Libyan rebels celebratingLa captura y asesinato del coronel Gadafi ha sido descrita profusamente por los medios de comunicación en todos sus detalles sangrientos. Con la muerte de Gadafi y la toma de Sirte el Consejo Nacional de Transición está hablando de la formación de un gobierno de transición. El CNT es reconocido por las potencias imperialistas cuyos intereses representa. Sin embargo, muchos libios de a pie miran con desconfianza justificada al CNT y a sus amos imperialistas.

A pesar de que Gadafi fue capturado vivo, fue inmediatamente fusilado. Pero no es difícil ver por qué no fue arrestado y llevado a juicio. Si hubiera enfrentado un juicio hubiera puesto de manifiesto todas sus relaciones pasadas con gente como Blair, Sarkozy y Berlusconi. Eso explica por qué se han deleitado tanto con su muerte. Su hipocresía apesta, más aún cuando todos ellos habían hecho muchos acuerdos lucrativos con Gadafi en el pasado, incluso la entrega de opositores libios a su régimen que fueron torturados posteriormente.

La muerte de Gadafi y el colapso final de su régimen cierra un capítulo. Sin embargo, esto sólo marca un punto de inflexión en la situación. Ahora que el viejo régimen finalmente se ha ido, se abre una lucha sobre el futuro de Libia. En esta lucha, vamos a ver a las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución tratando de conseguir la ventaja. Aquí publicamos un análisis de Alan Woods sobre la situación.

La confusión de la izquierda

La izquierda ha mostrado una enorme confusión sobre los acontecimientos de Libia. Por un lado, algunas personas han capitulado ante el imperialismo en la medida que apoyaron la intervención militar de la OTAN. Esto fue a la vez ingenuo y reaccionario. Dejarse nublar el juicio por el coro hipócrita de los medios de comunicación prostituidos y tragarse las mentiras sobre la llamada intervención «humanitaria» para «proteger a los civiles» fue una estupidez extrema.

La intervención de la OTAN no estaba en absoluto destinada a fines humanitarios ni a proteger a los civiles. Fue dictada por cálculos fríos y cínicos. La misma gente que había establecido una estrecha relación con Gadafi, que le suministró armas y le enviaba presos políticos a Libia para ser torturados por su policía secreta, no puede presumir de principios «humanitarios». Esta gente no ha mostrado la misma preocupación enternecedora por el sufrimiento del pueblo de Bahréin.

La emancipación del pueblo libio es competencia exclusiva del pueblo libio. Es una tarea que no se puede confiar a los imperialistas, que han apoyado todos los regímenes dictatoriales sangrientos del norte de África y del Medio Oriente durante décadas. Nuestra primera exigencia es que se ponga fin a toda injerencia extranjera en Libia. ¡Que el pueblo libio resuelva sus propios problemas a su manera!

Sin embargo, la tendencia de otros sectores de la izquierda no fue mejor. Se fueron al otro extremo y apoyaron a Gadafi, a quien pintaban de color de rosa y lo definían como «progresista», «anti-imperialista» y hasta «socialista». Nada de esto era así. Es cierto que el régimen libio (y también el régimen sirio) tenía un carácter diferente a los regímenes de Túnez y Egipto. Pero eso no cambia fundamentalmente su carácter opresivo, ni lo autoriza a calificarlo como verdaderamente anti-imperialista.

Con el fin de arrojar luz sobre los procesos reales que operan en la situación no es suficiente colocar un signo más o menos en contra de estas dos posiciones igualmente incorrectas. Tenemos que ver el cuadro completo y no sólo presentar un punto de vista unilateral.

No debemos pintar la situación de color de rosa. Pero, con mucho, el error más grave desde un punto de vista marxista es negar o minimizar los elementos revolucionarios o potencialmente revolucionarios en la ecuación. Lo que se necesita es un enfoque multilateral y equilibrado que contemple todos los elementos a considerar, y muestre cómo pueden resolverse las contradicciones. El principal problema -como en Egipto- es la falta de una dirección revolucionaria.

La historia está llena de ejemplos de revoluciones que fueron derrotadas, abortadas o secuestradas por las fuerzas de clases ajenas. Libia no es una excepción a esta regla. El hecho de que una revolución popular tenga lugar de ninguna manera significa que su éxito esté garantizado. Sin embargo, esta observación general es tan cierta para Túnez y Egipto, como lo es para Libia.

Por ejemplo, aunque las condiciones son muy diferentes, en el sentido de que en la España de la década de 1930 había organizaciones obreras poderosas, las condiciones objetivas para el triunfo de la revolución socialista estaban allí presentes en 1931-37. Trotsky explicó que la clase obrera española fue capaz de hacer no una, sino diez revoluciones. Sin embargo, la revolución española fue, primero, usurpada por elementos burgueses y a continuación fue derrotada, y el pueblo español (como resultado) tuvo que sufrir cuatro décadas de fascismo. Recordemos que sin la presencia de Lenin y Trotsky, y del Partido Bolchevique, la Revolución Rusa también habría terminado en derrota.

Peculiaridades del régimen de Gadafi

Gadafi caricature in Al BaydaEl régimen de Gadafi tenía un carácter muy peculiar. Inicialmente, Gadafi tuvo una base de masas como resultado de su retórica anti-imperialista. El régimen, que se hizo pasar por «socialista», nacionalizó la mayor parte de la economía, y con vastas reservas de petróleo y una población pequeña, fue capaz de proporcionar unas condiciones de vida relativamente altas, de salud y educación para la mayoría de la gente. Esto le dio a su régimen una estabilidad considerable durante mucho tiempo. También explica por qué, tras la revolución inicial en su contra, Gadafi, a pesar de todo, todavía fue capaz de reunir el apoyo suficiente para resistir durante varios meses y no fue derrocado de inmediato.

Sin embargo, fue un sistema que concentró todo el poder en manos de un individuo, lo que impidió el desarrollo de cualquier tipo de instituciones políticas, ni de nada parecido. No hubo partido en el poder (los partidos políticos estaban prohibidos), pero sí una burocracia muy pequeña, y un ejército débil, dividido. Gadafi se mantuvo en el poder a través de un complicado sistema de patronazgos, alianzas con líderes tribales, y una red de contactos informales.

Durante los últimos 20 años -y en particular en la última década- el régimen de Gadafi había comenzado a aflojar el control del Estado sobre la economía y estaba tratando de llegar a un acuerdo con el imperialismo, mediante la apertura de sus mercados y la adopción de la economía de «libre mercado» y políticas neo-liberales. Se introdujeron algunas reformas orientadas al mercado, incluida la petición de adhesión a la Organización Mundial del Comercio, la reducción de los subsidios y el anuncio de planes privatizadores. Desde el 2003, más de 100 empresas de propiedad estatal han sido privatizadas en industrias como refinerías de petróleo, turismo y bienes raíces, de los cuales 29 son 100% propiedad extranjera.

