Actualmente, nuestro país vive lo que seguramente es la mayor ola de cierres de empresas de su historia contemporánea. Sin embargo, este no es un fenómeno que se circunscriba sólo a nuestras fronteras, sino que es una respuesta de la burguesía a la crisis que atraviesa el capitalismo a nivel mundial. En Venezuela, el fenómeno se agrava cuando el Estado dispone de menos divisas para seguir financiando a la burguesía, adaptada por años a recibir divisas del gobierno para mantener la producción en niveles a penas suficientes como para justificar la captación de renta, pero sin realizar inversiones importantes en capital fijo.

En este escenario de cierre de empresas, la ocupación de fábricas y su puesta en marcha bajo control obrero se hace tarea de primer orden. La lucha, cobra en primer lugar un carácter defensivo de los puestos de trabajo, frente al interés de la burguesía de disminuir la producción y resguardar sus capitales.  Así, mientras el capitalismo en crisis necesita destruir (o paralizar) las fuerzas productivas, demostrando que la falsedad de las ilusiones de reforma del capitalismo; los trabajadores demuestran en esta situación su vocación constructora, manifestando su voluntad de seguir trabajando y produciendo.

Esta lucha, que como señalamos tiene al principio un carácter defensivo, plantea una cuestión política fundamental: que mientras la burguesía no puede echar a andar una empresa sin trabajadores, los trabajadores bien pueden poner en marcha una empresa sin amos ni patronos. Este, es el gran potencial de las luchas por la ocupación y el control obrero: poner de manifiesto la capacidad de los obreros organizados para gestionar su propio Estado Obrero, Estado que, parafraseando a Lenin, deba acabar con la resistencia de la burguesía y comenzar a extinguirse en la medida en que la clase revolucionaria, el proletariado, acaba con la opresión y construye una sociedad sin clases.

En un artículo anterior, enfocábamos el tema del cierre y ocupación de fábricas desde una perspectiva jurídica, denunciando las estrategias patronales para el cierre de empresas con una fachada legal y demostrando como cada argumento burgués para debilitar numéricamente a la clase trabajadora antes del cierre definitivo estaba fuera del marco jurídico.

Así mismo, abordamos los artículos de la LOTTT que, en caso de un cierre abiertamente ilegal, y bajo el argumento de la protección del empleo como un hecho social, permiten la ocupación de fábricas bajo control obrero. Denunciando además las violaciones de la norma por parte del propio Estado que busca instalar un control burocrático, para lo cual revisamos el caso reciente de la ocupación de Kellogg’s y la designación de un militar como Gerente de la empresa.

Ahora bien, si es verdad que los trabajadores deben valerse de todas las oportunidades y resquicios jurídicos que deje la legalidad burguesa, también es verdad que la lucha contra el capitalismo sobrepasa los márgenes de dicha legalidad y que a la par de acciones jurídicas deben darse acciones técnicas y políticas para poder echar a andar una empresa bajo un genuino control obrero.

Este artículo, aborda la ocupación de fábricas desde esta última perspectiva y se vale de la experiencia acumulada[1] en distintas luchas por el control obrero en el país, entre las que destacamos la lucha de las “Heroínas de Aragua” que este año (2018) alcanzaron su décimo aniversario, pasando por el de los trabajadores de Alina Foods, hasta la lucha que se está librando en Smurfit Kappa, recientemente abandonada por los capitalistas.

Cierre o abandono: un acto de violencia patronal contra los trabajadores

Lo primero que tenemos que tener en consideración, es que el cierre o abandono de una fábrica por parte del patrono es un acto de violencia que cambia repentinamente la situación (querida o no) de los trabajadores, lo que puede despertar sentimientos como frustración, rabia, miedo o alegría. Estos sentimientos son normales ante un cambio brusco, y más cuando los trabajadores no han advertido la aplicación de estrategias patronales para el cierre, por lo que una de las principales tareas de la dirección es explicar la nueva situación a los trabajadores.

