El pasado 24 de septiembre, Smurfit Kappa Group anunciaba que había perdido el control de sus operaciones en el país. Ese mismo día, la empresa “liquidaba” a más de 1600 trabajadores entre obreros y empleados cerrando así la totalidad de sus plantas.

La empresa señaló que esto se debió a la ocupación temporal por parte del gobierno de una de sus 10 plantas en el país, y a la detención de dos de sus gerentes. Sin embargo, como explicamos en el artículo: “Smurfit ha perdido el control de sus operaciones en Venezuela: Los trabajadores deben asumirlo”, la empresa ya había venido aplicando diversas estrategias para el cierre de la empresa, entre ellas: la negociación con los trabajadores para obtener su renuncia «la cajita feliz», la reducción de turnos, la paralización de líneas de producción y las vacaciones colectivas; estrategias que fueron denunciadas y por las cuales fue abordada la planta “Cartonal” de Valencia. Como vemos, la intensión de cerrar de los capitalistas sólo se anticipó aprovechando la ocupación temporal de una de sus plantas.

Luego del cierre, varias plantas fueron abordadas por funcionarios de distintas instituciones gubernamentales, en algunos casos, provocando la reacción de los trabajadores quienes desde el primer día de abandono patronal ocuparon las plantas para el resguardo de las instalaciones y equipos.

En este artículo, abordaremos los posibles escenarios del desarrollo de la lucha de clases a lo interno de Smurfit, tomando en cuenta la actuación de la burocracia en ocupaciones anteriores y las denuncias e informes que desde la misma empresa nos han hecho llegar los propios trabajadores.

  1. El retorno de Smurfit Kappa

Como lo demostró la protesta de un grupo de trabajadores de la planta “Mocarpel” ubicada en Yaracuy, en la primera semana del cierre de la empresa aún existía un clima de incertidumbre sobre el futuro de la compañía y sobre el retorno patronal a Venezuela. Este ambiente era además alimentado por la burocracia, quienes después de haber señalado a los dirigentes sindicales que debían “sacarse el chip” del retorno de Smurfit, se encargaron de correr rumores sobre una supuesta “negociación de alto nivel” entre el gobierno nacional y los directivos de Smurfit a nivel internacional.

Estos rumores serían confirmados cuando los trámites de la ocupación fuesen paralizados por más de una semana, (lo que contrasta con el caso de Kellogg’s en el cual se actuó de forma expedita), sin embargo, desde la Corriente Marxista, explicamos que una negociación entre el gobierno y la empresa no podría traer nada bueno para los trabajadores pues en el supuesto de que la empresa lograra imponer sus condiciones y regresara, serían precisamente para aplicar políticas de flexibilización laboral.

A más de tres semanas del cierre de la empresa, un retorno de la parte patronal es el menos probable. Incluso se ha informado a los trabajadores que las negociaciones habían “fracasado”, por lo que debían prepararse para la ocupación.

Para la burocracia, la protesta de los trabajadores de Yaracuy, quienes llegaron a solicitar el retorno de la empresa, sirve para tachar a los trabajadores de “escuálidos”. Desde nuestro punto de vista, esta es una interpretación simplista que sólo puede servir a fines propagandísticos de culpar al pueblo por los errores de una dirección reformista y de la acción de funcionarios corruptos. Basta observar las centrales azucareras que fueron expropiadas en los alrededores de la planta, y que estando bajo control burocrático han parado su producción, para entender que el trasfondo de la lucha de los trabajadores es una protesta contra el control burocrático de la empresa por parte del Estado. Trabajadores que además enfrentaron hechos irregulares cuando recibieron la visita de algunos funcionarios que buscaban “pescar en río revuelto”.