Esta orientación hacia la economía de mercado condujo a una caída en el nivel de vida de muchos libios y al enriquecimiento de una minoría, principalmente de la familia Gadafi. Esta fue una de las principales razones del descontento popular que llevó a la sublevación. En el último período del gobierno de Gadafi la vida de la gente común estaba cada vez más difícil. Los niveles de pobreza fueron creciendo como resultado de la adopción de políticas neoliberales. Después de 1999 giró bruscamente hacia la economía de mercado y las políticas neoliberales. Pero esto sólo beneficiaba a una pequeña élite compuesta principalmente de la familia Gadafi, ciertas tribus y los miembros del aparato de seguridad.

Esto explica en parte las divisiones en el estrato dominante, con toda una serie de ex generales, ministros y prominentes hombres de negocios volviéndose en contra del Hermano Dirigente y que saltaron del barco que se hundía, buscando al mismo tiempo secuestrar el auténtico movimiento revolucionario que había entrado en erupción desde abajo .

¿Hubo una revolución en Libia?

El movimiento en Libia era parte de la efervescencia general revolucionaria que se extendió por el mundo árabe después de los levantamientos de Túnez y Egipto. Se inició con un levantamiento popular en Bengasi. Este fue un levantamiento espontáneo, sin dirección y sin objetivos claramente definidos que no fueran el derrocamiento del odiado régimen. Este movimiento tuvo un innegable carácter progresivo y potencialmente revolucionario.

La fuerza motriz principal de la revuelta fue el pueblo revolucionario: la masa de pobres urbanos, los trabajadores y las filas inferiores de la pequeña burguesía. Un gran número de personas de clase media (médicos, abogados, etc) también se levantaron contra Gadafi. La principal debilidad es que la clase obrera no está organizada -mucho menos que en Egipto y Túnez. Se concentra en el sector petrolero, y a su vez depende en gran medida de mano de obra extranjera. El proletariado, por lo tanto, no pudo poner su sello en el movimiento.

Como en el caso de Túnez y de Egipto, el movimiento revolucionario de las masas no tenía una dirección coherente. Además, la situación en Libia se vio complicada por todo tipo de elementos nacionales, regionales y tribales, y debido al papel menor jugado por la clase obrera, aquéllos saltaron más a la palestra.

Históricamente la zona de Libia se compone de tres provincias (o estados), Tripolitania, en el noroeste, Barka (o Cirenaica) en el este, y Fezzan en el suroeste. Estos territorios estaban unidos bajo la bota del imperialismo italiano, que en 1934 dividió Libia en cuatro provincias y un territorio: Trípoli, Misrata, Bengasi, Bayda y el Sahara libio. Con el fin de consolidar su gobierno, Gadafi intentó enfrentar a los árabes contra bereberes, el Este contra el Oeste, y tribu contra tribu. Las rivalidades locales y las alianzas tribales han hecho la situación más complicada y han contribuido a la rápida entrada en la guerra civil.

La naturaleza aborrece el vacío. En ausencia de dirección, los elementos burgueses pasaron al frente. Fueron ellos quienes organizaron el llamado Consejo Nacional de Transición (CNT). Estos elementos se autoproclamaron, no fueron elegidos ni son responsables ante nadie. Se abrieron paso a un primer plano, desplazando a un lado a las masas revolucionarias, sobre todo a los jóvenes, que organizaron toda la lucha.

El levantamiento de Bengasi

Pictures of victims of Abu Salim massacreComo en Egipto, las primeras protestas en Bengasi se organizaron a través de Facebook. El 17 de febrero se fijó como fecha de inicio de las manifestaciones. En un intento por evitar las protestas de ese día, el régimen de Gadafi detuvo al abogado disidente Fathi Terbil el 15 de febrero. Terbil fue el coordinador de las familias de las víctimas de la prisión de Abu Salim donde 1.200 prisioneros inocentes fueron masacrados en 1996 por orden de Gadafi.

La detención de Terbil tuvo el efecto contrario, ya que las familias de los asesinados en la cárcel salieron a las calles para protestar contra su detención el 15 de febrero, al grito de «¡Despierta Bengasi, el día que has estado esperando ha llegado!» La gente salió a las calles a protestar. Una gran parte del este de Libia se unió a las protestas, Al-Marj, Al-Bayda, Derna, Shahat, Tobruk, así como Ajdabiya.

Gadafi respondió enviando tropas contra el pueblo, incluido mercenarios, así como las milicias al mando de sus hijos. Fueron utilizadas armas pesadas contra personas desarmadas. Muchos fueron asesinados y esto continuó hasta que las masas tomaron el cuartel militar de Bengasi. Esto empujó de inmediato la situación en dirección a una guerra civil.

El levantamiento heroico de las masas de Bengasi se puede comparar con el levantamiento de 1936 de los trabajadores de Barcelona que atacaron a los militares fascistas casi con sus propias manos. Los manifestantes desarmados fueron obligados a defenderse con palos, piedras y botellas llenas de gasolina que arrojaron a los cuarteles militares. Uno de los manifestantes cargó su coche con cilindros de gas de cocina y lo condujo al cuartel, destruyendo dos muros.

A los insurgentes es llevó días tomar el cuartel de Bengasi. Bajo la presión del pueblo revolucionario, el ejército comenzó a resquebrajarse. El batallón de Bengasi, bajo el general Abdul Fatah Younis, se unió a la sublevación, lo que condujo a la caída de los cuarteles. Cuando el pueblo de Bengasi entró en el edificio, se encontraron los cuerpos de muchos soldados que habían sido fusilados por negarse a seguir las órdenes de disparar contra su propio pueblo.

Con el tiempo, lo que comenzó como una revolución exclusivamente oriental se extendió a las ciudades occidentales. Las manifestaciones estallaron en Al-Zawia, Misrata, así como en algunas zonas de la capital. La reacción de Gadafi fue inmediata y brutal en extremo. Usó mercenarios para aplastar cualquier movimiento y envió aviones de combate y acorazados para atacar el Este. Varios pilotos desertaron y pidieron asilo político en Malta y Egipto.

Una fuerte represión fue utilizada para sofocar un movimiento en Trípoli, donde las protestas se produjeron en el inicio del levantamiento. Muchas personas fueron asesinadas, secuestradas y torturadas. Cualquier concentración de personas estaba prohibida y las calles de la capital fueron patrulladas por los mercenarios. Las llamadas telefónicas fueron monitoreadas. El régimen opresivo logró silenciar el movimiento en Trípoli por un tiempo, hasta que estalló de nuevo en agosto.

El régimen estaba preparando una contraofensiva para aplastar toda resistencia en el Este. Un río de sangre separó al régimen del pueblo. Gadafi señaló que no se detendría ante nada para aplastar la revolución y ahogar en sangre a Bengasi. La amargura generada por la conducta del régimen transformó rápidamente un levantamiento popular en una sangrienta guerra civil.

