Agosto el mes de las elecciones, cierra con fuertes incrementos de la comida, tarifazos, devaluaciones y atravesado por los episodios de saqueo y asaltos de negocios en distintos puntos del país. Cuatro de cada diez argentinos es pobre, según un informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA (Universidad Católica Argentina). Pero la tasa de pobreza es más alta en la franja etaria hasta 17 años, en el 61,6%.

Las PASO

Los partidos que integran el Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad (FIT-U), alianza electoral creada en 2011 ante el surgimiento del piso proscriptivo del 1,5% que imponen las PASO, representan al sector más importante de la izquierda en el país, tanto por su presencia entre los trabajadores, la clase obrera y los estudiantes, como por su base militante presente en las luchas populares. Por fuera del FITU – Política Obrera y el Nuevo Mas – componen también un núcleo sólido de compañeras y compañeros que forman parte de las luchas cotidianas de la clase trabajadora y la juventud. Pero esto, si bien es un gran activo en favor de los explotados y explotadas, por si mismo no es suficiente para avanzar en una construcción de un partido revolucionario con autoridad de masas que sea capaz de conducir a la clase obrera hacia la toma del poder, liquidando de esta manera las relaciones sociales de producción capitalistas, derrocando al Estado y sus instituciones.

Queremos dejar en claro que esta es la única manera de poner en pie una nueva legalidad que emane de la democracia directa, la democracia obrera. Que ponga en pie un Estado obrero democrático, cuya tarea central sea desarrollar las fuerzas productivas plenamente (desarrollo de la industria, la técnica y la ciencia hasta poner en pie un poderoso polo de fábricas de fábricas de bienes de consumo y capital) y así poder sacar a la economía de la primarización impuesta por el mercado mundial y eliminar la desigualdad inherente a la sociedad capitalista. Esta tarea no puede darse más que estrechamente vinculada a la perspectiva de la necesidad de la revolución mundial.

Para nosotros, un partido marxista es, en primer lugar, ideas, métodos, perspectivas y tradiciones; en definitiva, programa y en segundo lugar organización que se traduce en un aparato. Pero sin lo primero, el aparato más impresionante no vale nada y fracasara en el momento decisivo.

La organización revolucionaria no crea las condiciones para la toma del poder; son las contradicciones irresolubles del sistema capitalista las que generan las condiciones que obligan a millones de jóvenes y trabajadores a rebelarse. Pero la presencia de un partido revolucionario, con autoridad política sobre amplios sectores del movimiento obrero, es el elemento decisivo que puede llevar a los sectores más avanzados de la clase trabajadora al nivel de conciencia necesario para lanzarse a la tarea histórica de la toma del poder.

Es esta la tarea de un verdadero partido revolucionario construido sobre la sólida roca de la teoría marxista.

Por lo tanto la tarea política de los comunistas consiste en, partiendo de las condiciones objetivas y el estado de la conciencia de nuestra clase, siempre señalar la necesidad de acabar con el sistema capitalista, fuente de todos los males.

Una dirección se constituye en el curso de los choques entre las diferentes clases, pero existe una línea para la derrota que se expresa en el centrismo – entre reformismo y revolución – de la dirigencia de izquierda y una línea para la victoria, basada en el estudio objetivo de las leyes de la naturaleza y la sociedad humana, la teoría marxista y su método científico.

Los recientes resultados electorales de las elecciones PASO 2023, si bien son una foto fija de la conciencia social en un momento concreto, demuestran el franco retroceso de los dirigentes de izquierda que no fueron capaces de conectar con el creciente malestar que se expresó en un ausentismo electoral histórico y en el derrumbe de los dos grandes frentes del régimen político, como lo son el Peronismo y Juntos por el Cambio, que perdieron millones de votos a manos de Javier Milei que de manera hipócrita levanto la bandera del “que se vayan todos” de 2001 junto con un discurso aparentemente antisistema, contra todos los políticos.

Si bien es claro que los partidos de Izquierda son los únicos que hacen una delimitación de clase en torno a los partidos patronales que impulsan continuar bajo la bota del FMI, a costa de mas ajuste para los trabajadores, ninguno de los partidos que se reivindican de la izquierda logra establecerse como una referencia clara para los de abajo. ¿Por qué?

La Izquierda y las elecciones

En las PASO 2011, el Frente de Izquierda (FIT) logró 527.237 votos y fue la única fuerza de izquierda en presentarse.

En las elecciones PASO de 2015, el FIT sacó 732.851 votos, también participaron el Nuevo Mas que saco 103.742 votos, y MST-Nueva Izquierda que obtuvo 95.780 sufragios. Así el conjunto de la Izquierda se alzó con 932.373 votos.

