Durante las últimas seis semanas ha habido varias huelgas en Italia. En la primera línea de batalla han estado los trabajadores del transporte municipal, junto con los de Alitalia (aerolínea nacional italiana). 

El 1 de diciembre los sindicatos oficiales del transporte convocaron una huelga general de cuatro horas de los trabajadores del transporte municipal. Pero en Milán los trabajadores alargaron la huelga que finalmente se convirtió en una huelga ilegal. En lugar de limitarse a las cuatro horas, como querían los sindicatos oficiales, los trabajadores decidieron hacer una huelga de veinticuatro horas, paralizando los autobuses, los tranvías y el metro. 
La rabia de los trabajadores explotó debido al continuo empeoramiento de las condiciones de vida experimentado durante los últimos años. Además de la introducción de la temporalidad laboral en este sector. La mayoría de los trabajadores jóvenes están muy mal pagados aproximadamente 800 euros mensuales y tienen que trabajar jornadas laborales muy largas y agotadoras. El alquiler mensual de un piso de tamaño medio en el norte de Italia fácilmente puede superar los 500-600 euros.
Durante los últimos dos años no se ha renovado el acuerdo de negociación colectiva. Los salarios han permanecido estancados mientras que la inflación se ha disparado. Este ha sido el caso de los trabajadores del transporte municipal, pero también otros sectores se enfrentan a una situación similar. Los salarios reales han caído durante estos tres últimos años entre el 5% y el 15%, dependiendo del sector.
La dirección de Alitalia lanzó un plan de “rescate” que implicaba la pérdida de 2.700 empleos, el motivo es que la empresa pierde 400 millones de euros al año. Como es habitual se está pidiendo a los trabajadores que paguen la crisis provocada por los capitalistas.
Estas dos luchas no son casos aislados, reflejan algo más profundo. Hay síntomas de una crisis más profunda y amplia del capitalismo italiano. La industria italiana está perdiendo terreno en el mercado mundial, como demuestran la crisis de Fiat y el colapso de Parmalat.
Esta reciente lucha de los trabajadores del transporte no es una simple repetición de luchas anteriores. Revelan una mayor voluntad de lucha y un ambiente más militante por parte de los trabajadores. En estas luchas también hemos visto algunos acontecimientos nuevos. Los trabajadores han demostrado que ya no están dispuestos a obedecer sin más las directrices de los dirigentes sindicales oficiales. En Italia los dirigentes han estado aplicando la técnica de convocar huelgas de dos o cuatro horas, su intención con este tipo de luchas no era conseguir la victoria, sino conseguir que los trabajadores “soltaran vapor”. Se trataba más de una válvula de escape que de un método de lucha.
El movimiento de protesta más grande contra el gobierno Berlusconi comenzó a finales de 2001. Desde entonces los trabajadores han mostrado un gran nivel de militancia pero nunca se habían atrevido a ir en contra de las “directrices” de sus dirigentes. La confianza en la dirección era muy grande, y hasta cierto punto todavía lo es. Pero ahora algunos sectores de la clase obrera han comenzado a cuestionarse toda esta situación. “Si no emprendemos una acción seria nadie lo va a hacer por nosotros. Sólo conseguiremos que nos hagan casi si hacemos algo que dañe seriamente el sistema y pare todo”. Eso es lo que están pensado ahora miles de trabajadores italianos.
Durante los años noventa se aprobaron varias leyes antihuelga. Por ejemplo, ahora es ilegal hacer huelga en determinados períodos del año; los sindicatos tienen que avisar por adelantado cuando se va a hacer la huelga, etc., Sin embargo, durante el mes de diciembre los trabajadores del transporte incumplieron en varias ocasiones estas leyes. Los trabajadores participaron masivamente en cada huelga, tanto el 1 como el 15 y 19 de diciembre. En estas huelgas los trabajadores han vuelto a descubrir su fuerza. Los trabajadores de ATM (así se llama la empresa municipal de transportes de Milán) se han convertido en una guía para los trabajadores del resto del país.
El día de la primera huelga, el 1 de diciembre, todos los medios de comunicación condenaron a los trabajadores. Así han revelado su verdadera cara y el profundo odio que sienten hacia los trabajadores. Han aparecido muchos artículos sobre estos trabajadores “incivilizados”. Esto demuestra que los medios de comunicación son simplemente una herramienta en manos de los empresarios. Cuando se trata de preservar los intereses fundamentales de los empresarios no son imparciales. Lo que realmente es “incivilizado” es que hombres y mujeres tengan que vivir con estos salarios de miseria. En lugar de cumplir las reivindicaciones razonables de los trabajadores, muchos representantes del gobierno y de Cofindustria (la confederación empresarial) han estado discutiendo hacer cambios a la ley que rige el derecho a huelga. Los cambios que proponen harían prácticamente imposible que millones de trabajadores fueran a la huelga.