El papel de la OTAN

El CNT en Bengasi reclamó la intervención de la OTAN. A lo largo de todos los movimientos revolucionarios en el Medio Oriente y África del Norte los imperialistas no pudieron intervenir. Pero ahora comprendían que había una oportunidad para jugar un papel importante en la situación. Los estadounidenses, franceses y británicos entraron en contacto con el CNT, que es una alianza de elementos burgueses y algunos ex ministros del régimen de Gadafi. Esta acción demuestra el carácter totalmente reaccionario de este órgano.

Pero sería incorrecto exagerar el papel del CNT, o creer que tenía el pleno control de la situación. Por el contrario, el CNT no tenía un asidero firme sobre los insurgentes, que lo miraban con recelo y hostilidad. Esto fue demostrado por el incidente de marzo cuando fuerzas británicas fueron capturadas por tropas rebeldes al intentar entrar en secreto en contacto con los líderes del CNT en Bengasi. Esto fue muy embarazoso para el gobierno de Londres, que fue incapaz de explicar la presencia de estas fuerzas dentro de Libia.

Lo que cambió la actitud de los rebeldes fue la inminente amenaza de una ofensiva de Gadafi sobre Bengasi. Saif al-Islam Gadafi dijo en el inicio del conflicto: «Libia no es Túnez, no es Egipto… Habrá una guerra civil, habrá derramamiento de sangre en las calles». Gadafi mismo amenazó con aplastar a los rebeldes como ratas: «casa por casa, callejón por callejón».

El temor a una masacre, alimentado por los discursos de Gadafi, creó un clima en el que las demandas del CNT para una intervención armada extranjera pudo encontrar un eco incluso entre las masas y entre quienes originalmente se oponían a ella en primer lugar. El coro ruidoso a favor de una «ayuda humanitaria» presentó a los imperialistas una buena excusa para la intervención. Los políticos de París y Londres estaban particularmente ansiosos para intervenir. Esto fue determinado en parte por consideraciones a corto plazo: la caída de la popularidad de ambos, de Sarkozy en Francia y de la Coalición Liberal-Conservadora en Gran Bretaña.

Una vez más, las llamadas Naciones Unidas se han revelado como una fachada para los imperialistas, dando un respaldo cínico para una supuesta intervención «humanitaria». Sin embargo, las principales razones fueron de carácter económico y estratégico. Ni que decir tiene que el deseo de salvar la vida de los libios no jugó ningún papel en absoluto.

Francia en particular tiene su propia agenda e intereses. Sarkozy tuvo especial cuidado para reestablecer sus credenciales en el mundo árabe, después de haber apoyado al caído dictador Ben Alí en Túnez, ya que siempre ha considerado África (sobre todo el norte de África) y el Medio Oriente como parte de su esfera de influencia. No es una casualidad que las tropas francesas estuvieron detrás del golpe de Estado en Costa de Marfil (Cote d’Ivoire) que reemplazó a Gbagbo por el títere occidental (francés), Ouattara.

Anteriormente, Tony Blair, había establecido una estrecha relación con Gadafi. Ahora, Cameron ordenó a la RAF (la fuerza aérea británica) que lo bombardeara. Sin embargo, no hubo ningún cambio real en la política del imperialismo británico. Los británicos a lo largo de todo el tiempo han tenido sus ojos puestos en la riqueza petrolera de Libia, con o sin Gadafi. La guerra, como Clausewitz explicó, sólo es la continuación de la política por otros medios.

La OTAN y la guerra civil

Militia fightin Ghadaffi loyalists in Tripli - Photo:Ammar Abd RabboLos estadounidenses, a diferencia de los franceses y británicos, se mostraron cautelosos. Después de haberse quemado los dedos en Irak y Afganistán, no tenían prisa para involucrarse en una guerra aérea en Libia, que fácilmente podría terminar en otra guerra terrestre. Sólo aceptaron participar bajo la presión de Londres y París, y con la condición de que la misión estuviera encabezada por la OTAN, no por Estados Unidos.

Una serie de generales estadounidenses expresaron serias dudas acerca de esta misión. Sabían que era imposible ganar una guerra con el poder aéreo exclusivamente. En Afganistán se basaron en las fuerzas de la Alianza del Norte y en Kosovo en el ELK, que hicieron la guerra terrestre. En Libia, aunque los ataques aéreos de la OTAN jugaron claramente un papel en la destrucción de la capacidad militar de Gadafi, la guerra tuvo que ser peleada y ganada sobre el terreno. Esto resultó no ser tan fácil para los imperialistas como se supone.

En una guerra civil, la política juega un papel aún más decisivo que en una guerra normal. La falta de una política auténticamente revolucionaria hacía difícil ganarse a la gente del bando contrario. Otro factor fue la división entre los líderes rebeldes, y el papel de algunos ex-agentes de Gadafi de quienes se sospechaba (probablemente con razón) que querían hacer un trato con el Hermano Dirigente. Si la guerra se libraba en líneas militares «normales», las fuerzas de Gadafi tenían la ventaja de un ejército profesional con armamento superior y soldados entrenados.

Por todas estas razones, la guerra civil asumió un carácter prolongado y sangriento. Las fuerzas rebeldes no estaban entrenadas y los civiles estaban mal armados. Los generales de la OTAN expresaron su abierto desprecio por el ejército rebelde. The Economist citó a uno de ellos diciendo: «No están realmente en pie de guerra y no parece que quieran luchar realmente. Es sólo una pose».

Aunque el poder aéreo puede desempeñar un papel clave en la destrucción de armas en el suelo, es un axioma militar bien conocido que las guerras no se ganan por el poder aéreo. La experiencia reciente de Libia, una vez más lo demuestra. Los bombardeos de la OTAN se utilizaron para detener el avance de Gadafi sobre Bengasi, lo que permitió a los rebeldes iniciar una contraofensiva. Pero en sí mismos no son suficientes para garantizar una victoria militar decisiva. De hecho, después de meses de intenso bombardeo aéreo la guerra parecía estar llegando a un punto muerto.

En Londres y París se levantaban voces apuradas que expresaban la preocupación de que el conflicto en Libia podría durar no meses sino años. La campaña de Libia estaba costando mucho dinero: a principios de octubre el gobierno británico había gastado al menos 1.750 millones de libras, mientras que los EE.UU. habían gastado al menos 1.100 millones de dólares. Esto era difícil de justificar en un momento de déficit y de austeridad presupuestaria, y de caída de los niveles de vida. El ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague, hizo declaraciones pesimistas para preparar a la opinión pública para un tiempo prolongado de guerra en Libia.

Los franceses estaban aún más preocupados. Los aviones de combate franceses fueron responsables de aproximadamente un tercio de todos los ataques aéreos de la OTAN. Le Monde se quejó en un titular de primera página: «Francia ya no tiene los medios militares para que coincidan con sus ambiciones políticas.» El 11 de mayo el Jefe de Defensa francés, el almirante Edouard Guillard hizo una admisión sorprendente: «Las fuerzas armadas [francesas] hoy en día son frágiles y están debilitadas. No hay que negar o disfrazar esto. Estamos en una situación difícil».

