El transporte en Venezuela más que un servicio público es una empresa multimillonaria, de la cual se lucran unos pocos, los propietarios de las unidades de transporte aliados con las mafias que dominan los sindicatos de transporte en el país. Si analizamos la cuestión desde un punto de vista marxista, todos aquellos bienes y servicios que afecten directamente a la mayoría de la población, no deberían estar en manos de los privados, para enriquecer a unos pocos a costa de la explotación y sufrimiento de las mayorías trabajadoras, sino en manos de la clase trabajadora a fin de beneficiar a la mayoría de la población.

El sindicato de transporte en el Estado Táchira, continuamente ha dejado mostrar su postura frente a un gobierno al que siempre han considerado contrario a sus propios intereses. Por lo general este sindicato ha sido dominado por los antiguos grupos de poder que de alguna manera han actuado desde los inicios de la cuarta república en nuestro estado fronterizo. Mayoritariamente sus filas las han conformadas por los partidos tradicionales de la cuarta republica, como lo fueron Acción Democrática (AD) y COPEI.

Este sindicato, al igual que muchas organizaciones de la burguesía tachirense como por ejemplo ASOGATA y la Cámara de Comercio e Industria del Estado Táchira (CCIET) entre otras, han venido ocupando a lo largo de los años cargos políticos relacionados a sus intereses en las distintas alcaldías del Estado, así como también han influido enormemente en las directrices políticas durante varios períodos de distintos gobiernos regionales, sobre todo en aquellos en los que los partidos tradicionales de la cuarta república han dirigido la Gobernación del Estado Táchira.

Todo esto ha hecho que el sindicato de transporte tenga un gran poder en todo el Estado, controlando un servicio que de alguna manera extraña hoy en día insisten en llamar “público”, pero que en la realidad no tiene nada de público, pues es controlado por grupos minoritarios de poder al mejor estilo capitalista, y sobre el cual la población en general no tiene ningún derecho a opinar o decidir, salvo el de sufrir los desagravios de las mafias de estos grupos organizados en dicho sindicato, cuando consideran que sus propios intereses están en peligro.

Desde el inicio de la Revolución Bolivariana han sido múltiples las excusas del sindicato de transporte, por las cuales han llamado a paro a todos sus afiliados, paros que en la mayoría de los casos carecen de fundamentos reales, pues como mencionamos anteriormente sólo persiguen la defensa de intereses personales de los dirigentes de este sindicato, y no constituyen luchas para el beneficio de los conductores contratados o menos aun, de los llamados avances.

En el año 2015, el gobierno regional del Estado Táchira, anuncia los inicios de un nuevo sistema de transporte, que de alguna manera trataría de reducir la dependencia de estas mafias sindicales, en el tema de la incidencia del transporte en la población tachirense. Es así como el primero de marzo del año 2015, se da la llamada “Caravana de la paz y la vida”, en la cual se aprovechaba el momento para mostrar las primeras 53 unidades (YOUTONG), que conformarían el nuevo sistema de transporte del Estado Táchira (TransTáchira).

El estado Táchira ha crecido en población enormemente, por lo que el sistema de transporte actual se ha quedado corto, y obviamente estas nuevas rutas beneficiarán a la población, garantizando nuevas unidades que cubran la mayor cantidad de rutas posibles. Sin embargo, el sindicato de transporte ha respondido a esta política arreciando su lucha contra el gobierno regional, acusándolo de invasión de rutas (increíble, pero es así como ellos lo denominaron), como si las rutas pertenecieran a un solo grupo de poder, por lo que en ese momento generaron una matriz de sartas y mentiras contra el nuevo sistema de transporte.

Estas mafias pretendían hacerle creer a los trabajadores del volante que con los nuevos autobuses rojos (como se les denomina en el Estado Táchira), ellos perderían sus puestos de trabajo, lo que en un primer momento generó dudas y desconfianza entre muchos trabajadores de ése sector. No obstante, finalmente el pueblo entendió y apoyo la inclusión de estas nuevas unidades, porque lo que realmente hacen, es beneficiar a la población en general, razón por la cual en varias ocasiones durante las guarimbas ocurridas en el estado Táchira, grupos fascistas intentaron quemar varias unidades de TransTáchira, generando de manera automática por parte del pueblo el repudio hacia estas acciones y querando estos grupos muy mal parados ante la población tachirense.

