La única alternativa de reimpulsar el proceso revolucionario hacia adelante, hacia la profundización socialista de la revolución, radica en que nosotros, los trabajadores y trabajadoras, la fuerza motriz de la revolución, nos pongamos al frente de ésta, movilizando a todo el conjunto de las masas trabajadoras, a partir de las diversas luchas concretas que cada sector de éstas viene llevando adelante actualmente, y uniendo todas esas luchas en una sola, en la lucha por la radicalización del proceso revolucionario y la expropiación de toda la burguesía, como única forma para arrebatarle el poder económico y político que todavía tiene, y acabar de una vez con el desabastecimiento, acaparamiento y sabotaje que tanto daño hacen al proceso revolucionario

 

Editorial Lucha de Clases n° 14:  ¡A luchar por la radicalización del proceso revolucionario!

Muchas acontecimientos han ocurrido desde nuestro último editorial, escrito para la edición n° 13 de Lucha de Clases, publicada pocos días antes, de la difícil y heroica batalla electoral que libró el pueblo trabajador el pasado 14 de Abril.

Desde la apertura del diálogo con sectores marcadamente reaccionarios de la burguesía nacional, como lo fueron las negociaciones entabladas durante el mes de Mayo con Lorenzo Mendoza primero, y con el “magnate” capitalista Cisneros después, pasando por la salida del aire de los programas televisivo y radiales de los camaradas Mario Silva, Toby Valderrama y Vladimir Acosta, hasta llegar a la designación del compañero Eduardo Samán al frente del Indepabis, para luego ver cómo éste fue atado de manos, hemos podido ver pues, en el transcurso de estos primeros 100 días de gobierno del compañero Maduro, toda una serie de eventos que pueden marcar el rumbo y definir el futuro de nuestra revolución.

Tal y como hemos explicado en otras oportunidades, los sectores burocráticos, reformistas e incluso de derecha, que están enquistados y agazapados dentro de nuestras filas revolucionarias, y que se habían mantenido frenados de cierta manera, mientras estaba en vida el Comandante Presidente Chávez, ahora, luego de su desaparición física, han podido jugar un papel más libre en la influencia sobre el rumbo de nuestro proceso revolucionario, con las conocidas consecuencias que ello ha venido arrastrando durante los últimos meses.

Ello, explica por qué se ha observado de manera clara, un giro hacia el centro o incluso hacia la derecha, es decir, hacia la conciliación de clases y no hacia la radicalización de la revolución, como nos lo planteaba el Comandante Chávez en su último discurso.

Este giro se traduce, en acciones como por ejemplo, el diálogo entablado con uno de los principales enemigos de la Revolución Bolivariana, utilizando como excusa y justificación, la grave situación de desabastecimiento y especulación, cuando al contrario, la acción que ha debido asumir nuestro gobierno, debió ser la de nacionalizar de una vez por todas el monopolio Empresas Polar, así como también, el conjunto de monopolios que controlan la producción de alimentos y de productos de primera necesidad en el país, como única alternativa real para acabar de manera definitiva con la brutal guerra económica, que viene llevando a cabo la burguesía contra la revolución en lo que va de año.

Asimismo, la salida del aire de los camaradas Silva, Acosta y Valderrama, a pesar de que ha tratado de justificarse mediante ciertos argumentos, pareciera significar un cercenamiento a la crítica revolucionaria dentro nuestras propias filas, lo cual, no constituye para nada una medida revolucionaria o de izquierda, sino todo lo contrario.  

Y en ése mismo orden de los acontecimientos, llegamos a la atadura de manos impuesta al camarada Samán por el propio ministro de comercio, y más recientemente, a la salida de VTV del camarada Alberto Nolia, por haber hecho pública su posición crítica ante el carácter burgués de la ley de desarme, lo cual explicaremos con más detalle, en otra oportunidad.

Todas estas medidas y acciones, lejos de consolidar y fortalecer  el proceso revolucionario, como lo ha querido hacer ver una parte de nuestra dirigencia, significan por el contrario, una profundización de las contradicciones que existen en el seno de nuestra propia revolución, que a la vez, han venido generando una cada vez mayor desmoralización, apatía y desmovilización entre las bases del proceso revolucionario.

De continuar por este camino, estamos comprometiendo de manera muy seria el futuro del proceso revolucionario, ya que, una desmoralización y desmovilización creciente entre las masas revolucionarias, puede perfectamente, llevarnos a una futura derrota electoral en comicios nacionales, tales como las parlamentarias de 2015 o un posible referéndum revocatorio en 2016, hecho del que no estamos para nada exentos. Recordemos que el pasado 14 de Abril, estuvimos a escasos 300.000 votos de una situación de ése tipo.

Ahora bien, todo esto nos debe hacer entender una cuestión de suma importancia, y ello es, que el principal enemigo de la revolución en estos momentos, no es la burguesía o el imperialismo, ya que, si bien estos son los enemigos históricos de clase, en 14 años no han logrado derrotar a la revolución, pero, el enemigo más peligroso que tenemos ahora mismo, no es otro que la quinta columna de los sectores de la burocracia reformista enquistada en las filas de la revolución, que queriendo hacerse ver como muy revolucionaria y muy roja rojita, lleva adelante políticas de conciliación de clase con la burguesía e incluso con el imperialismo, constituyendo un freno a la revolución en muchos ámbitos y espacios.

Por todo lo antes expuesto, la única alternativa de reimpulsar el proceso revolucionario hacia adelante, hacia la profundización socialista de la revolución, radica en que nosotros, los trabajadores y trabajadoras, la fuerza motriz de la revolución, nos pongamos al frente de ésta, movilizando a todo el conjunto de las masas trabajadoras, a partir de las diversas luchas concretas que cada sector de éstas viene llevando adelante actualmente, y uniendo todas esas luchas en una sola, en la lucha por la radicalización del proceso revolucionario y la expropiación de toda la burguesía, como única forma para arrebatarle el poder económico y político que todavía tiene, y acabar de una vez con el desabastecimiento, acaparamiento y sabotaje que tanto daño hacen al proceso revolucionario.