Turquía, miembro de la OTAN, también fue puesto en una posición muy difícil. Después de haber desarrollado estrechos vínculos con el régimen de Gadafi y de haber conseguido contratos lucrativos para las empresas turcas, Turquía intentó resistir el afán de Gran Bretaña y Francia para intervenir. Una vez que se dio cuenta de que la marea se volvía en contra de Gadafi, el Primer Ministro Erdogan también se apresuró a cambiar su posición intentando acomodar el papel de Turquía en Libia después de la caída inevitable del régimen.

Sin embargo, incluso la campaña de bombardeos limitados pronto reveló graves tensiones en la capacidad militar de la OTAN. Las divisiones se abrían en sus filas. Los alemanes no querían tener nada que ver con el asunto de Libia, mientras que otros, como Italia, hicieron una contribución significativa en los combates. Los británicos y los franceses se quejaban amargamente de que la OTAN, sus «aliados», no estaban haciendo lo suficiente, apuntando un dedo acusador a Alemania e Italia, por ejemplo.

La caída de Trípoli

Finalmente, el asunto fue resuelto por la caída de Trípoli, en el mes de agosto. ¿Se consiguió la caída de Trípoli por los bombardeos de la OTAN? El hecho de que la caída de Trípoli tomara completamente por sorpresa a la OTAN es una indicación del hecho de que no fue este el caso. Hasta ese momento los dirigentes se esforzaban por preparar a la opinión pública para una campaña militar prolongada. Se hablaba de estancamiento. Cuando finalmente cayó Trípoli causó sorpresa general. Los imperialistas y el CNT no estaban en absoluto preparados para este hecho. Incluso los comandantes rebeldes fueron sorprendidos, como informa Patrick Cockburn, en Counterpunch:

«Los comandantes locales de la milicia también se sorprendieron por este hecho. Incluso en un área como la de Abu Salim, que tendría que estar llena de partidarios de Gadafi, hubo pocos enfrentamientos. Khalid, un contable en un banco local que llevaba un rifle de asalto, dijo: «Pensamos que eran fuertes, pero la lucha sólo duró un par de horas. Mucha gente se cambió de bando en el último momento. «(Counterpunch, 05 de septiembre 2011)

El mismo informe continúa: «Casi todo el mundo en Trípoli ahora afirma haber estado trabajando abiertamente o en secreto en el bando rebelde. Tales afirmaciones improbables han sido hechas probablemente en todas las ciudades capturadas durante siglos. Pero toda la evidencia es que en el momento en que los rebeldes rompieron el frente en Zawiyah en agosto, para su sorpresa, encontraron el camino a la capital abierto y sin defensa, la moral de las fuerzas pro-Gadafi se había derrumbado.

«Un ex soldado describió cómo había abandonado su tanque en Zawiyah cuando ordenó la retirada frente a un asalto rebelde desde las montañas de Nafusa, un levantamiento en Zawiyah mismo, y los aviones de la OTAN destrozaban sin cesar las posiciones defensivas pro-Gadafi. Él simplemente decidió que el juego había terminado y que no tenía sentido esperar a ser incinerado dentro de su tanque. Se quitó el uniforme y salió corriendo.

«Dentro de Trípoli, de manera similar, partidarios del régimen concluyeron que no había ninguna razón para morir por una causa perdida. Issam, un islamista propietario de un camión de carga en un distrito de Souq al-Jumaa, dijo que sus hombres tenían pocas armas al principio, pero las consiguieron «yendo casa por casa, pidiendo a la gente pro-Gadafi que entregaran sus armas y se quedaran en su casa.» Nadie se negó. Khalid Abu Salim, dijo que pensaba que el punto de inflexión en la guerra había llegado cuando Gadafi no pudo capturar Misrata a principios del verano y la OTAN intensificó los bombardeos. ¨Después de eso, los hombres de Gadafi se encontraban en retirada y fue fácil elegir el ganador final.»

Al final, el régimen cayó como un castillo de naipes. La defensa de Trípoli se derrumbó porque los soldados de Gadafi no veían ninguna razón para luchar y morir por una causa perdida.

¿Qué fuerzas han participado?

El levantamiento armado en Trípoli jugó un papel fundamental en el colapso de la resistencia de las fuerzas pro-Gadafi en la ciudad. Esto está confirmado por varias fuentes, incluyendo un artículo de Nicholas Pelham titulado: Libia: ¿Cómo lo hicieron? En él tenemos una descripción interesante de la situación en Trípoli después de la entrada de los rebeldes:

«Sólo cuando llegué a Suq al-Juma, extenso suburbio del este de Trípoli de 400.000 habitantes, tres días después de que los rebeldes entraran en la ciudad el 21 de agosto, me sentí que estaba en alguna parte libre del yugo de Muammar Gadafi. En contraste con las calles desiertas y cerradas del resto del capital, los callejones detrás de sus barricadas vigiladas eran un hervidero de actividad. Los niños jugaban en la calle hasta después de la medianoche. Las mujeres conducían coches. Las mezquitas difundían takbir, los cantos de celebración reservada para Eid, el final del Ramadán, que Dios es Grande, mayor incluso que el coronel. (…)

«Suq al-Juma fue el primer barrio de Trípoli, que se sumó a la revolución de Gadafi en 1969, y el primero en volverse contra ella hace treinta y nueve años. (…)

«Varios suburbios respondieron a la alarma que sonó en las mezquitas cuando los fieles rompieron el ayuno después de la puesta de sol del 20 de agosto, pero la organización y la escala del levantamiento de Suq al-Juma fue inigualable. En cuestión de minutos, en todo el barrio se habían improvisado barricadas con neveras viejas, coches quemados, y otros deshechos de la guerra, y hombres armados se apostaron en las puertas. Camiones recorrían las calles distribuyendo cócteles molotov y granadas caseras llamadas gelatina, que las armas que habían comprado en los últimos seis meses, a 3.000 dinares cada una. Con base en una lista negra precompilada, vigilantes irrumpieron en las casas de miles de partidarios del régimen, o farment, término vernáculo bastardizado de Trípoli para la palabra ‘informante’, los desarmaron y se los llevaron.»

El mismo informe dice:

«Ungido con la legitimidad del extranjero, el Consejo Nacional de Transición (CNT) parecía en sus primeros días tener muchas dificultades para imponerse en su proclamada capital. Sin embargo, en contraste con el cambio de régimen forzado de Irak, Libia tiene mucho a su favor. Los nuevos gobernantes son libios, no extranjeros, y aunque la OTAN apoyó a los rebeldes desde los cielos, fue en los combates terrestres donde se liberaron.»

