A pocos días de las PASO, el capitalismo argentino como expresión de una crisis mayor que recorre el mundo, apenas logra sobreponerse a costa de un colosal endeudamiento. El Estado así solventa con asistencialismo la impresiónate hambruna que recorre las barriadas populares de las ciudades del país, intentando por este camino sostener la gobernabilidad y que no se produzca una irrupción de masas.

Las penurias y sufrimientos de las familias obreras son el resultado de la decadencia de un sistema que no tiene ni da posibilidades de un futuro de esperanzas con trabajo, salud y educación. Bajo este sistema, lo que tenemos por delante es un futuro de descomunal incertidumbre y desesperanza que conduce a las familias obreras a una degradación sin límites.

Los trabajadores que aún quedan en relación de dependencia, ven severamente cuestionadas sus actuales o futuras jubilaciones ya que las cajas previsionales son asediadas por varios frentes. Por un lado, nos encontramos ante la lógica que se desprende de la desocupación, así la relación desproporcionada entre pasivos y activos pone al rojo vivo la viabilidad de sostener el sistema solidario, por el otro, tenemos a las patronales que vienen presionando -con la excusa de la necesidad de un crecimiento de la economía y que ante las elecciones anunciaron a través de la dirección de la UIA en su famoso Libro Blanco, la necesidad de bajar a su mínima expresión los aportes patronales, sumado a que se tome como modelo de despido para el conjunto de asalariados, lo que funciona desde hace décadas en el gremio de la construcción con la libreta de desempleo, o sea que los laburantes se paguen su propia indemnización. Debemos tener en cuenta que estos aportes patronales son una conquista obrera que paulatinamente se va perdiendo con la complicidad de los jefes sindicales.

Aunque el gobierno intente presentar las banderas de una vacunación masiva contra el COVID-19 con casi un 62% de la población al menos con una dosis y 30% con dos dosis, se ven paulatinamente deslucidas no solo por el hambre que crece diariamente sino por la falta de trabajo.

La oposición, por su lado, no acierta en presentarse de manera coherente como una alternativa válida ante las masas o la pequeña burguesía ya que aún resuena en la cabeza y en los cuerpos de millones de explotados la experiencia de los cuatro años de ajuste brutal con Mauricio Macri y Juntos por el Cambio.

Por ello, Larreta y cía. se desprendieron del estorbo de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Lilita Carrio y demás cadáveres políticos, tratando de constituir la idea de una fuerza política más de centro derecha, más dialoguista, “desvinculada” del endeudamiento externo y la deuda pública llevado adelante por el macrismo, combinando, al mismo tiempo, con una suerte de “renovación” del radicalismo en un intento desesperado de recuperar cierto protagonismo, pero, que no logran.

La oposición, cínica e hipócrita, intenta sacar provecho de los grandes errores por parte del oficialismo, como es el caso de la fiesta en la Quinta de Olivos en plena pandemia y confinamiento en 2020. Pero, es verdad que el Frente de Todos aún sigue siendo -ante la ausencia de una alternativa revolucionaria de masas- una herramienta para los trabajadores y trabajadores.

Podemos verlo en las elecciones de Salta y Corrientes, teniendo en cuenta que en Salta hubo un 36% de abstenciones y 12,30% voto blanco y nulo, dando un resultado del 48,30% de no voto; y en Corrientes, se llegó a casi un 35% de no voto; en ambas provincias el Frente de Todos quedó con mayoría de diputados.

Es justamente esta ausencia de una alternativa de izquierda, con autoridad de masas, la que presiona a un sector importante de la clase trabajadora que instintivamente se apoya en el Frente de Todos como una manera de frenar a los candidatos del macrismo.
Habrá que ver si el no voto es una tendencia que se pueda generalizar, expresando el descontento de un sector de los trabajadores y desocupados con ambas facciones, o es una combinación de descontento y primera vuelta que puede llegar a revertirse en las definitivas.

Igualmente, todo esto se da en el marco de un proceso acentuado de endeudamiento con los acreedores externos e internos, a partir no solo de nuevos préstamos del FMI, sino también de la emisión monetaria.

Con las políticas de Alberto Fernández, Cristina Fernández y Martín Guzmán, no se logró y se logra frenar la inflación. No debemos olvidar que uno de los sectores que más se benefició con este festín fue y sigue siendo el sector financiero a quienes se les garantiza una tasa de interés de casi un 42% por los paquetes de las Leliq, otorgándoles una rentabilidad enorme a unos de los sectores que más perjudican la economía del país. Un sector que en este momento solo vive del negocio con el Estado, dado el empobrecimiento gigante de la población que no puede acceder al crédito barato por las siderales tasas de interés que manejan los Bancos.