  1. Control Burocrático

El escenario más probable al que se enfrentan los trabajadores de Smurfit, es que el gobierno aplique la misma táctica implementada en Kellogg’s para garantizarse el control burocrático de la industria: Nombrar a un Gerente de Operaciones al margen de la legislación y violando expresamente el artículo 149 de la LOTTT, como lo explicaremos más adelante. Para ello, cuentan con que la central administrativa y 4 plantas de la empresa se encuentran en Valencia, por lo que intentarán subordinar al resto de las plantas a una junta o gerencia general impuesta arbitrariamente en Valencia.

Sin embargo, aunque esta es la ruta más probable que intente tomar el gobierno, también será la ruta de mayor resistencia por parte de los trabajadores, quienes como hemos visto, se niegan a ser intervenidos por funcionarios y operar bajo el control burocrático. En este caso, el gobierno se arriesgaría a enfrentar un paro general en más de una planta “perdiendo el control de las operaciones” o ni siquiera pudiendo iniciarlas, para lo que tendría que contar con la coerción de sus cuerpos de “seguridad” con el fin de aplastar la lucha por el control obrero.

Si bien el gobierno puede tener confianza en sectores de la burocracia sindical que considera aliados, se debe tomar en cuenta que esta burocracia se debe a fin de cuenta a los trabajadores por los cuales fue electa, y que, aun contando con este muro de contención, la presión de la base puede ser incontenible en caso de una ocupación forzosa o la imposición de un burócrata. Esto, se ha venido demostrando con las recientes protestas salariales en las que incluso sindicatos pertenecientes a la Central Bolivariana (afecta al gobierno) han participado empujados por la base.

  1. Aplicación del 149

El escenario más favorable para los trabajadores, sería el de la aplicación del artículo 149 de la LOTTT en cada planta por separado. El artículo en cuestión establece que, en caso de un cierre ilegal, deberá procederse a la conformación de una Junta de Administración Especial en la que participarán dos trabajadores y un representante de la empresa, que en caso de no asistir será suplido por otro trabajador. De acuerdo a la Ley, estas Juntas deberán ser presididas por trabajadores, por lo que brindarían la posibilidad de que los mismos pudiesen controlar administrativamente las operaciones de la empresa.

Este puede ser un escenario de control intermedio ya que, si bien en algunos casos los trabajadores tendrán la fuerza suficiente para organizar la producción bajo Control Obrero, no se descarta que, debido a una correlación de fuerzas adversas, algunas plantas caigan bajo el control de la burocracia. En ese caso, las plantas ocupadas y dirigidas por sus trabajadores deberán impulsar el control obrero de las demás plantas, conformando un órgano de dirección superior que agrupe a los delegados de las plantas bajo control obrero.

Si bien el artículo 149 brinda la posibilidad para el control obrero, debemos señalar que el órgano para el ejercicio de la democracia proletaria no son las Juntas de Administración sino los Consejos de Trabajadores, organismos conformados por los delegados electos desde la base y cuyos cargos son revocables por la Asamblea de Trabajadores, máxima instancia de participación. Las Juntas, son un requisito legal que debe servir a los intereses de la clase obrera, pero que pueden ser puestos en su contra en manos de una burocracia sindical adaptada a la estructura corporativa del Estado venezolano.

  1. Asfixia de la lucha en el laberinto burocrático

Un escenario para el que debemos prepararnos es el de la inacción o dilatación de los trámites por parte del gobierno. Dejando sin aplicar el artículo 149 con el fin de cansar a los trabajadores e ir rindiendo, planta por planta a los trabajadores. Esto puede compararse a los asedios a las ciudades medievales, el gobierno estaría simplemente a la espera de que los trabajadores agoten sus reservas y la lucha se pierda en los escritorios burocráticos, de esa manera imponer el control burocrático se haría más sencillo. En todo caso, la Ley debe aplicarse no por la voluntad o conveniencia de un funcionario o ministro, sino cuando se den los supuestos de hecho que impliquen una consecuencia jurídica, en este caso, el cierre ilegal de la empresa implica la ocupación.

