Si asumimos que lo que planteó Marx se circunscribe a la época en que lo escribió, entonces seremos terriblemente dogmáticos. Los dogmáticos, so pretexto de la fidelidad a la doctrina, en realidad hacen imposible su desarrollo y con ello llevan al divorcio de la vida, condenan el movimiento revolucionario a la estrechez sectaria, a la ruptura con las masas y conducen al aventurerismo político. Los revisionistas, al contrario, insisten en modificar cualquier tesis marxista, incluidas las cardinales probadas por la práctica revolucionaria. Declarando la necesidad de tener en cuenta constantemente las demandas de la vida, se guían en realidad por circunstancias coyunturales.


La actividad revolucionaria de las masas, la experiencia de la lucha revolucionaria y de la construcción socialista, muestran que la teoría puede cumplir el papel de fundamento científico de la política, además de ser los anteojos con los cuales se mira el mundo, un instrumento del conocimiento y de transformación, solo al ir al compás de la vida, enriqueciéndose y renovándose sin cesar de acuerdo con las condiciones cambiantes.


Lenin comprendía que la revolución social no puede seguir un camino fácil y rectilíneo, señaló que sería un camino difícil y contradictorio, por ello diría que: “…Imaginarse que la historia universal avanza suave y ordenadamente, sin gigantescos saltos atrás en algunas ocasiones, no es dialéctico, es acientífico, falso desde el punto de vista teórico”1.


No cabe considerar que el marxismo comprende solo las tesis formuladas por Marx y Engels en el contexto en que fueron formuladas. Pensar esto significa empobrecer y disecar el marxismo, haciendo de él un esquema apartado de la práctica.
Pues como Lenin explicó, los marxistas “No enfocamos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado e intangible, estamos convencidos, por el contrario, de que colocó solo las piedras angulares de la ciencia que los socialistas deben impulsar en todas las direcciones, si no quieren quedar rezagados en la vida”2.


Algunos compañero que se hacen llamar marxistas, por ejemplo, dicen que si Mariátegui hubiese vivido un poco más hubiese superado a Marx (quizás sin saber que Mariátegui se declaraba marxista). Sin duda, esto es dogmatismo, ya que no se trata de superar sino de complementar y enriquecer las tesis científicas formuladas por Marx y Engels.


Obviamente ni Marx ni Engels pudieron ver lo que hoy es el capitalismo-imperialismo, las luchas de los pueblos indígenas, de la comunidad sexodiversa y las mil maneras que este sistema ha creado para intentar perpetuar la dominación global, pero sí dejaron como bien lo dijo Lenin, las bases para el desarrollo del análisis y la acción emancipadora, es decir, lo creado por estos señores es una ciencia y como toda ciencia, debe desplegarse y profundizarse tomando en cuenta todas las condiciones objetivas y subjetivas de las distintas luchas. Tanto Lenin, Trotsky, Gramsci, Mariátegui, entre otros, así lo hicieron. Ni Marx ni Engels participaron en una revolución de la magnitud de la de 1917 en Rusia, Lenin y Trotsky tuvieron la oportunidad de hacerlo y más aún, de dirigirla. Esto les permitió en la aplicación concreta de las tesis de Marx y Engels enriquecerlas sin negarlas sino complementarlas.

En la actual crisis sistémica del capitalismo, queda demostrado, inclusive hoy más que ayer, la vigencia de las tesis de Marx. Citemos a Alan Woods (2013):

“Durante décadas, los economistas no se cansaban de repetir que las predicciones de una recesión económica de Marx eran totalmente obsoletas. Se suponía que eran ideas del siglo XIX, y aquellos que las defendían fueron tachados de dogmáticos incurables. Pero ahora resulta que son las ideas de los defensores del capitalismo las que deben ser relegadas al basurero de la historia, mientras que Marx ha sido completamente vindicado”3.

Lo concreto es que no vamos a encontrar fuera del marxismo una crítica tan sistemática a esta sociedad que se basa en relaciones de desigualdad entre las personas. Lo que podemos inferir es que debemos traspasar la estrechez de nuestras luchas, es decir, no debemos quedarnos limitados solo a los intereses inmediatos y parcelarios. De lo contrario, quedaremos atrapados a los intereses de las clases dominantes.

