Editorial de Lucha de Clases Nº12

Imagen de la manifestación convocada en Madrid, el 1 de mayo de 2013 Dani DuchTras apagarse la fanfarria ruidosa de la España oficial en torno a la candidatura de Madrid como sede de los Juegos Olímpicos de 2020, vuelve a emerger la España real donde las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad siguen deteriorándose día a día.

La España oficial pensaba utilizar propagandísticamente la designación de Madrid como sede de los Juegos para embozar una España real donde se agitan cerca de 6 millones de parados y 85.000 estudiantes universitarios que dejarán sus estudios este curso, por negárseles la beca o no poder afrontar las subidas de las matrículas.

En el Madrid candidato al olimpismo, el 50% de las familias que solicitaron plazas en las guarderías infantiles públicas han renunciado a las mismas por no poder pagar las tasas. En la España real la lista de espera en los quirófanos supera las 600.000 personas, con una demora promedio que ha pasado de 76 a 100 días en solo 6 meses. Cerca de 100.000, el 16,5%, ha rebasado el plazo legal máximo de espera de 6 meses.

Hay 90 regulaciones de empleo diarias (EREs) en las empresas  de la España real, que dejan un reguero de nuevos parados y trabajadores que son obligados a bajarse el salario, a perder derechos adquiridos o a cambiar su contrato de empleo fijo por otro precario o a tiempo parcial. Esta última modalidad de contrato, casi inexistente antes de la crisis, abarca ya al 16,4% de los trabajadores, 2,8 millones. En realidad, el trabajo a tiempo parcial es una falacia porque los empresarios obligan a realizar jornadas laborales completas con horas extras, en muchos casos sin pagar. En total, según el Instituto Nacional de Estadística, los trabajadores realizan cada semana 3,1 millones de horas extraordinarias no remuneradas por sus empresas, el 40,6% del total de horas extra realizadas.

Las pensiones de la España real sufrirán nuevos ajustes que implicarán otra bajada de las pensiones futuras. Quienes se jubilen en 2015 recibirán un 0,7% menos que quienes lo hagan en 2013, y esta disminución será progresiva con los años. Quienes se jubilen en 2050 (los que tienen ahora 28 años) cobrarán un 19,2% menos. La ministra de trabajo, Fátima Báñez, quiere tranquilizarnos diciendo que las pensiones subirán anualmente al menos un 0,25%, lo que traerá una pérdida de poder adquisitivo adicional con una inflación actual del 1,8%-2% anual, ya históricamente baja.

¿Estamos saliendo de la crisis?

El gobierno también ha aireado jubiloso algunos datos que indican una moderación en la caída de la actividad económica, y se aventura a decir que estamos saliendo de la crisis. Vayamos a los datos. La actividad económica, medida por el Producto Interno Bruto (PIB),  cayó “solo” un 0,1% en el segundo trimestre del año, y esperan que el PIB crezca este tercer trimestre cifras tan espectaculares como un 0% (es decir, que no se crezca nada) o un raquítico 0,1%-0,2%.

La realidad es que la producción industrial, la columna vertebral de la economía, lleva 23 trimestres consecutivos de caída, ¡6 años!

Aunque en el verano hubo una cierta creación de empleo, fue completamente estacional por el efecto del turismo y el inicio de labores agrícolas.

Ciertamente, el aumento de las exportaciones ha aminorado el tradicional déficit comercial español, que se redujo en un año de 15.600 millones de euros a 2.700 millones. Pero esto no se debe a un aumento de la producción, sino al declive de las importaciones (por la caída en la actividad de la economía española) y a la caída del consumo de las familias que obliga a las empresas a colocar sus productos sobrantes en el mercado exterior.

¿Pero, no señalarían estos síntomas un cambio positivo de tendencia? La realidad es que la deuda total de las empresas españolas equivale al 130% del PIB nacional, la mayor tasa de la Unión Europea. Sus beneficios se destinan a otorgar sueldos astronómicos a sus directivos y a aminorar su endeudamiento. Los bancos están igualmente endeudados, y la morosidad de los créditos otorgados alcanza una tasa histórica, el 11,6%. Por eso los bancos apenas conceden nuevos créditos a empresas y particulares.

Aparte, están los efectos del recorte del gasto público, que se profundiza mes a mes, para reducir una deuda pública imposible de pagar.

Por último, está la situación de la economía europea y mundial, que sigue en estado raquítico, lastrada como la economía española por la elevada deuda pública y privada, y la falta de inversión.

Así, la falta de inversión privada y de crédito, la caida del consumo familiar, los recortes del gasto público y  la languidez de la economía mundial, descartan una vuelta a corto y medio plazo a niveles de crecimiento que reviertan el cuadro actual de alto desempleo, precariedad, salarios disminuidos y recortes del gasto social.