Este escenario se enfrenta con la necesidad de otras empresas de que se reinicie la producción lo más pronto posible. Empresas como Paveca, e incluso monopolios como Polar, necesitan de los productos elaborados por Smurfit para el embalaje y distribución de su mercancía. Si bien el paro de la producción en Smurfit sería una excusa para una mayor solicitud de dólares por parte de estas empresas, se debe contar en primera instancia con que éstas achaquen al gobierno sus problemas de distribución, generando una presión sobre el gobierno para que se reactiven las actividades.

¿Habrá expropiación?

La derecha tratado de vincular los procesos de ocupación de fábricas actuales con los procesos de expropiación de empresas en 2010, cuando el movimiento obrero estaba en auge. Sin embargo, debemos señalar que el proceso de ocupación difiere de las expropiaciones en un hecho medular, las relaciones de propiedad. Mientras en una expropiación la propiedad de los medios de producción se hace pública, en una ocupación la propiedad sigue siendo privada, lo que cambia es el modelo de gestión de la fábrica.

Desde Lucha de Clases, consideramos que la expropiación no es, por lo menos por ahora, un escenario de la lucha por el control de Smurfit. Esta consideración se basa en el estudio de la tendencia general que ha venido siguiendo la dirección “bolivariana” a la conciliación con los intereses de la burguesía. En ese sentido, el presidente Maduro ha hecho llamados públicos a la inversión extranjera en el país, ofreciendo garantías como la Ley “constitucional” de Protección a la Inversión Extranjera, la constitución de zonas económicas especiales y señalando que el control obrero y las expropiaciones han sido un error, por lo que no podemos esperar que vengan acciones que atenten contra la “sacrosanta” propiedad privada de parte del gobierno.

Hoy en día, a la burocracia le sale más económico controlar empresas abandonadas a través del establecimiento de Juntas de Administración legalmente viciadas, que la expropiación de los capitalistas. De esta manera, se hace más evidente aún, que en el Estado Burgués la burocracia no hace más que administrar los negocios de la burguesía, evitando expropiarla.

En todo caso, no descartamos que, ante una demanda en tribunales internacionales, Smurfit Kappa Group haga pagar al gobierno el total de sus inversiones en el país. Como señaló en su comunicado del 24 de septiembre. De esta manera, estaría obligando al gobierno a expropiar la empresa para así recuperar lo que considera tienen invertido e irse a otra parte. En este caso, el gobierno seguramente asumiría la propiedad sólo para luego entregarla a alguno de sus amigos, los capitalistas turcos, chinos o rusos con los que ya ha comenzado a instalar empresas mixtas en el país, continuando con el proceso cada vez más notorio de apertura y reprivatización de empresas nacionalizadas.

Conclusiones

El análisis de cada uno de estos escenarios nos lleva a una conclusión: No hay buenas noticias que puedan venir de parte de la burguesía o la burocracia. Por un lado, está la flexibilización laboral (despidos masivos y cierre de algunas plantas con la venia de las inspectorías), por otro, el control arbitrario y los manejos turbios de la burocracia. La única salida a la crisis que atraviesa la empresa, que puede garantizar que se mantenga la producción y los puestos de trabajo es el Control Obrero de los medios de producción.

La lucha para alcanzarlo no será fácil y requerirá de la claridad y unidad de la clase trabajadora, de su movilización y de su capacidad de entrar en la agenda pública, haciendo presión sobre la burocracia para la activación del artículo 149 en los términos más favorables a los trabajadores.

Desde Lucha de Clases, no albergamos ninguna esperanza en la actuación del Estado en el caso de Smurfit, por lo que en varias oportunidades nos hemos dirigido a los trabajadores señalando que debemos prepararnos para lo peor y de esta manera estaremos listos para enfrentar cualquier escenario. Nuestra total confianza está en los trabajadores, quienes cuentan con el conocimiento y la experiencia para sacar esta empresa adelante, quienes en palabras de Alí Primera son quienes levantan y acuestan el sol cada día.