“Para Marx, Engels siempre constituyó un confronto indispensable y la voz crítica que debía ser consultada cada vez que era necesario tomar posición sobre un tema controvertido”4. Hoy en día, para nosotros la mejor forma de encontrar un sitio donde confrontar nuestras ideas, es en nuestra militancia orgánica, es decir, en nuestra organización, de esta manera podemos tomar posición tanto teórica como táctica y estratégica para nuestra intervención en las distintas luchas. Dialécticamente, la militancia no parte de “leer mucho a Marx”. Hay gente que lee mucho a Marx y no entiende nada. Parte de una determinada sensibilidad, de una toma de posición valorativa5.

Creo que no se entiende nada de Marx y Engels sino se milita con compromiso en la lucha de los explotados y oprimidos. Pues sólo se entiende de marxismo si se milita; si no se milita, no se entiende nada, al menos no de marxismo. Sin embargo, también es importante destacar que, sin reflexión teórica, la militancia es puro pragmatismo y pierde las perspectivas estratégicas (de allí que la politización y la formación política sean fundamentales para cualquier militante y para el partido como un todo).

Ahora bien, de lo que se trata es de ver las tesis de Marx con perspectiva histórica, pero también en retrospectiva ya que el método heredado nos permite analizar la historia pasada, presente y futura de manera dialéctica. Si asumimos lo contrario implicará una vuelta hacia atrás o algo peor. Lenin y Trotsky, como continuidad de las tesis, las enriquecieron aplicando el método dialéctico, muchos otros autores que a lo mejor no hemos leído habrán hecho lo mismo en mayor o menor medida. Lo interesante de estos dos personajes (Lenin y Trotsky) es que sus aportes a las tesis del marxismo los obtuvieron de la lucha concreta y no de un análisis teórico en abstracto.


La lucha por la emancipación de la mujer, si bien no fue analizada por Marx y Engels de manera amplia, si fue vista por otros luchadores y luchadoras, entre ellos Lenin, Trotsky, Luxemburgo, Clara Zetkin, entre otros y otras que se declararon marxistas y otros que aportaron y aportan al enriquecimiento de las tesis aún sin declararse marxistas, lo que significa que aun no declarándose marxistas, pueden aportar a la ciencia elementos sustentados en las nuevas situaciones de lucha de todos los sectores, es decir, las tesis de Marx y Engels no niegan en lo absoluto las distintas luchas que se dan en cualquier sector social, solo hay que estudiarlos y trabajarlos con el método dialéctico, de esta manera se enriquece al marxismo.


El marxismo vive en la actualidad un período de nuevo auge creativo. La vida, el proceso revolucionario, la práctica de la revolución socialista, las distintas luchas que se dan y están dándose, las formas en que se da el imperialismo para el control global y sobre nuestra subjetividad, la posibilidad real de quedarnos sin planeta, plantean complejos problemas ante la doctrina de los trabajadores. Crece como nunca la importancia de la sintetización oportuna de todo lo nuevo que engendra la realidad, y el análisis crítico de las contradicciones del desarrollo social. Se hace cada vez más necesaria la sucesiva labor ideológica, esta labor se hace en la acción concreta y no desde desmanes teóricos abstractos sacados de los distintos escritos sin llevarlos a la práctica cotidiana y validándolo con sujetos de carne y hueso.

Entendiendo lo anterior, no podemos pretender que lo que se escriba hoy, vea el desarrollo futuro con exactitud, aunque sí puede hacer una predicción aproximada. Por ello, aunque los padres de la concepción materialista de la historia, no plasmaron textualmente en sus escritos el desarrollo que tendría el sistema capitalista y las distintas formas de lucha de los pueblos, sí nos dieron las herramientas para su análisis, es decir, estos teóricos se empeñaron en crear herramientas metodológicas científicas para el análisis del desarrollo social y natural. Por ejemplo, Lenin y Trotsky en la Revolución Rusa, aplicando la guía científica del marxismo se convencieron, y así lo dejaron plasmado en sus escritos, que la revolución avanzaría hacia su destrucción sino se completaba a escala internacional. Por esta razón, todos sus escritos teóricos apuntan al internacionalismo proletario. Lo más interesante de todo es que cada día estas tesis cobran mayor vigencia, hasta ahora inigualable, lo que las hace de una actualidad descomunal en sus planteamientos.