El 20 de septiembre de 2011, el Socialist Worker, de EE.UU, publicó una interesante carta que describe la caída de Trípoli y las diferentes fuerzas que participaban en el campo rebelde. El título de la carta era significativo: una revolución popular profunda. Esta carta, escrita por alguien situado sobre el terreno en Trípoli, fue una respuesta a un editorial de la versión web del periódico: SocialistWorker.org («¿Quién ganó realmente en Libia?»), que sugería que fue la OTAN quien hizo la revolución en Libia, no el pueblo libio. El autor responde de la siguiente manera:

«Desde aquí, en Trípoli, parece que ese juicio es apresurado. Hay una serie de puntos que deben ser entendidos partiendo de la situación sobre el terreno:

«1. Esta ha sido una profunda revolución popular. Trípoli no fue liberada por los rebeldes de fuera. Por el contrario, hubo un levantamiento popular iniciado desde dentro, el 20 de agosto, en una serie de barrios de la ciudad. Al mediodía del día 21, el aparato de seguridad del Estado había sido derrotado por completo en una serie de barrios, y se estaba desmoronando en los demás. En la noche del día 21, las primeras brigadas de los rebeldes llegaron a la ciudad, y lucharon en los bastiones restantes.

«La fuerza motriz de la revolución en cada momento crucial ha sido la participación masiva, ya sea en los levantamientos iniciales en Bengasi y la ciudad occidental de Zintan, o en los alrededores de Trípoli.

«Hoy en día, las calles de Trípoli se rigen por la gente común. Cada barrio cuenta con un comité popular, compuesto por lugareños armados. Ellos controlan la entrada y salida de su barrio, controlan los vehículos y, en ausencia de las fuerzas policiales (que apenas han comenzado a regresar) actuan como autoridad de facto a nivel de la calle.

«Como un amigo libio me dijo: ‘Todo está al revés ahora». Los residentes locales han puesto al descubierto la mayor parte de los antiguos centros de poder de la clase gobernante, desde las oficinas de la seguridad a los palacios de Gadafi. Usted puede pasar la tarde paseando por las villas de Gadafi y examinar a fondo los documentos en la sede de la inteligencia. Los residentes locales se han apoderado de algunas de las casas de Gadafi y de las prisiones, y los convirtieron en museos de todo tipo. La piscina enorme en la casa de Aisha Gadafi, construida con el dinero que por derecho le pertenece a los libios de a pie, se ha convertido en una piscina pública. En algunos barrios, los residentes se han apoderado de los hoteles y restaurantes, expulsaron a los propietarios gadafistas y los dirigen ellos mismos.

«El mismo sentido de empoderamiento, de imaginar lo imposible, que invadió a Egipto después de la revolución, existe aquí».

Esta descripción, escrita por un testigo en Trípoli, es interesante. Se hace hincapié en un elemento de la ecuación: el hecho de que la fuerza motriz principal de la revuelta contra Gadafi fue el movimiento de las masas. Desde el punto de vista marxista se trata de una consideración importantísima. Pero, por supuesto, de ninguna manera agota la cuestión de la naturaleza de clase precisa de la insurrección, o la forma en que se desarrollarán los acontecimientos a partir de ahora.

El autor enumera los elementos entre los insurgentes en Trípoli de la siguiente manera:

«1) Dirigentes revolucionarios de Trípoli que han estado dirigiendo el movimiento desde el primer día, en febrero, a menudo con poco contacto directo con la OTAN, 2) Revolucionarios de Trípoli, que se han basado en el exterior, en Bengasi, Túnez o en otros lugares del extranjero, y que están regresando, y 3) corrientes islamistas, dirigidas por clérigos prominentes, 4) El Consejo Nacional de Transición (CNT) de Bengasi basado en, y respaldado, por Estados Unidos, y en particular el gabinete -como el Comité Ejecutivo; 5) Las fuerzas militares de Trípoli, se dividieron en dos facciones, una bajo el mando del ex-islamista Belhaj Abdel Hakim y la otra bajo el control de figuras ex-gadafistas. Belhaj, que fue encarcelado y torturado con la participación de los EE.UU. y de Gadafi, tiene apoyo popular en el este de Libia, y se cree que está respaldado por Qatar 6) Alrededor del 40 kataibas rebeldes, o brigadas, de todo el país. «

A partir de este informe bastante detallado, podemos ver la enorme complejidad de la situación, que contiene muchos elementos contradictorios. Está muy claro (también por otros informes) que el CNT no controla la situación. Hay muchos comités locales y milicias que están armadas y que controlan la situación sobre el terreno.

Los buitres están dando vueltas

US and EU vultures - Photo: Carlos LatuffMientras escribo estas líneas, los últimos bastiones del régimen de Gadafi se han desmoronado. El propio coronel Gadafi ha sido capturado y asesinado. Las amenazas de Gadafi alertando de «una larga guerra» eran vacías, aunque algunos de sus partidarios podrían recurrir a las tácticas de guerrilla y al terrorismo con el fin de desestabilizar al nuevo régimen.

Incluso antes de su muerte, los imperialistas estaban moviéndose dentro de Libia. Los Estados Unidos formalmente reabrieron su embajada en Libia recientemente, y el embajador a su vuelta ya está tratando de ayudar a las empresas estadounidenses a que aprovechen las oportunidades comerciales en el país. Clinton ya ha visitado el país, sin duda en busca de contratos lucrativos para empresas de EE.UU.

Los nuevos gobernantes de Libia tienen aún más ganas de lanzarse en los brazos de los imperialistas. En una conferencia de prensa la semana pasada, Mustafa Abdel-Jalil, presidente del Consejo Transitorio Nacional de Libia –la dirección civil autoproclamada de los antiguos rebeldes- dijo incluso que el nuevo gobierno daría a sus aliados occidentales algunas «prioridades» en el acceso a los negocios de Libia.

No ha habido promesas a sus partidarios occidentales, dijo, «Pero como musulmanes fieles sabemos apreciar estos esfuerzos y tendrán prioridad dentro de un marco de transparencia».

Mientras que el gobierno provisional había respetado «todos los contratos legítimos» de la época de Gadafi, estaba llevando a cabo una revisión sistemática, para corregir cualquier corrupción financiera que pudiera haberlos contaminado.»

«El hedor de la corrupción afecta todo lo que el régimen de Gadafi hizo con respecto a las entidades comerciales», dijo. «La burocracia nadaba en ella porque era la forma en que funcionaba, y la familia estaba en lo más alto. Cada operación implicaba un pago a la familia de Gadafi o a un compinche. «

Al decir todo esto, convenientemente pasa por alto el hecho de que muchos de los líderes del CNT provienen del régimen de Gadafi y han participado en todo esto ellos mismos. Jalil era en realidad un miembro del Comité Popular General de Libia, pero no tardó en ver en qué dirección soplaba el viento y abandonó el barco a principios de la revolución, colocándose así como uno de sus «líderes» emergentes.

Continuó más allá en su declaración, afirmando que los nuevos dirigentes de Libia parecían «dispuestos a adherirse a los estándares internacionales de transparencia y de rendición de cuentas, y creo que es una buena cosa.»

Sarkozy, quien tenía una relación muy amistosa con Gadafi, habló recientemente en un mitin de masas en Bengasi, para expresar la solidaridad de Francia hacia el nuevo régimen libio. A su lado estaba el primer ministro conservador británico, David Cameron, quien dijo el mismo tipo de cosas.

