitualmente se concede a los delincuentes comunes. Julián Assange ha sufrido amenazas a su vida y se enfrenta a la extradición a los EE.UU., donde se enfrentaría a cadena perpetua. Eso es lo que los imperialistas entienden por «justicia».

En EE.UU. algunos políticos están pidiendo que se asesine a Julián Assange –una hazaña que la CIA es capaz de organizar–. El 30 de noviembre, el profesor Tom Flanagan, que está cercano al Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, llamó a asesinar a Julián Assange en la televisión nacional. Aconsejó a Obama que pagara a asesinos a sueldo o dejara caer una bomba o algo así”. Flanagan estaba expresando en público lo que se dice en privado en los pasillos del poder en Washington y en muchas otras capitales occidentales.

Un memorándum secreto del Ministerio de Defensa británico describe a los periodistas de investigación como «terroristas». Y los terroristas, como sabemos, puede ser asesinados. Sin embargo, antes de proceder a la destrucción física de una persona, es necesario preparar el terreno mediante la destrucción de su carácter en base a la difamación. Estas tácticas y objetivos de los imperialistas están claros en un documento secreto del Pentágono que ha sido hecho público por WikiLeaks. Ahora el Pentágono tiene la intención de desacreditar a WikiLeaks y ennegrecer su nombre.

El gobierno estadounidense no se detendrá ante nada para silenciar a WikiLeaks. La CIA y sus colaboradores han orquestado una campaña ruidosa de calumnias y acusaciones sin fundamento sobre la vida personal de su enemigo. Este es uno de los trucos más viejos en el arsenal de la CIA, que mantiene archivos detallados sobre una gran cantidad de políticos, periodistas y otras figuras públicas en caso de que necesite intimidarles y chantajearles en algún momento dado.

El largo brazo de Washington

WikiLeaks ha levantado el telón del turbio mundo de la diplomacia imperialista, la cual tiene como único propósito echar un tupido velo sobre la realidad brutal de la política de la Gran Potencia. Todas las bellas palabras sobre la «democracia», la «libertad», la «paz» y la «civilización occidental y sus valores» son sólo una niebla que oculta la cruda realidad de la intimidación, las amenazas, el soborno y la corrupción, la violencia, la tortura y el asesinato.

A los delincuentes les gusta operar al amparo de la oscuridad. A ningún asesino le gusta tener un foco de luz brillando en su cara. La reacción ante estas revelaciones es lo que se podía esperar: la Bestia arremete con furia ciega, gruñendo y aullando. Y sus fieles siervos se apresuran a hacer lo que a los Maestros se les antoja. Ni un solo gobierno en el mundo occidental se atreve a enfrentarse a los bravucones de Washington. Cuando se trata de hacer frente al Gran Hermano transatlántico, todos los gobiernos del mundo occidental muestran la más despreciable cobardía.

John Pilger ha criticado con razón la conducta cobarde del gobierno australiano y la primera ministra, Julia Gillard: «La declaración de Gillard, diciendo que lo que WikiLeaks estaba haciendo con la divulgación de estos documentos es ilegal… no es ilegal en absoluto, en virtud de las leyes en Australia. Ese es el tipo de cosas por las que la mayoría de los australianos deberían estar preocupados», dice.

Sí, por supuesto. Toda persona que ame la democracia debería estar preocupada por este caso, y no sólo en Australia: preocupada por la forma en que el imperialismo estadounidense ejerce el poder sobre los gobiernos elegidos y les doblega a su voluntad; preocupada por la manipulación sistemática de los tribunales, los jueces, la prensa y la televisión; preocupada por el brutal castigo infligido a cualquiera que se atreva a hablar de estas abominaciones y denunciarlas.

Lo que es particularmente repugnante es el servilismo obsequioso de los gobiernos supuestamente soberanos que están dispuestos a rebajarse hasta el nivel más bajo en su complicidad con Washington. Este último no tiene más que gritar: «¡Salta!» y la respuesta es: «¿Cuán alto?» Los documentos filtrados muestran la relación real entre los EE.UU. y los líderes de Europa. Vamos a citar sólo un ejemplo.

