Un espeluznante reporte de la revista +972 Local Call («Fábrica de asesinatos en masa»: dentro de el bombardeo calculado en Gaza (en inglés)), basados en testimonios de siete miembros actuales y retirados de la comunidad de inteligencia israelí, expone la sombría realidad sobre la Guerra de Israel en Gaza. El informe afirma que las Fuerzas de Defensa Israelí selecciona objetivos civiles conscientemente, eliminan a familias enteras como parte de su rutina y consideran la muerte de cientos de personas inocentes como “daño colateral”. Las fuentes dicen que estas tácticas tienen la intención de sembrar miedo en la población. Permitámonos llamar las cosas por su nombre: esto es terrorismo. 

El informe afirma que el asalto de las Fuerzas de Defensa Israelí a Gaza («Operación Espadas de Hierro»), tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, ha visto al ejército «ampliar significativamente su bombardeo de objetivos que no son claramente de naturaleza militar» en comparación con operaciones anteriores. Viviendas particulares, edificios gubernamentales e infraestructuras críticas (eufemísticamente denominadas «objetivos de poder») han sido todos ellos marcados para ser bombardeados.

Según el informe de +972, los ataques aéreos de las FDI han arrasado la Universidad Islámica de Gaza, el Colegio de Abogados palestino, un edificio de la ONU destinado a un programa educativo para estudiantes destacados, un edificio perteneciente a la Compañía Palestina de Telecomunicaciones, el Ministerio de Economía Nacional y el Ministerio de Cultura. A esto podemos añadir la escuela al-Buraq de la ciudad de Gaza, la mezquita medieval Omari, el campo de refugiados al-Maghazi y cientos de otros objetivos civiles. 

Un portavoz de las FDI, citado en el informe, afirma que, durante los cinco primeros días de combates hasta el 11 de octubre, la mitad de los objetivos bombardeados en Gaza (1.329 de un total de 2.687) fueron los denominados «objetivos de poder». Según fuentes con experiencia de primera mano en estos métodos, al atacar objetivos de poder se pretende «crear una conmoción» y «llevar a los civiles a presionar a Hamás». En muchos casos, la justificación para arrasar un edificio civil se busca alegando que allí viven o trabajan ‘militantes’. Pero, como señala un antiguo oficial de inteligencia:

«Hamás está en todas partes en Gaza; no hay edificio que no tenga algo de Hamás, así que si quieren encontrar la manera de convertir un rascacielos en un objetivo, podrán hacerlo».

Matar combatientes es sólo una hoja de parra. De lo que se trata realmente es de enviar un mensaje. Como señala otra fuente anónima:

«Si dijeran a todo el mundo que las oficinas [de Hamás o la Yihad Islámica] de la 10ª planta no son importantes como objetivo, sino que su existencia es una justificación para derribar todo el rascacielos con el objetivo de presionar a las familias civiles que viven en él para presionar a las organizaciones terroristas, esto se consideraría en sí mismo terrorismo. Por eso no lo dicen».

Las fuentes afirman que, en el pasado, las FDI tomaban medidas para asegurarse de que los «objetivos de poder» estuvieran libres de civiles antes de un ataque, por ejemplo, avisando por teléfono o «golpeando el tejado» con un pequeño explosivo antes de desplegar munición pesada, comprobado con imágenes de drones. Sin embargo, según el informe, testimonios y vídeos de Gaza sugieren que las FDI han estado atacando objetivos sin avisar a sus ocupantes, exterminando a familias enteras en el proceso.

Al parecer, esta práctica comenzó el primer día. Por ejemplo, el 7 de octubre (según Amnistía Internacional), las fuerzas israelíes atacaron un edificio residencial de tres plantas en el barrio de Al Zeitoun de la ciudad de Gaza. En el edificio vivían tres generaciones de la familia al-Dos: murieron 15 personas, la más joven de 18 meses. El informe está repleto de testimonios estremecedores de edificios altos, llenos de civiles, destruidos sin previo aviso. Un hombre, Yousef Amar Sharaf, perdió a 37 miembros de su familia cuando las fuerzas israelíes tumbaron el edificio residencial Al-Taj, de 12 plantas, en la ciudad de Gaza.

Otro edificio, el bloque residencial Al-Mohandseen, de ocho plantas, fue volado sin previo aviso el 31 de octubre. Se levantaba en el campo de refugiados de Nuseirat, al sur de Wadi Gaza: supuestamente en la zona «segura» a la que Israel dirigía a los palestinos que huían de sus hogares en el norte. 120 personas quedaron sepultadas bajo los escombros.

En el momento de redactar este informe, aproximadamente 20.000 civiles palestinos han sido masacrados en Gaza desde el 7 de octubre. Dos razones para este derramamiento de sangre sin precedentes (según el informe) son que las FDI han relajado drásticamente su umbral de ‘daños colaterales aceptables’ y han acelerado su proceso de selección de objetivos, supuestamente con la ayuda de la Inteligencia Artificial.

Las fuentes de inteligencia afirman que Israel tiene una idea muy clara de cuántos civiles morirán en un ataque determinado. Las fuentes afirman que el mando militar israelí a veces aprueba a sabiendas la muerte de cientos de civiles palestinos en un intento de asesinar a un solo alto operativo de Hamás. Así se justificó, por ejemplo, el bombardeo del campo de refugiados de Jabaliya, en el que murieron más de 200 personas y 240 resultaron heridas para asesinar a un comandante de Hamás.

