Es necesario, antes de concretar sobre el título de este escrito, recordar brevemente como surge aquel partido Bolchevique, que con Lenin y Trotsky, dirigió a la clase obrera a la toma del poder. Como señala Alan Woods en su libro “Bolchevismo: el camino a la revolución”, la historiografía burguesa se ha caracterizado por atacar con prejuicios y saña los antecedentes de la Revolución de Octubre, despojándole de todo el movimiento orgánico cuantitativo y cualitativo que atravesó su historia. Alan Woods por su parte reivindica del Bolchevismo todas las experiencias como enseñanzas en la construcción de un verdadero partido revolucionario que guíe a las masas trabajadoras.


En dichos tiempos, en Rusia afloraban diferentes matices de pensamiento marxista, debates intensos, divisiones, errores y por supuesto la crisis revolucionaria. Alan Woods no escribe sobre un partido más cual militante fanático en base a unas ideas, principios y programa político, sino sobre la superioridad del marxismo ante las demás corrientes del pensamiento, que para la época de la Rusia zarista y de una economía feudal con rasgos de producción capitalista, hacían difícil un espacio que arropara la defensa de los derechos políticos de la joven clase obrera rusa.


No ha existido en toda la historia de los partidos de izquierda, un partido más auténtico, en los aspectos revolucionarios marxistas, que el partido Bolchevique. Esto tiene su fundamento y diferencia con los demás partidos en su fuerza de corrección ante los embates de la dinámica cambiante de la realidad; fuerza que le permitió al partido Bolchevique ganarse el rol de líder, guía, de aquella masa obrera y popular rusa que conquistará el poder e implantará un régimen de transición al socialismo con tanto éxito –a pesar del proceso de degeneración burocrática–, como ninguna otra revolución ha podido, inclusive por encima de la Francesa y su comuna de París.


Ciertamente, algunos defensores del capitalismo acuñaran malévolamente, lo inviable y equivocado del socialismo por tender a fracasar, recordando la caída de la Unión Soviética y desde entonces presagiar el fin del socialismo y la decadencia del marxismo, sin escudriñar las causas verdadera por simplemente temor a la verdad. No se puede negar el progreso descomunal que alcanzó la revolución rusa en dos décadas, de pasar de una nación extremadamente pobre a convertirse en una potencia en todo sentido, político, económico, cultural, militar y científico, en contraparte de la potencia estadounidense. A casi veintisiete años después, los más notables economistas y defensores del capitalismo, se han tragado sus palabras y señalan como el “notable” politólogo Francis Fukuyama, que Marx tenía razón y habría que darle una oportunidad a su teoría.


Confirmando en boca de los más recios detractores, que el manifiesto comunista está más vigente que antes, como si se hubiese escrito ayer. Nosotros, la Corriente Marxista Internacional, a través de la organización Lucha de Clases en Venezuela, no tenemos ese temor pues gozamos y reforzamos diariamente esa fuerza Bolchevique, que nos permite la meticulosidad en la ciencia marxista y nuestro proceder hacia las estructuras que agrupan las masas trabajadoras, campesinas y populares. Lenin muchas veces advirtió, que en Rusia no se había logrado el socialismo, sino un régimen de transición entre el capitalismo y el socialismo, y como repuesta a Bujarin muchas veces dijo que Rusia era un Estado obrero con deformaciones burocráticas. Esto nos dice la claridad que tenía Lenin y el partido Bolchevique, en su más alto entendimiento del marxismo como ciencia que le permitió esa fuerza de corrección y asegurar, como la dialéctica lo ha hecho en el tiempo, la imposibilidad de establecer el socialismo en un solo país, como así lo promoverían equivocadamente los estalinistas, después de la muerte de Vladimir Ulianov, Lenin –como se le conocía– y Trotsky concibieron la revolución de octubre y el socialismo de Rusia como el primer paso a la revolución mundial.