La justicia española investiga el caso de un periodista español asesinado por las fuerzas de EE.UU. en Bagdad. La embajada de EE.UU. utiliza todos los medios a su alcance para evitar esto, y también para obstruir cualquier investigación sobre los vuelos ilegales de aviones estadounidenses sobre España para entregar a prisioneros a manos de torturadores. Esto constituye una injerencia flagrante en el sistema judicial español. Pero ¿y qué?

El embajador de EE.UU. informa al Gobierno español que «mi paciencia se está agotando». Este no es el lenguaje de un aliado hablando con un gobierno amigo. Es el de un procónsul imperial frente a un sátrapa. El largo brazo de Washington se extiende por todo el mundo, penetrando en los gabinetes y salas de redacción. Gobiernos enteros están bajo su tutela. Jueces y altos funcionarios están comprados o bajo su control. Uno puede estar tentado a pensar que semejantes métodos de «persuasión» se han aplicado más recientemente al sistema judicial sueco y británico.

El primero en saltar para cumplir con sus obligaciones con Washington fue Suecia –ese conocido bastión de la «democracia» y los «derechos humanos», a quien el Embajador de EE.UU. en Estocolmo describe como un socio «pragmático», «fuerte» y «fiable» en los correos filtrados–. Como resultado de las denuncias de «delitos sexuales» en Suecia, el fundador de WikiLeaks fue arrastrado ante un juez británico. Naturalmente, la fiscal sueca, Marianne Ny, rechazó las sugerencias de una motivación política para las denuncias de violación. Los hipócritas suecos intentan disimular su traición con una fachada «progresista». Nos quieren hacer creer que la persecución de Assange no tiene nada que ver con sus actividades anti-americanas. ¡Oh, no! Tiene que ver con la defensa de los «derechos de la mujer».

¡Por supuestísimo! ¿Qué otros intereses podrían tener estos políticos suecos buenos, honestos, justos, liberales, neutrales, pacifistas, feministas y moralistas? Durante años la burguesía sueca ha cultivado una imagen de «El Bueno de la Película». Pero la hipocresía apestosa de la clase media escandinava fue hace mucho tiempo desenmascarada en las obras de Ibsen. El caso de Assange trae a la mente con fuerza su obra maestra: Un enemigo del pueblo.

Las damas y los caballeros tan «amables» en Estocolmo están tan implicados en las actividades delictivas de la CIA como sus homólogos de Alemania y Gran Bretaña. El gobierno de derechas en Estocolmo está ansioso por hacerse popular en los Estados Unidos. Aunque Suecia no es formalmente parte de la OTAN, colabora activamente con ella y ha enviado tropas a Kosovo y Afganistán, además de participar en maniobras de la OTAN con la excusa de la llamada “alianza por la paz”. Entre los documentos divulgados por WikiLeaks, leemos la siguiente valoración que EE.UU. hace del papel de Suecia:

«Dentro de la UE, Suecia toma a menudo posiciones que coinciden con las nuestras en cuestiones tan diversas como la Ronda de Doha, la ampliación de la UE y Turquía, los secretos bancarios y la relación de la UE con Cuba». (Ver 07STOCKHOLM506).

En otras palabras, el gobierno de Suecia está en los bolsillos de los americanos. Bastaría una llamada telefónica para obtener la participación más entusiasta de Estocolmo en esta caza de brujas repugnante. La única diferencia es que mientras que en Alemania, Angela Merkel podría esperar una llamada telefónica directa de la Casa Blanca, o en el caso de Londres, en estos días, sólo podrían aspirar a una llamada de alguien en el Pentágono, en lo que se refiere a Estocolmo, una palabra de un funcionario menor de la Embajada sería suficiente. No podemos saber el contenido exacto de esa llamada telefónica, pero es probable que terminara con: «Mi paciencia se está agotando».

Campaña de difamación

Assange fue acusado originalmente de cuatro delitos, entre ellos el de violación. La acusación de violación, después de haber aparecido por todas las portadas de la prensa sensacionalista, desapareció repentinamente. Había cumplido su propósito, que era el de ensuciar su nombre. Ahora los suecos argumentaron que él era culpable de «coacción ilegal» y de actuar «de una forma diseñada para violar la integridad sexual».