«Nada ocurre por accidente», dice uno. «Cuando matan a una niña de 3 años en una casa de Gaza, es porque alguien del ejército decidió que no era grave que la mataran, que era un precio que valía la pena pagar para alcanzar [otro] objetivo. No somos Hamás. No son cohetes lanzados al azar. Todo es intencionado».

Recordamos el caso de Ahmed Abu Artema, un activista palestino que coorganizó la pacífica Marcha del Retorno en 2018-19. Artema había accedido a conceder una entrevista a marxist.com, pero el día anterior su casa fue atacada por las FDI, matando a cinco de sus familiares y dejándolo hospitalizado.

El imperativo, según las fuentes, es matar al mayor número posible de combatientes de Hamás y de la YIP, lo antes posible, cueste lo que cueste. Hay «casos en los que bombardeamos basándonos en una amplia localización celular de dónde está el objetivo, matando a civiles», afirman en el informe. «Esto se hace a menudo para ahorrar tiempo, en lugar de hacer un poco más de trabajo para conseguir una localización más precisa».

Se hace más hincapié en la cantidad que en la calidad, y se elige como objetivo a agentes relativamente de bajo rango incluso cuando el número de víctimas civiles va a ser elevado. «En el pasado, no marcábamos regularmente las casas de los miembros secundarios de Hamás para bombardearlas», dijo un funcionario de seguridad que participó en operaciones anteriores. «En mi época, si la casa en la que estaba trabajando estaba marcada como Daño Colateral 5 [lo que significa que es probable que mueran cinco o más civiles como resultado], no siempre se aprobaba».

«A mi entender, hoy pueden marcar todas las casas de [cualquier operativo militar de Hamás independientemente de su rango]», afirma una fuente. «Eso son muchas casas. Los miembros de Hamás que realmente no importan para nada viven en casas por toda Gaza. Así que marcan la casa, la bombardean y matan a todos los que están allí».

Según el informe, el proceso de selección de objetivos se ha intensificado utilizando un sistema llamado Habsora («El Evangelio»), supuestamente basado en IA, que facilita lo que un antiguo oficial de inteligencia llama una «fábrica de asesinatos en masa». Al parecer, «El Evangelio» tritura enormes cantidades de información para identificar rápidamente los lugares donde bombardear. «En el pasado, en Gaza determinábamos 50 objetivos al año», dijo una fuente. «Y aquí la máquina produjo 100 objetivos en un día».

Estos cálculos fríos e insensibles se convierten en la base de una campaña inhumana de terror. Es más, a pesar de la promesa de Israel de «destruir a Hamás», el impacto militar de estos ataques es limitado. Según el comentarista israelí Avi Issacharoff, «no parece que el brazo militar de Hamás haya sufrido daños significativos». Según el informe, el verdadero objetivo de estas tácticas es, por un lado, aterrorizar al pueblo palestino, como se ha señalado, y, por otro, proyectar un impacto de fuerza dentro de Israel.

El artículo cita una campaña de propaganda durante la Operación Guardián de los Muros en 2021, en la que soldados (usando cuentas falsas) subieron a las redes sociales imágenes y vídeos de ataques del ejército sobre Gaza, para demostrar la eficacia del ejército al público israelí. «Existe la sensación de que los altos mandos del ejército son conscientes de su fracaso el 7 de octubre», afirma una fuente. «[Están] ocupados con la cuestión de cómo ofrecer al público israelí una imagen [de victoria] que salve su reputación».

Al leer este informe, no podemos dejar de subrayar una vez más la apestosa hipocresía de los aliados occidentales de Israel. Recordamos, por ejemplo, cómo la secretaría de prensa del presidente estadounidense Joe Biden, Karine Jean-Pierre, tronó contra «la brutalidad de Putin» después de que misiles rusos alcanzaron edificios de apartamentos en el centro de Kiev el pasado octubre. «Seguiremos imponiendo costes a Rusia y exigiéndole responsabilidades por sus crímenes de guerra», afirmó.

En las dos últimas semanas, Estados Unidos ha votado en dos ocasiones en contra de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU a favor de un alto el fuego en Gaza. «No apoyamos el llamamiento de esta resolución a un alto el fuego insostenible que sólo plantará las semillas de la próxima guerra», declaró el embajador estadounidense Robert Wood. La embajadora británica Barbara Woodward, cuyo país se abstuvo, declaró: «Israel tiene que ser capaz de hacer frente a la amenaza que supone Hamás y tiene que hacerlo de una manera que respete el derecho internacional humanitario para que un ataque así no pueda volver a producirse».

¡Qué broma más de mal gusto! Israel está cometiendo una matanza deliberada a escala industrial de civiles en Gaza, haciendo llover fuego infernal sobre los hogares de la población, con la connivencia de sus aliados imperialistas. Y la inútil cocina de ladrones de la ONU no puede hacer otra cosa que encogerse de hombros y dejar que continúe la carnicería. 

El informe 972+ y Local Call proporciona más pruebas de los crímenes de Israel, pero en realidad cualquiera que tenga ojos lo puede ver. No habrá justicia a manos de la llamada comunidad internacional. Sólo un derrocamiento revolucionario del despiadado régimen sionista puede vengar a los muertos.