Hace aproximadamente un mes informábamos de un encuentro efectuado en la ciudad de Los Teques, Estado Miranda, a donde concurrieron varias organizaciones de base que expresaron allí su inconformidad con la candidatura del actual alcalde Raúl Salmerón Hace aproximadamente un mes informábamos de un encuentro efectuado en la ciudad de Los Teques, Estado Miranda, a donde concurrieron varias organizaciones de base que expresaron allí su inconformidad con la candidatura del actual alcalde Raúl Salmerón. Se plantearon entonces una serie de actividades a realizarse con el fin de tratar de revertir esta candidatura. Sin embargo, en aquel momento nos mostramos escépticos en cuanto al efecto que dichas acciones pudieran tener, y así se lo hicimos saber en su oportunidad a los compañeros que las estaban adelantando.

Desgraciadamente el tiempo nos dio la razón, pero lo más triste es que haya sido el propio presidente Chávez quien se encargara de bajar de esa nube a estos camaradas (y a otros cuantos más en el resto del país), y que como si esto fuera poco, se diera el lujo de utilizar palabras hirientes para un sector del pueblo que unos días antes le había dado una nueva y gran demostración de lealtad y que sólo estaba pidiendo que se oyera su voz a la hora de elegir a sus candidatos. Tal vez, como escribiera alguien en Aporrea, al presidente se le olvidó que no está en un cuartel y que este pueblo ya es lo suficientemente maduro como para tomar sus propias decisiones y asumir su responsabilidad.

Pero nos guste o no ya la suerte está echada, y el candidato de la cúpula “bolivariana” en el municipio Guaicaipuro del estado Miranda es el nefasto Raúl Salmerón.

Pudiéramos continuar analizando esta situación coyuntural un buen rato más, pero consideramos que no vale la pena. Como lo planteamos en una reunión posterior, en una asamblea donde participaron compañeros de los sectores más populares de esta ciudad, el problema pasa aquí porque una vez derrotada la reacción, ahora en el referéndum del 15 de agosto, la pelea por hacer avanzar a la revolución se trasladó al interior del mismo movimiento chavista. Dos fuerzas antagónicas se enfrentan actualmente allí: por un lado, la burocracia reformista, mejor identificada como el chavismo sin Chávez, que realiza sus mejores esfuerzos por pisar el freno de los cambios, y que, en general, sólo ve en el proceso revolucionario una forma novedosa de seguir haciendo lucrativos negocios, y por el otro lado, las masas populares que, tal vez sin una conciencia muy bien definida de lo que quieren pero sabiendo muy bien lo que no quieren, como dijera Alan Woods, presienten que si el proceso no avanza se estanca y muere, y con él sus sueños y esperanzas. En este momento la correlación de fuerzas favorece ampliamente a los primeros: controlan ministerios, gobernaciones, alcaldías, la Asamblea Nacional y a los propios partidos políticos que se identifican con el proceso. La ratificación de Salmerón como candidato es un buen ejemplo de ello.

Afortunadamente, en tiempos de revolución la concientización de las masas se da a una velocidad que bajo otras circunstancias sería mucho más lenta. En la reunión a que hacíamos referencia, luego de una intensa discusión, se entendió que aunque la batalla por la alcaldía se perdió, aún están por darse otras peleas tan o más importantes, como por ejemplo la elección de los Consejos Locales de Planificación Pública, e incluso la de los consejales a la Cámara Municipal, y que si los trabajadores, junto al resto del pueblo, no terminan de agruparse en torno a sus propios intereses de clase y no se dan las formas organizativas que les permitan encausar su poderosa fuerza, jamás podrán enfrentar exitosamente a sus enemigos. En función de esto, algunos compañeros esbozaron una propuesta organizativa que se resolvió continuar discutiendo en reuniones posteriores. Particularmente propusimos, y fue aceptada, una iniciativa complementaria de fomentar y ayudar a constituir asambleas revolucionarias a todo nivel, y en todo ámbito, dentro del municipio.

Es difícil describir cómo gente que sólo se había acercado a aquel lugar para compartir un sentimiento de impotencia y frustración, salía al final con un renovado entusiasmo, discutiendo estas propuestas y aportando otras nuevas. No sabemos qué ocurrirá finalmente con esta iniciativa, dependerá, entre otras cosas, de la visión y la seriedad de quienes la están impulsando, pero creemos firmemente que éste es el camino a seguir: sin vanguardia y sin organización de las masas no se va a llegar muy lejos, y lo que es peor, se está corriendo el grave riesgo de que esta revolución se termine perdiendo como ya se perdieron tantas otras antes que ella, por no haber entendido que la única posibilidad de supervivencia pasa por llevar el proceso revolucionario hasta el final, esto es: construir la sociedad socialista.