La calma que anticipa una tormenta social

Es cierto que tras dos años de movilizaciones incesantes hay una caída temporal de la protesta social que refleja un cansancio y desánimo lógicos, porque no han tenido un efecto en paralizar y derrotar los ajustes. La clase obrera española y la juventud han dado todo lo que podían dar de sí contra las políticas reaccionarias, primero de Zapatero y, sobre todo, de Rajoy. Los responsables de esto son, por un lado, la complicidad de la dirección del PSOE con el gobierno del PP, que se ha limitado a una oposición cosmética; y, sobre todo, la desmovilización de las direcciones de UGT y CCOO que han agachado la cabeza ante el gobierno y la patronal, aceptando los argumentos capitalistas de que no hay alternativa a las políticas de ajustes y de pérdida de derechos sociales y laborales. Quienes no cuestionan el capitalismo y aceptan que los grandes empresarios dirijan la vida económica del país, necesariamente deben convalidar los argumentos económicos de estos últimos y actuar en consecuencia.

En esta situación, existe una capa muy amplia de trabajadores avanzados y de la juventud combativa, que permanece activa en la movilización social, que siente un cierto aislamiento y puede estar tentada de dejarse llevar por la impaciencia y el desánimo, lo cual sería un error.

Pese a todo, hay mucho material combustible en la sociedad. El capitalismo nada puede resolver y por lo tanto, independientemente de estados de ánimo coyunturales, las masas trabajadoras serán empujadas una y otra vez a la lucha porque simplemente no tienen alternativa. En las condiciones actuales de aumento de la explotación, falta de futuro para millones de jóvenes, arrogancia y corrupción de los ricos y políticos del sistema, cualquier chispa podría detonar una explosión social masiva.

Izquierda Unida y las movilizaciones de otoño

En este contexto, hay una demanda urgente de dirección y orientación. Izquierda Unida puede y debe jugar ese papel. Y hay elementos positivos que destacamos.

IU ha empezado a conformar el llamado Bloque Social y Político para impulsar la protesta social. Varias decenas de organizaciones sociales y populares ya se han sumado a este organismo. Esto debería completarse con una presencia clara de la clase trabajadora, con activistas sindicales combativos, comités de empresa, secciones sindicales, grupos de trabajadores en conflicto, etc., y extender el Bloque a todas las regiones, provincias y ciudades importantes.

El Bloque, con IU a la cabeza, ha convocado una marcha masiva a Madrid para el mes de noviembre para protestar contra los ajustes, el desempleo y exigir la dimisión del gobierno. Otros elementos que también podrían detonar, aunque sea parcialmente, la movilización social son el ataque imperialista contra Siria y las movilizaciones estudiantiles de fines de octubre.

Es cierto que IU sube en las encuestas y en simpatía popular. Pero debemos ser honestos. Este aumento, con ser importante, aún no es masivo,y no revierte el incremento de la abstención que vaticinan las encuestas que refleja el descrédito de la llamada “clase política”. En nuestra opinión, si bien IU es percibida como ajena a los partidos del sistema, y ha combatido claramente la política de recortes y austeridad, aún no ha formulado ninguna consigna o medida programática que haya tenido un impacto social masivo o despertado grandes expectativas.

Agitar un programa de transformación social

Hace falta que la dirección de IU agite un programa que ofrezca una alternativa coherente para solucionar los problemas sociales. Una crisis tan profunda, estando la economía en manos de los grandes capitalistas, no puede resolverse sin tocar la propiedad de los ricachones. Desde Lucha de Clases pensamos que IU debería agitar, entre otras medidas, por: nacionalizar la banca y los grandes grupos económicos, para planificar la economía en beneficio de la mayoría;expropiar las viviendas vacías de bancos e inmobiliarias para ofrecerlas en propiedad o en alquiler a no más del 10% de los ingresos familiares; repartir el trabajo introduciendo inmediatamente las 35 horas semanales sin reducción salarial: y, por supuesto, repudiar la deuda pública usurera, responsable de todos los recortes sociales; proponiendo en todos los casos indemnizar solamente a los pequeños accionistas y ahorradores, que son una minoría del capital social de estas grandes empresas y bancos y de la deuda pública. Este programa, agitado audazmente, sí despertaría enormes expectativas y apoyos sociales.

Lo prioritario es hacer consciente a la clase obrera de que necesitamos un cambio fundamental en la sociedad: expropiar a los ricos y poner a trabajar los enormes recursos productivos en interés de la inmensa mayoría trabajadora. La condición para ello es que la vanguardia  de la clase obrera y de la juventud se convenza de la necesidad de agruparse en torno a un programa de transformación socialista de la sociedad, en los sindicatos, Izquierda Unida y en los movimientos sociales, para llevar este programa al movimiento de masas una vez que éste se despliegue en toda su amplitud.