El Partido Comunista Brasileño y la Izquierda Marxista ha seguido con preocupación los acontecimientos que se desarrollan en Ucrania. Es otro capítulo de la injerencia imperialista en el país y de la lucha entre facciones oligárquicas que marcan la historia de Ucrania desde su separación de la URSS. Estos oligarcas surgieron como una fuerza dominante mediante la apropiación, a través de maniobras y privatizaciones oscuras, del patrimonio construido con mucho sacrificio por el pueblo soviético. Sus acciones llevaron al país a la situación actual al borde de la bancarrota económica y social.

Con la llamada «Revolución Naranja» de 2004, la fracción de la oligarquía pro-imperialismo americano y europeo derrocó al gobierno de otra fracción vinculada al capitalismo ruso. Esto sólo fue posible debido a que el gobierno de Viktor Yanukovich era un gobierno corrupto y autoritario. Su política de centralizar el poder político y económico en torno a su familia llevó no sólo a los demás oligarcas abandonaran a su fracción y se pasaran a la oposición, en busca de relaciones más estrechas con la Unión Europea para garantizar sus privilegios, sino que ademñas causó descontento popular.

Con los recursos financieros del imperialismo occidental y su control sobre los medios de comunicación, la oposición y los grupos fascistas lograron canalizar el descontento popular en el oeste de Ucrania hacia el golpe de estado, ganando a la opinión pública de esa parte del país para apoyar el Tratado de Asociación con la Unión Europea (UE), a pesar de que auténtico significado sea la desindustrialización, el desempleo masivo, la reducción de salarios y el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores.

Las milicias fascistas fueron fundamentales en la victoria de la fracción oligarca de oposición. Fueron responsables de la manipulación de los hechos, realizando ataques contra activistas de la propia oposición y usando francotiradores contra las protestas para sabotear el acuerdo ofrecido por el gobierno ruso y justificar el uso de sus tácticas violentas, siendo directamente responsables de la sangre derramada en Kiev.

Preocupados por la posibilidad de perder el control del proceso, los imperialistas europeos buscaron posteriormente un acuerdo con el gobierno ruso y el gobierno de Yanukovich y anunciaron el 21 de febrero un acuerdo que preveía un gobierno de coalición, elecciones anticipadas y el retorno a la Constitución 2004, disminuyendo así el poder presidencial.

Sin embargo, la milicia de extrema derecha y fascista, vinculada directamente al gobierno de los EE.UU., dio un golpe de Estado el día siguiente, expulsando a Yanukovich del poder. De este modo, se produjo sobre una convergencia de intereses: el interés estadounidense por impedir un acercamiento entre Berlín y Moscú, y el de los fascistas, que trataban de llegar al poder. Con la bendición de Washington y, por primera vez desde la derrota del fascismo nazi en la Segunda Guerra Mundial, un partido fascista típico participaba en un gobierno en Kiev. El nuevo gobierno interino comenzó su escalada de violencia, restringiendo la lengua rusa, la consecución de los partidos de izquierda y al antiguo partido gobernante, basado principalmente en el este y el sur del país, dónde hay una mayoría de rusos étnicos.

Los fascistas de Svoboda y el Sector Derecho ocuparon puestos claves en el aparato represivo, que legalizó la incorporación de sus milicias en una nueva fuerza militar, la Guardia Nacional. Hubo ataques sucesivos a parlamentarios y militantes comunistas, prendiendo fuego a la casa del líder del Partido Comunista de Ucrania y su sede y, finalmente, la expulsión de sus miembros de una sesión del parlamento. El gobierno ha iniciado procedimientos para ilegalizar el PCU, y Borotba (organización de izquierda revolucionaria) se vio obligados a pasar a la clandestinidad para sobrevivir.

El auge fascista, las medidas de represión de la minorías rusas y las medidas impopulares impuestas por el FMI y las potencias occidentales, como el aumento del precio del gas para los hogares en un 50% y reducir a la mitad las pensiones, dio lugar al inicio de la resistencia en el este de Ucrania. Se organizaron milicias antifascistas, que promovieron la toma de los centros de poder local y la expropiación de armas de la policía y el ejército. Las tropas enviadas por Kiev para suprimir la resistencia popular fueron repelidos por las masas y muchos soldados desertaron, entregando sus tanques y armas, o cambiaron de bando.

La Guardia Nacional y los batallones de voluntarios de los fascistas, ayudados por mercenarios pagados por los oligarcas locales se han convertido en la fuerza de asalto principal del gobierno golpista, sembrando el terror como en la masacre de Odessa, el 2 de mayo, donde más cuarenta antifascistas fueron asesinados, entre ellos militantes del PCU y Borotba, e incluso niños, quemados vivos.