Las acusaciones no son nuevas. Se remontan a agosto, cuando Assange fue acusado de asalto sexual. Él respondió diciendo que se trataba de una difamación: «Las acusaciones carecen de fundamento y su aparición en este momento es muy preocupante». A la mañana siguiente, 21 de agosto, la fiscal principal, Eva Finne, anuló la decisión de la noche anterior y retiró las acusaciones diciendo: «No creo que haya motivos para sospechar que ha cometido una violación». John Pilger señaló que «La fiscal principal en Suecia abandonó este caso, lo tiró por la borda, no veía en él ningún valor».

Sin embargo, el 1 de septiembre, llegó una orden desde las cumbres más altas del gobierno sueco. La directora de la fiscalía del Ministerio Público, Marianne Ny, decidió reabrir el caso, alegando que se había recibido «nueva información». ¿Cuál fue el origen de esta «nueva información»? ¿Fue tal vez una llamada telefónica desde Washington? ¿O tal vez el embajador de EE.UU. informó a la Sra. Ny que su «paciencia se estaba acabando»? Ese es el tipo de «nueva información» que hace saltar a los altos cargos de la Administración Pública… y no sólo en Estocolmo.

Con una prisa vertiginosa, y habiendo ignorado todos los intentos de Assange para responder a cualquier pregunta voluntariamente en la embajada sueca en Londres, Suecia emitió una orden internacional de detención, alegando que no pudieron contactar con Assange para ser interrogado. Desde entonces, ha salido a la luz pública que las dos mujeres que llevaron adelante las acusaciones inicialmente no querían mantenerlas, sino sólo pedir a Assange que se sometiera a una prueba, porque un condón se había roto durante las relaciones sexuales consensuales.

No estamos en condiciones de juzgar la veracidad de estas acusaciones, pero lo que está claro es que están siendo utilizadas políticamente, y bajo estas circunstancias está descartada la celebración de un juicio justo. La pregunta que debe hacerse es: si Julián Assange no hubiera sido el fundador de WikiLeaks, sino un desconocido, ¿acaso hubiera habido una orden de detención internacional contra él? ¿Acaso hubiera habido un intento de lograr su extradición, aún en el caso de que fuera culpable de violación? ¿Acaso la directora de la fiscalía sueca hubiera tomado un gran interés en el caso? Creemos que estas cuestiones podrían dar lugar a una duda razonable.

En una carta al diario The Guardian, la organización Mujeres contra la Violación, que se especializa en el apoyo a las víctimas de violación, expresó sorpresa por la negativa del juez británico a conceder libertad bajo fianza, diciendo que la concesión de libertad bajo fianza en los casos de violación es habitual en el Reino Unido. También señalan: «Hay una larga tradición del uso de la violación y asalto sexual por motivos políticos que nada tienen que ver con la integridad de la mujer».

Esto es el quid de la cuestión. Washington no está interesado en la vida sexual del Sr. Assange. Ellos están interesados en la venganza. En preparación para el juicio y el encarcelamiento del hombre que ven como el enemigo público número uno, primero están predisponiendo a la opinión pública mediante la destrucción de su reputación moral. Alguien que no entienda de qué se trata todo esto, tiene que ser un poco más que estúpido. Lamentablemente, hay unos cuantos en la «izquierda» que no pueden ver más allá de sus narices (y algunos ni siquiera tan lejos).

¿Qué se puede decir acerca de los payasos patéticos de la «izquierda» que están dispuestos a defender las acciones criminales del gobierno sueco sobre la base de la supuesta «defensa de los derechos de las mujeres»? Se limitan a defender el «derecho a un juicio justo» de Assange. Esto es repugnante. ¿Cómo puede Julián Assange esperar obtener un juicio justo en estas circunstancias? Ya ha sido juzgado y declarado culpable por los medios de comunicación, como un subversivo peligroso, un espía, un violador. Toda la fuerza del Estado se ha movilizado para acabar con él.

Este tipo de cosas demuestra hasta qué punto algunos sectores de la izquierda se han esclavizado a los prejuicios de la pequeña burguesía «progresista» que no posee un átomo de conciencia de clase revolucionaria y cuyo único papel es el de confundir y desorientar a aquellos trabajadores y jóvenes que les prestan atención.

Farsa judicial

La farsa judicial de la «violación» fue sólo un burdo disfraz para encubrir el auténtico contenido del asunto. Este fue un claro caso de difamación organizada. Fue puesto en marcha por la CIA, utilizando los servicios de sus títeres en el gobierno sueco y el poder judicial. La maquinaria de propaganda bien engrasada de la CIA empezó a rodar. Los medios de comunicación del mundo de inmediato comenzaron a gritar acerca de «las acusaciones de violación». Los procedimientos de extradición se iniciaron de inmediato para enviarlo a Suecia para enfrentarse a la acusación de «violación».