«La ayuda de Gran Bretaña en el derrocamiento de Muammar Gadafi nunca será olvidada y las empresas británicas pueden esperar jugar un papel fundamental en la reconstrucción de Libia», dijo un diplomático de alto rango a los ejecutivos británicos el martes. «Les puedo asegurar que las empresas británicas tienen un papel que jugar y espero que trabajen con nosotros para construir el futuro de Libia», dijo Nacua, encargado de negocios de la embajada del país, en una reunión en Londres a la que asistieron unos 100 ejecutivos. La reunión de desarroló con puertas cerradas a todos los medios, a excepción de la agencia Reuters. Naturalmente, estos señores no quieren que el mundo vea cómo el comercio sigue a la bandera «democrática».

Los dirigentes occidentales han expresado su preocupación por la posibilidad de que militantes islámicos, o al menos anti-occidentales, tomen el control. Pero los islamistas están desviviéndose para enfatizar «la moderación, la democracia y el pluralismo». Todos ellos están dispuestos a vender a Libia al mejor postor. El embajador Gene A. Cretz participó en una conferencia convocada por el Departamento de Estado de EEUU con cerca de 150 compañías estadounidenses con la esperanza de hacer negocios con Libia:

«Sabemos que el petróleo es la joya de la corona de los recursos naturales de Libia, pero incluso en el tiempo de Gadafi comenzaron desde la A a la Z en cuanto a la construcción de infraestructura y de otras cosas» después de que el país había comenzado a abrirse a Occidente hace seis años, dijo. «Si podemos conseguir que las empresas estadounidenses se instalen aquí en una escala bastante favorable, trataremos de hacer todo lo posible para lograrlo, entonces esto va a redundar en mejorar la situación en los Estados Unidos con respecto a nuestros propios puestos de trabajo.»

El sr. Cretz insistió en que el petróleo no fue la «razón fundamental» para la intervención de Estados Unidos. Sin embargo, sus comentarios revelaron la ansiedad estadounidense por un recorte de las ganancias potenciales. Sus declaraciones son una admisión sorprendente de los intereses económicos de los Estados Unidos y de otros países occidentales en Libia. Están interesados no sólo en los recursos petroleros de Libia, sino también en los bienes y servicios que esos recursos les permitirían adquirir. En medio de una crisis y de escasez de mercados, es una oportunidad demasiado buena para perdérsela.

La interferencia de los imperialistas provocará nuevas contradicciones. Los líderes rebeldes han estado luchando como gatos dentro de un saco. Abdel Fattah Younis, el ex jefe militar de Gadafi que se unió a los rebeldes, fue asesinado en circunstancias sospechosas en julio pasado. Muchos señalaron con el dedo a los islamistas, pero el asunto nunca ha sido aclarado. Después de la caída de la fortaleza de Gadafi de Baba az’ Azia a finales de agosto, el islamista Abdul Hakim Belhaj (también conocido por su nombre de guerra, Abu Abdullah Assadaq) intentó dar un golpe de Estado, asumiendo el control como comandante militar de Trípoli.

Esto provocó un enfrentamiento con varios comandantes rivales como Abdullah Naker, quien dijo a la CNN: «¿Quién es Abdulhakim Belhaj y quién lo nombró? No lo sabemos. Nosotros somos los líderes, somos los revolucionarios, lo sabemos todo.» ¨Quién nombró a Belhaj¨ es una muy buena pregunta. Pero la misma pregunta se podría plantear sobre Abdullah Naker o todo el CNT. El presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), Abdul Jalil, trató de conciliar las crecientes diferencias. Después de una reunión beligerante con todos los comandantes, la atmósfera se calentó tanto que se vio obligado a reunirse al día siguiente con las facciones por separado.

Belhaj ha sido acusado de ser un títere de los qataríes que le han enviado dinero para comprar armas. Qatar ha estado interviniendo en Libia como parte de la alianza de la OTAN, y como los británicos, americanos franceses e italianos, está trabajando activamente para sus propios intereses con la ayuda de sus agentes y marionetas locales. Esta injerencia extranjera, agravará las divisiones en el campo de la guerrilla, e incluso podría poner en peligro la unidad de Libia.

Pero a pesar de las manifestaciones de «amistad» en Bengasi, la masa de los libios odia y desconfía de los imperialistas. Ellos saben que la revolución libia consiguió el apoyo de Occidente porque su tierra es rica en petróleo, y que los británicos, franceses y norteamericanos sólo quieren saquear los recursos naturales del país. La situación es muy similar a la que prevaleció en Bagdad en 2003, pero con una diferencia muy importante: en Libia no hay tropas de EE.UU. sobre el terreno.

Los libios saben que desde hace décadas los caballeros de Londres y París tenían una estrecha relación con Gadafi. Ellos saben que Nicolas Sarkozy abrazó a Gadafi en 2007 y lo bombardearon menos de cuatro años después, sin pestañear. Ellos saben que Tony Blair fue a Trípoli para postrarse ante Gadafi para obtener lucrativos contratos de petróleo.

También saben que los lamados demócratas enviaron presos políticos libios a Trípoli para ser interrogados en las cámaras de tortura de la policía secreta. Los habitantes de Trípoli pronto tendrán en sus manos los archivos de los ministerios del petróleo y de relaciones exteriores de Gadafi y descubrirán los secretos de los negocios de Blair, Sarkozy y Berlusconi con Gadafi -a menos que la inteligencia británica y francesa ponga en ellos sus manos primero.

¿Quién ganará?

En el análisis de cualquier fenómeno debemos distinguir cuidadosamente entre las diferentes tendencias, separando lo que es progresivo de lo que es reaccionario. En el caso de Libia, esto no siempre es fácil. El movimiento de Libia claramente contiene muchos elementos diferentes, a la vez reaccionarios y potencialmente revolucionarios. Hay una serie de fuerzas que compiten por la dirección de la revolución. Esta lucha no se ha decidido y puede ir en muchas direcciones diferentes, como lo señalé en mi artículo de agosto.

Es una situación confusa y contradictoria, cuyo resultado aún no está claro. Por un lado, el movimiento de masas, incluyendo la clase obrera, está presionando por sus propias demandas. Por otro lado, los elementos burgueses están maniobrando con los imperialistas para tomar el control de la situación. La fuerza motriz principal de la Revolución son los combatientes rebeldes jóvenes que son honestos y valientes, pero también confusos y desorientados, y que pueden ser manipulados por los fundamentalistas y otros demagogos. Por último, la clase obrera está comenzando a moverse y expresar sus reivindicaciones de clase independientes, pero es numéricamente débil y carece de uns dirección adecuada.