La inflación que pulveriza los salarios, las reiteradas corridas cambiarias que empujan el dólar hacia arriba, los índices de informalidad que llegaron a niveles del 50%, el salario de subsistencia que no llega a los $23.000- o el salario mínimo de un/a trabajador/a apenas roza los $44.000-, que “de cuatro chicos que se sientan a una mesa, solo uno come todos los días”-según el informe de la UCA-, pone blanco sobre negro la pauperización de la vida de millones de mujeres y hombres de a pie.

Ante las PASO y las generales a quién llamamos a votar

“La campaña electoral debe ser llevada a cabo no en el sentido de la obtención del máximo de mandatos parlamentarios sino en el de la movilización de las masas bajo las consignas de la revolución proletaria.” (El Partido Comunista y el parlamentarismo – segundo congreso de la III internacional – 1920).

Nos dicen que el Estado es de todos, que a partir de este instrumento podemos controlar a la burguesía y a los empresarios y de esta manera lograr un equilibro adecuado para que todos nos beneficiemos.
Hemos escuchado todo tipo de argumentos que intentan insuflar oxígeno a un sistema que se encuentra podrido y ofrecer alternativas que resultan simplemente utópicas. La denuncia del “anarco capitalismo”, de la necesidad de una “burguesía patriótica y que cumpla los “deberes nacionales”, de una “burguesía fallida”, hasta la necesidad de que el “Estado -omnipotente y omnipresente- puede doblegar a las doscientas o trescientas familias y empresas que manejan la economía del país”; nada más utópico y falso. En el escenario de la práctica y de la experiencia los de abajo van dándose cuenta de esta mentira.

Debemos construir nuestro partido de clase, con independencia política, que preserve no solo nuestros intereses más inmediatos, sino fundamentalmente nuestros últimos objetivos, nuestros intereses históricos: la Revolución Socialista.

Construir el Partido revolucionario es tarea de ayer y de hoy. Pero ante las elecciones no nos mantenemos al margen de una definición.

Es por esto que consideramos que el FIT-U desde hace mucho tiempo viene descarrillado, forjando la idea que a partir de la intervención en el Parlamento podemos conseguir con más escaños de izquierda y mejores proyectos, que se beneficien las grandes mayorías del país, siendo por esta vía que hace tiempo han renunciado a la revolución socialista, transformándose en una corriente que ya han cristalizado en el cretinismo parlamentario.

Por su lado, Política Obrera o Partido Obrero Tendencia, restituyó una agenda al interior del FIT-U con posiciones de crítica al electoralismo rabioso en donde han caído los grupos que constituyen al FIT-U. Es verdad también que rápidamente se volcaron a lograr la legalidad electoral, y más verdad es que la campaña resulta contradictoria, mostrando una seria de tendencias que conviven en su interior. Por un lado, el histórico Altamira que mezcla rasgos de cierto vedetismo, por el otro, se desarrolla una campaña con otros dirigentes que tocan ribetes revolucionarios militando y llevando a las barriadas populares, en puerta de fábricas estas ideas.

Desde la Corriente Socialista Militante CMI damos un voto crítico a Política Obrera porque entendemos que existe en este espacio un punto de apoyo para impulsar un debate necesario entre la militancia de izquierda. No queremos y no lo hacemos, dar concesión alguna a los dirigentes de este grupo que muestra rasgos de centrismo, intentando conciliar reforma y revolución.

Lo que necesitamos es construir una dirección revolucionaria que consiga hacer avanzar a la clase trabajadora hacia la toma del poder derrocando políticamente a la burguesía, liquidando su Estado y avanzando en la construcción de un Estado Obrero. La única manera de solucionar la actual crisis es mediante una transformación radical de la sociedad poniendo fin a la dominación de la gran Banca y los monopolios.

Necesitamos una izquierda anticapitalista vinculada sin ambigüedades a la idea del poder obrero y la revolución. Ayudar a superar la tutela política del peronismo sobre la clase trabajadora implica discutir la necesidad de contar con un partido de trabajadores.
Esto pone entre otras cosas la tarea fundamental para los revolucionarios, construir nuestro partido de clase, sin atajos, sin Asamblea Constituyente alguna, aunque sea soberana o revolucionaria. “La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos o no lo será” en la perspectiva de nuestro poder y gobierno propio.