¡Lo que resulta incluso más escandaloso es que la mayoría de los dirigentes sindicales se unieran a este coro y culparan a los trabajadores en lugar de a los empresarios!
Pero ninguno fue capaz de frenar la oleada huelguística. Todo lo contrario, los trabajadores del transporte desafiaron la orden de regresar al trabajo. En Italia hay una ley que permite a las autoridades ordenar el regreso al trabajo (“precettare”) de los trabajadores en huelga. Esta ley fue introducida por el régimen fascista de Mussolini pero la ley siguió vigente cuando cayó su régimen. Sigue siendo una herramienta útil en manos de los empresarios y el Estado. Normalmente, si se invoca esta ley los trabajadores regresan al trabajo. No obedecer conlleva el riesgo de una multa de 250 euros y una posible pena de cárcel de entre seis meses y dos años. Pero en esta ocasión los trabajadores desafiaron la ley. Su rabia ha ido más allá del acatamiento a la legalidad de la situación. Cuando los trabajadores deciden que ya han tenido suficiente y empiezan a estirar sus músculos como clase, ¡no hay ley que les detenga! ¡No pueden arrestar a todos los trabajadores del transporte municipal!
Los trabajadores se enfurecieron aún más cuando los dirigentes sindicales oficiales firmaron el 19 de diciembre el acuerdo colectivo. Este acuerdo prevé un aumento salarial mensual de 81 euros (brutos) con un pago “excepcional” de 790 euros en compensación por estos dos últimos años en los que no han tenido aumento salarial. Los dirigentes sindicales de la CGIL, CSIL y UIL justificaron la firma de este acuerdo resaltando que será un sacrificio para las empresas municipales de transporte, ya que tienen enormes deudas.
Este es un argumento increíble, está basado en la idea de que el transporte público debería regirse por las leyes del mercado. El transporte público es un servicio que no debería basarse en el beneficio. En cualquier caso, mientras dicen que no hay dinero para los trabajadores pero en Milán los directivos de la AMT sí han encontrado dinero para aumentar sus salarios un 12,5% neto. Además, es un dato conocido que algunas empresas municipales de transporte han invertido sus beneficios en la bolsa, ¡compraron acciones de Cirio o Parmalat! Ahora estas acciones sólo valen el papel en el que están impresas. Esta disputa ha sacado a la superficie la verdadera naturaleza del capitalismo actual. Ha demostrado a millones de trabajadores que los capitalistas están dispuestos a destruir los servicios públicos simplemente para maximizar sus propios beneficios.
El día después del acuerdo (20 de diciembre) los trabajadores fueron de nuevo a la huelga de forma espontánea. En algunas ciudades los dirigentes sindicales locales al principio consiguieron contener a los trabajadores prometiéndoles un buen acuerdo. Eso es lo que ocurrió en Roma. Pero cuando los trabajadores descubrieron realmente lo que se había firmado, entonces no salió a la calle ni un solo autobús o tren.
Los trabajadores han demostrado de forma concreta su rechazo total al acuerdo. Los empresarios esperaban que el período navideño consiguiera calmar a los trabajadores, pero ha ocurrido lo contrario, aunque los trabajadores aceptaron una especie de “alto el fuego” durante las vacaciones, cuando pasaron las celebraciones de Año Nuevo regresaron a la lucha con nueva determinación. El 9 de enero el SULT, los COBAS y el RdB CUB (pequeños sindicatos que se formaron hace unos años a partir de escisiones de los tres grandes sindicatos) convocaron una huelga estatal que contó con la participación de la aplastante mayoría de los trabajadores. La participación llegó al 100% en Bolonia, Venecia, Génova y Nápoles; el 95% en Roma y Milán; superior al 90% en Florencia y Trieste, etc.,
Hay un detalle que demuestra la creciente politización y militancia de estos trabajadores. Los seguidores de Falce Martello fueron a las cocheras y participaron en varias reuniones expresando su solidaridad y apoyo a los trabajadores del transporte. En Bolonia por ejemplo vendimos 50 ejemplares de nuestro periódico, esto no era lo normal en el pasado. Los trabajadores están pensando y buscan una alternativa a la posición de los dirigentes sindicales oficiales.
