El crecimiento económico en el país no parece dar muestras de avance, esto sigue siendo una consecuencia más de la profunda crisis del capitalismo, de la que no hemos podido salvarnos. Al ser una economía dependiente, el gobierno ha tenido que implementar medidas contrarias a los intereses de los más desposeídos para lograr cumplir con sus obligaciones, tales como el pago de la deuda externa y los intereses de esta, generadas por el partido ARENA principalmente y de la deuda previsional a consecuencia de la privatización del sistema de pensiones, entre otras. El Fondo Monetario Internacional (FMI) junto al imperialismo norteamericano han mantenido sus dedos señalando cada movimiento del gobierno, trazando los designios de las políticas a implementar, entre esas la reducción de subsidios, las contribuciones especiales, el tope a las inversiones en salud y educación, lo cual está precarizando más las condiciones miserables de la clase obrera.

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Sin embargo, este tipo de políticas tienen un límite y no son efectivas para solventar los profundos problemas de la economía nacional, pues el verdadero problema de la crisis del capitalismo reside en dos puntos fundamentales: la propiedad privada de los medios de producción y el Estado Nación. Por eso los marxistas creemos que la única forma de superar la crisis es luchando por la nacionalización y la socialización de los grandes medios de producción, pasando de una producción anárquica que busca el beneficio de unos pocos capitalistas a una producción estatal y planificada en beneficio de la sociedad; así como también liberando la economía del freno de las fronteras nacionales, extendiendo la planificación de la producción a nivel centroamericano, beneficiándonos de esta manera no solo de los recursos de nuestro país sino de los recursos de Centro América y del mundo entero en el futuro. Para esto apelamos a la organización y a la toma de conciencia de las masas proletarias, con el llamado a la revolución socialista a nivel regional y continental.

En cambio los capitalistas de las grandes corporaciones a través de la utilización de los gobiernos de los países imperialistas como China, Rusia, EEUU, entre otros, se proponen salir de su crisis presionando a los gobiernos aliados, o mejor dicho sometidos, para que creen condiciones favorables a la inversión, hablamos de: bajos salarios, intensificación de las jornadas laborales, exoneración de impuestos, liberación arancelaria, etc. Así también cada potencia imperialista disputa todos y cada uno de los mercados existentes para aumentar sus exportaciones con el objetivo de evitar las crisis de sobreproducción.

Es por esto que en los últimos años hemos visto como la influencia de China y Rusia se ha intensificado en toda América Latina, lo que algunos reformistas han llamado la solidaridad de estos países, no es más que la intromisión de gigantescas corporaciones de procedencia asiática, sobre todo, en los mercados del continente americano. Al establecer relaciones diplomáticas y comerciales con el gigante asiático el gobierno de El Salvador ha entrado en esa disputa comercial.

Las condiciones sobre las cuales se encuentra el mercado mundial han desatado una ofensiva por el control de los mercados principalmente entre China y los EE.UU. La llegada de Trump a la Casa Blanca ha significado, no la estabilidad de los mercados sino toda una desestabilización a través de su política proteccionista, que tiene como objetivo según el presidente Donald Trump rescatar la “grandeza” del país norteamericano, esto ha significado una reconfiguración de la geopolítica en la cual ya nos estamos viendo inmersos.

La reciente propuesta de las Zonas Económicas Especiales, donde los capitalistas podrán tener exoneraciones de impuestos por décadas al Estado de manera escalonada, pretende ser la carta de presentación para la inversión china en nuestro país. Muy a pesar de todos los vagos argumentos que se han presentado sobre esta propuesta es claro que este tipo de condiciones especiales para los inversionistas no traerá ningún beneficio para la clase obrera, eso lo ha demostrado las experiencias fracasadas donde se han desarrollado estas “zonas especiales”, y lo ha demostrado también el caso particular en nuestros país con las Zonas Francas (maquilas en masa) que llevan más de 40 años exonerados de la mayoría de sus impuestos y eso no ha significado una mejora sustancial en las condiciones de vida de estos trabajadores, al contrario resultan ser los obreros peores pagados del país. La pregunta es ¿estas zonas especiales tienen el objetivo de beneficiar a la clase obrera o es para beneficiar a los capitalistas chinos?

No hay nada nuevo bajo el sol, más que explotación y miseria. Las relaciones comerciales no han tardado en aparecer, las posibilidades de una concesión del Puerto de la Unión Centroamericana a una empresa china es más que probable, el gobierno ya anuncio el proceso de licitación para octubre de este año. No dudamos que esto generara empleos, la pregunta es ¿qué tipo de empleos serán estos? Basta con escudriñar en la red para darnos cuenta a las condiciones que son sometidos los trabajadores chinos, ¿que nos garantiza que la actitud de los capitalistas chinos será diferente en tierras extranjeras?    

La verdadera solución a la crisis no se encuentra en más inversión extranjera o en exoneraciones de impuestos a capitalistas, sino al contrario, se encuentra en nuestra propia tierra, luchando por activar las fuerzas productivas a través de un programa de lucha que recupere el dinero que los imperialistas y empresarios nacionales se llevan a sus paraísos fiscales, luchando contra la evasión y elusión de los impuestos por parte de las grandes empresas (que actualmente rondan los $2 mil millones), así también luchando por que se reviertan las privatizaciones de las empresas estatales. Estas medidas también deberían estar acompañadas de un plan social de construcción de escuelas, universidades, hospitales y centros recreativos, etc. Esto haría descender los niveles de desempleo actual, y reactivaría la economía no en beneficio de unos pocos capitalistas, sino basado en los intereses de los más pobres. Es contradictorio que el desarrollo del capitalismo pueda producir decenas de centros comerciales, hoteles de lujos, apartamentos carísimos, campos de golf, lujosas mansiones y los que trabajan en la construcción de estos lujos vivan en casas que parecen cajetillas de fósforos, sin salud, educación y recreación gratuita e integral, ¿qué tipo de lógica es está a la que hemos llegado?

Estas son las ventajas del capitalismo y el libre mercado que ahora admiran la mayoría de partidos del régimen. Los actuales dirigentes del movimiento obrero no quieren hablar más ya de socialismo, pero es el socialismo el único que puede acabar con estas contradicciones absurdas del capitalismo, no hay otra salida que radicalizar la lucha.