Esta burocracia de la fracción estalinista a medida que ganaba confianza, crecía y desplazaba las fuerzas de la desgastada clase obrera, hasta tomar la dirección del partido bolchevique y por ende del Estado soviético. Esto solo fue posible gracias al aislamiento de la URSS en condiciones de profunda devastación tras la “gran guerra” y la cruenta guerra civil, donde las masas se encontraban exhaustas, el proletariado industrial había descendido, y el poder soviético recayó sobre el cuerpo burocrático en ascenso. Esta burocracia y la equivocada idea de la revolución en un solo país, negó la ayuda requerida para que las revoluciones en otros países como en Alemania, China, inclusive la misma Inglaterra, alcanzaran el éxito en la consolidación del socialismo como etapa transitoria.


Hoy, como asegura Alan Woods, ningún gobierno mediante lideres reformistas pueden, por esencia antagónica con el marxismo, llevar a sus pueblos de masas trabajadoras a un sistema de seguridad social justa y libre, tratando de controlar el capitalismo en crisis.


La experiencia en Turquía, cuyo país no olvida los sangrientos episodios de golpes de estado, el más reciente en el año 2016 contra el odiado presidente asesino Erdogan, a quien se le señala de haber asistido al grupo terrorista ISIS; estuvo rodeado de debilidades y totalmente desorganizado, lo que le permitió a Erdogan enviar un mensaje de poderío a cualquier movimiento insurgente. Para los marxistas las grandes masas son las que definen los grandes acontecimientos. Solo cuando el partido o movimiento conquista el apoyo de las amplias masas es que es permisible una insurrección revolucionaria. El arte de la insurrección se basa en buena medida en determinar cual es el momento adecuado para emprender la rebelión, una vez se ha conquistado a las masas.


Como lo que ocurre en las manifestaciones de los chalecos amarillos en Francia actualmente. El movimiento es bastante confuso, debido a la amplitud en su composición, donde participan desde sectores obreros hasta capas medias. Por lo general, los movimientos revolucionarios se muestran confusos en sus primeros momentos y con el desarrollo del proceso revolucionario van adquiriendo un carácter más definido según las circunstancias. No se puede negar el ímpetu de estas masas trabajadoras francesas y las fuerzas atinadas por el descontento ante medidas antipopulares como el aumento del combustible. Este ímpetu y fuerza demuestran que son las bases quienes toman la iniciativa de enfrentar un Estado demoledor de sus derechos políticos y sociales en lo desmesurado de su poder adquisitivo, pero para su desgracia no cuentan con un partido revolucionario, ni líderes en las más cercanas organizaciones sindicales que le guíen a estas conquistas. En Francia estas organizaciones sindicales son dirigidas por burócratas que juegan a estar bien con dios y con el diablo-Macron engañando de tal manera a quienes creen en sus postulados. Aquí vemos una lucha en curso y los resultados están por verse. Más allá de las direcciones, sectores de clase obrera deben implicarse para dar un carácter más clasista al movimiento.


En nuestra Latinoamérica igual suerte corre la clase trabajadora, mientras continúe la hegemonía de dirigencias cuyos protagonistas esgriman las ideas reformistas para controlar el capitalismo. Esta particularidad descansa aun en la poca claridad de las direcciones para asumir la lucha de clases como escenario a un cambio cualitativo de un sistema económico en crisis orgánica.


Alan Woods nos alerta que el capitalismo puede conseguir aun las formas de salir de esta crisis –para algunos cíclicas–, pero cree que es posible en una pretenciosa manera abstracta, solo si la clase trabajadora se lo permite y esta indulgencia deriva de un desgaste y desmotivación producto de no contar con una dirección marxista.