En las PASO 2019 el Frente de Izquierda Unidad sacó 723.147. Ese año el Nuevo MAS sumo 179.461 votos. Sumando la totalidad de la izquierda 902.608 sufragios.

En las PASO de este 13 de agosto el Frente de Izquierda Unidad obtuvo 628.893 votos, 442.085 con la lista Unir y Fortalecer a la Izquierda (PTS, IS) y 186.808 provenientes de la lista Unidad de Luchadores y la Izquierda (PO, MST); el Nuevo Mas tuvo 85.628 sufragios y Política Obrera 62.404. El total de la Izquierda tuvo 776.925 de votos.

Por un lado, el FIT-U no pasó las PASO en 11 provincias, mientras que Política Obrera y el Nuevo Mas tampoco lograron pasar a las elecciones generales. Solo la formula del PTS/IS con Myriam Bregman y Nicolás del Caño lograron pasar el piso de votos para participar de la presidenciales de octubre. Vemos entonces que el FIT-U obtuvo menos votos que en las elecciones de 2015 y 2019. El conjunto de la izquierda sufre desde 2019 una caída del 13,93% de los votos.

Nos encontramos ante un retroceso general de la Izquierda que no es capaz de vertebrar cotidianamente a la clase obrera en la lucha contra el capitalismo.

La abstención fue de 11.379.308, mientras que el voto blanco trepo a 1.148.342 lo que hay que sumar 348.891 votos nulos. Estos votos, que expresan el hartazgo de un sector mayoritario de la sociedad con el régimen político de conjunto, suman 12.876.541.
El candidato más votado fue Milei de La Libertad Avanza con 7.116.352.

Los dos frentes patronales que gobernaron los últimos años, Juntos por el Cambio y el Frente de Todos/Unión por la Patria, perdieron 10.000.000 de votos en los últimos 4 años. No es muy difícil entender este descalabro. Juntos por el Cambio comenzó en el año 2015 una política de ajuste brutal sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora. En 2019 un sector de la base obrera utilizó la candidatura de Alberto Fernández, impulsada por Cristina Fernández, como un abierto rechazo al ajuste de Macri, pero finalmente la dirigencia peronista, reveló sus limitaciones de clase – en un periodo de grave crisis económica del capitalismo – y terminó aplicando la política de ajuste anti obrero del FMI, por lo cual un importante sector de trabajadores y de jóvenes, golpeados por la agudización de la crisis capitalista, dejaron de votar por estas opciones. Profundizando la crisis política y mostrando una tendencia que empuja a la clase dominante hacia una crisis de poder.

Pero lo cierto es que esta fuga de votos, como vimos en las cifras, no se dirige hacia la Izquierda. Sino que por el contrario se orientan en gran medida a la impugnación del régimen político de conjunto o hacia la demagogia anti establishment de Javier Milei. ¿Qué explica este fenómeno?

La Izquierda se adapta al régimen

Ante la gigantesca crisis que sacude nuestro país las consignas democráticas más elementales deben adquirir un contenido abiertamente revolucionario. Por el contrario, la dirigencia de la Izquierda esta embarcada en una batalla por convertirse en una referencia electoral evidenciando una adaptación al régimen político por la vía de la democracia formal.

Las consignas levantadas durante la campaña por la dirigencia del FIT-U (Levanta a la Izquierda o Vota a la Izquierda que se planta) carecen de cualquier contenido de clase, lo que fue combinado con publicidad sin contenido. La dilución del programa revolucionario se transforma así en cretinismo parlamentario. El marxismo revolucionario siempre ha combatido la tendencia reformista de adaptación a las instituciones burguesas.

Los Comunistas planteamos que las elecciones y el trabajo parlamentario debe ser utilizado para llegar a las más amplias capas de la clase trabajadora con el programa de la revolución socialista y ayudar a la construcción y el desarrollo del partido revolucionario. El partido comunista entra en el parlamento y participa de la lucha electoral, no para dedicarse a una acción orgánica, sino para sabotear desde adentro la maquinaria gubernamental y el parlamento.

Por el contrario la dirigencia del FIT-U plantea una plataforma (https://www.laizquierdadiario.com/Plataforma-2023-conoce-todas-las-medidas-urgentes-de-Bregman-y-Del-Cano-para-estas-elecciones) que aparece desligada del discurso y la orientación concreta del FIT-U. Queda claro que la cuestión de cómo se plantea la transformación de la sociedad no depende única y exclusivamente del programa que se presenta, no se trata de una receta que se aplica sin más, sino de los hechos concretos que se llevan adelante para materializar ese programa en las masas. Y en los hechos concretos la dirigencia de los distintos partidos que comprenden el Frente de Izquierda deja en claro que no defienden un programa para tomar el poder sino uno de adaptación al poder y su Estado.