En el momento de escribir este artículo, 14 de enero, ha tenido lugar otra huelga espontánea. Los trabajadores del transporte en Milán salieron de nuevo a la huelga el lunes y el martes de esta semana. Esta huelga también se extendió a Génova y Brescia. Las autoridades volvieron a ordenar el regreso al trabajo, aunque en otras ciudades los trabajadores intimidados sí regresaron al trabajo, en Milán los trabajadores continuaron. Las últimas noticias que tenemos es que se ha alcanzado un acuerdo en Milán y que los trabajadores han regresado al trabajo. En los próximos días daremos más detalles de este acuerdo.
Los trabajadores están ganando confianza según pasan los días. Esta lucha, junto a la de Alitalia, representa claramente un punto de inflexión en la lucha de clases en Italia. Todos los sectores de la sociedad están mirando a los trabajadores del transporte municipal. En Brescia, una gran ciudad del norte de Italia, la gente normal aplaudía cuando veía a los conductores de autobús en huelga. El instinto de clase de las masas es más fuerte que la propaganda de los medios de comunicación. La clase dominante también está mirando con temor este movimiento. El gobierno Berlusconi está adoptando una postura muy dura ante los trabajadores. Estos políticos de derechas saben que si permiten ganar a los trabajadores del transporte esto podría abrir las puertas para un período de lucha de clases radical similar al de 1969-74.
El obstáculo principal para la victoria de los trabajadores municipales del transporte es la ausencia de espíritu de lucha entre la actual dirección del movimiento obrero. Nadie puede culpar a los trabajadores porque ellos están mostrando una tremenda determinación a luchar.
Ahora, debido a la presión de la base, los sindicatos han decidido someter a votación el acuerdo antes de que termine este mes de enero. El resultado está claro: ganará por mayoría el “no”. Pero no sería la primera vez que la burocracia sindical cae derrotada en un referéndum y que ésta ignora el resultado. Los dirigentes sindicales quieren ganar tiempo para cansar a los trabajadores. Por esa razón los trabajadores sólo pueden basarse en su propia fuerza y hay que sacar algunas lecciones. La tarea principal es construir un movimiento de oposición dentro de los sindicatos. Hay que presentar una alternativa a la burocracia en cada centro de trabajo. La espontaneidad es algo bueno pero también tiene sus límites si se trata de organizar una lucha estatal.
Los sindicatos tienen un papel importante que jugar aquí, pero no se puede confiar en la burocracia actual que domina la dirección de los sindicatos. Los delegados sindicales deben participar en todo el proceso de negociación. Los trabajadores en primer lugar necesitan elegir provincialmente a sus delegados y después coordinar a éstos a nivel regional y nacional. A partir de este proceso se podría elegir una delegación capaz de llevar adelante el proceso de negociación. Esta negociación debe estar en todo momento controlada por la base, la delegación debe consultarla en asambleas regular, y cualquier acuerdo entre la dirección y los trabajadores sólo se puede aprobar cuando es aceptado por la mayoría de los trabajadores.
Además, debería haber coordinación entre la lucha de los trabajadores municipales del transporte y los de Alitalia, en realidad debe haber coordinación entre cualquier sector de la clase obrera que esté sufriendo un ataque. Los problemas son iguales en todas partes. El gobierno ha pasado a la ofensiva contra toda la clase obrera. Quiere que los trabajadores paguen la crisis que han provocado los capitalistas. Planea atacar a un sector tras otro. Debemos aprender del pasado. Los empresarios atacan aisladamente a cada sector porque piensan que así pueden aislarlo. No podemos permitir que esto ocurra, nuestro lema debe ser: “La unidad es nuestra fuerza”.
Después de cada traición de los dirigentes sindicales oficiales, hay algunas personas de la izquierda que abiertamente plantean la idea de escindirse de los sindicados y crear un nuevo movimiento sindical. Esta no es la solución. En el transporte municipal ya existen treinta y cinco sindicatos diferentes, aún así, la CGIL, la CSIL y la UIL todavía aglutinan al 74% de la militancia sindical de este sector. La tarea es luchar dentro de los sindicatos oficiales, para democratizarlos y armarlos con un programa de lucha. Este es el objetivo de los seguidores del periódico marxista Falce Martello, que desde el principio han intervenido en la lucha defendiendo un programa de clase.