Podemos apoyar todos los movimientos progresistas en nuestra América, pero si no se aplica ese golpe de timón, parafraseando al Presidente Hugo Chávez, una vez que clarifica la imposibilidad de convivencia y reconciliación entre las clases históricamente antagónicas; se seguirá oxigenando este sistema capitalista miserable y explotador, retrasando su fallecimiento. México con ANLO será una muestra interesante de esta lucha. Aun así, las esperanzas de un vuelco reposan en ese porcentaje de abstención cercano al 40%, 1 de cada 3 votantes no participó. Ya se evidencia el rumbo del gobierno de ANLO en el incumplimiento de promesas electorales en las primeras de cambio. El reformismo sin base material para aplicar reformas carece de sentido. Veremos en qué se desenvuelve la situación de la lucha de clases en México.


En Venezuela, como en el resto del mundo, cabe la acotación precisa de nuestro título. Luego de la desaparición física del Presidente Chávez, pese a los reiterados avisos necesarios de golpear el poder que mantenían y que aún mantienen los grupos económicos burgueses en los medios de producción. El actual presidente Maduro ha preferido quizás por presiones internas, intentar conciliar con la burguesía parasitaria venezolana y las grandes trasnacionales imperialistas, no solo norteamericanas, sino también rusas, chinas y ahora turcas.


La Corriente Marxista Internacional, a través de la organización Lucha de Clases, ha develado en reiteradas oportunidades, y lo seguimos haciendo, las causas fundamentales de la situación económica de Venezuela. No todo es culpa del cerco económico que como potencia ha decretado e impulsado los diferentes gobiernos estadounidenses, como tampoco lo son las bajezas de los grupos empresariales criollos que hacen vida por naturaleza en la oposición o derecha rancia como se le llama adecuadamente; ambos ciertamente contribuyen al recrudecimiento de lo que se ha llamado crisis económica, pero en el fondo son una consecuencia de la posición asumida por el gobierno venezolano al negarse a completar la revolución. El gobierno estadounidense, como los otros gobiernos de China, Rusia y Turquía, simplemente cumplen con su estatus de potencias imperialistas, es decir, actúan de acuerdo a los intereses de clase de sus élites que son el aprovecharse de gobiernos débiles que no pueden hacer crecer su economía aun explotando la fuerza de trabajo de las masas para obtener los excedentes que llamamos plusvalía. Ellos –EEUU, China, Rusia, Turquía– harán cualquier cosa, aplicaran cualquier medida y método para apoderarse de los recursos de los pueblos, ofrecerán muy poco y generaran altas ganancias para sus fines, en una competencia desmedida entre ellos. Esto es el libre mercado.


Igual sucede con la burguesía criolla y sus grupos económicos dueños de los medios de producción, subirán a su antojo los precios de los productos porque es su naturaleza obtener excedentes o ganancias. Ningún capitalista invertirá para obtener mínimas ganancias. A cada reforma que intente el gobierno, los grupos económicos criollos tomaran contramedidas, sin importarles quien pague el precio de estas medidas y métodos, que en definitiva recaen en la clase trabajadora, campesina y popular, el pueblo llano, pues ni los que antes se hacían llamar de la clase media (médicos, profesores, ingenieros, técnicos, profesionales) tienen la oportunidad de hacer vida en esos pequeños grupos privilegiados, por lo que han migrado, por así decirlo, a la clase proletaria, la diáspora de jóvenes profesionales al exterior así lo indica.


La causa fundamental de la situación económica en Venezuela, descansa en la negativa del gobierno actual, de girar el timón de la revolución bolivariana, hacia la izquierda. Pero no a la izquierda burocrática estalinista causante del fracaso de la Unión soviética, del retroceso socialista en China; sino a la izquierda del marxismo, rechazando cualquier corriente reformista o revisionista llámese como se llame y tenga el color que tenga.


Este giro parte por acompañar y permitir a la clase trabajadora tomar el control y administración de los medios de producción que se encuentran en manos de estos oligarcas. O sea, abolir la propiedad privada de los medios de producción, nacionalizar la banca privada, control estatal de las importaciones (esto implica eliminar las entregas de divisas a la burguesía), suspensión del pago de la deuda, revocación y elegibilidad de todos los cargos públicos, solicitar apoyo a los trabajadores del mundo en una campaña de no injerencia imperial. Lamentablemente, la actitud del gobierno y su partido, no avizoran una pequeña señal de ir a este golpe de timón.