Los adversarios ideológicos intentan acusar a las tesis marxistas de estrechez, de imponer opiniones tradicionales sobre la evolución de la sociedad (formulada en las distintas épocas pasadas) y deducen de ello su caducidad. Se pretende privar a las tesis de lo más importante: de su espíritu revolucionario, que se expresa entre otras cosas, en la constante renovación de ellas. Sin embargo, los últimos años han confirmado más de una vez que los marxistas no solo estudian con atención la evolución de las corrientes teóricas viejas y el nacimiento de todas las nuevas, sino los distintos movimientos de lucha que se dan a nivel mundial.


Es rasgo inmanente de las tesis marxistas, la combinación de la inmutable firmeza de principios con la excepcional flexibilidad en las diversas situaciones reales, es expresión de la indivisibilidad de lo general y lo particular en el proceso revolucionario. La complejidad de dicho problema está condicionada ante todo por la gran variedad del proceso revolucionario mundial.


La dialéctica de lo nacional y lo internacional es el problema clave del proceso revolucionario. El internacionalismo es uno de los principios cardinales de nuestras tesis. Ello está condicionado por el hecho de que estos movimientos representan una heterogeneidad de particularidades y diferencias. El proceso revolucionario en cada país no es una deducción directa de unas u otras formas a partir de los principios generales.


Todos los sectores oprimidos y explotados, especialmente la vanguardia revolucionaria de cada país, acumulan su experiencia revolucionaria, asimilando y reflejando a su manera la experiencia internacional. A medida que nuevos países en diferentes regiones del mundo emprenden el camino de las transformaciones socialistas, surgen modificaciones, hasta ahora desconocidas, de las regularidades de la revolución, se afirman nuevas formas de realización de las leyes generales y se establecen otras regularidades específicas, que pueden expresar tanto la creciente multiplicidad del proceso como su unidad cada vez más honda basada en la internacionalización.


Como resultado, el problema de lo general y lo peculiar debe resolverse y se resuelve en cada proceso revolucionario concreto con cierto grado de novedad. Así pues, la experiencia de cada una de las revoluciones, de la construcción del socialismo, es un aporte a la teoría y la práctica del socialismo mundial en general.

Las teorías, las ideas, para plasmarse en la realidad deben abarcar a las masas, penetrar en la conciencia, estimular la acción. “Todo lo que mueve a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas…”6.


A Marx precisamente le pertenece la idea de que la clase trabajadora debe ser preparada para la lucha política “por medio de la permanente agitación”, en caso contrario, “seguirá siendo un juguete” en manos de la clase dominante…”7 “…Una buena táctica de propaganda no debe proponerse solo a arrebatar aquí y allí al adversario algunos militantes aislados o algunos grupos de militantes, sino influenciar a las grandes masas que todavía no se han incorporado al movimiento”8. En este sentido, la actividad ideológica se convierte en parte fundamental de nuestra actividad en los procesos sociales, su tarea es la solución creadora de los problemas científico-teóricos y organizativo-prácticos, con el concurso de todos los sectores oprimidos y explotados.


La concepción del mundo une e integra los conocimientos, las convicciones y la conciencia de manera indisoluble. Para que sus actividades tengan sentido, el hombre debe conocer ante todo la realidad circundante. En base a este conocimiento, tiene que orientarse en el mundo. A partir de la realidad conocida se forman determinados puntos de vista, principios que luego se transforman en convicciones y, en consecuencia, en motivaciones de la actividad.


Un eslabón de suma importancia dentro del sistema de la educación económica, laboral, y de nuestro entorno, es el colectivo laboral. Los colectivos laborales vienen a ser como un nudo de engarce de la educación familiar, escolar y productiva, así como el de los distintos colectivos. La educación familiar es el medio principal para transmitir las tradiciones del colectivo, una célula, en la cual a través del colectivo se reflejan de manera objetiva las demandas de la producción.