Aún no está claro cuál de estas fuerzas vencerá. El CNT, respaldado por Estados Unidos, es muy débil y tiene un apoyo popular limitado. Ya estallaron manifestaciones en contra del mismo en varias ciudades, incluida Bengasi. A mediados de septiembre, el CNT estaba compitiendo con una amplia gama de grupos rebeldes y facciones políticas por el control del país. No hay garantía de que el CNT pueda establecer un régimen viable. La debilidad del CNT se demuestra por el hecho de que incluso después de la caída de Trípoli, permaneció en Bengasi, obviamente por miedo a entrar en la capital que fue tomada por las milicias armadas.

Nicolas Pelham, escribe en The New York Review of Books: «Se hizo todo para dar una muestra de unidad cuando el primer representante de alto nivel del CNT, el ministro de Finanzas Ali Tarhouni, llegó a Trípoli desde la base de los rebeldes en Bengasi. Pero tan pronto se subió al escenario de una conferencia de prensa surgieron las fracturas frescas. Por debajo de los candelabros del salón de un hotel, Tarhouni se olvidó de incluir a los tripolitanos en su larga lista de gratitud hacia aquéllos que en casa y en el extranjero habían perseguido a Gadafi en la ciudad. «Él no apreció el papel desempeñado por la Intifada», dijo un miembro airado del nuevo Consejo de Trípoli, que se retiró a la parte de atrás del salón de baile donde Tarhouni estaba hablando.

«Tras dar rienda suelta a las sospechas de que el este de Libia, sin embargo, podría tratar de eclipsar el oeste, el miembro del consejo agregó:»Si él cree que puede decirle a la gente que liberó a su ciudad que depongan las armas, será enviado empaquetado de vuelta a Bengasi».

Patrick Cockburn escribe: «Los miembros del Consejo Nacional de Transición han tardado en llegar a Trípoli y han sido más lentos aún en hacerse cargo de las cosas cuando llegaron. Abdel-Rahman el-Keib, un miembro del CNT, me dijo que pensaba que los políticos rebeldes, pese a toda su confianza vocal previa en la victoria, están «desorganizados porque no pensaban que el colapso de Gadafi sería tan rápido. Sus fuerzas no eran tan fuertes como pensamos.»

Han surgido divisiones sobre quién tendrá el control de los fondos de miles de millones de dólares descongelados por las autoridades internacionales del Estado libio. Han aparecido Padrinos locales. El problema es que muchos libios son leales a su familia, tribu, pueblo y ciudad antes que a la nación.

Patrick Cockburn continúa: «Políticamente, el CNT parece frágil, desunido y sin preparación para asumir el control del gobierno. Por el contrario, los comités locales que aseguran las calles de Trípoli parecen muy capaces. Aunque hay escasez de agua, alimentos, combustible y casi todo lo demás en las tiendas, los comités dicen que se han acumulado suficientes reservas en los últimos seis meses para defenderse de una crisis humanitaria. Sin embargo, la dirección política se ve débil, y es poco probable que las milicias se disuelvan mansamente. El nuevo Estado libio podría no ser capaz de soportar una gran presión, pero, por otro lado, a diferencia de Irak y Afganistán, es posible que no tenga que hacerlo.»

En ausencia de una dirección revolucionaria real, es posible que tengan éxito. Sin embargo, los burgueses se enfrentan a serios problemas. En primer lugar, se enfrentan a un pueblo levantado con las armas en la mano. La primera tarea será, pues, desarmar a la gente. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. El embajador de EE.UU. Cretz citó varios factores de preocupación, incluido el desarme de la población recién armada y muchas milicias autónomas.

Ismail Sallabi, jefe del consejo militar de Bengasi, pidió al CNT que renunciara, castigando a sus miembros como «vestigios de la época Gadafi» y «como un grupo de liberales que no tiene seguidores en la sociedad libia».

Muchos combatientes, como Sallabi, insisten en que ellos desempearon un papel clave en el derrocamiento de Gadafi. Algunos van más allá, diciendo que la captura rápida de Trípoli había tomado al CNT por sorpresa y que habían derrotado lo que dicen que era el verdadero plan de la OTAN para el país: su partición entre el Este y el Oeste. La estrategia de la OTAN, sostienen, era congelar el conflicto en el oeste, convirtiendo Brega en la línea divisoria entre el Este liberado y el Oeste de Gadafi.

Soumaya Ghannoushi ha escrito algunos comentarios interesantes sobre esto, aunque tenemos que tener en cuenta el hecho de que ella es la hija de Gannoushi, el dirigente de los islamistas en Najda, Túnez. Lo que escribe es muy interesante porque pone de manifiesto las divisiones entre las filas de los rebeldes y el CNT:

«Este conflicto se desarrolla de diversas maneras a lo largo de la región. En cada caso, la dinámica interna de las diferentes revoluciones se ve amenazada por la lógica de las potencias extranjeras de “contención y control”. Lo que está en juego es si la Primavera árabe lleva a un cambio calculado y limitado, y controlado, donde los nuevos jugadores sustituyen a los antiguos, mientras que las reglas del juego permanecen intactas, y donde las guerras por el poder quedan circunscritas a las élites locales aliadas con el fin de reciclar el antiguo régimen en el nuevo orden. Esto es lo que a varias potencias extranjeras les gustaría ver.

«Gadafi se ha ido, pero Libia está dispuesto a ser un escenario de múltiples batallas: no solamente en los conflictos entre los hombres de la OTAN y los combatientes sobre el terreno, sino también entre las fuerzas extranjeras que han invertido en la guerra -los franceses, que tienen la determinación de sacar una ventaja política y económica; los italianos, que se refieren a Libia como su patio trasero, los británicos, que quieren proteger sus contratos, los turcos, que están dispuestos a revivir su influencia en el viejo continente otomano, y por supuesto la aparición de nuevos jugadores en el nuevo orden, los chinos y los rusos.» (http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2011/sep/06/libya-national-transitional-council)

El papel de la clase obrera

La revolución libia es un drama inconcluso en el que la caída de Gadafi fue sólo el primer acto. El futuro será determinado por la lucha de fuerzas vivas y el resultado final no está decidido todavía. Varios resultados son posibles -a la vez revolucionarios y contrarrevolucionarios. La evolución futura estará determinada por los acontecimientos tanto en el interior de Libia como en el ámbito internacional. Es necesario plantear la pregunta concreta: ¿Fue el derrocamiento de Gadafi una victoria para la revolución o para la contrarrevolución?

Al eliminar un obstáculo colosal en el camino de la clase obrera, la Revolución presenta nuevas posibilidades. También plantea nuevos peligros. La falta de una clase obrera fuerte fue lo que determinó existencia de una sangrienta guerra civil. La juventud rebelde se unió a los grupos revolucionarios. Estos se basan a menudo en lealtades tribales o locales. Estaban armados y financiados por los empresarios que proporcionan armas y vehículos. Y debido al hecho de que la organización independiente de los trabajadores no existe, y mucho menos la de un partido marxista verdaderamente revolucionario, las perspectivas políticas de los rebeldes se limitan a buscar una alternativa dentro de los límites del capitalismo, es decir, dentro de los límites de algún tipo de democracia burguesa. Todos estos factores ponen un gran signo de interrogación sobre la evolución futura del movimiento.