A la par y como consecuencia de esta actitud, las masas trabajadoras se han volcado a las calles a reclamar sus derechos vulnerados, derechos intrínsecos en logros que fueron conquistados gracias al avance revolucionario en su momento y al empeño del Presidente Chávez. Así lo vemos en las marchas protagonizadas por el sector salud, minero, educativo, empresas básicas, petroleros, servicios, compañeros de instituciones como: Ministerio del Trabajo, Alcaldías, Cantv, Movilnet, Fogade, Seniat, Metro de Caracas, Seguro Social, universidades, Ferrominera y Alcasa; identificando al enemigo en las federaciones que reúne a los grupos económicos tradicionales, pero también aunque con cierta indulgencia ante las instituciones gubernamentales. Sin embargo, este vuelco, que en principio lleva el reclamo de reivindicaciones salariales y contractuales como acotámos, no ha conseguido sus objetivos, por el contrario, han sido en el mejor de los casos ignorados y en el peor sus representantes de base –no líderes sindicales ni partidistas connotados- han sido detenidos.


Caso palpable se vive en las poblaciones del arco minero, donde se impulsa un ecocidio, sin mencionar el impacto en la población por enfermedades producto de la explotación minera legal-ilegal. La limitación del movimiento en las calles por la clase trabajadora, tiene su razón de ser, la misma que padecen todas las movilizaciones obreras en el mundo, como la de los chalecos amarillos en Francia, carecen de una dirección marxista. No existe un partido de vanguardia revolucionaria marxista que las organicé y guie. Esta verdad nos lleva a otros elementos a considerar profundamente, sobre todo el papel fundamental para la base de la clase trabajadora, disipar que:

  • Ante el descontento la clase trabajadora debe buscar la orientación en la experiencia de las luchas históricas y recientes.
  • Que la única teoría como ciencia para esta orientación la permite el marxismo
  • Que los líderes sindicales en su mayoría no tienen un conocimiento teórico del marxismo, por lo tanto, mal pueden dirigir una lucha obrera.
  • Que los líderes sindicales y dirigentes de partidos de izquierda conocidos, se basan en corrientes estalinistas o reformistas que reniegan del verdadero marxismo, para obstaculizar (frenar) todo avance de la lucha obrera.
  • No permitir que dirigentes de la derecha opositora se infiltren en estos espacios, como la recién creada Intersectorial de trabajadores de Venezuela, ya que trataran de manipular el dolor del trabajador y con artimañas hipócritas se harán pasar como veedores de sus derechos, pero sus objetivos son claros, estancar la lucha.
  • Que es necesario y fundamental que los trabajadores se organicen para construir una organización marxista, que impulse la lucha y vaya más allá de las reivindicaciones salariales y contractuales que son importantes como primer paso, pero que el objetivo debe ser conquistar el poder a través del control y administración de los medios de producción. En la Corriente Marxista Internacional. Lucha de clases en Venezuela estamos comprometidos con este objetivo.
  • Que toda lucha aislada, sin organización y guía de un partido marxista, está destinado al fracaso. 
  • Que los dirigentes del partido de gobierno y/o sus funcionarios, responden a intereses burocráticos y por ende no permitirán ninguna concreción de las exigencias, mas allá de algunos paliativos que adormecerán temporalmente la lucha. Comida para hoy hambre para mañana.


A pocos días de llevarse a cabo las elecciones para cargos de concejales en Venezuela, el escalón de poder más cercano a la clase obrera, campesina y popular, según anunciara un alto directivo de un histórico partido de izquierda en sus acostumbrados reportes de prensa de cada lunes; no creo, en contra posición a este alto directivo, que las elecciones cambien un tanto la situación económica de Venezuela, en todo caso reforzara el retraso de las luchas obreras.


