El marxismo nos educa, nos forma y más importante aún, nos dota de un método para el análisis y la acción. He ahí la importancia de su estudio, bien sea individual o colectivo. De esta forma podemos, previo análisis, elaborar políticas, tácticas y estrategias que nos permitan avanzar en la construcción de una herramienta revolucionaria que lleve adelante a la toma del poder por la clase trabajadora.

En ese sentido, la utilización de términos que nos permitan entender de manera más clara algunos fenómenos complejos, nos ayudará a “afinar” nuestras políticas; es así que el término “bonapartismo”, el cual utilizamos para caracterizar algunos gobiernos, nos permite entender más claramente las tendencias de estos gobiernos y además nos impulsa al estudio de su génesis.

Marx utilizaba el término “cesarismo” para definir el mismo fenómeno, pero no es sino Engels el que introduce el término “bonapartismo” en algunas correspondencias sostenidas con el mismo Marx, tanto así que Marx dice: “Finalmente, confío en que mi obra contribuirá a eliminar ese tópico del llamado cesarismo, tan corriente, sobre todo actualmente en Alemania….1

Marx analiza el golpe de estado llevado adelante por Luís N. Bonaparte (sobrino de Napoleón Bonaparte) y entiende la falsa autonomía del poder bonapartista con relación a la burguesía dominante, el cual es pura apariencia ya que su política coincide con los intereses económicos de dicha burguesía. Otro elemento característico del bonapartismo que nos permitirá entenderlo es precisamente el sistema en el cual la clase económicamente dominante, aunque cuenta con los medios democráticos para gobernar, se ve obligada a soportar, con el fin de mantener la propiedad privada, la dominación por parte del gobierno a través del aparato militar y policial. Es así que el representante de dicho gobierno se erige por encima de las clases, convirtiéndose en conciliador entre ambas, pero manteniendo los intereses de la clase dominante; el objetivo fundamental del bonapartismo es prevenir los levantamientos políticos y sociales que atenten contra la clase dominante y contra el gobierno mismo.

Bien, la siguiente cita nos puede ilustrar mejor aún el asunto en cuestión:

“…Mientras el ministerio de Bonaparte tomaba en parte la iniciativa de leyes inspiradas en el espíritu del partido del orden, y en parte exageraba todavía más su severidad en la ejecución y manejo de las mismas, el propio Bonaparte intentaba, mediante propuestas puerilmente necias, ganar popularidad, poner de manifiesto su antagonismo con la Asamblea Nacional y apuntar al designio secreto de abrir al pueblo francés sus tesoros ocultos, designio cuya ejecución sólo impedían provisionalmente las circunstancias. Así, la proposición de decretar un aumento de cuatro “sous” (moneda de cinco céntimos) diarios para los sueldos de los suboficiales. Así, la proposición de crear un banco para conceder créditos de honor a los obreros. Obtener dinero regalado y prestado: he aquí la perspectiva con la que esperaba que las masas picaran el anzuelo. Regalar y recibir prestado: a eso se limita la ciencia financiera del lumpenproletariado, lo mismo del distinguido que del vulgar. A esto se limitaban los resortes que Bonaparte sabía poner en movimiento. Jamás un pretendiente ha especulado más simplemente sobre las simplezas de las masas…”2 

Es así, que el Ministerio elevaba su voluntad general a ley, es decir, elevaba la ley de la clase dominante a su voluntad general, mientras Bonaparte ganaba popularidad con sus propuestas de carácter asistencialistas/reformistas. Estos acontecimientos, que fueron analizados por Marx de manera detallada, se sucedieron en los siglos XVIII y XIX. El primero con el golpe dado por Napoleón Bonaparte el 9 de noviembre de 1799 y el segundo, un nuevo golpe de Estado dado por Luis Bonaparte el 2 de diciembre de 1851.