¿Conseguirán los imperialistas imponer su dominio y la subordinación de la revolución libia a sus intereses? Esta pregunta no puede ser decidida con absoluta certeza de antemano. Hay fuerzas poderosas tirando en esa dirección. Pero cada acción tiene una reacción igual y opuesta. El hecho de que algunas personas estén agitando banderas francesas y británicas (y las de Egipto, Argelia y Qatar) no significa necesariamente que la gente de Libia esté dispuesta a ver a su país y su riqueza petrolera vendidos al mejor postor.

Una cosa es expresar gratitud a estos países por lanzar bombas sobre los tanques de Gadafi. Otra cosa es aceptar el retorno de la dominación colonial en Libia. Es significativo que, a pesar de su actitud servil hacia el oeste, la dirección del CNT recientemente fue obligada a salir en contra de una fuerza de seguridad de la ONU sobre el terreno, lo que refleja las presiones populares que existen. Esto indica que las masas revolucionarias sospechan del CNT y se oponen a la instalación de las fuerzas imperialistas en Libia.

El testigo de Trípoli que hemos citado antes, escribe: «Los EE.UU. y sus aliados siguen tratando de subordinar la revolución a sus intereses. Ellos han apoyado a una parte de los rebeldes, ya que parecen carecer de una base nacional, en un esfuerzo por controlar el curso de las revoluciones árabes. No están interesados en una verdadera democracia, sino en una democracia limitada, administrada al servicio de sus necesidades».

Y concluye: «A pesar del carácter popular de la revolución, la debilidad de las estructuras políticas en Libia significa que la perspectiva de que emerja una izquierda de ella es muy débil. Sin embargo, ella era aún más débil bajo Gadafi, y la revolución de la sociedad libia da el espacio para esas cosas puedan desarrollarse. No vendrá pronto –ya que requeriría una reestructuración de la economía, un crecimiento de la clase trabajadora y así sucesivamente- pero por primera vez en su historia, Libia tiene una oportunidad. Por esa sola razón, la revolución debe ser apoyada. Por otra parte, la victoria ha insuflado nueva vida a los levantamientos en todo el mundo árabe, especialmente en Siria y Yemen.

«Es demasiado pronto para decir quién será el ganador final de la revolución de Libia, pero sí sabemos quién intentará determinar el resultado.»

Esta es una conclusión bastante equilibrada. Es cierto que la clase obrera de Libia es mucho más débil que, por ejemplo, el proletariado egipcio. Hasta ahora ha sido incapaz de poner su sello en la revolución. La izquierda es muy débil en general, y la presión de los elementos de la burguesía y del imperialismo pueden empujar a Libia en una dirección diferente. A pesar de ello, el derrocamiento de Gadafi crea condiciones más favorables para el desarrollo de la lucha de clases dentro de Libia.

La experiencia de cómo la revolución libia se ha desarrollado, con una dirección burguesa que secuestró el movimiento, con dirigentes que formaban parte del antiguo régimen hasta vestirse como demócratas, es también una valiosa lección para los movimientos en curso en Siria y Yemen. Esa lección es la siguiente. Si un régimen es derrocado con la ayuda de las potencias imperialistas, a continuación las masas tendrán que pagar el precio. En lugar de un cambio genuino terminará con la mayor parte del antiguo régimen reciclado dentro del nuevo, y ninguno de los verdaderos problemas sociales ardientes se abordarán. Así, las masas tendrán que prepararse para una segunda y más profunda revolución, para completar las tareas que tenían originalmente planteadas.

Las condiciones materiales en Libia son decisivas a largo plazo. Las condiciones de las masas son desesperantes. Los suministros de electricidad y agua han sido interrumpidos. También hay grave escasez de gasolina. Los trabajadores no pueden vivir para siempre con una dieta de discursos y de «democracia» retórica. Tienen necesidades inmediatas que deben ser atendidas. Ahora que Gadafi ha muerto, el final de los combates llevarán a una polarización en el campo de la guerrilla en líneas de clase.

Los trabajadores ya son críticos con el CNT y protestan contra la permanencia de los viejos gerentes en la industria del petróleo. Más de un centenar de empleados de la Compañía Nacional de Petróleo de Libia (NOC) protestaron el martes 27 de septiembre fuera de sus oficinas en Trípoli contra la negativa de los gerentes en hacer una clara ruptura con el pasado:

«Esta es una nueva era, una nueva revolución. Pagamos un montón de sangre. Estamos buscando un cambio enorme «, dijo Mohammed Haifa, quien dijo que trabajaba en el departamento de desarrollo sostenible de la empresa. «Esperábamos que este cambio ocurriera. Pero lo que estamos viendo es que esa gente todavía está ahí, la gente mala, los gerentes «.

Este no es un caso aislado. The Economist informó el 9 de abril de una protesta de los trabajadores petroleros en Bengasi frente a las oficinas de la Arabian Gulf Oil Corporation (AGOCO) la mayor compañía de petróleo de Libia para exigir cambios en la gestión. La compañía se vio obligada a mantener al jefe del comité que había sido elegido por los trabajadores. Los trabajadores lograron la victoria frente a la oposición del CNT. El informe citó las palabras de un sindicalista: «Padrinos locales están tratando de repartirse el país tan rápido como los jugadores extranjeros.»

Aquí tenemos la verdadera voz de la revolución libia: la voz de la clase obrera que se ha recuperado de una dictadura y no quiere que sea reemplazada por un nuevo tipo de dictadura: la dictadura del capital y la dominación imperialista. Esto indica que la clase obrera está comenzando a moverse. Debemos hacer todo lo posible para apoyar y alentar cada paso en la dirección de un movimiento independiente de la clase obrera en Libia.

La situación es muy complicada y hay tendencias tirando en direcciones diferentes. No hace falta decir que los marxistas siempre deben basarse en la clase obrera y los elementos más revolucionarios de la juventud, incluso cuando se trata de una pequeña minoría. Nos basamos en lo que es progresista y en la lucha contra lo que es reaccionario.

Por encima de todo, la caída de Gadafi es un eslabón más en una reacción en cadena que se propaga por el mundo árabe. Ben Alí y Mubarak se han ido, y Saleh [en Yemen] está pendiendo de un hilo. Ahora Gadafi ha sido derrocado. Esto pone a El Assad en Siria en mayor peligro. Abdullah de Jordania se enfrenta todavía a la oposición. El pueblo de Bahrein languidece resentido bajo el yugo de la monarquía minoritaria suní, apoyada por las bayonetas de Arabia Saudita. Pero ¿cuánto tiempo pueden durar estos regímenes? Las masas de Arabia, sentadas encima de tanta riqueza, no van a tolerar para siempre el imperio de una monarquía corrupta, decadente y estéril. Los acontecimientos de Libia son parte de una gran revolución árabe que está lejos de terminar.

Londres, 21 de octubre 2011