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tanque_egiptoLa revolución egipcia sigue su curso. De noviembre a marzo vienen desarrollándose elecciones llenas de irregularidades para elegir un parlamento, las que fueron precedidas por las mayores movilizaciones de masas desde la caída de Mubarak en febrero pasado.

 

Estas elecciones fueron boicoteadas por los partidos progresistas y de izquierda, ante la ausencia de garantías democráticas. La reacción quiere legitimar un cambio de fachada a un régimen que sigue siendo, esencialmente, el mismo que bajo Mubarak. Sin base social, la Junta Militar gobernante está apoyándose en los partidos musulmanes burgueses, los Hermanos Musulmanes y los salafistas.

 

Las fuerzas que una vez aparecieron unidas contra Mubarak están separándose cada vez más en dos campos opuestos, el de los explotadores y el de los explotados. En un lado, están los hombres de negocios, es decir, los Hermanos Musulmanes, los salafistas islámicos, los liberales y el Alto Mando del Ejército. En el otro lado se encuentran la juventud y las masas trabajadoras que hicieron la revolución y no ven ningún cambio significativo.

 

Protestas masivas

 

Las protestas de masas de fines de noviembre fueron reprimidas brutalmente y dejaron 40 muertos y miles de heridos. Los manifestantes exigían el aplazamiento de las elecciones y la dimisión de la Junta Militar, que maneja el 40% de la economía egipcia y pretende mantener el poder en la sombra.

 

Todas las capas de las masas se unieron a la protesta, desde estudiantes hasta trabajadores.

 

La clase obrera desempeñó un papel decisivo en la caída de Mubarak, pero le falta experiencia organizativa a gran escala, y es ahora cuando su organización empieza a cristalizar bajo los golpes de los acontecimientos.

 

Los Hermanos Musulmanes

 

El aliado más importante de la Junta Militar son los Hermanos Musulmanes, quienes constantemente piden «paciencia» y «moderación» a las masas que protestan contra el gobierno. A cambio, la Junta ha elaborado las normas electorales de manera que los Hermanos Musulmanes y los restos del antiguo partido de Mubarak se aseguren una mayoría de bancas en el nuevo Parlamento.

 

Los Hermanos han perdido toda autoridad ante los revolucionarios. Lo que ha causado una división dentro de sus propias filas, sobre todo en la juventud.

 

¿Qué depara el futuro?

 

Tras diez meses de revolución, está claro para la mayoría de los egipcios que los problemas fundamentales no han sido resueltos. El desempleo y la pobreza alcanzan niveles históricos. El aparato del Estado permanece bajo el control de la contrarrevolución que no tiene intención de conceder a las masas los derechos democráticos básicos.

 

Las Junta Militar está respaldada por el imperialismo de EE.UU. y la vieja camarilla gobernante, pero ha perdido toda legitimidad. El Parlamento que surgirá de estas elecciones no tendrá autoridad suficiene. Las elecciones presidenciales están convocadas para junio del 2012. Podrían incluso adelantarse. También es posible que los Hermanos Musulmanes se vean obligados a ingresar al gobierno. El ala moderada del “campo revolucionario” está promocionando la figura del ex-funcionario de la ONU El Baradei, un liberal laico que es visto simplemente como el menos inútil de todos los políticos. En realidad, El Baradei es el candidato de emergencia del imperialismo por si fracasan los partidos musulmanes y liberales burgueses.

 

Las elecciones organizadas por los militares han perdido gran parte de su legitimidad. El ala más avanzada del movimiento llamó correctamente a un boicot. Sin embargo, un boicot en el que la gente se queda en casa en sí mismo no es suficiente. La pregunta es: ¿cuál es la alternativa? Millones de personas están participando en estas elecciones porque las ven como la única forma de expresar su deseo de cambio. Los partidos que se presentan, sin embargo, no pueden ofrecer ese cambio. Como ya se anunció, la Junta Militar y los Hermanos Musulmanes utilizarán todos los medios a su alcance para asegurarse que obtienen el resultado que desean. Hay informes de fraude electoral y violación de las reglas electorales.

 

Debido a que no hay alternativa, las elecciones darán luz a un parlamento, aunque no sea representativo de las aspiraciones revolucionarias de las masas, y formará un gobierno. Tarde o temprano habrá un nuevo choque entre las masas y este gobierno.

 

Lo que se necesita son verdaderas elecciones de comités de lucha en los lugares de trabajo, barrios, con representantes elegidos en todo el país, que se unan como órgano de representación genuina del pueblo revolucionario. Para limpiar Egipto de toda la suciedad del antiguo régimen, para ofrecer a las masas una genuina expresión democrática lo que se requiere es una Asamblea Constituyente Revolucionaria, y este órgano tan sólo puede ser elegido bajo la supervisión de estos comités populares.