Este es el editorial del último número de Revolución, prensa de los compañeros argentinos de la CMI.


 ¡Por una salida de los trabajadores a la crisis!

La argentina de los capitalistas

En el medio de la profundización de la crisis capitalista mundial, el gobierno del Frente de Todos, el presidente Alberto Fernández junto al ministro de economía Sergio Massa, celebran el superávit fiscal de la balanza comercial que, al mes de octubre obtuvo una recaudación de u $s1.825 millones, siendo el mayor superávit del año. En general, viene registrándose una tendencia a la baja del déficit fiscal, aunque es verdad que juegan varios factores para que las cuentas den de esta manera: las altas temperaturas que redujeron las importaciones de gas comprimido, el último desembolso de la liquidación de granos, que abultó en algo las reservas del BCRA y, por supuesto, el ahorro forzado que se expresa en las caídas de las partidas de casi todos los rubros: educación, salud, vivienda, etc. y que lleva adelante el súper ministro Sergio Massa.

Lo que la burguesía reclama es, en última instancia, que las exportaciones e importaciones se den de manera libre, sin restricción alguna por parte del gobierno, que no se tomen ciertos rubros para dar luz verde a algunas importaciones. Lógicamente este reclamo debe estar acompañado con un dólar a gusto del mercado, o como prefieren decir los economistas que hacen apología del capitalismo: “competitivo”

Según las estimaciones de varios economistas del establecimiento, el 2022 puede cerrar mejor de lo que el gobierno esperaba: u$s7.600 millones de recaudación. Pero en proyección al 2023, se espera una caída del superávit fiscal, siendo probable que el Ministro de Economía acuda nuevamente a la vieja fórmula de la emisión monetaria.

Esto no deja de ser una preocupación para el conjunto de los capitalistas ya que el circulante no encuentra material de respaldo en la producción. La emisión monetaria genera inflación, aunque lo más preocupante es que el gobierno tiene dificultad para hacer frente a los vencimientos de deuda pública en pesos.

Por otro lado, las perspectivas económicas del gobierno del FdT no son muy alentadoras en relación al cambio climático y la sequía que afecta la cosecha de soja y trigo. Como era de esperar, los sectores del agro ya reclaman la suspensión del impuesto a las ganancias y otras medidas para paliar los problemas derivados de la sequía. Lo que muestra es una tendencia a la baja en la recaudación.

La desesperación del FdT por conseguir dólares, para pagarle al FMI y sosteniendo la timba financiera, muestra hasta dónde está decidido a llegar con las medidas. La nueva y segunda versión del dólar soja, no es más que un nuevo subsidio -a condición de emitir pesos- a los sectores del agro negocio, una nueva transferencia de recursos desde los bolsillos de los y las trabajadoras a los monopolios que controlan el acopio y la exportación: Bunge, Cargill, Molinos, Aceitera General Deheza, Glencore Vicentín, Cofco, Dreyfus, AGD. Empresas que se benefician con la liquidación de granos en unos u$s3.000 millones, garantizándoles $230 por dólar, o sea, la diferencia entre los $165 y $230 es lo que se les va a transferir. De esta manera el gobierno satisface un reclamo histórico, el beneficio a los acopiadores y exportadores,

Por otro lado, las perspectivas del 2023 en el sector industrial comienzan a vislumbrarse. Nisán, Renault y el anuncio de Ford de cierre de determinadas líneas de producción muestran claramente un próximo año de mayor recesión. Esto se debe, entre otras cosas, a la falta de insumos, producto de que las empresas no “cuentan” con dólares para las importaciones.

Argentina ingresó en un período de estanflación, ya que la inflación no para y se produce un comienzo de estancamiento de la economía y la proyección para el 2023 y 2024 es de un mayor agravamiento, lógicamente entrelazada con la crisis mundial que muestra las mismas tendencias.

Nos encontramos en el reino del más fuerte y del sálvese quien pueda, corriéndose gradualmente el velo de la explotación descarnada y del papel del estado, oficiando en el resguardo de los intereses de los capitalistas.

La argentina de los de abajo

La realidad de desesperación y hambre no cede, el salario queda literalmente pulverizado por la corrida de precios en la canasta de alimentos. 

No hay bonos que resuelvan esta calamitosa situación de los trabajadores. Las jubilaciones pierden más de un 15% mientras los salarios quedan sujetos y encorsetados a las cláusulas de revisión, perdiendo en concreto más del 25%.

Por su lado los gordos, casi gordos y flacos de las Centrales Obreras siguen atentos a una mejora en las condiciones económicas para no verse en el compromiso de salir con algún paro. El ejemplo de los trabajadores del neumatico y de los residentes medicos en CABA sigue muy fresco. Además, quienes registraron de manera preocupante ya los que causaron cierta inquietud fueron los Jefes Sindicales.