Pongo como ejemplo lo confesado por un compañero: “me encuentro en la disyuntiva entre las presiones que ejerce mi esposa para irme al exterior en busca de un mejor empleo que permita abastecer las necesidades básicas, y por otro lado la incompetencia de los líderes de izquierda para dirigir a los trabajadores en busca de soluciones a esta crisis, cayendo estos líderes en el juego de los funcionarios de gobierno. Al parecer la balanza se inclina a favor de las presiones de mi esposa”.


La falta de estos aspectos subjetivos consiguen asidero en la actitud de gobernadores, alcaldes y candidatos a concejales abocados en una campaña en busca de votos, pero que ni siquiera como medida electorera visitan los comercios para exigir el cumplimiento de la Ley de Precios Justos o la lista de los “precios acordados” con los empresarios, recientemente publicada en gaceta. Asimismo, al ser abordados por los trabajadores y la masa popular –votantes- con esta preocupación, simplemente responden: “esa es una tarea de todos, no solo de los alcaldes y funcionarios de gobierno, el pueblo debe convertirse en fiscales”. Basta con abrir la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, por lo menos, para saber cuáles son las funciones de estos funcionarios y el compromiso que como autoridad tienen en estos aspectos, pero se ha convertido, convenientemente, en política de Estado, acuñar toda la responsabilidad de culpa de la continuidad de esta situación económica, en la pasividad del pueblo. ¿Acaso este pueblo no eligió a sus gobernantes para que hicieran cumplir las leyes? Si no, ¿para qué fueron elegidos? Acá se devela el verdadero carácter inoperante del Estado burgués para hacer respetar los intereses de las clases oprimidas.


Por otro lado, ¿en qué consiste las alianzas perfectas para esta contienda electoral? ¿perfectas en qué sentido? ¿cómo entender una alianza perfecta con un partido de gobierno que ha aplicados medidas en contra de la masa de trabajadores? ¿será una alianza perfecta por aquello de “entre reformistas no se pisan la medida”? ¿acaso no se avalan los atropellos a la clase trabajadora o el entreguismo de la faja del Orinoco, el ecocidio y asesinatos en el arco minero, y las concesiones a la burguesía?
Recuerdo que hace pocos días un vocero mediático por excelencia de una organización histórica de la izquierda venezolana, planteara la “racionalidad económica” probar con algo diferente: libre cambio, libre movilidad de mercancía y si no funciona echar atrás, probar otras.

Indagando un poco sobre esta “racionalidad económica”, me encuentro con que pertenece a una corriente conocida como “marxismo analítico”, la cual descarta toda filosofía hegeliana presente en Marx. También rechazan aspectos cruciales de la teoría económica de Marx, atacando el método dialectico con un oscurantismo. Aseguran que el marxismo como teoría idónea para revelar el movimiento de la dinámica económica del capitalismo y de los intereses de clase del proletariado, se encontraba seriamente entredicha. Tal posición indudablemente los coloca en una posición equivocada (revisionista), pues desestiman la dialéctica, la cual permite intervenir en los cambios necesarios y no meramente una mirada comprensiva, aparte de que se enclaustran en una comodidad subjetiva retraída de todo pragmatismo. Esta posición es bastante peligrosa para la clase obrera y se debe desenmascarar a los cuatro vientos. Es más oscura y amenazadora que los detractores históricos del marxismo.