Por supuesto, todo esto era sólo un pretexto para prepararse para la auténtica maniobra: fuentes diplomáticas han filtrado que ya se está hablando de planes para su extradición desde Suecia a EE.UU. La fiscalía sueca, por supuesto, lo niega, diciendo que sería imposible sin el consentimiento del gobierno del Reino Unido. Es decir, es imposible sin el consentimiento del aliado más leal de los Estados Unidos en Europa. Es un secreto a voces que funcionarios de EE.UU. están buscando formas de acusar a Assange de espionaje bajo las leyes estadounidenses. Si es juzgado y declarado culpable en un tribunal estadounidense, le encerrarán y tirarán la llave como una advertencia a los demás.

Assange fue detenido cuando apareció en una comisaría de policía de Londres después de que la Policía Metropolitana recibiera una orden de detención europea. Él compareció ante el juez, sólo para confirmar su nombre y fecha de nacimiento y decirle al tribunal: «No consiento a mi extradición». Igual que el poder de Poncio Pilatos, el gobierno británico se lavó las manos en público, mientras que lanzaba a su víctima indefensa a los lobos. La oficina del Primer Ministro dijo que el arresto de Assange era «un asunto para la policía» y que no había habido «ninguna participación ministerial».

Las palabras están cuidadosamente elegidas. «No hay participación ministerial» no significa que no hay participación de las autoridades británicas o MI5 [servicios secretos]. Si alguien cree que el gobierno de Londres no está actuando en connivencia con Washington y Estocolmo, se encuentra en necesidad urgente de las atenciones de un psiquiatra competente. No sólo el gobierno, sino el establecimiento legal británico habrán sido ampliamente informados y habrán ensayado su participación en esta farsa desagradable.

Esto se ve por los trámites legales hasta el momento. Assange, que ha negado constantemente las acusaciones de que él asaltó sexualmente a dos mujeres, pidió ser liberado bajo fianza. A pesar de que es una práctica habitual conceder la libertad bajo fianza en estos casos, ésta se le negó. Gemma Lindfield, en nombre de las autoridades suecas, le dijo al juez que había «un riesgo real» de que Assange se diera a la fuga si se le concedía la libertad bajo fianza. Lindfield dijo que había «razones fundadas» para creer que no se presentaría al juicio ni se entregaría a la policía en caso de que se concediera su extradición. Examinemos el contenido de estas «razones fundadas» para oponerse a la libertad bajo fianza:

  1. «Tenía acceso a fondos, a través de donaciones de PayPal a la página web WikiLeaks». Falso. Todo el mundo sabe que PayPal, junto con Visa y MasterCard, haciendo el trabajo sucio del gobierno de los EE.UU., han congelado el acceso a estas cuentas. Esto equivale a un robo legalizado. Como resultado, su fondo de defensa tuvo que ser congelado. Sólo la generosidad de amigos y gente que están indignados por este tratamiento le permitió recaudar el importe fijado por el juez para la libertad bajo fianza. Este era de £200.000, una cantidad exorbitante para tales acusaciones.
  2. Tenía una «red de contactos internacionales». La posesión de contactos internacionales es un «delito» completamente desconocido para el código penal de cualquier país. Es otro invento de las autoridades suecas y sus compinches en la judicatura.
  3. Lleva un estilo de vida «nómada». (Véase el punto 2)
  4. Pasa el tiempo en la «clandestinidad». Falso. Se quedó en Suecia durante 40 días después de que se hicieran las denuncias para responder a las acusaciones y sólo abandonó el país tras haber recibido el permiso expreso de la fiscal sueca. Desde que llegó al Reino Unido siempre ha aceptado hablar con las autoridades suecas. El abogado de Assange ha invitado repetidamente a la Sra. Linfield a venir a Londres para discutir el caso con él y con su cliente, pero ella modestamente ha declinado la invitación.
  5. «Ha mostrado una falta de voluntad para cooperar, negándose a ser fotografiado, a que se le tomen huellas dactilares o a dar una muestra de ADN tras su detención». Assange se entregó voluntariamente a la comisaría de policía de Kentish Town en Londres. Su negativa a ser fotografiado, a dar sus huellas dactilares o a dar una muestra de ADN fue por asesoramiento jurídico.
  6. «No había ninguna constancia de su entrada en el Reino Unido». Cada entrada de extranjeros es rigurosamente controlada por las autoridades de inmigración británicas. Es impensable que la entrada de Assange no fuera conocida por ellas. Assange se entregó voluntariamente a la policía en Gran Bretaña y ha colaborado con las autoridades, pero a pesar de ello, fue inmediatamente detenido y tratado como un delincuente común. Además, sería reconocido al instante si tratara de salir del país, por lo que el riesgo de fuga es prácticamente inexistente.

