En el siguiente artículo, el camarada Emir Loreto nos introduce a los hechos ocurridos en Rusia en 1905, que dieron origen al primer alzamiento obrero revolucionario del siglo XX, y que sirvió de experiencia imprescindible para la posterior toma del poder en 1917, y analiza las lecciones de estas revoluciones de cara a la situación actual de la Revolución Bolivariana

 

 

Estamos en un nuevo año, marcado por la carestía y la especulación que han impuesto la burguesía, los banqueros, terratenientes y las transnacionales, inspirados en las decisiones del departamento de estado norteamericano, en contra de las conquistas logradas por las masas revolucionarias bajo el gobierno del compañero presidente Hugo Chávez, líder histórico de la Revolución Bolivariana.

En medio de esta aguda y severa crisis, que el capitalismo impone a la sociedad venezolana y mundial, surge el fantasma de la Revolución Rusa, de sus lecciones y experiencias, revolución que este año cumple cien años de haber instaurado la primera revolución obrera en el mundo; fantasma que pudiera darse en Venezuela. El enemigo de la revolución, la burguesía, teme que en cada movimiento de calle, las masas revolucionarias pudieran llegar a levantar nuevamente las banderas de la expropiación y destrucción del viejo estado burgués, tal y como lo hicieron las masas enardecidas de obreros, campesinos y soldados hace cien años en Rusia.

 Las lecciones de esta hermosa gesta que proclamó la república de los Sóviets, primer estado obrero del mundo, sigue siendo una extraordinaria inspiración para que los explotados y oprimidos del mundo luchen por acabar contra el capitalismo, el mayor enemigo que tiene la humanidad en los actuales momentos.

09 de enero de 1905

         Desde octubre de 1904, frente a la condiciones de explotación, pobreza y hambre que padecía la sociedad rusa, se fue desarrollando un movimiento huelguista sin ningún programa ni dirección. La acumulación de años y décadas de miseria, opresión y sufrimiento, hizo aflorar entre las masas trabajadoras de forma explosiva y generalizada el sentimiento de lucha contra una sociedad que únicamente privilegiaba al gran capital extranjero y nacional. El 09 de enero de 1905, según el calendario juliano, vigente en Rusia para ése momento (para occidente que se rige por el calendario gregoriano dicha fecha sería el 22 de Enero de 1905), fue convocada una gran marcha en San Petersburgo bajo la dirección del sacerdote ortodoxo Georgi Gapón, quien era al mismo tiempo un agente policial del zarismo. La marcha fue reprimida brutalmente por las  fuerzas de seguridad del zar, dando origen a lo que posteriormente sería conocido como el “domingo sangriento”, provocando varios miles de fallecidos y heridos, hombres, mujeres y niños, lo que provocó que una ola de protesta recorriera y sacudiera al movimiento obrero en todo el país, radicalizándole y empujándole a organizar en cada ciudad de Rusia los consejos obreros o Sóviets, como órganos germinales de un poder independiente del poder zarista, que posteriormente dirigirían el proceso revolucionario que comenzaba a desarrollarse.

          León Trotsky, brillante dirigente socialdemócrata ruso, con tan sólo 26 años de edad, pasó a presidir el Sóviet de Petrogrado (conocida también como San Petersburgo), y desde inmediato orientó para que desde allí se rechazaran las promesas de reforma constitucional, ya que esto no garantizaba nada para los trabajadores y oprimidos de la sociedad Rusa. Los enemigos de los obreros tenían intereses irreconciliables con éstos y con los cambios y reformas democráticas que demandaban los trabajadores en las asambleas de los Sóviets.

       Aunque los Sóviets nacen originalmente al fragor de la lucha de clases como órganos creados por los trabajadores para luchar por sus demandas reivindicativas, al constituirlos, los trabajadores estaban (sin saberlo conscientemente todavía) creando sus propios órganos de poder, similares en estructura, naturaleza y función a la Comuna de París de 1871, mediante los cuales podría haberse logrado el derrocamiento exitoso del zarismo, y el establecimiento de un estado obrero, sentando así las bases para la lucha por la abolición del capitalismo y el establecimiento de un régimen socialista de producción.

