Los propietarios de los medios de producción actúan con reconocimiento en la sociedad porque es su voluntad que se hable de ellos mismos, sus sueños, fantasías y realidades. Y por eso mismo es su felicidad. Así pues, la felicidad es a su vez anarquía, competencia, ruina, miseria. Es el componente importante del desarrollo socio-económico, del modo como se produce en la sociedad de clases, a ciegas, sin proporcionalidad, colisionando y sin apropiarse intrínsecamente el contenido humano al tener capacidad de adquirir conciencia social. Esta felicidad de una parte de la sociedad es resultado de hallarse tales individuos, felices, en posesión de los medios de producción. Es su atribución por tener tales condiciones privilegiadas. Se destaca el rey, el monarca y su corte; los jefes de Estado, los magnates, las personalidades; es la concentración del poder lo primordial, la élite, los beneficios; los intelectuales proclives y sus lacayos. Así, mientras no se es dueño no se es poseedor de los atributos que le hacen ver como dueño en potencia.

Entonces solo el burgués es relevante. Lo fue el señor feudal y sus monasterios; los esclavistas con su sistema económico de explotación descarnada y franca, abierta, al comprar al esclavo de una vez y para siempre. Si todos en la sociedad fuesen felices no se encontrarían en ella los infelices. ¿Existen? Para la dialéctica socrática sería el opuesto al feliz. En la práctica se ven hombres y mujeres moviéndose en la miseria, agobiados. ¿La causa? A esas gentes se les ve también, poniendo en movimiento ríos y arrumes de mercancías como gigantescos y pesados engranajes que casi no pueden soportar, esperando solo ser aplastados por ellas.

¿Cómo brotan esas enormes masas de mercancías? ¿Seres invisibles las lanzan desde el cielo o desde el infierno perennemente? ¿Fantasmas acaso? Se podría pensar que a ese fantasma es también, igualmente, a quien Marx lo refiere en el Manifiesto. O sea, quienes lanzan mercancías no se ven; solo se ve, quien se dice de él, es el dueño de las mismas. Actúa en calidad de depositario, como si ese fantasma le dejara en custodia las mercancías que crea, que elabora. Muy acuciosos los dueños perpetúan esa reiterada acción o relación. Solo se ven los dueños. ¿Podrían verse los fantasmas? Para verse los fantasmas tendría que operarse lo contrario. Que los fantasmas de hoy sean los dueños y los dueños, los fantasmas. Así es. Entonces, los fantasmas descubiertos ellos mismos en sus propiedades se harían los bisoños con los nuevos fantasmas; a la sociedad llegaría por igual todo lo producido por los nuevos fantasmas. Esto sería el socialismo, La transición. Pero estos nuevos fantasmas lo serán, como esclavos asalariados, que para ellos como bien lo saben, es muy bueno, lo pueden degustar y consumir con gran deleite.

Tales fantasmas invisibles de hoy deben aflorar lo más pronto posible para que puedan controlar la sociedad y las mercancías. Muchos “revolucionarios” no quieren hablar del proletariado, pues es este el fantasma real, el comunista. La burguesía les tiene achantados y les cuesta tratar la teoría del proletariado, la doctrina marxista del comunismo. El dinosaurio burgués percatado de su condición traslada ese epíteto al comunista proletario, a los comunes. Asimismo los “teóricos”pequeñoburgueses salpicados de lodo capitalista rehúsan cincelar la roca por ser este un trabajo extenuante y apenas se conforman con las migajas que le tira el amo a quienes quisiera equipararse luego de ser pequeños propietarios privados de mercancías.

Los comunistas proletarios toman por teoría la doctrina del comunismo científico, el materialismo dialéctico e histórico, el marxismo; la teoría de la revolución social, de las transformaciones y los cambios; combate el agnosticismo, la metafísica, el empirismo. La teoría es revolución y esta se hace realidad tan pronto prende en las masas, en su cerebro. Así que en cuanto a la cualidad del revolucionario debe responder a la pregunta: ¿Estamos de acuerdo con el marxismo? ¡Y lo llevan a la práctica!

Entienden la dictadura del proletariado contra la burguesía para que esta clase burguesa bajo régimen asalariado produzca para toda la sociedad y este, el proletariado, se convierta en propietario de todos los medios de producción y rector de la sociedad por el tiempo necesario, el socialismo, que depende del nuevo fantasma.