Este elemento subjetivo que puede parecer superficial frente a todo el trabajo que implica poner en marcha y bajo control obrero una fábrica ocupada, es en realidad un elemento de gran importancia, ya que sólo una dirección obrera que ha sido probada, y que cuenta con el reconocimiento de los trabajadores, es capaz de encauzar todo el desconcierto inicial hacia los objetivos de la ocupación con la menor perdida de recursos posibles. Una dirección de estas características difícilmente se improvisa de la noche a la mañana y es el motivo por el cual sectores de la burocracia pueden hacerse tan fácilmente con el control de una ocupación.

Otro elemento a tener en consideración, es que el cierre o abandono de una empresa pone de manifiesto el carácter artificial de las divisiones impuestas por la burguesía para separar a los trabajadores en empleados y obreros, develando el carácter de asalariados de ambos.

Estas divisiones, que tienen el objetivo de someter a la mayoría de los trabajadores a una minoría privilegiada, por medio de una gradación salarial y división de funciones manuales e intelectuales, queda objetivamente anulada cuando el patrono o sus representantes “liquidan” (en el mejor de los casos)[2] a todos los trabajadores sin distinción. Esto debe ser especialmente explicado en los primeros días de una ocupación ante aquellos “empleados” que conserven esperanzas del regreso de sus patronos: cuando el patrón cierra una fábrica su interés y el de los trabajadores van en sentido opuesto, el primero busca resguardar sus ganancias, mientras los trabajadores buscan preservar sus empleos y sustento.

Toma de las instalaciones: primeros pasos

Una vez explicado lo anterior, enfoquémonos en los aspectos relacionados a la toma de las instalaciones que serán el centro de la actividad de los obreros los primeros días.

La primera acción de los trabajadores que han decidido ocupar una empresa es precisamente la toma de la empresa y el resguardo de instalaciones, equipos, materia prima y productos terminados. Los primeros días de una ocupación son días de mucha confusión cuando no existe una dirección consolidada, debido a esto, pueden darse casos de robo de materiales, equipos y/o herramientas tanto desde el interior, por trabajadores que quieren “tomar lo suyo e irse”, como del exterior, por quienes pretenden aprovechar el caos para sacar un beneficio saqueando la planta desprotegida.

El resguardo de los activos es fundamental, y su importancia se demuestra al momento de intentar poner en marcha la planta como veremos más adelante. Allí se encuentra la garantía de los trabajadores de poder obtener un próximo salario y conservar su puesto de trabajo, esta vez, sus labores no serán para satisfacer la tasa de ganancia de un capitalista sino para sí mismos.

Para llevar a cabo esta primera tarea es necesaria la división por comisiones de vigilancia que puedan realizar turnos las 24 horas y que puedan elaborar un primer inventario. Si bien puede existir una contratista externa de seguridad, no se le puede encargar a ésta el resguardo en los primeros días de la ocupación sin la supervisión de una comisión de trabajadores. Los turnos de vigilancia son fundamentales y la tarea de realizarlos debe rotarse entre el mayor número de trabajadores, quienes además de quedarse en la planta deben estar comprometidos con realizar las rondas (recorridos) y verificar las vulnerabilidades de la planta. Si bien en algunos casos las relaciones entre los trabajadores de vigilancia y los obreros no son las mejores (y ésta es otra división necesaria para la burguesía), al momento de la ocupación es importante ganar el apoyo de los vigilantes y demás trabajadores de la planta, aunque su actividad no esté estrechamente vinculada con la producción.

Otro aspecto relacionado con el resguardo de las instalaciones es la vinculación con los organismos de seguridad del Estado. Aunque estas relaciones pueden variar entre la violencia expresa contra los trabajadores y la colaboración, nunca es recomendable confiar en éstos, antes bien es mejor ganar a algún informante a lo interno de los mismos que alerte a los trabajadores sobre algún peligro.

Si la ocupación se realiza en una fábrica bajo control burocrático, o bajo el control de un burgués con buenas relaciones con la burocracia, lo que se debe esperar es la intervención de los cuerpos de seguridad para reprimir a los tomistas y “restablecer el orden”. La protesta de los trabajadores de Lácteos los Andes[3] por la reactivación de la producción en la planta de Cabudare (Lara), que ni siquiera llegó a la ocupación de la fábrica y que dejó a dos dirigentes sindicales detenidos por el CICPC es un claro ejemplo de cómo pueden actuar los organismos de seguridad del Estado cuando los trabajadores enfrentan a la burocracia.

