El pasado 13 de marzo de 2020, el presidente de la República, Nicolás Maduro,  decretó Aislamiento Social Obligatorio para evitar la propagación del Coronavirus en el país, determinando la continuidad del año escolar “por redes sociales e internet”, modalidad que ha sido recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto a propósito de la pandemia COVID-19, que atraviesa el mundo.

Para su prosecución, el Ministerio del Poder Popular para la Educación dictó dos estrategias de aprendizajes; la primera, consiste en recibir clases a través de un programa de televisión denominado “Cada familia, una escuela” transmitido por los canales estatales VTV y ViveTv, donde se difunden los contenidos para los niveles educativos desde primaria hasta bachillerato; mientras que la segunda estrategia se trata de la elaboración de un portafolio que cada estudiante debe enviar a sus profesores.

Según el Presidente, la matrícula estudiantil 2019-2020 en Venezuela supera los 10 millones de estudiantes incorporados  en el sistema educativo a nivel nacional.  Por su parte el Instituto Nacional de Estadística no publica información al respecto desde el año escolar 2017-2018,  cuya población estudiantil fue de 7 millones.

Para el cumplimiento de la educación a distancia que promueve el gobierno, el Estado venezolano requiere una estructura de telecomunicaciones muy eficiente, con la que no cuenta en estos momentos. Tampoco desde el ministerio con competencia, se le dictó formación pertinente para la educación a distancia al personal docente, teniendo que improvisar estrategias de enseñanza y aprendizaje sobre la marcha.

La educación a distancia en la nación ha dejado a la vista la gran desigualdad que implica este proceso en el uso de tecnologías e Internet. El mismo mandatario el pasado 21 de abril en cadena nacional afirmó que sólo «el 44% de los estudiantes tiene acceso a los contenidos educativos por Internet», esto muestra que más de la mitad queda fuera de la cobertura.

Recordamos que hace algunos años, con la finalidad de lograr la independencia tecnológica del país, Venezuela el 29 de octubre de 2008 lanzó al espacio el Satélite Simón Bolívar que tuvo un costo de 406 millones de dólares y que tendría una vida útil de al menos 15 años, pero por falta de mantenimiento salió de órbita, operando sólo por 11 años.

En este sentido, el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología, el pasado 25 de marzo de 2020, informó en un comunicado publicado a través de su red social Facebook  que, el satélite debido a una falla “no continuará prestando servicios de telecomunicaciones”.

El impacto social en las telecomunicaciones, se pudo vivir mucho antes de este pronunciamiento, cuando dejó de funcionar la señal abierta de canales de televisión a nivel nacional y los servicios de CANTV Satelital, siendo imposible para una gran parte de población ver el programa de televisión “Cada Familia, una Escuela”, como guía en la formación a distancia.

Tras esta problemática en las señales, muchos  seguían viendo los canales VTV y ViveTV por medio de DirecTV, empresa de televisión satelital que poco después apagaría su señal para irse del país, quedando cerca del 56% de los habitantes sin señales en sus televisores, lo que agravó el cumplimiento y continuidad de las actividades escolares a distancia.

A esta problemática se le suma que la empresas estatales como Movilnet, dejó de vender teléfonos; CANTV cesó el programa “Internet equipado” y el financiamiento de equipos a precios solidarios; Industrias VIT no continuó vendiendo computadoras de ningún tipo, sean portátiles laptops, Mini Laptops, computadoras de escritorio y tablets. 

Además el servicio de Internet que presta CANTV, desde hace unos años frenó su expansión, cuando mantenían una política de democratización de las telecomunicaciones, luego de su nacionalización en el 2007. En la actualidad sus servicios se han precarizado, siendo muy recurrentes las fallas en los últimos tiempos. 

En Venezuela cerca del 50% de la población no tiene ningún acceso a servicios de Internet, se trata de las comunidades más vulnerables económicamente. Además, el salario mínimo mensual del pueblo trabajador ronda el equivalente a 4 dólares, lo cual no alcanza para la alimentación, mucho menos para comprar equipos tecnológicos inteligentes para hacer tareas.

Para constatar esta realidad entrevistamos parte de la población docente y estudiantil del país

Una estudiante de Comunicación Social, asegura que su principal problema es el Internet que “en este país no es muy eficiente, es a través de esta vía que enviamos los  trabajos e investigaciones para poder estudiar. Y en términos generales son muchas las personas que no pueden acceder a este medio o viven en una zona aislada en donde el Internet no llega con eficiencia”.

Por su parte, una profesora de educación media en el interior del país a pesar de considerar positiva la educación a distancia, porque de manera libre los participantes envían sus tareas, resalta que “hay comunidades muy alejadas de las instituciones educativas, donde no hay acceso a señal telefónica, Internet o fácil transporte para informar a los estudiantes”. En búsqueda de soluciones, los maestros y maestras han publicado “en algunas plazas o paradas información pertinente a las planificaciones de algunos docentes…” en su poblado en el estado Sucre.

También cabe recordar que motivado al distanciamiento social, muchos estudiantes y representantes que acudían a cybers para realizar las tareas, no pueden asistir a estos lugares. Además los Infocentros que funcionaban como centros de alfabetización tecnológica prácticamente han desaparecido. Así mismo, el programa social “Internet para todos” que incluía WIFI en las plazas y bulevares hoy día es inexistente.

Las políticas educativas de independencia tecnológica incluían la entrega de Laptops y Tabletas, que según Industrias Canaima empresa estatal encargada de ensamblar estos equipos en el país, desde su nacimiento en el año 2008 hasta el 2018, ha entregado más de 6 millones de computadoras y más de 1 millón de tabletas.

