Queremos comenzar este aporte saludando, nuevamente, la convocatoria que hace el PTS a construir un Partido de la Izquierda Unificado y que, por supuesto, hacemos nuestra. Compartimos en general los fundamentos políticos, las razones que aquejan a los trabajadores en la región y en el país señalado en el escrito “Avancemos en debates y acciones comunes hacia un partido unificado de la izquierda, de las y los trabajadores y socialista” para emprender la construcción de tal herramienta. Pero, además, queremos señalar que, si la tarea es la construcción de un partido de izquierda unificado, el mismo debe ser claro a la hora de establecer una alternativa genuina, revolucionaria, para las aspiraciones y necesidades de la clase obrera y sectores populares.
Si tomamos los fundamentos programáticos que dieron origen y sostén al FIT en el 2011 -más allá de las diferencias de matices con el programa que allí se enunciaba -y lo contrastamos con la conducta que en general  los grupos que lo componen despliegan- consideramos fundamental señalar la interpretacion que hacen de la Teoría del Estado leninista. Esto, que pasaremos a desarrollar, tiene tres aspectos.  En primer lugar el papel de los diputados del FIT, su adaptación al parlamentarismo burgués, un segundo aspecto es la Asamblea Constituyente Democrática y Soberana y luego en tercer lugar la laxitud organizativa, que deviene de lo anterior, se construye así un tipo de partido producto de esta adaptación.
Teniendo en cuenta que el FIT se encuentra inserto en la clase obrera, sectores populares y la juventud con una militancia comprometida, y que respetamos, su política en general esta mediada por su papel en el Parlamento.
No es intención de este escrito hacer un balance de la política de los diferentes grupos que nos reivindicamos trotskistas, y de cómo en general fueron inficionados por las políticas de la burguesía y sus instituciones que determinaron una conducta política tanto hacia la teoría, las organizaciones de masas y fundamentalmente hacia el régimen interno de partido y que podemos ubicar como punto de inflexión el regreso de la democracia parlamentaria en 1983.
 Alan Woods nos dice que “las leyes que rigen la actividad parlamentaria se pueden observar, en todas las épocas, en las fracciones parlamentarias de los partidos obreros reformistas. Las presiones de la clase dominante, su ideología e instituciones, en ninguna parte son tan intensas como en el invernadero parlamentario. La burguesía ha perfeccionado durante un largo período de tiempo los mecanismos necesarios para sobornar, presionar y corromper a los representantes parlamentarios del proletariado. A menos que estos últimos estén imbuidos con la conciencia de clases y la comprensión teórica necesarias para permitirles ver a través de los trucos y maniobras del enemigo, inevitablemente sucumbirán a la presión y serán absorbidos en el pantano parlamentario de los comités, la burocracia y las cuestiones de procedimiento.  No es necesariamente una cuestión de corrupción personal directa, de arribismo, sobornos, etc., aunque todas estas armas son utilizadas activamente para comprar a los dirigentes obreros. En el caso de los reformistas de derecha muchos son abogados, médicos y economistas de clase media que tienen un estilo de vida y psicología más cercano a la burguesía que a los trabajadores que pretenden representar. Incluso los reformistas de izquierda más honestos, incluso los trabajadores de fábrica consagrados y forjados en años de lucha, pueden caer rápidamente en la atmósfera enrarecida de este mundo artificial, y pueden alejarse de la realidad de la lucha de clases. 
