Identificar a un verdadero revolucionario es mucho mas fácil de lo que parece, obviamente, cuando tenemos claro el significado de palabras o términos poco comunes de ver o de escuchar en el entorno donde cotidianamente nos desenvolvemos, los cuales lo caracterizan; pero es muy difícil también cuando sucede lo contrario, y mas aún, si no tenemos la mas mínima preocupación por nuestra formación autodidacta, que sin duda es indispensable y forma parte de nuestro crecimiento humano y político en pro de esa lucha cuerpo a cuerpo frente a los paradigmas a los que tenemos que desafiar para seguir escalando y avanzando en ese mundo enigmático al que pretendemos llegar.

Los diccionarios definen a la filantropía como el amor por el género humano, y al altruismo como esa diligencia de procurar el bienestar de los demás a costa del bienestar propio. Partiendo de allí y teniendo una visión mas clara de lo que estamos hablando, podemos llegar a la conclusión que no hace falta ser un erudito dialéctico para ser grande, sino que; solo basta con hacer un simple esfuerzo por querer entrar en el “salón de los saberes” y como por arte de magia las situaciones que anteriormente nos parecían engorrosas, indescifrables y hasta inalcanzables empiezan a despejarse y a clarificar nuestro entendimiento, abriendo por ende nuestra conducta perceptiva, y vaya que es importante la percepción.

No quiero parecer un filósofo, porque no es mi estilo hacer de la filosofía mi norma mas fuerte para expresarme, mas bien pienso que, como decía Alí Primera “Yo no sé filosofar, pero lo que sé me sobra, me basta para pensar…” y en eso me afinco para trasmitir mis sentimientos enlodados en un papel, que de ser posible contribuyan a enriquecer la fuente de sabiduría y conocimiento de las y los que me leen; pero sobre todo prefiero que disfruten mis palabras antes de que pretendan entenderlas.

Por eso traigo este tema a colación, pues creo necesario y conveniente que como combatientes “por ahora” en lo ideológico, dispuestos a mantener firme una patria contra los intereses transnacionales e imperialistas nos mantengamos en la vanguardia del estudio y la formación, para aprender a ser revolucionarios de verdad y para aprender también a identificar a los que lo son y a los que no lo son. Me permito entonces hacer referencia de un pensamiento propio: “No pretendamos ser combatientes ideológicos si no tenemos ideas; no pretendamos tener ideas si no estudiamos. El conocimiento nos hará libres, conjugándolo con la praxis”.

Por lo tanto, consideremos echar un vistazo a revolucionarios verdaderos para comprobar que estas cortas líneas que he ido deslastrando son ciertas (sin presumir que son la verdad absoluta, pero si defendiéndolas como verídicas); revolucionarios como Cristo, como Bolívar, como Sucre, como Miranda, como Martí, como Perón, como Eloy Alfaro, como Emiliano Zapata, como Sandino, como Marulanda, como Fidel, como El Ché, revolucionarios como Rafael Correa, como Evo, como nuestro Comandante Chávez; todos movidos por un profundo sentimiento de amor por la humanidad, todos entregando sus vidas a costa de darnos vida a nosotros, desligándose del bien propio procurando mas bien el del colectivo, el de los demás, de entregarnos un mundo nuevo, un mundo mejor, un mundo posible. No existe un revolucionario de verdad que no tenga estos dos componentes como condiciones elementales de su esencia, de su estructura humana. No puedo imaginar un revolucionario que no las tenga.

En tal sentido, hablar de filantropía y de altruismo (palabras que he escuchado mucho de camaradas que considero revolucionarios de verdad y los cuales me inspiraron a escribir este artículo, como es el caso de mi querido amigo guerrillero fariano, prisionero de guerra en Colombia, Carlos Acosta y otros), es hablar de humanismo, pues estos dos aspectos están íntimamente relacionados y van de la mano incluso con los valores humanos.

Finalizo invitando a la reflexión, al análisis de nuestro ser, a preocuparnos por ser mejores y hacer las transformaciones necesarias que tengamos que hacer con nosotros mismos, haciendo revolución dentro de nosotros mismos para luego transformar nuestro entorno; ya que como dijo Fidel “revolución es cambiarlo todo” y cuando los que después de realizada tan grata y saludable tarea sean observados y analizados por otros, es posible que ellos también deseen lograr lo mismo y así algún día podamos tener una sociedad transformada, una sociedad revolucionaria, una sociedad de revolucionarias y revolucionarios de verdad. Hacen mucha falta hoy mas que nunca las y los revolucionarios de verdad.

Jonathan Ramírez Arellano

@jonathanajedrez

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