La existencia del socialismos como sociedad supone la existencia hegemónica de una economía socialista. Una economía que le sirva de base a las nuevas superestructuras de la sociedad: una estructura social socialista, una cultura socialista, un derecho socialista, una participación política socialista y un Estado socialista, entre otras.

Es cierto que en los procesos revolucionarios gestados sobre bases capitalistas la astucia de los líderes les lleva a decretar el socialismo y conseguir un nivel de eficacia política que les permite avanzar en el nivel de conciencia de parte de la clase trabajadora y campesina. Sin embargo, ese aceleramiento en el ritmo del nivel de conciencia es más simbólico que material; está mas influenciado por el influjo de los líderes y la participación política que por la ideología que nace de una base económica socialista. En esta etapa se confunde socialismo con el reivindicativismo propio de la social democracia burguesa.

En ese contexto la lógica del trabajo capitalista tiene su bases en la explotación del trabajo del otro; en la implantación de una forma de dominación, dentro y fuera de la empresa, basado en la propiedad de los medios de producción. Y esta forma de dominación crea una estructura vertical que se expresa en todas sus superestructuras. En la sociedad capitalista no somos iguales en cuanto al acceso a la satisfacción de las necesidades y esa diferencia debe ser exteriorizada y percibida a simple vista, afín de reafirmar la forma de dominación hegemónica en la sociedad.

En esa lógica el trabajador ve al capitalista y al Estado como un oponente contra quien tiene que rasguñar su subsistencia: su salario. De allí también que el trabajador vea en la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción el factor que impide que pueda cubrir sus necesidades; argumento de fondo del capitalista para quedarse con la ganancia que el trabajador produce.

En la lógica del trabajo socialista la eliminación de la propiedad privada sobre los medios producción en manos capitalista, supone su asunción por la clase trabajadora. Y este cambio de propiedad elimina la explotación del hombre por el hombre. En esta lógica la estructura de dominación dentro y fuera de la fábrica se reduce a la horizontal. En ella priva la responsabilidad social e individual de uno con todos y de todos con uno. En el socialismo no hay impunidad. En esa lógica el tema de la subsistencia se sustituye por el tema de garantizar la mejor calidad de vida para todos. La lucha contra el capitalista y su Estado se cambia por la lucha contra los bajos niveles de productividad de los trabajadores que impiden garantizar que todos tengamos acceso a la calidad de vida que nos merecemos como seres humanos. En ese nuevo Estado socialista el funcionario, en cuanto trabajador, está comprometido con su pueblo en brindar su mejor y mayor esfuerzo en la producción de bienes y servicios: trabaja para su pueblo. En el socialismo la cultura, el derecho y la política son una obligación militante para garantizar la participación y la calidad de vida todos. En el socialismo la lógica del trabajo capitalista cambia y la esperanza de la raza humana re- verdece. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.