 
Desde un punto de vista reformista, que en cualquier caso subordina todo a la elección de parlamentarios, la independencia de la fracción parlamentaria del partido, el sagrado derecho de cada diputado individual a “seguir su propia conciencia” es aceptado por algo normal. Esta solo es otra forma de expresar la independencia de los dirigentes reformistas de la clase obrera, su dependencia absoluta y total de la burguesía. Pero para un partido revolucionario, para el cual la lucha parlamentaria es solo un elemento más de la lucha general de la clase obrera para cambiar la sociedad, esto es impensable. El partido como expresión organizada de los elementos más conscientes del proletariado puede y debe ejercer un control sobre sus representantes electos a todos los niveles, también sobre todos sus miembros en el parlamento. “es obvio que el parlamento no es una plataforma ideal para los obreros revolucionarios. La atmósfera enrarecida del parlamento había impresionado a los diputados bolcheviques, que, al principio, sin convicción, siguieron la línea de menor resistencia. De esta forma, en la primera sesión, no votaron contra el candidato cadete y octubrista como presidente de la cámara. (…) 
 
 La fracción se negó a leer en voz alta una resolución preparada por el CC bolchevique porque ellos habían redactado la suya -que no contenía ningún llamamiento revolucionario a las masas fuera del parlamento-. Hubo más casos, por ejemplo, cuando votaron a favor del destino de fondos para la educación pública durante el debate parlamentario, no consiguieron poner al descubierto la parcialidad de clase de la política educativa del gobierno. Lenin inmediatamente se alarmó por la forma en que los seis diputados bolcheviques se dejaban de nuevo dominar. “Si nuestros seis parlamentarios son de las curias obreras no deben someterse en silencio a los siberianos (antiguos intelectuales exiliados). Si les intentan dominar, los seis deben abandonar con una protesta muy clara””. Alan Woods Bolchevismo: el camino a la revolución, págs. 451/2 
 
Estamos convencidos de la necesidad de poner en discusión el papel que deben jugar los parlamentarios revolucionarios. Debemos poner como prioridad, que, en cada episodio de los diputados de izquierda, sus intervenciones, desnuden el carácter de clase de las instituciones burguesas y sus políticos funcionales al gran capital, desnudar las medidas que “favorecen” a la clase obrera y sectores populares y que, al mismo tiempo, el discurso de los tribunos conecte con las aspiraciones de los de abajo. La cuestión es educar en los métodos revolucionarios a los cuadros que participan en este ambiente hostil, que están sometidos a las presiones y al ambiente enrarecido del Parlamento, al mismo tiempo que se educa al conjunto de la militancia. Nos parece de suma importancia que de conjunto podamos abordar el balance de la actuación de vuestros diputados.
Sostenemos que este debate es necesario ya que se produce una disociación entre el programa revolucionario y el programa que impone el Tribunal Electoral de la burguesía, para participar de la legalidad del Estado capitalista. Esta bisagra -la del programa reformista para las elecciones- va modificando la vida del partido, la “aceptación” de los militantes a las reglas parlamentarias, como también la aceptación de los dineros de los que vive la organización, un elemento de aparato muy presente en esa política, que es utilizar las elecciones para financiarse a través de los dineros del Estado capitalista.
Entonces, se produce una distorsión, una adaptación a la democracia burguesa, más aún en los años que ya han pasado desde la “vuelta de la democracia”. Así, se van asumiendo posiciones políticas que van dirigidas a un público más “civilizado», dejando de lado la necesidad de señalar la inviabilidad del capitalismo como sistema y que las masas no tienen que creer en las instituciones parlamentarias, en la justicia de los capitalistas y en sus plumíferos a sueldo de los medios de comunicación. Este aspecto es fundamental para el debate.
Por ello, entendemos que debemos ser implacables en la denuncia del sistema capitalista, un sistema podrido que muestra su bancarrota política, económica e ideológica al hundir en el sufrimiento a millones de trabajadores. Creemos que la formación del Partido de Izquierda Unificado debe ser claro en tanto sostener el debate de las ideas y dejar de lado cualquier suspicacia que aborte al mismo. Siguiendo las tradiciones bolcheviques, entonces, tal herramienta debe contar con la posibilidad de tendencias en su interior.
Otro de los temas que nos parece de importancia es la táctica de Frente Único, la misma mantiene una relación con la definición política ideológica de la independencia de clase frente al Estado capitalista y a los partidos del régimen.
Este es un punto central en relación a la conquista de las masas. En nuestra web hemos publicado una serie de artículos con relación al Frente Único, tanto de León Trotsky como escritos de nuestra organización haciendo un análisis en la actual coyuntura nacional, del arte que tan bien Lenin y Trotsky manejaban y que es imprescindible para ganar a las masas.