El primer golpe dado por Napoleón I contra la última forma de gobierno de la revolución francesa (el directorio), fue el preludio para el restablecimiento del régimen monárquico con Napoleón nombrado emperador en diciembre de 1804. El segundo golpe fue dado por Luis Bonaparte bajo distintas condiciones históricas, pero con rasgos en común, lo cual fue resaltado por Marx en “El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte”.

Aunque la anterior cita nos puede ubicar de algún modo para definir los rasgos bonapartistas de tal o cual gobierno, debemos ser cuidadosos ya que:

“…Términos tales como liberalismo, bonapartismo, fascismo tienen el carácter de generalizaciones. Los fenómenos históricos nunca se repiten íntegramente. No hubiera sido difícil demostrar que incluso el gobierno de Napoleón III, comparado con el régimen de Napoleón 1, no era «bonapartista», no sólo porque Napoleón mismo era un Bonaparte dudoso por su sangre, sino también porque sus relaciones con las clases, especialmente con el campesinado y el lumpenproletariado no eran de ningún modo iguales que las de Napoleón 1. Sin embargo, el bonapartismo clásico surgió de la época de colosales victorias bélicas, que el Segundo Imperio no conoció en modo alguno. Pero si esperásemos la repetición de todos los rasgos del bonapartismo encontraríamos que el bonapartismo es un acontecimiento único, de una sola ocasión, es decir, que el bonapartismo en general no existe, no obstante, existiera una vez un general llamado Napoleón que nació en Córcega. No es diferente el caso respecto al liberalismo y a los demás términos generalizados de la historia. Cuando se habla del bonapartismo por analogía es necesario exponer precisamente cuáles de sus rasgos hallan su más completa expresión bajo las condiciones históricas actuales…”3. (El subrayado es mío)

Pongamos un ejemplo: el gobierno de Maduro, independientemente de donde venga este señor, aunque manifiesta que es obrero, a lo cual le han sacado punta, se ha erigido por encima de su supuesta clase, al igual que su gobierno; sus políticas, desde su primer gobierno, han apuntado a preservar los intereses de la clase económicamente dominante, en principio con cautela, permitiendo algunas concesiones a la clase trabajadora y recientemente con un ataque descarado y abismal. Para ponerlo más claro leamos el siguiente análisis:

“…El 2019 desde sus primeros días ha estado marcado por un proceso de evidente intensificación de las tensiones políticas e institucionales en el marco de la arremetida imperialista para derrocar a Nicolás Maduro. El recrudecimiento de las agresiones diplomáticas y económicas del imperialismo estadounidense y el intento de este de establecer un gobierno paralelo con el concurso de la burguesía criolla, han condimentado el caldo explosivo de una situación país signada por una profunda crisis económica y social sin precedentes a nivel regional. Por su parte, la dirección bolivariana ha profundizado su viraje hacia políticas liberales, desregulatorias, entreguistas, anti-obreras y anti-populares, acompañadas de una deriva represiva contra la izquierda y sectores en lucha, denotando su intención de enterrar la revolución venezolana de manera cada vez menos solapada…4.

La cita anterior solo refleja algunos casos, pero ciertamente hay muchos más y más antiguos; en el 2009, los trabajadores de la trasnacional Mitsubishi en una manifestación pacífica, sufrieron la agresión del Estado burgués, cuando los policías de la Gobernación del Estado Anzoátegui ejecutaron una medida de desalojo viciada, utilizando sus armas de fuego contra los trabajadores indefensos y ocasionando la muerte de dos compañeros trabajadores de la empresa Macusa y Mitsubishi (Javier Marcano y Pedro Suárez).  Para entonces el gobernador de dicho Estado era el actual Fiscal General de la República William Saab.

La experiencia del Matadero de Ospino, en el municipio de Ospino, Estado Portuguesa, tomado por sus trabajadores y puesto a funcionar, fue pulverizada de la mano de Elías Jaua como ministro de Agricultura y Tierras. El caso de Rodney Álvarez, trabajador de Ferrominera detenido hace más de ocho años. El asesinato de Sabino Romero, dirigente indígena abatido en el 2013. La desaparición de Alcedo Mora, trabajador de la gobernación del Estado Mérida desde el 2013, dirigente popular y militante del PRV-Ruptura, que denunció actos de corrupción ligados al contrabando de gasolina, en esta denuncia nombraba a funcionarios de PDVSA y la gobernación de la región andina.