El Nuevo Mas ha centralizado su campaña en torno a un salario de $500.000- con una vaga mención al anticapitalismo (http://www.manuelacastaneira.com.ar/#propuestas). Este tipo de campañas, alejadas de un discurso de combate que conecte con la rabia y la frustración de los de abajo y que fundamentalmente convoque a la clase obrera a organizarse para derrotar al capitalismo, su Estado y sus partidos; poca incidencia tiene entre la clase trabajadora y la juventud que ven a estos dirigentes como la pata izquierda del régimen político.

A su vez recorre, como una mancha venenosa que se expande, entre la dirigencia de un sector de la izquierda las ideas del posmodernismo que se expresan en concesiones a ideas ajenas a la clase trabajadora y juegan como correa de transmisión de las ideas de la burguesía al interior de las filas de la clase trabajadora.

Izquierda democratizante

Política Obrera con una crítica al electoralismo de los partidos que componen el FIT-U, termina dando un paso adelante y dos pasos atrás al terminar cediendo ante una posición democratizante que propone como salida reclamar el voto de los trabajadores para reunir la mayoría necesaria para convocar a una Asamblea Constituyente Soberana (https://politicaobrera.com/9221-programa-de-politica-obrera-para-las-elecciones-nacionales-de-2023). En esta campaña la dirigencia Política Obrera ha venido mostrando una adaptación democratizante al régimen de la democracia burguesa.

Una asamblea ejecutiva que ponga fin a la estafa del parlamentarismo capitalista, es inviable. Solo un organismo de poder obrero puede llevar adelante esta tarea. Plantear lo contrario es generar confusión e ilusiones democráticas

Ninguno de los partidos de Izquierda ha puesto en discusión sus consignas y orientación tras las elecciones. Nosotros pensamos que las consignas que debemos levantar son aquellas que ayuden y potencien la irrupción en la escena de la clase obrera, de manera independiente, para derrocar el capitalismo.

¿Qué Izquierda necesitamos?

El “vote a la izquierda” o el “vote por una asamblea constituyente”, no ayuda a comprender el momento político y el cambio de época que estamos transitando, ni las tareas que tenemos por delante. Por el contrario, confunde y entorpece la salida revolucionaria que necesitamos. Debemos conectar con el malestar y la bronca, capitalizando el descontento en los partidos mayoritarios.

Nos encontramos en una época de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones a nivel mundial. En nuestro país gane quien gane en las elecciones generales, se está preparando un aumento de la lucha de clases y si bien no se puede predecir el ritmo exacto de los acontecimientos es claro que el potencial para una intensificación explosiva de la lucha de clases existe en Argentina y en muchos países más. Debemos prepararnos para la etapa que viene.

Debemos trabajar incansablemente para construir las fuerzas que serán necesarias para llevar las ideas de la revolución a cada fábrica, a cada sindicato, a cada escuela y universidad. Sólo así podrá construirse la futura dirección revolucionaria de la clase trabajadora.

El papel de los marxistas es construir una base sólida en la clase trabajadora, la juventud y el movimiento obrero para materializar en ella el programa de la revolución.

La Izquierda debe encarar el tramo que queda hasta las elecciones generales (y posterior a ellas) para agitar dos consignas centrales: la huelga general y el congreso obrero.

Independientemente de esto las masas pueden irrumpir en la escena política en cualquier momento. Pero como señalamos la experiencia del movimiento obrero internacional muestra que sin un partido marxista revolucionario enraizado en la clase obrera y demás sectores oprimidos no es posible una revolución socialista triunfante.

Por lo tanto, necesitamos una Izquierda que ayude a los trabajadores y a la juventud, empezando por su capa más avanzada, a sacar las conclusiones necesarias de su experiencia y a demostrar en la práctica la superioridad de las ideas marxistas. Debemos ser claros e impugnar y derrocar al régimen político y sus instituciones de conjunto: hace falta una Revolución.

Milei es la “novedad” de un fenómeno muy viejo. El auge de este tipo de aventureros que usan la “demagogia social” coincide con épocas de crisis allí donde la izquierda ha fracasado en ofrecer una alternativa de cambio radical.

Si sos Comunista organízate con nosotros y lucha: ¡Por un cambio radical!