Este proyecto de gran envergadura para la población estudiantil, poco a poco ha mermado su alcance, debido a la caída de ingresos estatales petroleros y la crisis  estructural del capitalismo venezolano. Además muchos equipos han quedado inutilizados por falta de mantenimiento, soporte técnico y actualización de software.

Para este año escolar 2019-2020, no hubo entrega de estos equipos. Al inicio del mismo, el presidente de Industrias Canaima, Luis Díaz, aseguró que se entregarían 20 mil computadoras portátiles al Ministerio de Educación para ser distribuidas en el país. Sin embargo, ningún medio del Estado resalta la entrega de las mismas.

Hasta el momento el Estado venezolano no ha presentado ninguna propuesta para garantizar el acceso a la educación de los millones de estudiantes, que hoy se ven perjudicados por el aislamiento social. Es necesario señalar que no sólo los estudiantes son perjudicados, hay docentes que tampoco cuentan con teléfonos inteligentes que les funcione para este fin, además con la precariedad de sus salarios, no pueden comprarlos.

El ministerio nunca le suministró equipos celulares, ni computadoras  a los docentes, teniendo que utilizar sus equipos personales para dar clases a distancia y en algunos casos compartirlos con sus colegas para poder cumplir con las exigencias educativas que les indica la institución.

Se torna difícil la situación educativa en el país porque los problemas van más allá de la educación a distancia, se trata de una gran deserción de estudiantes y maestros, advierte el Sindicato de Maestros de Caracas, asegurando que no solo los estudiantes han abandonado el país tras la crisis social que se vive, sino que “entre el 30% y 40% de los docentes también se han ido”.

A esta problemática se le suma el tema de los cortes eléctricos que afecta a la población a nivel nacional

Una profesora de educación universitaria en el Estado Mérida, asegura que le cuesta impartir clases a distancia, siendo su principal obstáculo los cortes eléctricos sin planificación que pueden oscilar entre 12 y 16 horas y “al no tener electricidad pues obviamente no hay Internet y eso dificulta mucho la conexión a través de la red con los estudiantes”.

La misma situación la reporta una maestra de educación primaria en el Estado Zulia “no es un secreto que en el Zulia no tenemos electricidad… 3 años en este ínterin, por supuesto no tenemos Internet sino que contamos con los megas desde nuestro teléfono y en algunas ocasiones el wi-fi privado que tengamos”.

La maestra también afirma que “en todo el Estado la cosa se torna difícil” a estos problemas de carácter técnico, le sigue el trabajo con los representantes: “nuestros representantes, la mayoría no son docentes y asumir ellos el rol del maestro en la casa muchas veces ha resultado difícil, para el padre, para la madre, tengo representantes que no saben leer, que no saben escribir”. Eso en gran medida dificulta la comprensión de las actividades asignadas que en su mayoría se basan en la compresión de lecturas.

Desde hace aproximadamente una década se ha venido implementando la educación a distancia en algunos países, pero a niveles  universitarios, pregrado y postgrados, considerando que en la adultez los estudiantes no tengan la necesidad de asistir a las aulas de clases y sean coparticipes de su formación.

Para la implementación de este novedoso sistema, las instituciones crean un plan de estudios con nuevas técnicas y estrategias de aprendizaje que implican el manejo de  herramientas tecnológicas y comunicacionales, tanto por parte de los docentes como de los estudiantes. En este proceso los aprendices juegan un rol muy significativo en su propia formación.

En Venezuela por primera vez, bajo una coyuntura mundial que afecta la salud y la economía, se ha puesto en práctica este sistema en todos los niveles educativos, desde preescolar hasta educación superior. El problema está en la forma como se ha llevado a cabo, sin contar con los recursos técnicos necesarios, ni con la formación académica sobre las Tecnologías de la Información y la Comunicación en docentes, alumnos y representantes que permita una emisión y receptividad acorde a cada contenido trabajado.

Obviamente, la pandemia tomó por sorpresa al mundo entero, pero es sabido que el Plan Canaima y los propósitos de la Tele-educación que se plantearon en su momento, no contaron con la capacitación suficiente para que los docentes afrontaran los nuevos retos tecnológicos. De haberse llevado a cabo la formación al personal docente como lo ameritaban las circunstancias de entonces, es posible que estos se hubiesen encontrado mejor preparados para la conducir el proceso educativo en el marco del aislamiento social.

En este contexto de precariedad y desigualdades, la brecha social entre los habitantes se hace cada vez más grande, pues quienes tienen las mayores posibilidades en el cumplimiento de una educación a distancia, son aquellas personas con mayor poder adquisitivo. Los hijos de la burguesía y de los altos funcionarios del Estado burgués difícilmente van a sufrir por la ausencia de equipos tecnológicos, ya que hasta tienen profesores a domicilio. La vieja y la nueva burguesía tienen todas las facilidades para proseguir sus estudios, mientras a los hijos del proletariado les toca resolver día a día improvisando y enfrentando todo tipo de dificultades para cumplir con sus asignaciones.

Es pertinente la activación de los Consejos Educativos, donde la comunidad organizada en Consejos Comunales y Comunas, padres y representantes, personal docente y obrero de los planteles, planifiquen los procesos de conducción de los aprendizajes, en función de las particularidades locales, los desafíos concretos y las directrices curriculares. Estas instancias deben mantener una vida orgánica activa, con coordinación local, regional y nacional, que se oriente hacia el diseño y ejecución de un modelo educativo verdaderamente transformador y revolucionario.

Por todo lo relatado acá, se hace necesaria la construcción de una vanguardia para encaminar al pueblo a la Revolución Socialista donde exista la equidad, la igualdad y todo el pueblo tenga acceso a la educación, formación, alimentación y todos los elementos indispensables para mejorar y elevar su calidad de vida.