La propia CFK tuvo que salir a dar una respuesta desde la UOM, compartiendo mesa junto a Abel Furlán, Antonio Caló y su aparato, donde interpeló a los jefes sindicales y sectores más afines de la burocracia al Kirchnerismo, que se ubiquen a la altura del momento histórico, “cuestionando” su adaptación al gobierno de Alberto, transmitiendo un aval y apelando a la historia y la liturgia peronista. El problema es que solo habló del pasado y de las alegrías de años atrás, sin mencionar cómo salir de la crisis sin descargarla sobre los hombros de la clase trabajadora. 

Pero la realidad se empecina una y otra vez, las contradicciones y la bronca se van acumulando por abajo, se incrementan gradualmente al no tener respuesta alguna y las mediaciones se van debilitando. Hasta que se produzca un punto de inflexión que aun no sabemos cómo puede expresarse, aunque las tendencias en economía apuntan a una situación de mayor volatilidad económica, social y política. 

Por una salida obrera a la crisis.

Saber que las tendencias a la volatilidad de la situación están presentes y se agravan, no supone que esté resuelto el problema de hacia dónde ir y con qué herramientas y objetivos enfrentarla, teniendo en cuenta además los tiempos de maduración para una salida generalizada de los de abajo.

La agudización de la lucha de clases es una realidad, y no nos referimos solamente a los trabajadores del neumático oa los residentes de CABA. La lucha de los residentes tuvo y tiene una perspectiva nacional, jugó como acicate en cada provincia o capital de provincia, empujando a los médicos y médicas a luchar por sus reclamos. Esta situación presentó la dificultad de luchas separadas y por sector y lo que hace falta es una coordinación para arribar a una lucha en común. De la misma manera que ocurrió con el malestar de los docentes que aumenta con el incremento de la carga horaria y los magros salarios. 

La burocracia de las Centrales Obreras, por motivos diversos, marcha al son del gobierno del Frente de Todos, dando una cobertura al gobierno, a sabiendas del delgado hilo del que pende la situación política y social, dando la espalda al conjunto del movimiento obrero y de los trabajadores. 

La crisis económica no deja de ser un elemento central en la desestabilización de la situación política, que empuja a la lucha a los trabajadores y deja en un equilibrio inestable al oficialismo, a la oposición de todo color y al régimen de conjunto.

Desde la Corriente Marxista Internacional Argentina, sostenemos la necesidad de preparar la huelga general para derrotar el ajuste de los empresarios, los banqueros y los terratenientes hoy comandado por Sergio Massa y el Frente de Todos, creemos en la necesidad de poner en pie un Congreso de trabajadores ocupados y desocupados como un camino válido para definir de manera democrática el plan de lucha para organizarnos y pelear contra el retroceso en nuestras condiciones de vida, ligándolo a la perspectiva de una nueva legalidad, un gobierno de trabajadores que permita a la clase obrera y trabajador hacerse con el poder.

Para esto creemos necesario discutir la construcción de un Partido de Trabajadores y disputar con esta herramienta al conjunto de los y las trabajadoras, para ayudar a que rompan con la política de la conciliación con los patrones, su Estado y los gobiernos que los representantes.

Nos encontramos en una fase preparatoria de una irrupción de masas, es probable que la lucha se agudice o incluso se combine con puebladas o estallidos producto de la desesperante situación. La dirigencia de la izquierda en el FITU enredada en el electoralismo no ve esta situación como una oportunidad de organizar a los sectores más avanzados de los trabajadores y la juventud contra el Estado de los capitalistas, sino que lo ve como una posibilidad de fortalecerse en cuanto a sumar mas votos como un fin en si mismo. Esta es una táctica para la derrota y necesitamos una táctica para la victoria.

Pero lo volátil de la situación también la ve con preocupación el imperialismo norteamericano, a través de los ojos del directorio de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos y el embajador norteamericano Marc Stanley, cuando llaman a un gobierno de unidad nacional donde la voz de mando para la dirigencia política oficialista y opositora es “únanse ahora, formen una coalición”

Preparar, a través de asambleas y reuniones, un Congreso Obrero que aglutine a todas las luchas en curso, que comience a agitar por una Huelga General, que pueda discutir la necesidad de poner en pie un Partido de Trabajadores lleva un tiempo y supone forjar a la vanguardia de la clase trabajadora y la juventud en el método del marxismo revolucionario. 

De esto se desprende que construir el partido revolucionario es tarea imposible, ya que sin este es imposible la transformación socialista de la sociedad, y que no hay tiempo que perder. 

No se trata de organizar a los sectores más avanzados de nuestra clase para que solamente voten a la izquierda o luchar por luchar. Se trata de organizarlos para derrumbar al capitalismo con sus propias fuerzas y métodos y Gobernar. Estas son las tareas de la izquierda y la vanguardia.