Como es bien sabido, en Venezuela se avecinan comicios parlamentarios, lo cual nos brinda la posibilidad de contrastar un conjunto de aspectos en torno a las candidaturas, las campañas y sobretodo las propuestas programáticas de las distintas fuerzas políticas que se medirán el próximo 6 de diciembre.

Tanto en el periodo de precampaña como en el comienzo formal de campaña electoral, según el calendario del CNE, pudimos ver la presentación y abanderamiento de las candidaturas de las diferentes agrupaciones y coaliciones políticas. Sin embargo, los actos y candidatos que más han dado de que hablar han sido las del PSUV. Esto se debe, en primer lugar, a que el presidente Nicolás Maduro, en una de sus alocuciones, señaló que en las listas de candidatos y candidatas del PSUV habría “mucha juventud y caras nuevas”, lo cual generó cierta expectativa principalmente entre sus bases. Posteriormente nos enteramos de la postulación de ministros, diputados y viejos rostros de la dirigencia gubernamental, entre ellos: Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello, Cilia Flores e Iris Varela, entre otros personajes que nada tenían que ver con las palabras del mandatario nacional, defraudando en gran parte las expectativas de sus bases.

Algunos de los candidatos del PSUV con cargos en el Estado.

En los distintos actos de presentación de las candidaturas del PSUV a nivel nacional y regional, se ha evidenciado el despliegue de incalculables recursos por parte de éste –seguramente de origen estatal–, el ventajismo y el uso de los medios de difusión del Estado, los cuales no solo cubren los eventos del PSUV, sino también los de las coaliciones y partidos de derecha, además de entrevistas y presencia en programas, que contrasta con la censura implacable a las fuerzas políticas que integran la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) bajo la tarjeta del Partido Comunista de Venezuela (PCV), y con la campaña sencilla y austera que ésta ha venido llevando a cabo.

De la misma manera, hemos visto como los candidatos del PSUV han usufructuado recursos del Estado para llevar a cabo su campaña, y por si fuera poco, han visitado sectores vulnerables con la misma política clientelar cuarto-republicana que tanto criticó el Comandante Chávez, entregando pollos y mortadelas, que en buena medida la política salarial anti-obrera del gobierno le ha negado al pueblo al convertir estos productos básicos para la alimentación en auténticos lujos. Pretendiendo comprar conciencias con migajas o bien burlándose de la extrema necesidad de las comunidades pobres, éstos personajes, que una vez electos no dudarán en profundizar la austeridad que el gobierno promete proseguir, han vuelto a visitar los barrios después de varios años, pues solo en eventos electorales se les ve la cara en los sectores populares.

A causa de lo anterior, el típico humor popular les ha bautizado de manera jocosa como “los candidatos mortadela”, porque no han llegado al barrio con una idea, un programa o con un proyecto de país, sino con una mortadela “bajo el sobaco”, para intentar comprar la simpatía y el voto de la gente, como si la conciencia y la dignidad del pueblo trabajador tuviese precio. 

Esto revela la profunda debilidad de los cuadros del PSUV, que a pesar de estar siendo patrocinados por una fuerte maquinaria, en su mayoría carecen de un mínimo de formación política e ideológica, y su nivel de desconexión con la realidad de los trabajadores y pobres es tan inmensa que son incapaces de dotar sus campañas de algo de contenido, cayendo en error tras error.

Algunos de los candidatos del PSUV con cargos en el Estado.

A estas alturas vale preguntarse ¿cuál es la propuesta programática del PSUV y de sus candidatos? Pues hasta ahora, lo único que han expresado los abanderados de este partido es que deben ganar las elecciones del 6D para “recuperar la asamblea», sin profundizar en él para qué.

El andar del partido de gobierno dista completamente de la orientación de una organización revolucionaria genuina, de cuadros sólidos, con principios, tradiciones, programa y formación política, además de finanzas independientes sustraídas de las cuotas de sus militantes, que enfoque sus objetivos estratégicos y tácticos en la defensa de los intereses de la clase trabajadora y no en preservar el orden social preexistente, o en ocupar cargos burocráticos subordinándose a los intereses de los burgueses, terratenientes y banqueros.

Entonces, ¿el PSUV carece de un programa político? pues a pesar de su silencio a conveniencia, sí tiene un programa político más allá del simple “recuperemos la asamblea”. Se trata de la continuidad del programa que ha venido aplicando desde hace varios años, con un conjunto de medidas que lejos de responder a los intereses del pueblo trabajador venezolano, corresponden a una política de austeridad burguesa, de precarización del salario, flexibilización laboral, despidos masivos, privatizaciones, baja presión tributaria para los empresarios, Zonas Económicas Especiales, innumerables concesiones petroleras y mineras a multinacionales de países aliados, entre otras, de las cuales solo se benefician la oligarquía tradicional parasitaria, la emergente ”burguesía revolucionaria» y consorcios extranjeros.

Con una Asamblea Constituyente bajo control  absoluto del gobierno en tres años, se impulsó la derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios –que potenció la dolarización informal de la economía–, se aprobó la Ley de Promoción a la Inversión Extranjera y más recientemente la polémica Ley Antibloqueo. Fuera del parlamento, a través del Ministerio de Planificación, se emitió el nefasto memorando 2792, que pulverizó buena parte de las conquistas de la clase obrera en un santiamén. Estas son algunas de las medidas que hemos venido denunciando como parte del programa anti-obrero y anti-popular que ha venido aplicando el gobierno, en detrimento del pueblo trabajador, y de la soberanía nacional.

Estas son las propuestas programáticas del PSUV, un programa antirrevolucionario y antichavista que entrega el país y a las conquistas del pueblo que tanto esfuerzo y luchas costaron. Ahora entendemos por qué los candidatos del PSUV no ahondan más allá de la mera declaración de “recuperar la Asamblea Nacional», porque al igual que los tradicionales partidos de derecha sus objetivos no responden a los intereses de la clase trabajadora. Un programa de esta índole no puede ser expresado abiertamente si se espera acumular votos de amplios sectores sociales.

Sin embargo, de seguro escucharemos a algunos defensores de lo indefendible decir que el programa del PSUV es el Plan de la Patria, pero esto no puede ser más falso. A todas luces, la dirigencia gubernamental ha abandonado los grandes objetivos históricos, con el abandono al socialismo, la entrega de la soberanía nacional, la conciliación de clases, la precarización de la vida, el entreguismo de los recursos estratégicos a la voracidad imperialista, la criminalización y judicialización de la protesta, el desalojo de tierras entregadas por Chávez a los campesinos, y hasta la devastación ambiental del Arco Minero.

La alta burocracia estatal ya no tiene reparos en mentir con descaro. Sus palabras distan totalmente de las acciones que ejecutan, pues desde hace rato se han deslindado del objetivo revolucionario defendido por Chávez: el socialismo.

Nuestro llamado es a las bases del chavismo revolucionario, a los compañeros honestos y comprometidos con la transformación socialista de la sociedad, a que tomemos acciones que nos permitan rescatar el proceso revolucionario en Venezuela. Nadie ha dicho que esto será sencillo, pero es necesario que asumamos la tarea de continuar con el proceso de construcción de una alternativa revolucionaria que nos permita una salida revolucionaria de la crisis, bajo un claro programa que responda a los intereses de la clase obrera, campesina y demás sectores populares, aunado a la necesaria organización, la movilización y la lucha popular desde abajo.

¡Rescatemos las banderas del socialismo!
¡Por un auténtico programa revolucionario!
¡Revolución o Nada!