En el año 2016, el pueblo tachirense tampoco ha escapado de la irresponsabilidad de este sindicato, el cual ha convocado a paro en varias oportunidades. Primero basándose en el tema de la reducción de cupos para la gasolina asignado a estas unidades de transporte (mal llamado público). Cabe destacar que en el Táchira el suministro de gasolina se rige por un sistema de control implementado por PDVSA a través de un chip, con el cual se trata de evitar el contrabando de gasolina hacia Colombia.

En una segunda oportunidad el llamado a paro lo hicieron asegurando la falta de repuestos que la misión transporte debía garantizarle a los transportistas públicos. Y últimamente, el 19 de agosto pasado, el sindicato convocó a un nuevo paro de transporte en la región, el cual lleva a la fecha de hoy, 29 de agosto, ya diez días. Aún cuando ya a nivel nacional tienen aprobado el incremento del pasaje en tres fracciones, este sindicato decide llamar a paro argumentando un aumento de forma arbitraria, nada más que a Bs 100, mucho más inclusive que el transporte de otras ciudades como Caracas, donde las rutas son mucho más largas.

El transporte en Venezuela más que un servicio público es una empresa multimillonaria, de la cual se lucran unos pocos, los propietarios de las unidades de transporte aliados con las mafias que dominan los sindicatos de transporte en el país. Si analizamos la cuestión desde un punto de vista marxista, todos aquellos bienes y servicios que afecten directamente a la mayoría de la población, no deberían estar en manos de los privados, para enriquecer a unos pocos a costa de la explotación y sufrimiento de las mayorías trabajadoras, sino en manos de la clase trabajadora a fin de beneficiar a la mayoría de la población.

Por lo tanto, desde el punto de vista del socialismo científico, el problema del transporte en Venezuela debe verse de la misma manera como se ve al sistema de producción capitalista nacional. Al igual que el comercio exterior, la banca, los latifundios y la gran industria, éste debe ser expropiado por el estado pero controlado, administrado y dirigido por el pueblo organizado, a través de los Consejos Comunales en conjunto con los Consejos Socialistas de Trabajadores del Transporte y otros sectores de vanguardia de la clase trabajadora. Es la única forma de que un sistema tan importante para el país garantice eficiencia al pueblo trabajador, sin usura, sin imposiciones.

Estamos conscientes de que actualmente la inflación es alta, pero los aumentos en el precio del transporte deben ser justos tanto para el trabajador como para el usuario. Quienes actualmente se benefician de forma directa de cada aumento del pasaje son los propietarios de las unidades, y no los avances, los verdaderos conductores de las unidades que no poseen otra herramienta o medio de trabajo más que sus brazos, sus piernas, sus ojos y su corporeidad misma, es decir, unos proletarios desheredados al igual que el resto del proletariado del país, el mismo que necesita del transporte público para trasladarse a sus lugares de trabajo y a sus hogares.

Por último, la solución al transporte público tampoco puede ser garantizar vehículos a todos los venezolanos, ello sería una solución insostenible ecológica y económicamente para el país, ya en la actualidad la infraestructura vial con la que contamos en varias ciudades principales está llegando al máximo de su capacidad vehicular, con lo que las colas, y la contaminación del aire y sonora se han tornado en fuertes problemas cotidianos para las masas trabajadoras.

La verdadera solución es diseñar un sistema de transporte público planificado e integrado a nivel nacional, con unidades aceptables para la comodidad del usuario, que garanticen a todos los venezolanos llegar a cualquier lugar y en cualquier momento, sin necesidad de esperar largas horas por un transporte público y por supuesto, con salarios dignos para el trabajador del volante, pero también con precios justos para el usuario. Si se logra esto, con seguridad muchas personas dejarán de tener la necesidad de poseer un vehículo propio, pues su necesidad será cubierta por un sistema público de transporte socialista, es decir, eficiente y totalmente humano, a costos totalmente accesibles.