           Lenin, que seguía atento a los acontecimientos desde el exterior, y sacando las conclusiones de la revolución rusa de 1905, dijo sobre la responsabilidad que había asumido Trotsky al ser el presidente del Sóviet de Petrogrado, que “se había ganado trabajando infatigablemente en la lucha esa posición”, al mantener como bandera que era imposible negociar con la burguesía, los banqueros, los terratenientes rusos, ni con las transnacionales, ya que en todo momento habló con claridad a los trabajadores, explicándoles que no podía existir ninguna ilusión en los explotadores, sino que sólo había que confiar en las propias fuerzas de la clase obrera.

           Hermosas palabras de otro de los hombres que supieron entender el momento de la Revolución Rusa doce años después, en 1917, al dirigirse a los trabajadores y dirigentes de su partido, cuando lanzó las históricas consignas: ¡“Ningún pacto con el gobierno provisional”, ¡“Todo el poder a los soviets”!, que contribuyeron de manera decisiva para ganar a la vanguardia y a las masas, y posteriormente tomar el poder.

          Lenin y Trotsky habían comprendido a través de la lucha y la experiencia del movimiento obrero mundial, que no era posible confiar en el enemigo de clase de los trabajadores, que había que mantener una posición independiente y revolucionaria inspirada en las ideas de Max y Engels, para lograr derrotar a la burguesía rusa y al imperialismo.

          El mismo imperialismo que en América Latina se lanzó a la defensa del estado burgués cubano en los años 60, cuando las masas habían asumido contra la burguesía cubana y el imperialismo yanqui, la consigna de que había que expropiar todo lo que olía a los señores que oprimían al pueblo, o como decía el General Ezequiel Zamora: “lo que debe cogerse son los ganados, bestias y tiendas de los Godos, por que con estas propiedades es que ellos se imponen y oprimen al pueblo. A los Godos se les debe dejar en camisa, pero a la gente del pueblo se protege y se respeta”.

 La misma consigna que los marxistas del PSUV, agrupados en torno a la Corriente Marxista – Lucha de Clases, hemos propuesto de manera permanente en la Revolución Bolivariana.

        Lenin y Trotsky supieron sacar las mejores lecciones de la revolución de 1905, para poder llevar a cabo la revolución de Octubre a la victoria, y mostrar por primera vez en la historia que los obreros, los de abajo, los descamisados, los oprimidos, podían gobernar, que era posible tomar el cielo por asalto, que no había posibilidades de que el programa menchevique de la revolución por etapas fuese viable, que sólo el proletariado en alianza con el campesinado podían realizar las tareas antiimperialistas, democrático burguesas y socialistas al mismo tiempo. He allí una de las lecciones históricas fundamentales de la Revolución Rusa, que alrededor de 40 años más tarde fue asumida plenamente en la Revolución Cubana, en la que fueron expropiados los enemigos de clase, permitiendo así el sostenimiento de la revolución en el tiempo. Tal lección continúa siendo absolutamente válida para la Revolución Bolivariana. No es posible quedarse a medio camino esperando que el imperialismo y la burguesía asuman un rol revolucionario, todo lo contrario, éstos, mediante la guerra económica, están llevando hoy a la sociedad venezolana a condiciones económicas y sociales peores que las que gestaron el alzamiento popular de finales de los 80 y el ascenso de masas en la década de los 90, que abrieron las puertas a la victoria del compañero Chávez en las elecciones presidenciales de 1998.

Enseñanzas de 1905

             Lenin y Trotsky  superaron las diferencias, señalaron claramente quienes eran los enemigos de la clase obrera y el socialismo. Toda su fuerza se centró en la dirección y victoria de la Revolución Rusa, bajo las banderas del programa de la revolución socialista inspirados en las ideas de Max y Engels, que son nuestra fuente teórica principal.

Por ello, para aquellos que militamos en la Revolución Bolivariana nuestra tarea urgente es organizar una dirección revolucionaria, como la que en 1917 permitió ganar a las masas trabajadoras en Rusia y conducirlas con éxito a la toma del poder. No hay tiempo para vacilar, construyamos la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases. Preparémonos para la victoria de la lucha por el socialismo, que de forma incansable y tenaz libró nuestro compañero Presidente Hugo Chávez, porque la única salida frente a la barbarie capitalista es la victoria del socialismo.

¡Viva la Revolución Rusa, primera revolución obrera victoriosa del mundo!

¡Frente a la especulación, escala móvil de salarios para los trabajadores venezolanos!

¡Expropiación de la burguesía bajo control obrero!

¡Viva Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, El Che, Fidel y la Revolución Mundial!

¡Únete a la Corriente Marxista del PSUV – Lucha de Clases para luchar por el socialismo!

¡Viva Chávez y la Revolución Bolivariana!