[Marx, Engels, Lenin y Trotsky] “sí entendían perfectamente el papel de las organizaciones políticas de masas. Y él [Trotsky] explica que la creación del partido tiene dos partes, si quieres, la primera parte es la elaboración del programa, de las ideas, la teoría, sin la cual obviamente un partido revolucionario jamás puede existir. Sí, pero eso solo es la primera parte, la formación de los cuadros revolucionarios. Y el mismo Trotsky explica que hay una segunda parte, que es cómo vincular estas pequeñas fuerzas marxistas con las masas, y ahí entramos en el tema de las organizaciones reformistas, como puede ser el Partido Laborista en Gran Bretaña, incluso el kirchnerismo en Argentina, el peronismo antes, Podemos en España, o incluso, como no, el movimiento bolivariano en Venezuela. Es muy fácil criticar a estos movimientos, sus dirigentes, a la carencia en sus programas e ideas, es muy fácil de hacerlo, pero no cambia el tema de que son movimientos que agrupan a millones de trabajadores. Y la primera tarea nuestra no es la conquista del poder, es precisamente la conquista de las masas, llegar a las masas, establecer lazos profundos con las masas, establecer un idioma común con las masas, porque sin eso, francamente, no vamos a ninguna parte.” Alan Woods Entrevista realizada por Sociedad Futura noviembre 2017.
La pregunta compañeros, entonces, es cómo llegar a los cientos de miles de obreros y jóvenes que no se sienten contenidos en nuestras organizaciones de izquierda, cómo establecemos lazos comunes y de esta manera materializamos el programa revolucionario con los millones que no nos ven como una alternativa.
Debemos decir, en este sentido, que no nos parece correcta la política que Ustedes han llevado adelante en tanto táctica de Frente Único ante la base de seguidores kirchneristas, que guste o no aún representa una fuerza de millones de trabajadores y de juventud. Y no nos parece correcto por la sencilla razón que no presentan un debate en términos de la inviabilidad del capitalismo, no señalan las tendencias generales de adónde va Argentina y la región.
La disputa, su disputa se da sobre el supuesto de que pueden hacerlo de igual a igual con las organizaciones reformistas, como si Uds. hubieran tenido alguna vez el timón del Estado, y no sobre el cuestionamiento al programa de conciliación de clase que levanta el nacionalismo burgués desnudando la inviabilidad de un capitalismo humanizado y disputando entonces a esos trabajadores y jóvenes con un programa, con una bandera. Y lo peor compañeros, es que educan a sus militantes en esta perspectiva política.
Muchas veces nos han acusado de “marxochavistas” como ha señalado Jorge Altamira o “esclavos del nacionalismo burgues» en Argentina, en boca de vuestro dirigente Christian Castillo, en alusión a nuestro supuesto “entrismo” en las organizaciones Kirchneristas, o el movimiento Bolivariano. Nada más lejos de practicar entrismo en nuestras pampas, nunca fuimos parte orgánica de organización Kirchnerista alguna.
En el caso de Venezuela fuimos parte del PSUV, como una tendencia política donde mantuvimos nuestra fisonomía política a través de nuestros materiales públicos, como juventud marxista del PSUV, por cierto, una organización que en tan solo en unas semanas se conformó como un partido de millones de trabajadores. A posterior de este proceso la burocracia bolivariana disgrego y fue anquilosando esta herramienta y como consecuencia las bases fueron alejándose. Y este proceso de anquilosamiento, hizo que nuestro grupo en Venezuela no se reivindicara más como juventud del PSUV.  Lo que sí persiste en ustedes, y que en la declaración programática de 2011 mantienen, es una caracterización errónea de que el gobierno de Hugo Chávez fue simplemente un gobierno capitalista.
Estamos dispuesto a poner nuestro balance crítico sobre la experiencia que transitamos, pero lo que siempre estuvo presente en nuestro espacio político, es el ánimo y la preocupación de ganar al programa revolucionario a los trabajadores y la juventud.
Hay algo más que queremos plantear, y es la utilización que hacen de la consigna Independencia Política ante el Estado capitalista y los partidos del régimen. Creemos que la utilizan como un cliché y en nombre de la Independencia política ante el Estado capitalista niegan la táctica de Frente Único. Estamos habituados a ver a los compañeros del FIT en actos separados de los actos donde prevalecen las organizaciones “kirchneristas” o en movilizaciones donde las columnas del FIT van en paralelo a las “oficiales”, siendo el 24 de marzo un clásico.
También podemos mencionar la movilización en repudio a la política del gobierno que habilito a las FFAA a intervenir en conflictos internos y mantener presencia en las calles. Mientras una movilización de cuadras y cuadras de jóvenes que repudiaban esta decisión del gobierno y el sometimiento al imperialismo y al FMI, se concentraba frente al Ministerio de Defensa, la izquierda apenas juntó 1000 asistentes en Plaza de Mayo.
No podemos dividir las movilizaciones, ni convocar de manera separada, sino que debemos propiciar convocatorias unitarias que agrupen a todo el campo revolucionario, es decir a los sectores más vivos y vibrantes de la sociedad.