En el caso de Kellogg’s[4], los propios organismos de seguridad designados para resguardar las instalaciones, con la venia del gobernador, extrajeron 500 paletas de 12 x 12 cajas cada una de producto terminado en los primeros días. Por esta razón, la presencia policial o militar dentro de las instalaciones debe mantenerse al mínimo; de ser posible, las amenazas externas deben ser enfrentadas por los propios trabajadores y sólo en casos de un inminente allanamiento por parte de delincuentes se debe convocar a la policía.

Un elemento que funciona como disuasivo, tanto de amenazas externas como de las amenazas provenientes de los cuerpos de seguridad estatales es la vinculación y alianza de los trabajadores con las comunidades, sus familiares y otras organizaciones obreras. Para un delincuente será más difícil ingresar a una planta que está vigilada por sus trabajadores pero que además está rodeada por una comunidad que brinda alertas ante sospechosos. Por otro lado, será también más complicado para la policía, la guardia nacional u organismos de inteligencia como el FAES, el SEBIN o el CICPC, intervenir la planta y someter a los trabajadores si existe una comunidad que ante un posible allanamiento rodea la planta en forma de protesta, o si además de los trabajadores están presentes sus familiares u otros trabajadores apoyando a los tomistas. La combinación de todos estos apoyos resulta en un muro contra las amenazas muy costoso de romper.

Por último, otro elemento relacionado con la toma de la empresa es la alimentación y subsistencia de los trabajadores durante los primeros días (o meses) de la ocupación en los que la planta aún permanece parada. Es indispensable garantizar este elemento, sobre todo si el patrono no liquidó (aunque ilegalmente) a los trabajadores, lo que les brinda un tiempo de “gracia” antes de tener que buscar alternativas para sostenerse y sostener la lucha.

La alimentación y la creación de vínculos de solidaridad con otras organizaciones obreras, con familiares y con la comunidad que abordamos anteriormente están estrechamente ligadas. La ayuda de éstos para conseguir apoyo logístico como alimentos, agua e incluso algún traslado son vitales, por ello, en los primeros días deben organizarse campañas de solidaridad con los tomistas, que serán tanto más fáciles de realizar cuanto más hayan participado los dirigentes de la ocupación en luchas anteriores. En el caso de la planta de Smurfit Kappa en Caracas, los trabajadores cuentan con un comedor y el personal del mismo, antes contratado, que respalda la ocupación por lo que sólo se requiere conseguir alimentos. Si bien hasta ahora la mayoría de los trabajadores lleva su comida a la planta, esta situación solo podrá mantenerse mientras los trabajadores queman sus ahorros o su liquidación (que no debe asumirse como tal sino como un adelanto de prestaciones o como un bono en todo caso ya que el cierre es ilegal), por lo que tejer lazos de solidaridad es una tarea apremiante.

La experiencia de Alina Foods y de las Heroínas de Aragua sirve para ilustrar este trabajo, pues no sólo organizaron turnos para el resguardo de la planta, sino que también planificaron turnos para el trabajo externo que permitiera sostener a los tomistas mientras se ponía en marcha la empresa, lo que plantea ciertas tareas políticas a los ocupantes.

Tareas políticas de una ocupación

La ocupación de una fábrica es en esencia una lucha política. Si bien es necesario alcanzar objetivos técnicos, las tareas políticas serán determinantes en la lucha por el control obrero. La moral de los trabajadores, su organización y cómo ésta conduce a los trabajadores a través de las diferentes luchas contra los intentos de boicot estatal o burgués serán elementos que abordaremos en este apartado.

El elemento político central del control obrero, y que lo distingue manejo burgués o del control burocrático, es su organización democrática. Si en una huelga se pone de manifiesto el funcionamiento del centralismo democrático, en el que las decisiones son tomadas en la asamblea de los trabajadores y luego todos actúan en función de lo acordado (exponiéndose quienes no lo hagan a ser considerados esquiroles o rompehuelgas), el control obrero convierte esta práctica de lucha en una forma de gestión de la empresa ocupada. Por ende, debemos estudiar las distintas instancias del ejercicio de este control.