Increíblemente, no se dio detalle alguno acerca de la solidez de las pruebas contra Assange. La Sra. Lindfield declaró que «no es relevante en relación a la libertad bajo fianza». Aún más increíble, también se opuso a la libertad bajo fianza por razones de seguridad personal de Assange, diciendo que si se le concedía «toda una serie de personas inestables podrían tomar la decisión de causarle un perjuicio grave». Los Tartufos suecos exigen que Assange sea mantenido en la cárcel (sin presentar ninguna evidencia de su culpabilidad) ¡por su compasiva preocupación de su seguridad! Aquí el arte de la hipocresía cínica es empujado hasta el límite y más allá.

John Jones, el abogado de Assange, dijo que el caso debe ser «despojado de toda la histeria política y mediática» asociada con WikiLeaks. Assange era de buen carácter, y no tenía antecedentes penales. Jones explicó: «Él se resiste a la extradición ya que es desproporcionado extraditar a una persona en estas circunstancias. Todo indica que el propósito de esta orden es para que vuelva a ser interrogado». Pero a pesar de los argumentos abrumadores a favor de Assange, los suecos se mantuvieron inflexibles, como vemos en las palabras de la Sra. Lindfield:

«Esta es una persona a la que, dicho simplemente, ninguna condición, incluso las condiciones más estrictas, garantizaría que se entregara a la jurisdicción de este tribunal». La motivación del gobierno sueco (es decir, del gobierno de los Estados Unidos) es transparente: asegurarse de que Assange va a la cárcel, en donde permanecerá por tiempo indefinido.

A pesar de que Jemima Khan, ex esposa de Imran Khan (capitán de cricket pakistaní), John Pilger, Ken Loach y otros se ofrecieran a pagar un total de £180.000 en concepto de fianza, el juez dijo que la «debilidad de los vínculos comunitarios» del australiano Assange con el Reino Unido y sus «medios y posibilidades» para darse a la fuga, representaban «razones suficientes» para denegar la libertad bajo fianza.

Otros que ofrecieron contribuir a la fianza fueron la profesora Patricia David, y el abogado Geoffrey Sheen, presidente de Union Solidarity International, quienes dijeron que aunque no conocían a Assange estaban preocupados por los derechos humanos. Un familiar no identificado de Assange ofreció £80.000.

Pero el juez Riddle dijo:

«La naturaleza y la fuerza de las pruebas no están presentes, esto es normal en esta etapa en el proceso. Lo que tenemos aquí son alegaciones posiblemente graves contra una persona con vínculos comunitarios relativamente débiles con este país. Él tiene los medios y la capacidad de huir si quiere y estoy satisfecho de que hay razones fundadas para creer que si yo le concediera la libertad bajo fianza no se entregaría».

Por lo tanto, el prisionero fue enviado nuevamente a disfrutar de la hospitalidad de Su Majestad Británica en el agradable entorno de la cárcel de Wandsworth, en régimen de aislamiento, sin acceso a libros, visitas, periódicos, televisión ni, por supuesto, a Internet. Un tratamiento tan duro en el caso de un hombre que no ha sido declarado culpable de nada es, por decir poco, inusual.

Parece evidente que el Juez Howard Riddle sintió cierta vergüenza al verse obligado a rechazar la solicitud de libertad bajo fianza. Públicamente elogió a Loach y a Khan por haber ayudado al acusado «por su preocupación por los derechos humanos» sin conocerlo personalmente. El Sr. Stevens dijo que el juez estaba «impresionado» por el número de personas dispuestas a «defender» a su cliente. «[Este apoyo] sólo es la punta del iceberg». «Esto va a dispararse. Mucha gente cree que el Sr. Assange es inocente, incluido yo mismo. Mucha gente cree que esta persecución tiene motivaciones políticas», dijo.