Es un error y una manipulación del concepto de «independencia de clase» convocar movilizaciones apelando solamente a aquellos que se identifican con lo que podemos denominar «la izquierda», dejando afuera a organizaciones políticas y sindicales que organizan a cientos de miles de trabajadores y jóvenes. La independencia de clase se construye no cayendo en políticas sectarias sino defendiendo firmemente una posición de clase y trabajando para materializarla a través del frente único marchando y debatiendo con militantes, delegados y trabajadores que aún confían en sus dirigentes reformistas.
La capacidad de la izquierda para crecer y transformarse en una alternativa que pueda disputar el poder a los capitalistas depende justamente de la capacidad de esa izquierda para ganar a las bases de las organizaciones reformistas de masas. Lenin explico ya hace bastante tiempo que era un crimen separar a los trabajadores avanzados de las masas y que tales tácticas lejos de socavar a los dirigentes reformistas sirven para fortalecerlos.
En nombre de la Independencia política con respecto al Estado capitalista se renuncia y se regala a los cantos de sirena del nacionalismo burgués a cientos de miles de jóvenes y trabajadores. En nombre de la Independencia política con relación al Estado y los partidos del régimen, se produce una independencia, una independencia de las masas que siguen al movimiento Nac & Pop.
En las condiciones actuales, es muy difícil llegar a las grandes masas, las organizaciones revolucionarias somos apenas una tendencia dentro del movimiento; entonces, primero lo primero, la formación de los militantes en los clásicos del marxismo, en el estudio de las leyes que rigen el desenvolvimiento del capitalismo y del internacionalismo proletario. Esto supone, dar los pasos necesarios para construir el Partido Mundial de la Revolución Socialista algo que creemos indispensable para la agenda y para debatir.
Entendemos que para avanzar debemos jerarquizar el debate, es verdad que la situación política resulta desesperante y nos empuja a salir a la calle a dar batalla y resistir. Pero si queremos que este Partido de Izquierda Unificada de los trabajadores sea una alternativa real, entonces debemos priorizar la agenda de debates y dar los tiempos necesarios.
Jorge Altamira, en una entrevista en Izquierda Diario, hablaba de vuestra propuesta, señaló como una suerte de condición que tal herramienta debe darse de cara a la movilización y la lucha. Ponerlo de esta manera nos impide profundizar los acuerdos y esclarecer los temas donde no los hay. Se debe abrir un espacio de debate con tiempos concretos. Hay un tiempo de intercambio y que luego debe corroborarse en una práctica común, tal como lo anunciaron en sus declaraciones, no solo en CABA sino en todos los lugares posibles.
También, queremos señalar nuestro desacuerdo con la consigna “Asamblea Constituyente Soberana y democrática”. Como saben hemos mantenido debates al respecto con Altamira y Oviedo sobre la misma y su utilización en Malvinas, como también sobre la tragedia de Cromañón. Consideramos incorrecta su utilización ya que es una consigna que se corresponde con una situación de dictadura, muy diferente a la que vivimos desde el ’83.
Entendemos que esta consigna tiene lógica con la intervención que como FIT mantienen con la democracia Parlamentaria. La misma es el corolario último de la democracia burguesa. Por ejemplo, Evo Morales, en 2005 y 2006 en momentos insurreccionales en el caso del agua y el gas, la utilizó para restablecer la institucionalidad y gobernabilidad en Bolivia.
Por otro lado, si el FIT tiene la fuerza para convocar y garantizar la Asamblea Constituyente, por qué no hacerlo “por un gobierno de los trabajadores” que implica la construcción de una nueva legalidad, tirando al basurero de la historia y de manera definitiva a la sacrosanta democracia burguesa, sus instituciones, justicia, fuerzas de seguridad, su moral, etc.
Así lo señala el comienzo de la declaración de principios de 2011 “El FIT se constituye en defensa de la independencia política de los trabajadores contra los distintos bloques capitalistas que expresan el gobierno, sus opositores patronales y las diferentes variantes de la centroizquierda. Lo hace en base a un planteo obrero y socialista, de independencia de clase, levantando un programa para impulsar la movilización de los trabajadores y sectores explotados contra el gobierno y las patronales.” Las cursivas son nuestras
Por último, creemos necesario debatir sobre el dominio ideológico que mantiene, desde más de 70 años, el peronismo -en sus diferentes expresiones- sobre la clase obrera y los trabajadores. Estamos convencidos que tal dominio devino de una incorrecta intervención de los grupos trotskistas que militaban en aquellos años.