La instancia superior de control y participación en una empresa ocupada siempre será la Asamblea de Trabajadores. Este, debe ser el espacio en el que se expongan abiertamente los problemas de la ocupación y las distintas posibilidades de acción frente a los escenarios. La asamblea, dependiendo del tamaño de la empresa, deberá tener reuniones regulares, promoviendo la participación del mayor número de trabajadores e implicando a los mismos en la distribución de las tareas y la toma de decisiones.

Del seno de la asamblea, deberá escogerse un Consejo de Trabajadores o de Fábrica que se ocupe del seguimiento de las decisiones y tareas acordadas por la asamblea. Sus miembros, deberán ser delegados electos y revocables en cualquier momento por la base también en asamblea, por lo que sus actuaciones se someten al control y evaluación de la misma. Esto, como vemos contrasta con el control burocrático en el cual un gerente, al ser designado, escapa a cualquier control. El Consejo, será la dirección política de la ocupación (más adelante, abordaremos su relación con las Juntas de Administración planteadas en la LOTTT). Como señalamos antes, esta dirección no se improvisa en los acontecimientos, sino que por lo general está formada por los mejores elementos de la clase trabajadora, aquellos que han venido desempeñando una lucha clasista dentro de la empresa y que al momento del cierre asumen la vocería de los trabajadores.

Es importante señalar que, bajo la gestión burguesa, la autoridad y disciplina interna se mantiene por la subordinación del trabajo al capital, imponiéndose sanciones administrativas a quienes desobedezcan el orden establecido. En el caso del control obrero, la disciplina se sostiene por la autoridad moral de la dirección ya que los trabajadores están en una condición de igualdad, por ello, la dirección deberá estar siempre en la primera línea de acción, primeros en el resguardo de las instalaciones, primeros en la limpieza y primeros en levantar a los trabajadores que se cansan o que enfrentan problemas. La fortaleza del control obrero, es y será su organización, más sólida cuanto más democrática e integradora.

Una de las tareas de esta dirección será la elevar progresivamente el nivel de conciencia del resto de los trabajadores, aprovechando la propia experiencia de lucha para explicar las contradicciones que en la teoría se presentan de forma abstracta. El cierre ilegal o abandono por parte del patrón, es un elemento que pone en evidencia el despido masivo antes encubierto como una negociación con los trabajadores y expone el principal interés de los capitalistas, la ganancia. Por su parte, las luchas contra el aparato del Estado y su burocracia, que indudablemente intentarán controlar la ocupación, servirán para explicar la teoría marxista del Estado. Todo esto debe ser aprovechado para conformar jornadas de formación donde de manera sistemática se explique el funcionamiento del capitalismo y del Estado burgués, y la necesidad de trascenderlo a través de una revolución socialista.

También será una tarea política la organización de campañas de solidaridad con la ocupación. Campañas que cobrarán tanta más importancia cuantos más problemas enfrenten los trabajadores, cuando más intensas sean sus luchas. y que van desde el acompañamiento activo hasta la asistencia alimentaria.

En este orden de ideas, será necesario visibilizar la lucha entrando en la agenda pública, pues si bien lo único necesario para que se aplique la ley es que se den los supuestos de hecho que impliquen alguna consecuencia jurídica, como puede ser la aplicación de un decreto de ocupación cuando se determina el cierre ilegal o el paro patronal, puede darse el caso de que si la lucha no logra llamar la atención de la opinión pública el caso sea “engavetado” por la burocracia. La situación de los trabajadores de Hilos Wonder[5], quienes llevan más de cuatro años exigiendo el decreto de ocupación para producir, y de los trabajadores de Vivex[6] a quienes se impuso una junta fantasma que mantiene la empresa paralizada, son casos en los que la burocracia hace caso omiso a las denuncias y obstaculiza el control obrero.