El trabajador Darío Salcedo, secretario de organización de Sintrapescave, arrestado por quejarse del costo de la bolsa Clap. El acoso y hostigamiento laboral y posterior calificación de despido contra el secretario general del sindicato de Fogade, William Prieto, y su delegado de prevención, William Guzmán. La detención de Marcos Sabariego por participar en una asamblea en la refinería El Palito.

Así podríamos seguir señalando casos interminablemente, pero basta estos para reflejar la forma en que actúa el gobierno con su aparato militar policiaco; ¿no son estas algunas características de lo que hemos mencionado, para denominarlo bonapartista?

Todas estas acciones y políticas apuntan al mantenimiento del sistema económicamente dominante, mientras asume políticas asistencialistas con el pueblo pobre y trabajador, como la bonificación del salario a través del Carnet de la Patria como su máxima expresión, o la entrega de bolsas o cajas Clap bajo el subterfugio de “protección al pueblo”.

La pulverización del salario y la destrucción de las conquistas alcanzadas en el gobierno de Chávez, herramientas seudojurídicas y retrógradas como el memorando 2792 -el cual, para nuestro conocimiento, no es un mecanismo creado por un sujeto aislado del gobierno, el no registro de sindicatos y la no aceptación de afiliaciones a los ya existentes, la no discusión y firma de las convenciones colectivas, la eliminación de los HCM, entre muchas otras.

Todo esto lo lleva adelante a través de un discurso de falso antiimperialismo mientras solicita y casi ruega el diálogo con el gobierno norteamericano.

Los pasos lentos pero firmes en la privatización de PDVSA, la recuperación de tierras abandonadas y tomadas por los campesinos, para nuevamente entregarlas a los que otrora las abandonaron, la entrega de empresas recuperadas por los trabajadores a sus antiguos dueños, entre otras. La exoneración al sector privado del pago del Impuesto al Valor Agregado (IVA), Impuesto de Importación y Tasa por Determinación del Régimen Aduanero a las importaciones y venta de combustible, así como los insumos y aditivos destinados al mejoramiento de la calidad de la gasolina, según el decreto N° 4220, manteniendo para el consumidor final el IVA al 16%, que en definitiva somos la gran mayoría.

La entrega a nuevos imperialismos (China y Rusia) de nuestras riquezas naturales, el Arco Minero del Orinoco y las políticas que implementa para brindar mejores facilidades a estos en las Zonas Económicas Especiales, donde nuestra legislación laboral no existe y las reglas las imponen los nuevos imperialismos.

Además, debemos añadir la existencia de un mecanismo de control social bastante eficiente, cooptando la mayoría de las organizaciones populares y con una central de trabajadores repleta de aristocracia obrera que coadyuvan a mantener en calma al movimiento obrero.

Maduro no tiene la capacidad de liderazgo, solo es utilizado como una frágil marioneta por los poderes militares que controlan las grandes empresas y en definitiva toman las riendas tras bastidores, Maduro solo es la cara del sistema bonapartista, donde, a través de sus declaraciones lo colocan como el creador de todas las políticas que “benefician al pueblo”, como el hombre que protege, como el máximo comandante en jefe.

Una cosa hay que reconocer, ha realizado el trabajo apoyado por una mediática descomunal, de manera satisfactoria para el sistema económicamente dominante.

NOTAS

_____________________

1.- Marx, C. El dieciocho brumario de Luís Bonaparte. Pág. 21. Fundación el Perro y la Rana. 2010.

2.- Ibidem. Pág. 96

3.- Trotsky, L. El bonapartismo alemán.

4.- Perspectivas para Venezuela 2019