Cuando hablamos de la dictadura del proletariado, se trata de democracia obrera, la construcción del Estado obrero, donde los trabajadores toman el poder junto a otras clases subalternas, como el campesinado. Debemos recordar que esta frase “dictadura del proletariado” fue dicha en un contexto distinto al actual -asociado a los periodos excepcionales de gobierno en el Estado romano y que no estaba marcado por la impronta de regímenes monstruosos como el de Hitler o Stalin- pero que no pierde vigencia si lo hacemos en franca articulación.

No se trata de que sean los trabajadores exclusivamente los que controlen los medios de producción y el Estado, si leemos con detenimiento “El Estado y la Revolución” de Lenin, nos daremos cuenta de lo que realmente plantea este. ¿Cuál sería la interpretación correcta hoy de aquellas ideas expresadas en esa obra? Pues que en este control de la producción se deben involucrar todos los demás sectores de nuestra sociedad, ya que de lo que se trata es de erigir un nuevo Estado que esté al servicio de las grandes mayorías explotadas, bajo la dirección de la clase obrera. Lo que se trata es de no permitir que aquellos que ostentaban el poder lo recuperen, y no permitir que avancen en su tarea de desarmar los avances revolucionarios obtenidos.


Las clases dominantes poseen múltiples formas de opresión con las que nos asesinan, nos matan de hambre, de sed y cuando ven que el control se les escapa de las manos, nos masacran sin contemplación. Ejemplos tenemos desde que la sociedad se dividió en clases, las masacre de esclavos, las que se hicieron en nombre de Dios en las cruzadas, la masacre en La Comuna de París, las del pueblo ruso por los zaristas, las causadas por las dos guerras mundiales, y un largo etcétera, y sin ir muy lejos la masacre ejecutada en nuestro país (Venezuela) de más de 400 campesinos, dirigentes sindicales y delegados de prevención, sin contar con las muertes que se suman a diario en los centros laborales a nivel global producto de las inhumanas condiciones. Entonces, confío en que llegará el momento en que nosotros todos, trabajadores, campesinos, y todos los oprimidos, controlemos el mundo y no le demos tregua a los que hoy dominan para su beneficio.

Las tesis elaboradas por Marx y Engels están en constante movimiento y cada día se enriquecen más de los procesos de las luchas que se dan en el mundo y de aquellos estudiosos que la complementan y la hacen crecer. Es decir, no podemos ver estas tesis como algo acabado que se creó en una época y en un contexto, debemos entender que si Marx y Engels no profundizaron en algunos temas, otros lo harán y lo complementarán, tal como lo hicieron Lenin y Trotsky y que esto no significa que haya perdido vigencia. Al contrario, crece como una bola de nieve en una pendiente, alimentándose de las distintas experiencias de nuestros pueblos y de sus luchas. Esta es una herramienta metodológica de análisis por excelencia para los obreros, una que nos lleva a la acción revolucionaria. No podemos quedarnos en la época en que estos planteamientos fueron escritos, hoy es hoy y el método dialéctico nos fue dado hace muchos años, aprendamos a usarlo y avancemos en las luchas para construir una sociedad socialista; puede que el poder parezca inaprensible, pero necesitamos aprehenderlo de algún modo antes de que el capitalismo siga devastando el planeta, la barbarie acabe con los logros de la civilización y no tengamos nada con que comenzar de nuevo. Para mañana será tarde.

NOTAS

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1.- V.I. Lenin. Sobre el folleto de Junios. O.C. t. 30, pág. 6.

2.- V.I. Lenin. Nuestro Programa. O.C. t. 4, pág. 184

3.- Alan Woods. 130 años desde la muerte de Carlos Marx. América Socialista. Revista política de la Corriente Marxista Internacional. N° 8, agosto 2013.

4.- Macello Musto, “Cartas por la revolución”, sin permiso, 27/04/18.

5.- Valorativa en sentido de humana, de una sensibilidad por los asuntos colectivos de la humanidad, de una empatía con el otro.

6.- F. Engels. Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.

7.- C. Marx y F. Engels. Obras, t. 21, pág. 308.6.- F. Engels. A Carmelo Palladino. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 33, pág. 283.

8.- F. Engels. A Augusto Bebel. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 33, pág. 494.