Hay que señalar, además, que si bien el control obrero en una empresa determinada es un logro que sirve de ejemplo al resto de la clase trabajadora, esta es una isla de socialismo en un mar de capitalismo y por tanto enfrentará los embates de la burguesía y del Estado burgués. Por esta razón, la conformación de un gran frente de trabajadores de empresas ocupadas y expropiadas se hace una tarea de primer orden para los socialistas. Este frente debe agrupar tanto a los compañeros de empresas que están bajo control obrero, como aquellos que están dando una lucha desde dentro de empresas expropiadas que están bajo control burocrático como puede ser el caso de Lácteos los Andes o de Fama de América por citar algunos.

A su vez, este frente debe vincularse con el resto de las luchas de la clase trabajadora, luchas como las del aumento salarial y el respeto de las contrataciones colectivas que hoy están en la agenda de la clase trabajadora. En definitiva, todas estas estas luchas parciales por reivindicaciones o por el control obrero sólo podrán alcanzar una victoria final por medio de una revolución socialista que acabe con las relaciones capitalistas y con el estado burgués, este debe es su horizonte estratégico.

Puesta en marcha de una fábrica ocupada

En los apartados anteriores, abordamos las tareas relacionadas a la toma de la empresa y los elementos subjetivos que la rodean, en éste, nos enfocaremos en aquellas que están vinculadas a su puesta en marcha. Ambas, no deben verse como tareas separadas sino como parte de un mismo proceso y que en muchos casos deben llevarse a cabo en paralelo, entre sí y con las tareas legales.

Veamos algunos aspectos técnicos.

Si al momento del cierre o toma de la planta el resguardo por parte de los trabajadores de las instalaciones se ha llevado a cabo exitosamente, bastará con un chequeo de la operatividad de las máquinas y equipos necesarios para el trabajo: calderas, compresores, maquinas rotativas, voltajes, etc. Sin embargo, si la toma fue violenta, si la planta sufrió daños causados por los propios empresarios al irse, o fue afectada de alguna manera por la entrada de cuerpos de seguridad o por la propia burocracia, puede suceder que garantizar la operatividad de la planta necesite más que una revisión y requiera un trabajo de ingeniería. En el peor de los casos, se podrá arrancar sólo con pocas líneas de producción mientras se realizan trabajos para poner operativas las demás y se alcanza el nivel de producción anterior.

Otro aspecto necesario a considerar es si se tiene en existencia materia prima que alimente el proceso de producción. De allí la necesidad de haber realizado un inventario inicial y de haber resguardado los materiales pues nada se logra con máquinas operativas cuando no se tiene materia prima que trabajar. En algunos casos, puede que no se tenga materia prima pero que se cuente con producto terminado, entonces la venta de éstos puede servir de base para la reposición de la materia prima.

En el caso específico de Smurfit, la empresa cuenta con varias plantas en el país que tenían entre ellas relaciones de dependencia. Por ejemplo, el molino ubicado en Yaracuy (Mocarpel), depende de los eucaliptos sembrados en Portuguesa (Forestal) y a su vez envía insumos para la producción en Caracas (Cartoven). Esto contrasta con el caso de Alina Food que era una sola planta y que logró ir superando a la dependencia de materia prima importada, incluyendo papas y plátanos nacionales a su proceso. Por su parte, en el caso de las Heroínas de Aragua, la materia prima en muchas oportunidades no es propia, sino que la labor de las trabajadoras es la transformación de la materia prima de compañías ajenas o del Estado (CLAP textil). Señalamos estos casos ya que se debe tener en cuenta que cada ocupación representa un universo de posibilidades para su puesta en marcha, lo importante es no perder el objetivo pues de su consecución dependerá el sustento de los ocupantes.

En nuestro país, a causa del modelo rentista, casi la totalidad de industrias requiere de productos importados para sus procesos. En primer lugar, debe examinarse cuales de esos productos pueden conseguirse nacionalmente o a menores costos ya que la importación y la sobre facturación de estos productos era una de tantas formas para la extracción de renta por parte de los capitalistas. En el caso de no poder sustituirse, deben evaluarse posibilidades de trabajar con materia prima ajena o acudir al Estado, esto ciertamente no es el mejor escenario, pero puede ser necesario.