La lucha antifascista en estas regiones, ante la ausencia de un partido que defiendiera con claridad el punto de vista de la unidad de la clase trabajadora de Ucrania y la lucha contra el gobierno de Kiev, acabó por expresarse de manera distorsionada en referendos que votaron la independencia de Crimea y su incorporación a Rusia (el 16 de marzo) y la formación de Repúblicas Populares de Donestk y Lugansk (el 11 de mayo), que luego formaron el nuevo Estado Federal de Novorossyia. Estas regiones reúnen las principales industrias de Ucrania, y son donde se concentra el grueso de la clase obrera. Ésta, dirigida por los mineros, al quedar claro el carácter fascista del golpe de Estado, se convirtió en la vanguardia de la lucha antifascista. La revolución antifascista tiende a convertirse en anti-oligarquica, ya que todos los oligarcas de Ucrania oriental, entre ellos el más rico de todos, Rinat Akhmetov, se pusieron del lado de Kiev. Los insurgentes han anunciado medidas de expropiación.

A pesar de la fuerte movilización popular, la gran prensa internacional trata de ocultar los hechos, con una campaña de desinformación, llamando a los militantes antifascistas «pro-ruso» y «agentes rusos». Utilizan para esto, las imágenes de las banderas de Rusia, entre los militantes. Estas no representan, sin embargo, el deseo de ser anexionados por Rusia, sino la afirmación de la identidad étnica bajo ataque, y son minoría entre las banderas soviéticas y las propias de las repúblicas regionales. Lo que estos militantes populares quieren es el fin de las organizaciones fascistas y sus milicias, y de la ofensiva genocida llevada a cabo por Kiev. Defienden además su derecho a la lengua y cultura propia y, sobre todo, su derecho a existir.

El 25 de mayo se dieron las elecciones presidenciales en Ucrania, con la elección del multimillonario Petro Poroshenko, que ya ha comenzado una ofensiva militar contra la población insurgente del este de Ucrania. Es posible que Moscú acepte el nuevo orden y negocie con el nuevo presidente una nueva forma de relaciones con Rusia. Los oligarcas que dirigen Rusia ciertamente temen la continuidad de la lucha de la clase obrera y el movimiento anti-fascista en Ucrania, ya que amenazan sus intereses y pueden cuestionar su poder económico y político, así plantear la cuestión de la propiedad social cuyo fin, con la restauración capitalista, es el origen de la crisis de desintegración del país.

El PCB y la Izquierda Marxista, siguiendo la política leninista de la defensa de la auto-determinación de los pueblos oprimidos y la lucha de los trabajadores contra el fascismo, por la reconquista de la propiedad social, exigen el fin de toda injerencia imperialista de Europa y América del Norte, así como del gobierno capitalista de Moscú, en Ucrania.

Fuera la opresión imperialista y la manipulación de los pueblos. Sólo la auto-determinación del pueblo trabajador y una genuina política marxista revolucionaria pueden resolver la tragedia organizada por el imperialismo y el capitalismo en Ucrania.

El PCB y la Izquierda Marxista apoyan totalmente la resistencia antifascista y la lucha por el derrocamiento del gobierno de Kiev librada por el PCU, Borotba y otras organizaciones obreras y de la izquierda. Nuestras organizaciones no tienen ilusiones sobre ningún tipo imperialismo. Nada bueno puede salir para la clase trabajadora de Ucrania de los acuerdos imperialistas. Sólo la movilización independiente de los trabajadores puede derrotar al FMI, la UE y los EEUU y a los fascistas del gobierno que ahora domina en Kiev.

Hacemos un llamado a los trabajadores de todos los países a expresar su solidaridad con el movimiento antifascista, en defensa del PCU y Borotba, en defensa del derecho de reunión, de expresión y organización, ahora aplastados por el gobierno pro-imperialista de Kiev.

Instamos a las organizaciones obreras y antifascistas de Brasil y del mundo a protestar contra el gobierno de Kiev y demostrar solidaridad con los activistas y las organizaciones bajo ataque en Ucrania.

!Ni guerra entre los pueblos, ni paz entre clases!

 

!Unidad de la clase obrera y la juventud para derrotar al gobierno imperialista y fascista en Kiev!

 

!Por el fin inmediato de la ofensiva genocida de Kiev contra el pueblo de Ucrania del Este!

 

!Por el derecho de uso de la lengua y la cultura de las minorías nacionales oprimidas y su derecho a la autodeterminación!

 

!Contra la persecución de los sindicatos! !Ningún otro ataque contra el Partido Comunista de Ucrania ni Borotba!

25/06/2014

Izquierda Marxista

Partido Comunista Brasileño