El mundo se encuentra dividido entre un puñado de naciones ricas y la mayoría de naciones pobres o con un capitalismo atrasado, expoliado y oprimido por el imperialismo. Esta división tajante sigue viva, la de la mayoría de los países que se encuentran sometidas al capital financiero y naciones quienes ejercen esta opresión. La inmadurez de los primeros grupos que se reclamaban trotskistas los ubicaron de manera incorrecta ante disyuntivas que se presentaban en la lucha de clases, quedando en el ’45 y ’46, en ocasión de las elecciones, en la misma trinchera de Braden y la Unión Democrática, regalando a Juan Perón la dirección del movimiento obrero y las banderas del enfrentamiento al imperialismo.
Argentina como país capitalista atrasado, se ubica en el grupo de países expoliados y oprimidos por el imperialismo; lamentablemente, los grupos de la izquierda trotskistas no vieron la cuestión nacional, la lucha anti imperialista en clave con las tareas por el derrocamiento del capitalismo, o sea la materialización del Programa de la Revolución Permanente. Sostenemos que este tipo de definiciones políticas siguen aún persistiendo y que esto determina el comportamiento más de las veces con relación a ganar a las bases que siguen a las variantes del peronismo. Por esto, sostenemos que se corresponde la construcción del Partido de Trabajadores.
Ganar a las masas al programa revolucionario, materializarlo en los trabajadores y la juventud, supone disputar a las mismas en términos políticos, ideológicos y también organizativos.
Muchos compañeros/ras de la izquierda nos dirán “pero nosotros somos el partido de trabajadores” el PO lo es, o el PTS, o demás grupos. No acordamos con esta caracterización. La izquierda es apenas una tendencia en el movimiento de masas. Por las razones esgrimidas pensamos que la mejor táctica corresponde a esta construcción del Partido de Trabajadores y que la izquierda revolucionaria se ubique como pata revolucionaria del Partido de Trabajadores.
Con relación al debate que se presenta en la publicación tanto del PO, o del MST o Izquierda Socialista, que el PTS debe resolver sus contradicciones primero, o que inicialmente hay que consolidar al FIT para luego plantear o dar lugar a la construcción de un Partido de la Izquierda Unificado, sencillamente nos parece que no se está priorizando los intereses de los explotados, de la clase obrera y de la juventud.
Nos parece, y lo remarcamos nuevamente, muy auspicioso que el PTS, tomara la iniciativa de abrir un debate sobre la construcción de un partido de izquierda amplio. Las posiciones que se esgrimen de aquellos grupos que no acuerdan, tienen larga data en tanto que desde su constitución hace siete años como FIT, en muchísimas ocasiones, para no decir en la mayoría de las veces, no practican una militancia en común, más, cuando comparten frentes de masas. La disputa entre las organizaciones que integran el FIT no resultan claras ante la vanguardia en la medida que frecuentemente utilizan las respectivas páginas para disparar críticas unos contra otros. Los actos para medir fuerzas entre sus integrantes, lejos se encuentran de una genuina política revolucionaria.
No decimos que no sea válido que cualquier organización del FIT tenga su propia agenda que contemple plenarios, actividades, o actos públicos. Lo que decimos es que resulta llamativo que, ante la convocatoria lanzada por el compañero Del Caño del PTS, PO e IS rechacen la apertura del debate con otros grupos políticos y militantes sueltos.
Creemos que, de no darse un amplio debate hacia la construcción de un Partido de la Izquierda, sería una frustración ante las expectativas abiertas en cientos de militantes. De persistir las posiciones que niegan o condicionan tal convocatoria (Izquierda Socialista, el PO o el MST), creemos que entre las organizaciones que SI estamos de acuerdo, podemos dar un paso concreto y convocar a un Plenario Nacional de grupos políticos y militantes sueltos para avanzar en la construcción del Partido de la Izquierda Unificado, sobre un acuerdo sólido en el Programa Revolucionario.
Esperando que la convocatoria a la construcción de un Partido de Izquierda Unificado llegue a buen puerto y así, muestre al conjunto de los explotados la posibilidad de terminar con la lacra capitalista.
Salud y revolución social.
Corriente Socialista Militante, sección Argentina de la Corriente Marxista Internacional.