Una vez que se tengan en cuenta estos aspectos: operatividad y existencia de materia prima, se debe elaborar un plan de producción racional, que privilegie la administración de la materia prima, los turnos de trabajo y la distribución de tareas, la estructura de costos, entre otros aspectos técnicos.

Este trabajo de planificación debe elaborarse y discutirse, dependiendo del tamaño de la empresa, de la complejidad del proceso y del número de trabajadores, en la asamblea o en el consejo de trabajadores. En el caso de empresas que cuenten con varias plantas dependientes entre ellas, la planificación deberá involucrar una instancia de planificación superior que tome en cuenta esta particularidad.

Esta es una de las principales funciones del consejo de fábrica, el presentar planes a la asamblea y dirigir la empresa. Aunque en Venezuela los Consejos de Trabajadores son reconocidos en la ley, desde la promulgación de la misma existe una deuda con la legislación que debe regir los mismos. Los Consejos de Trabajadores como órganos de control obrero no deben confundirse con los Consejos Productivos de Trabajadores (CPT) que son organismos de fiscalización con poca autonomía frente al Estado[7]. Si bien puede pensarse que la inexistencia de la ley es un problema (pues ha sido un freno para avanzar hacia el control obrero), en el caso de una empresa ocupada y bajo control obrero esto brinda la posibilidad de que el consejo tenga una organización flexible que se adapte a las necesidades de los trabajadores. Debemos recordar que entre las principales características del consejo está la revocabilidad de los representantes electos en una asamblea de trabajadores y la subordinación de los mismos a la base, no pudiendo éstos beneficiarse económicamente del cargo ocupado.

Otro aspecto técnico a tener en consideración es la fachada legal por medio de la cual la empresa bajo control obrero se relacionará con las instituciones (bancarias, estatales u otras empresas) y podrá facturar. Si bien lo ideal es que se dé la expropiación de la empresa, pasando a constituirse en propiedad pública, pero manteniéndose el control obrero, esto no es necesariamente lo que ocurre en todos los casos, todo dependerá del desarrollo de la lucha. A continuación, veamos tres casos en los que la razón social constituida fue una cooperativa, una empresa de producción social o se mantuvo la razón social anterior bajo un decreto de ocupación.

En el caso de las Heroínas de Aragua, la ocupación no se dio por el abandono o el cierre de la empresa sino como consecuencia de un conflicto laboral. La lucha, que se da además antes de promulgada la LOTTT, procedió con la ocupación de la fábrica y la resistencia de las trabajadoras a su desalojo. Esta experiencia, que como señalamos antes cumple 10 años, pasó 8 años ocupada sin ser expropiada, por lo que las trabajadoras registraron una cooperativa para poder facturar sus productos.

Por su parte, los Alfareros del Gres, ante el abandono de la empresa por parte de los capitalistas de origen español, y debido a la vinculación de los trabajadores con la comunidad, adoptaron la forma de Empresa de Producción Social Directa Comunal (EPSDC) para organizarse. Así, la propiedad de la empresa es propiedad social no estatal y la rendición de cuenta debe hacerse a la comunidad.

Como ejemplo de un caso de aplicación del artículo 149 de la LOTTT, por el cual se da la ocupación de la fábrica y se establece una Junta de Administración Especial, tenemos a los trabajadores de Alina Foods en Mérida. En este caso la propiedad de la empresa no es transferida ni al Estado ni a los trabajadores, sino que sigue siendo de los capitalistas por lo que el régimen de ocupación debe prorrogarse anualmente y esto otorga un poder a la burocracia sobre los trabajadores que dependen del “buen ánimo” de un funcionario para mantener la ocupación. Las últimas ocupaciones han adoptado esta forma debido, en primera lugar, a la “política de cero expropiaciones” que adelanta Maduro en su afán de atraer la inversión extranjera, y, en segundo lugar, por lo barato que sale ocupar y controlar burocráticamente sin tener que pagar (por lo menos en lo inmediato) por la expropiación.