¿Porqué este planteamiento? Porque se acostumbra por los miembros de la sociedad a tener en cuenta solo a los dueños de los medios de producción en el proceso de creación de los productos. Ejemplos. Cuántos proletarios trabajan para la elaboración de un auto. Infinidad. Quienes procesan el hierro, el cobre, el caucho, el combustible etc. Pero en cuanto están en el almacén el propietario no es quienes lo crean. Es muy otro que no interviene para nada. FORD. “Los autos del señor Ford son finos”. En cuanto a la vivienda. Cuántos laboran. Los proletarios del chircal, del cemento, ornamentación, del cobre, del hierro, etc. “Muy bonito el edificio del señor Pedro Pérez”. Y así para toda la producción. Minería, confección, calzado. Aquí el proletario es un completo fantasma. Esta diluido en el tiempo y en el espacio. No figura en ninguna parte de “importancia”. Es como si los objetos materiales que crea surgieran de la nada. Está refundido el infeliz. No posee nada.
Es fácil entonces encontrar la causa de la pobreza: En el trabajo que el capitalista se apropia del proletariado, del productor de la riqueza. Si los capitalistas llegasen a pagar todo el trabajo de los proletarios no obtendrían ganancias. Esa ganancia constituye la felicidad del burgués industrial, comercial, bancario, propietario de tierra, etc. Entre menos se pague al trabajador que produce los bienes materiales más infeliz es éste, más agobiado y más miserable.

¿Qué deben hacer los proletarios? Luchar a muerte por su felicidad. Quitarse de encima al burgués, zafarse de él, sacudirlo. Hacer uso del arma ideológica de la plusvalía, de Marx. Y si es posible, pagar a sus aliados hasta la antesala del comunismo pues ya tiene en sus manos la guía teórica que hace de él la conciencia del futuro de la humanidad. Sin temor a los anatemas. Seguro. Firme. Con temple. Conoce la industria, las máquinas y su beneficio, la energía atómica. ¡Que los objetos producidos reposen por siempre sin apremio, sin fatiga en el seno de la sociedad para su satisfacción!

Es tan necesario y útil en consecuencia que un partido político suyo sea por su composición restringido a un organismo de dirección que actúa como centro de agitación ideológica y la propaganda revolucionaria. Un órgano extremadamente consciente y hábil. Un organismo comunista en toda la palabra, relación, extensión y dimensión para lograr que todo el conjunto de su clase adopte figura política propia y se mueva como una gran fuerza de masas que construya la sociedad comunista.

Por la senda del capitalismo las mercancías terminan aplastando la sociedad humana; ejemplo de ello los aviones bombarderos y las bombas atómicas, los cohetes y sus misiles. Hiroshima y Nagasaki. Conflagración (en menos de cinco minutos desaparecería la vida sobre el planeta). Aviones, bombas, cohetes, misiles, fusiles, etc. = mercancías. Se compran y se venden. Se convierten en dinero. La fuerza de trabajo del hombre es igualmente mercancía y como tal actuando en oposición hará colapsar el mundo de las mercancías al colisionar, equiparándose con las demás y como ellas, inconsciente.

Ningún sistema económico-social en adelante que tenga por objeto no rescatar del foso al fantasma del proletariado puede hacer que ese fantasma adopte figura humana. Seguirá siendo solo una sombra en un mundo de los espíritus nada más como razonan los idealistas y creyentes.

Por el contrario, cualquier desviación de su impronta lo desfigura más, lo enloda más, lo hunde más. Tampoco valdrá “modelos” “Poder popular” “Pueblo organizado” “Socialismo productivo” “Productividad socialista” “Estado del pueblo”. Los fantasmas proletarios deben poseer su poder político que no sea ajeno a sus propias características e intereses de clase como productor de bienes materiales pues un Estado distinto a ello, a él, a su esencia, síntesis y substancia, impide que el comunismo emerja y hace que el cieno populista barra su retoño. Al no cumplirse esta condición los fantasmas proletarios irán siempre produciendo pero sin su poder, bajo otro poder de Estado que no es el suyo, bajo otra maquinaria cualquiera, llámese como se llame. ¡Asumid el compromiso político!