Después de la sentencia –delante de un grupo de seguidores ondeando hojas de papel que decían «Difamación» y «Protección de la Libertad de Expresión»– su notario, Mark Stephens, salió del juicio, explicando que la acusación tenía motivaciones políticas y prometió que WikiLeaks no sería intimidado. Anunció que apelaría la decisión. Pilger dijo fuera del tribunal: «Suecia debería estar avergonzada. Esto no es justicia, esto es indignante». Sólo después de que se ejerciese una presión importante sobre los tribunales, Assange fue finalmente puesto en libertad bajo fianza, pero en condiciones tan estrictas, que vienen a significar arresto domiciliario.

Los derechos democráticos bajo ataque

El editor de WikiLeaks ha recibido un amplio apoyo de todo el mundo, incluyendo a figuras de alto perfil, tales como el veterano periodista de investigación John Pilger y el director de cine de izquierdas, Ken Loach. John Pilger ha calificado el tratamiento de su compatriota de «indignante», que sin duda lo es. «Este caso se trata, en primer lugar, del derecho de la persona a la justicia, cuando son inocentes hasta que se demuestre su culpabilidad», Pilger dijo a ABC Sydney.

Se trata de mucho más que eso. La defensa de los derechos democráticos es una parte importante de la lucha para resistir los intentos de la clase dominante para eliminar todas las conquistas logradas por la clase obrera en el pasado y volver atrás cien años. Esto incluye un ataque general contra los salarios y las condiciones de vida, los recortes del gasto en sanidad, educación, vivienda y otros servicios públicos. Pero también incluye un intento sistemático para cercenar los derechos democráticos de la clase obrera, a fin de limitar su capacidad para resistir los ataques a los niveles de vida.

En la «democrática» Gran Bretaña, el derecho de huelga ha sido restringido tanto por la legislación antisindical que en muchos casos ha sido prácticamente anulado. Estas leyes anti-democráticas fueron aprobadas por el gobierno derechista de Margaret Thatcher en la década de 1980, y el gobierno laborista de Blair no las derogó. Los derechos legales de los ciudadanos británicos se han visto seriamente erosionados por las llamadas leyes «anti-terroristas», que dan a la policía amplios poderes para detener y cachear a la gente, y arrestarla y mantenerla en la cárcel durante 28 días sin que hayan sido condenados por un tribunal de justicia.

Más recientemente, ha habido un intento de restringir el derecho a protestar en las calles. En las recientes manifestaciones estudiantiles, la policía hizo uso de la táctica llamada «kettling» [embotellamiento], por la que los manifestantes quedan atrapados por un cordón policial durante horas a temperaturas bajo cero, y se les niega el acceso a alimentos, agua o al retrete. Esto es peor que el tratamiento que se daría a un delincuente en una celda de prisión. También es un caso claro de lo que los abogados llaman «detención ilegal», que se supone que está prohibido bajo la ley británica.

Mientras que la persecución judicial de Julián Assange continúa, en los EE.UU. aumenta la presión sobre las empresas y organizaciones con lazos con WikiLeaks. Joe Lieberman, presidente del comité del Senado de seguridad nacional, instó a las empresas a cortar sus lazos con la página web, y Visa suspendió el pago de las donaciones a la misma a través de su tarjeta de crédito.

La libertad en los EE.UU. (por llamarla de alguna manera) ahora se ve amenazada. Cuando se le preguntó sobre el papel del New York Times en la publicación de los correos filtrados, Lieberman dijo a Fox News que el periódico «ha cometido al menos un acto de mala ciudadanía. Si han cometido un delito, creo que el asunto exige una investigación muy intensa».

Michael Mukasey, un ex fiscal general de EE.UU., dijo que los abogados estadounidenses deberían tratar de extraditar a Assange a los EE.UU. por traicionar secretos del gobierno. «Si yo estuviera todavía a cargo, ya hubiera habido una investigación», dijo al programa Newsnight de la BBC. «Se trata de un delito de orden muy elevado. Julián Assange ha estado filtrando esta información. Él la obtuvo a sabiendas de que era perjudicial».