Desde nuestro punto de vista, una vez dictado el decreto de ocupación, los trabajadores de una fábrica bajo un genuino control obrero deben avanzar hacia la conquista de la propiedad social de los medios de producción reclamando la expropiación de la propiedad burguesa. Para ello, deben abrirse los libros contables e investigarse además la cantidad de dólares que se han asignado a la empresa, evaluando el costo de la empresa y las ganancias obtenidas por concepto de extracción de renta. De esta manera, se puede demostrar que el pago que esperan y que seguro exigirán en cortes internacionales los capitalistas ya fue realizado por el Estado en repetidas asignaciones de divisas.

Por último, debe evaluarse el reclutamiento o no de trabajadores. Como señalábamos al comienzo, la ocupación presenta una serie de retos tanto para la dirección de la fábrica como para los trabajadores. Muchos de ellos, ante las necesidades familiares pueden abandonar la lucha en busca de un nuevo trabajo. En la medida de lo posible, la dirección debe tratar de evitar las deserciones ya que cada trabajador que deja la lucha representa una pérdida de experiencia, esto incluye al personal “empleado”, ingenieros, contadores, entre otros, que por su formación profesional pueden tener una mayor movilidad laboral.

En caso de deserciones, al momento de iniciar operaciones puede ser necesario reclutar trabajadores, puede entonces recurrirse a aquellos que por razones justificadas no pudieron permanecer todo el tiempo de la ocupación, o a familiares y miembros de la comunidad que hayan colaborado con la lucha.

Levantar una empresa será tanto más sencillo cuanto más se haya hecho efectivo el resguardo de las instalaciones y se hayan mantenido los trabajadores en lucha por su ocupación. Tanto más sencillo, cuanto más democrática sea su lucha. La burocracia y la burguesía, apuestan en muchos casos al desgaste de los trabajadores, esperan que la lucha se disperse para echar mano de la empresa. Nosotros, apostamos por el éxito de la clase trabajadora en la construcción de una sociedad libre de explotación.

¡Ante el cierre de empresas! ¡Control obrero de toda la producción!


Notas

[1] La redacción de este artículo contó con el apoyo del camarada Elías Chacón (miembro de la dirección de Lucha de Clases), quien durante la lucha por la ocupación de la empresa “El Faro” elaboró un programa que sirvió de base para este trabajo. También debo agradecer a los trabajadores de Smurfit Kappa quienes me han permitido estar a su lado en la lucha por el control obrero, de ellos he aprendido en pocas semanas cosas a las que sólo me había podido acercar a través de libros, este artículo recoge parte de esa experiencia.

[2] Desde una perspectiva legal, esta “liquidación” no es tal ya que se realiza unilateralmente para cubrir un cierre ilegal. Sin embargo, los escenarios donde se realiza una pretendida liquidación de los trabajadores, a quienes se depositan en sus cuentas montos que pueden o no corresponderse a sus prestaciones, son mejores que aquellos en los que el cierre se da sin más. Este depósito, puede tomarse como un adelanto de prestaciones sin necesidad de ser reconocido por los trabajadores como una liquidación.

[3] Lucha de Clases. (2018). Solidaridad con los trabajadores de Lácteos los Andes. https://luchadeclases.org.ve/?p=5557

[4] Trabajadores de Kellogg’s Aragua. (2018). Aclaratoria de los trabajadores de Kellogg’s en Aragua – Lucha de Clases. https://luchadeclases.org.ve/?p=6253

[5] Lucha de Clases. (2018). A 4 años del cierre de la empresa de hilos Wonder sus trabajadores siguen en lucha exigiendo su ocupación. https://luchadeclases.org.ve/?p=6353

[6] Trabajadores de Vivex. (2018). Trabajadores de VIVEX exigen expropiación definitiva y puesta en marcha de la empresa – Lucha de Clases. https://luchadeclases.org.ve/?p=6342

[7] Para un análisis más detallado de lo que son los CPT y sus diferencias con los Consejos de Trabajadores recomendamos el artículo de Pérez, L., & Escalante, P. (2018). Comentarios sobre la Ley de los Consejos Productivos de Trabajadores. https://luchadeclases.org.ve/?p=5560