En definitiva, la clase obrera, campesina y popular –el pueblo llano– se encuentra desprovista de dirección, por lo menos marxista, que la enrumbe al empoderamiento en la construcción de una sociedad nueva, que de por traste con la situación económica que estrangula el poder adquisitivo y las condiciones de vida mínimas. Estimamos sin ser fatalistas, pero con la claridad de los hechos concadenados y que han recrudecido en estos últimos cinco años, que las medidas implementadas, como el caso del ajuste de sueldo, no solucionaran nada y que por el contrario vamos a una escalada de la hiperinflación, toda vez que el gobierno técnicamente ha devaluado nuevamente el bolívar, en una fórmula que el mismo ha creado y pateado en menos de cien días a su implementación. Sobre este particular, recomiendo la lectura y análisis del artículo “¿Adiós al anclaje del bolívar a El Petro? Notas sobre lo dicho y lo no tanto”. Esta escalada puede generar en lo sucesivo, escenarios muy conflictivos y violentos.
Esta definición por supuesto no hará cesar en lo absoluto, la continuidad de las protestas en la calle por parte de la clase trabajadora. A pesar de la falta de dirección, la clase trabajadora crea espacios de lucha y no se intimida, como en efecto ha sucedido, y donde la Corriente Marxista Internacional, mediante la organización Lucha de Clases, promueve estos espacios como alternativas de organización y dirección marxista.


Luchamos porque la clase obrera, campesina y popular dejen de ser leones guiados por burros (frase alusiva a los millares de soldados ingleses puestos como carne de cañón ante los fusiles alemanes en la primera guerra mundial) por carecer de generales con la suficiente inteligencia y pericia para crear estrategias y técnicas de combate. Mucho antes Alejandro Magno asomaba; “Prefiero unos leones guiados por ovejas, que unas ovejas guiados por leones”. En su defecto la Corriente Marxista Internacional, es decir la organización Lucha de Clases en Venezuela, en aras de rescatar el proceso revolucionario bolivariano y darle continuidad en el camino real de lo que concierne al socialismo según el marxismo de Lenin y Trotsky, siempre de lado del proletariado y las masas oprimidas, contra toda ofensiva contrarrevolucionaria imperialista y burguesa; hacemos un llamado, en primera instancia a las masas de trabajadores, campesinos y pueblo de a pie, a unirse a nuestra corriente marxista de Lenin y Trotsky, para formar este partido Bolchevique para la conquista de nuestros derechos y trascender el poder establecido. En segunda instancia, a las organizaciones hermanas de izquierda (partidos políticos, movimientos sociales, frente de trabajadores, sindicatos) les invitamos a emprender tareas como: organizar los comités de lucha y estudio dentro de los mismos comité de trabajadores en cada empresa, batallar y desenmascarar los oportunistas, reaccionarios y reformistas insertos en la organizaciones y frentes sindicales, clarificar el momento idóneo de actuar y cómo actuar, conocer las diferentes técnicas de lucha, propaganda-agitación, niveles de lucha política, niveles de lucha por otros medios, niveles de fuerza, entre otros; son aspectos que se deben estudiar y eso es menester de la Corriente Marxista Internacional.


No existe ningún interés protagónico, que no sea la que le corresponde a la clase obrera campesina y popular. Las posiciones idealistas de tendencias solo aislaran la lucha que en definitiva fortalecerá al enemigo de clase. Es tiempo de la unificación en el marxismo, por la patria que queremos.

Seamos todos –dirigentes y masas– leones bolcheviques.

Referencias:
Entrevista a Alan Woods en Argentina a cien años de la revolución rusa. https://www.youtube.com/watch?v=VLTbZBde1ks&t=593s 
Lucha de Clases, chalecos amarillos de Francia. https://luchadeclases.org.ve/?p=6874
Bolchevismo el camino a la revolución. Alan Woods
Prólogo de Alan Woods a “Rusia del socialismo real, al capitalismo real”
“¿Adiós al anclaje del bolívar a El Petro? Notas sobre lo dicho y lo no tanto”. http://www.15yultimo.com/2018/11/30/adios-al-anclaje-del-bolivar-a-el-petro-notas-sobre-lo-dicho-y-lo-no-tanto/
Programa de transición de León Trotsky. Centro de Estudios socialistas Carlos Marx.