Mukasey, quien se retiró del cargo de fiscal general el año pasado, soltó la liebre cuando dio a entender que las acusaciones sexuales suecas podrían tratarse tan sólo de una acusación provisional para ganar tiempo. «Cuando uno está acusado de un delito muy grave», dijo, «es común que se le detenga por un delito menor… mientras que se montan las pruebas de un segundo delito».

Las limitaciones del liberalismo

¿Cuál es el propósito de todo esto? ¿Era, como reclama la derecha histérica en los medios de comunicación, un intento de subvertir y derrocar la democracia occidental y la civilización como la conocemos? ¿Es Assange un revolucionario peligroso, como se le retrata habitualmente? No, no lo es. Assange no es un revolucionario o un marxista, pero sin duda tiene agallas. Los mecanismos por los que Washington dirige los asuntos de Estados extranjeros supuestamente soberanos han sido expuestos al escrutinio público. Este, y sólo este, es el delito por el que Julián Assange está siendo perseguido.

El sitio web de denuncia de irregularidades declaró desafiante que no iba a estar amordazada por el encarcelamiento de su fundador. El propio Assange era igual de desafiante. Kristinn Hrafnsson, un portavoz de WikiLeaks, confirmó que continuará publicando los correos diplomáticos estadounidenses. En un comunicado dijo: «Esto no va a silenciar a WikiLeaks. La publicación de los correos diplomáticos estadounidenses –la mayor filtración en la historia– continuará. No vamos a estar amordazados, ya sea mediante una acción judicial o la censura corporativa».

Personal de WikiLeaks se ha trasladado a una oficina en Londres, después de haber pasado semanas viajando entre la capital y la casa de campo desde donde Assange ha estado coordinando la publicación de los correos filtrados. El personal se vio obligado a adoptar medidas elaboradas para garantizar que no se les siguiera la pista a la casa de Assange, siendo tajantemente prohibido el uso de teléfonos móviles para evitar la detección.

Estas acciones ganarán los aplausos de todos los progresistas, y en primer lugar de los marxistas. La lucha por los derechos democráticos es una parte integral de la lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Ken Loach, director de Kes y Buscando a Eric entre muchas otras películas, dijo: «Creo que el trabajo que él [Assange] ha hecho ha sido un servicio público. Creo que tenemos derecho a conocer las actuaciones de nuestros gobernantes». Ese es el meollo del asunto.

Julián Assange no quería derrocar a la democracia burguesa, porque cree en ella. Lo que quiere es que sea «más responsable», más abierta, más… democrática. Pero éste es su error. Él es un liberal, y cree en la democracia. Pero la democracia bajo el capitalismo siempre tiene un carácter unilateral, incompleto y distorsionado. En esencia, es democracia sólo en la forma, y detrás de los mecanismos puramente formales de la democracia se encuentra la cruda realidad de la dictadura de los bancos y grandes monopolios. En ninguna parte esa dictadura ha alcanzado proporciones tan monstruosas, y en ninguna parte ejerce un poder tan colosal, como en los EE.UU.

Es tan inútil aplicar las normas de la moralidad a la cloaca de la diplomacia imperialista, apelando a la honestidad, la justicia y el «derecho internacional» para decidir los conflictos entre las naciones, como lo sería pedir peras al olmo. Cualquier lucha consecuente para defender los derechos democráticos, necesariamente debe terminar en una lucha para derrocar la dictadura de los bancos y los grandes monopolios que ejercen más poder que cualquier gobierno electo en el mundo.

Son los intereses de estas empresas gigantes los que determinan la política exterior e interior de los EE.UU. y todos los demás gobiernos. Es el deber de todos los trabajadores con conciencia de clase estudiar los documentos filtrados a fin de obtener una comprensión del mundo de la diplomacia burguesa y los verdaderos intereses que están detrás de la política exterior de su propio gobierno. Y es el deber elemental de todos los socialistas defender a Julián Assange contra la monstruosa persecución a la que está siendo sometido por el «delito» de decir la verdad.

  • ¡Libertad para Julián Assange!
  • ¡Por la libertad de expresión!
  • ¡Por la publicación de todos los documentos que revelan las actividades delictivas llevadas a cabo por los gobiernos y sus servicios secretos!
  • ¡Abajo la diplomacia secreta!
  • ¡El pueblo quiere la verdad, no mentiras!